jueves, 7 de agosto de 2014
DIOS QUIERE QUE NUESTRA VIDA SEA COMO UN LIBRO ABIERTO
Dios desea que nuestra vida sea como un libro abierto. Por lo tanto, Él anhela
que quitemos de nuestra vida todo pecado oculto, toda deshonestidad, engaños,
mentiras, fraude. Por eso es que el Espíritu Santo busca cada cosa en nosotros
que no es semejante a Cristo, y si de verdad queremos cambiar, estaremos
dispuestos a que Él trate con nosotros.
Hasta que experimentes el cambio de Dios en cada una de estas áreas, te puedes
olvidar de recibir consejería, consultar programas de auto-ayuda, o de
restaurar relaciones. Pon todo a un lado por el momento, hasta que estés listo
a renunciar a todo tu pecado oculto. Cuando te hayas sometido a la palabra de
Dios y al poder transformador de su Espíritu, no será necesario que convenzas
a otros de que has cambiado. Según caminas en su verdad, el Espíritu Santo te
recomendará a las conciencias de los que están a tu alrededor.
“Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni
adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad
recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios.”(2 Corintios 4:2)
La palabra griega para recomendar aquí significa “aprobación de Dios”.
Pablo dice: No tendrás que impresionar a nadie diciéndole que has cambiado.
Dios se moverá en sus conciencias, diciéndoles en su interior: “Esta
persona tiene mi bendición y mi aprobación.”
Ningún argumento podrá refutar la evidencia interna que el Espíritu de Dios
ha puesto en ti. De hecho, tu cambio atraerá a otros o será como una
reprensión para ellos. El aura de Cristo que emana de ti será como un golpe a
sus propias conciencias. Y será entonces cuando encontrarás el poder para
influenciar a otros a través de los cambios que están ocurriendo en ti.
Encontrarás que se restaurarán relaciones y podrás recuperar tu autoridad
espiritual en tu hogar.
Ya no seguirás pensando en los cambios que tienen que ocurrir en otros. Más
bien, te animarás tanto con los cambios que Dios está obrando en ti, que
concluirás: “Señor, sé que todo está en Tus manos y me entrego a tu
voluntad. Haz en mí lo que tengas que hacer.”
Ahora es el momento para dejar todas tus circunstancias en Sus manos. Olvídate
de tratar de salir de tu crisis. Más bien, enfócate en el Señor que te está
cambiando y haciendo de ti un vencedor. Permanece en Su palabra. Clama a su
nombre diligentemente y confía en el Espíritu Santo. Haz que este sea el
clamor constante de tu corazón: “Cámbiame, oh Señor.”
DAVID WILKERSON
miércoles, 6 de agosto de 2014
TU PASADO NO TIENE FUTURO
La grandeza de Dios no tiene término, es infinita, inmensurable e ilimitada.
Cada amanecer irrumpe con Sus promesas, Su poder y Su perdón. Cada nueva
mañana anuncia la belleza de potenciales y nuevos comienzos, llenos de
palabras de vida y resurrección y de frases como: “comencemos de nuevo
juntos”, llamándonos a permitirle que escriba Su visión y plan de esperanza
en las tablas de nuestros corazones.
Nuestro Dios de misericordia nos dice: “Te voy a sacar de la arena movediza
del fatalismo y resignación en la que te estás hundiendo peligrosamente. Te
daré una nueva perspectiva y confianza que vas a experimentar, vivir y
comunicar. De la abundancia de tu corazón resucitado, tu boca comenzará a
hablar de nuevo (Ver Lucas 6:45). Te daré una visión que vas a compartir con
sencillez y alegría, y que va a cambiar a la gente que te rodea. Quiero
escribir Mi plan en tu corazón: un destino para tu futuro, tus hijos, tu
matrimonio, tus estudios o tu carrera, y el florecer sobrenatural de tu cosecha
personal en Mí.”
Dios dice aun mas: “Tengo una visión, de respirar en ti conocimiento y
comprensión de las muchas buenas obras que he preparado para ti en cada área
de tu vida. Habrá guerras y batallas, tanto con retrasos como con montañas
que parecen insuperables, ¡Pero mis hijos y mis hijas vivirán por la fe! Si
la promesa se retrasa, confía en fe por esa promesa durante tu temporada
de espera. ¡Mi pueblo vivirá por fe!”
¡tu pasado no tiene futuro! “Note aferres al pasado, no te permitas quedar paralizado
hoy por lo que pasó ayer. He aquí que yo hago algo nuevo.
Es para ahora, para hoy, dice el Señor.
Estás dispuesto a recibirlo y a creerme por su cumplimiento?” (Ver Isaías
43:18-19)
Claude Houde
martes, 5 de agosto de 2014
UN PEQUEÑO TERRENO
Santiago nos dice: “Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro
corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría
no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque
donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa”
(Santiago 3:14-16).
Nota a quién Santiago se dirige aquí. En el versículo 13 dice: “¿Quién
es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en
sabia mansedumbre”. Él nos está diciendo: “Puedes tener gran sabiduría y
conocimiento espiritual. Pero si hay amargura en tu hogar, contienda en tu
corazón, envidia en tu trabajo, no pienses que eres espiritual de ninguna
manera. Estás bajo un fuerte engaño”.
Cuando Santiago habla de contienda y amargura, él se refiere a disputas y
críticas. Y él dice que todo esto es diabólico, sensual, que son obras de
maldad. En resumen, cualquiera que guarda amargura causa disputas, y peor aún,
abre su corazón a la posesión satánica.
¿Conoces personas a quienes la amargura las ha llevado a la posesión
satánica? Con el tiempo, su ser exterior comienza a manifestar las tinieblas
que tienen dentro. Con el tiempo su cuerpo comienza a decaer, enfermándose,
marchitándose y sufren desbalances mentales. Cuando se le entrega dicho
terreno al diablo, éste obra para la destrucción absoluta.
Así que, sigue adelante, retén tu rencor. Quédate con tu amargura. Continúa
buscando disputas. Si lo haces, estarás en total rebelión contra Dios y Su
Palabra y te abrirás a Satanás. Te volverás ciego espiritualmente y
endurecido de corazón.
Por el otro lado, si eres espiritual y obedeces voluntariamente la Palabra de
Dios, entonces no importa cuán herido estés, mostrarás la sabiduría
apacible de la gentileza al perdonar.
En un viaje a Jerusalén, observé un poderoso ejemplo de cómo Satanás puede
tomar una posición hasta en el terreno más pequeño. Mientras miraba la
Ciudad Santa desde el Monte de los Olivos, vi la tierra donde se asienta el
Domo musulmán de la Roca.
Ese pequeño pedazo de terreno es quizás una fracción de un acre. Sin
embargo, de alguna manera Satanás puso sus manos sobre él y construyó un
templo para sí mismo y ahora se ha convertido en la abominación de la
desolación, como se menciona en las Escrituras. El diablo ha logrado enfocar
sus poderes en el centro mismo del pueblo una vez escogido por Dios, Israel. Y
todo sucedió porque él obtuvo sólo un pequeño terreno. Este es un retrato
vivo de lo que Satanás hace cuando toma ventaja del más pequeño pedazo de
terreno.
DAVID WILKERSON
lunes, 4 de agosto de 2014
CUANDO OIGAS EL RUGIDO DEL LEÓN
Cuando yo era un joven predicador, no pensaba mucho en la guerra espiritual.
Pensaba que cualquiera que caminaba en victoria no debía tener problema alguno
con el diablo. Para mí, era sólo un asunto de resistir al diablo. Pero pronto
encontré a un león rugiente lanzándose sobre mis debilidades con todas sus
fuerzas y me sentí indefenso para hacerle batalla.
Muy a menudo veo al diablo haciendo lo mismo con otros cristianos sinceros.
Conozco a multitudes de siervos piadosos, personas puras de corazón, que
caminan en la gracia, que repentinamente son abrumados por una inundación
demoniaca de confusión y desesperación.
Tales cristianos pueden estar trabajando diligentemente para el Señor por
años. De pronto, un día, Satanás inyecta su mente con pensamientos
acusadores. Y de la noche a la mañana son vencidos por problemas horribles,
tentaciones inesperadas, codicia y depresión. Sus pruebas son tan profundas,
extrañas y misteriosas, que estos santos no tienen idea de dónde vinieron.
Creo que existe una sola explicación: Sus problemas son ataques demoniacos.
Vez tras vez he visto esto suceder a cristianos que están creciendo
apresuradamente. En el punto más alto de su crecimiento espiritual, Satanás
pone una vieja seducción en su camino. Puede ser una lujuria antigua, algo que
pensaron que habían vencido años atrás. Pero ahora, después de años de
vivir en victoria, están caminando sobre una cuerda floja, tambaleándose a
punto de caer en una situación que los podría llevar a una terrible atadura.
He experimentado ese río. Y multitudes de creyentes están siendo arrastrados
ahora mismo por él. Son inundados con persecuciones, ataques físicos, acosos
mentales, tentaciones feroces del infierno, amigos volviéndose contra ellos
como enemigos. Satanás ha planeado un ataque total, de último día y a toda
fuerza para revolcarnos en total desesperación.
¿Cómo resistimos el poder de Satanás? Juan nos ofrece la respuesta en
Apocalipsis 12: “Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y
de la palabra del testimonio de ellos” (versículo 11). Cuando escuches el
rugido del león, cuando la inundación te azote y estés abrumado,
sencillamente corre al Lugar Santísimo. Por fe, entra a la misma presencia
de Dios en Su trono porque el Cordero ha creado un camino para ti, a través
de su sangre.
“Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por
la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través
del velo, esto es, de su carne” (Hebreos 10:19-20).
DAVID WILKERSON
viernes, 1 de agosto de 2014
UN INGREDIENTE NECESARIO
Considera todo lo que Jesús tuvo que soportar; el desprecio, los golpes, las
burlas, el rechazo de aquellos con los que Él había caminado e incluso
alimentado en el desierto. Piensa en la cruz; la violencia y la furia de la
oposición que Satanás envió en sus intentos de destruir la obra de Dios.
Poco sabía el enemigo que en realidad estaba suministrando el ingrediente
necesario para asegurar el éxito.
Según las Escrituras, “sin derramamiento de sangre no se hace remisión [de
pecado]” (Hebreos 9:22). Quienes se oponen a la obra de Dios son el pan para
nosotros. Tiene que haber violencia, tiene que haber una cruz, tiene que haber
una muerte. Leemos en 1 Corintios 2:8 que si los príncipes de este siglo
hubieran sabido lo que estaban haciendo, ¡Nunca habrían crucificado al Señor
de la gloria!
Recordemos el momento en que Pedro y Juan se acercaron al templo llamado La
Hermosa y tomaron de la mano a un hombre cojo, un hombre que había pasado
muchos años pidiendo limosna mientras la multitud religiosa simplemente pasaba
a su lado. Nadie tenía problema con su impotencia hasta que Pedro y Juan lo
levantaron en el nombre de Jesús, y Dios milagrosamente le sanó.
Amado, no tengas miedo de la oposición. Es un ingrediente necesario en
nuestras vidas; es pan para nosotros. Pedro y Juan fueron llamados ante el
consejo de líderes religiosos y los amenazaron dos veces. Sin embargo, ¿cuál
fue el resultado de esta amenaza? “Y puestos en libertad, vinieron a los suyos
y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían
dicho. Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron:
Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y
todo lo que en ellos hay” (Hechos 4:23-24).
¡Vemos aquí que la oposición había encendido una reunión de oración! En
lugar de ceder a las amenazas, los discípulos doblaron sus rodillas a Dios y
comenzaron a orar: “Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus
siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para
que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo
Hijo Jesús” (Hechos 4:29-30). Fue la curación de este hombre cojo lo que
trajo todo este problema sobre ellos, por lo que le dieron un giro al asunto y
¡le pidieron a Dios que les dé más audacia, más poder, más sanidades!
La oposición es el pan que nos envía a la presencia de Dios, donde se
encuentra toda nuestra fuerza. Sin oposición de la iglesia se vuelve floja y
se vuelca hacia sí misma, buscando el poder sin un propósito: una fórmula
para el engaño espiritual.
Carter Conlon
jueves, 31 de julio de 2014
BENDICIONES DE BIEN
“Porque le has salido al encuentro con bendiciones de bien; corona de oro
fino has puesto sobre su cabeza” (Salmos 21:3). A primera vista, este verso
escrito por David pareciera un poco confuso. La frase “salir al encuentro”
(en inglés dice “impedir”), está usualmente asociada con impedimento, no
con bendición. Una traducción moderna para este texto, sería: “El Señor
impidió a David con las bendiciones de bien”.
Sin embargo, la palabra bíblica “impedir” o “salir al encuentro” tiene
un significado totalmente diferente. Significa “anticipar, preceder, ver y
cumplir con anticipación, pagar una deuda antes de que ésta venza”. Más
aun, en casi todas las instancias, implica algo placentero.
Isaías nos da una idea de este tipo de placer cuando explica que Dios se
anticipa a nuestra necesidad y la satisface anticipadamente. “Y antes que
clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído” (Isaías
65:24).
Este versículo nos da una increíble figura del amor de nuestro Señor para
con nosotros. Evidentemente, Él está tan ansioso por bendecirnos, tan pronto
para cumplir Su misericordia en nuestras vidas, que no puede siquiera esperar a
que nosotros le digamos nuestras necesidades, Así que Él se apresura y lleva a
cabo actos de misericordia, gracia y amor hacia nosotros incluso antes que le
pidamos. Y esto es de supremo placer para Él.
Entonces esto es lo que David estaba diciendo en el Salmo 21: “Señor, Tú
derramas bendiciones y misericordias sobre mí, aun antes de que yo las pida. Y
me has dado más de lo que pueda imaginar”.
David se estaba refiriendo a alguna obra maravillosa que Dios logró para él,
en el ámbito espiritual. Se trataba de algo que le dio a David la victoria
sobre sus enemigos, la respuesta a sus oraciones, el poder para vencer y un
gozo inexplicable. Y Dios lo hizo todo aun antes que David orara para dejar sus
cargas o presentara su petición. Una vez que David finalmente derramó su
corazón, descubrió que Dios ya había hecho provisión para derrotar a sus
enemigos. ¡La victoria de David estuvo asegurada desde antes que él pudiera
siquiera acercarse al campo de batalla!
DAVID WILKERSON
miércoles, 30 de julio de 2014
A FE DEBE ESTAR CIMENTADA EN LA PALABRA
Dios está preocupado de que la fe de Su pueblo esté siendo sacudida, de que
éste no confíe en Él en su tiempo de crisis. Amados, nuestro peor pecado es
nuestra falta de voluntad para creer que Él va a hacer lo que prometió. Y eso
le ofende más que el adulterio, la fornicación, las drogas y el abuso del
alcohol o cualquier otro pecado de la carne.
Su Palabra dice: "Sabe El Señor librar de tentación a los piadosos" (2 Pedro
2:9). " Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis
resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para
que podáis " (1 Corintios 10:13).
O este pasaje es verdad o es mentira. Pero si es verdad, entonces debemos
posicionarnos en él. Dios quiere que seamos capaces de decir: "Señor, si me
muero ahora mismo, entonces déjame morir en la fe. Confío que estarás
conmigo, así que vivo o muerto, soy tuyo".
Que vengan todos los vientos y olas del infierno. Que venga todo a ti. Nuestro
Dios dice que Él puede y sabe cómo librarte.
Dios tiene el propósito de que tú y yo tengamos todo el gozo, la paz, la
victoria y el descanso en nuestro caminar con Él. Él está buscando hombres y
mujeres que se levanten en contra de lo que vendrá en esta época oscura,
siervos que se levanten con calma y paz porque Cristo mora en ellos.
Dios desea que podamos entrar en tal lugar de confianza, que no sintamos miedo
nunca más, sino que verdaderamente descansemos en Su poder y Su capacidad. Él
sabe cómo librarnos de todas las trampas, pruebas y tentaciones, si solamente
confiamos en Él.
“El solamente es mi roca y mi salvación. Es mi refugio, no resbalaré. En
Dios está mi salvación y mi gloria; En Dios está mi roca fuerte, y mi
refugio. Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos; derramad delante de él
vuestro corazón; Dios es nuestro refugio” (Salmos 62:6-8).
DAVID WILKERSON
martes, 29 de julio de 2014
PIDIENDO FE
Los apóstoles le dijeron al Señor: “Auméntanos la fe” (Lucas 17:5).
Jesús respondió al pedido de sus discípulos por más fe de esta manera:
“¿Quién de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta ganado, al
volver él del campo, luego le dice: Pasa, siéntate a la mesa? ¿No le dice
más bien: Prepárame la cena, cíñete, y sírveme hasta que haya comido y
bebido; y después de esto, come y bebe tú?…Así también vosotros, cuando
hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos,
pues lo que debíamos hacer, hicimos.” (Lucas 17:7-8,10)
Cristo está hablando aquí de nosotros, sus siervos, y de Dios, nuestro
Señor. Nos está diciendo que nosotros estamos para alimentar a Dios. Te
preguntarás: “¿Qué clase de alimento se supone que debemos traerle al
Señor? ¿Qué satisface Su hambre?” ¿Cómo haremos esto?
La Biblia nos dice, “Pero sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos
11:6). Sencillamente, el plato más delicioso para Dios es la fe. Aquella es la
comida que le agrada.
Vemos esta ilustración a través de la escritura. Cuando un centurión pidió
a Jesús que sanara a su siervo enfermo con tan solo decir una palabra, Cristo
festejó la vibrante fe de aquel hombre. Él respondió, “De cierto os digo,
que ni aun en Israel he hallado tanta fe” (Mateo 8:10). Jesús estaba
diciendo, “Aquí hay un Gentil, un extranjero, quien está alimentando mi
espíritu. Qué alimento más nutritivo está dándome la fe de este hombre.”
Cuando la mujer con el flujo de sangre (Lucas 8:43.48) pasó entre la multitud y
tocó Su manto en fe, Jesús se dio cuenta inmediatamente de su fe y ella fue
sanada. Su fe le agradó.
Noto en las palabras de Jesús en Lucas 17:8 una declaración descortés:
“Prepárame la cena…y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después
de esto, come y bebe tú”. Él está diciendo: “Tú no comes primero. Yo lo
hago.” En otras palabras, no podemos consumir nuestra fe en nuestros propios
intereses y necesidades. Más bien, nuestra fe es el medio para satisfacer el
hambre de nuestro Señor.
DAVID WILKERSON
lunes, 28 de julio de 2014
EL MAYOR PELIGRO
El peligro más grande que todos enfrentamos es no ser capaces de ver a Jesús
en nuestros problemas, y en lugar de verlo, ver fantasmas. En ese momento
crítico de temor, cuando la noche es más negra y la tormenta es más
violenta, Jesús siempre se acerca a nosotros para revelarse como el Señor del
diluvio, el Salvador en las tormentas. “Jehová preside en el diluvio, y se
sienta Jehová como rey para siempre” (Salmo 29:10).
En Mateo 14, Jesús ordenó a sus discípulos subirse a una barca que se
dirigía hacia una tormenta. La Biblia dice que Él los forzó a entrar a la
embarcación. En otras palabras, insistió para que se subieran a esa barca aun
cuando se dirigía a aguas turbulentas, y sería lanzada de un lado a otro. ¿Y
dónde estaba Jesús? Él estaba arriba en las montañas, con su vista en el
mar y orando para que ellos no fallaran a la prueba que Él sabía que tenían
que atravesar.
Después Él llegó caminando sobre el agua (ver Mateo 14:25) ¡Pero ninguno de
los discípulos lo reconoció! No esperaban verlo sobre el agua en medio de la
tormenta. Nunca jamás esperaban que estuviera con ellos o aun cerca de ellos
en una tempestad.
Al menos uno de los discípulos debería haberse dado cuenta de lo que estaba
pasando y haber dicho: “Miren amigos, Jesús dijo que él nunca nos dejaría
ni nos abandonaría. Él nos envió en esta misión; estamos en el centro de Su
voluntad. Él dijo que por Él son ordenados los pasos del hombre justo. Miren
otra vez. ¡Es nuestro Señor! ¡Él está aquí! ¡Nunca jamás hemos estado
fuera de Su mirada.”
Había solo una lección que aprender, solo una. Era una lección simple, no
una que fuese difícil de comprender, mística, o que fuese como un terremoto.
Jesús simplemente quería que confiaran en que Él era su Señor en medio de
cada tormenta que atravesaran en sus vidas. Él simplemente quería que ellos
mantuviesen su gozo y confianza aún en las horas más oscuras de sus pruebas.
¡Solo una simple pero muy importante lección!:
“Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” (Mateo
28:20)
DAVID WILKERSON
viernes, 18 de julio de 2014
NECESITAMOS UN MENSAJE MÁS SUAVE
“Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios,
y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis.”(Éxodo
20:20)
“Andad en todo el camino que Jehová vuestro Dios os ha mandado, para que
viváis y os vaya bien, y tengáis largos días en la tierra que habéis de
poseer.”(Deuteronomio 5:33)
Moisés dijo en esencia: “Dios no está furioso con ustedes, esta majestuosa
experiencia no se trata de eso. No. Él quiere darles poder con su asombroso
temor, está tratando de crear en ustedes un arma poderosa, y lo está haciendo
para que puedan vivir victoriosamente todos los días de su vida.”
Sin embargo, después vino la lógica más extraña de la Biblia. Estos
líderes dijeron a Moisés: “Hoy hemos visto que Jehová habla al hombre, y
éste aún vive. Ahora, pues, ¿por qué vamos a morir? Porque este gran fuego
nos consumirá; si oyéremos otra vez la voz de Jehová nuestro Dios,
moriremos. Porque ¿qué es el hombre, para que oiga la voz del Dios viviente
que habla de en medio del fuego, como nosotros la oímos, y aún viva?”
(Deuteronomio 5:24-26). Ellos dijeron a Moisés: “Sabemos que podemos oír a
Dios hablar de en medio del fuego y sobrevivir. Sin embargo, si tenemos que
sentarnos bajo su directa, pura, y santa voz, seremos consumidos. ¿Por qué
tendríamos que morir? De toda la gente en el mundo, somos nosotros los que
hemos oído la voz de Dios y hemos sobrevivido.”
El Señor luego nos da una clave acerca de lo que realmente estaba pasando:
“¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos
los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien
para siempre!” (Versículo 29).
Ellos estaban dando honor a Dios con sus labios, pero sus corazones estaban
lejos de Él. Para citar a Isaías: “Este pueblo se acerca a mí con su boca,
y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de
mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado.”
(Isaías 29:13).
Los israelitas eran tan devotos a sus pequeñas imágenes de oro, que nada los
podía alejar de su alabanza idólatra. Finalmente ignoraron la voz audible de
Dios, en toda su santidad y majestad.
Cuando los ancianos de Israel dijeron: “Necesitamos, un mensaje más suave,
de otro modo moriremos”, tenían mucha razón. Cada vez que te sientas bajo
la predicación del Espíritu Santo escuchando la palabra ungida de Dios y que
te convence de pecado, seguro que vas a morir. Eso es, morirás a tus pecados.
DAVID WILKERSON
miércoles, 16 de julio de 2014
NO SABER COSA ALGUNA SINO A JESUCRISTO
“Porque en él vivimos, nos movemos y somos” (Hechos 17:28). Los hombres y
las mujeres de Dios viven dentro de este muy pequeño círculo; sus vidas, cada
movimiento, toda su existencia está envuelta sólo en lo que le interesa a
Cristo.
Para conocer nada más que a Cristo, debe haber un fluir continuo de
revelación del Espíritu Santo. Si el Espíritu Santo conoce la mente de Dios,
si Él escudriña las cosas escondidas y profundas del Padre y si Él va a ser
una fuente de la que brote agua viva, entonces esa fuente de agua debe de ser
una continua e inagotable revelación de Cristo. Esto le espera a todo siervo
del Señor que esté dispuesto a esperar en el Señor, calladamente, creyendo
en fe, confiando en que el Espíritu Santo manifestará la mente de Dios.
Hoy necesitamos la Palabra infalible de Dios, una revelación viva y verdadera.
Samuel tenía esa clase de Palabra de Dios, y todo Israel lo sabía. Cuando
Samuel hablaba, de todas las voces en la región, la de él se cumplía y
ninguna palabra caía al suelo.
Hoy en día multitudes están tratando de cernir todas las voces, para oír la
Palabra clara de Dios. Los santos de Dios están fatigados por el aluvión de
voces, donde sólo encuentran unos cuantos granos de verdad. ¡Sólo Cristo es
la luz! Todo el mundo se encuentra en tinieblas y sólo la luz dispersa esas
tinieblas.
Pablo dijo: “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la
luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del
conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Corintios 4:6).
Puede que estés en un lugar oscuro ahora mismo. Tus buenas obras no disiparán
esas tinieblas, y nuestras prédicas sobre temas sociales tampoco lo harán.
Ninguna experiencia personal lo logrará. Y voy a ir un paso más allá, ni
siquiera atar los poderes de las tinieblas funcionará a no ser que la luz de
Cristo alumbre. ¡Todas las tinieblas se desvanecen en la luz de la gloria de
Dios reflejada en el rostro de Jesucristo! Estudiemos solamente a Cristo en el
lugar secreto. Servimos al mismo Dios y somos enseñados por el mismo Espíritu
Santo, que todos los demás que han conocido a Cristo en plenitud.
DAVID WILKERSON
martes, 15 de julio de 2014
LA CARGA DEL DOLOR
De una manera u otra, todos sentimos dolor. Toda persona en la Tierra lleva su
propia carga de dolor.
Cuando uno está profundamente dolido, nadie en la Tierra puede apagar los
temores internos ni las más profundas agonías. Ni el mejor amigo puede
entender la batalla que uno está pasando o las heridas infringidas.
¿Existe algún bálsamo para un corazón quebrantado? ¿Hay sanidad para esas
heridas internas profundas? ¿Se pueden juntar los pedazos y hacer que el
corazón sea aun más fuerte? ¡Sí! ¡Absolutamente sí! Si no se pudiera,
entonces la Palabra de Dios sería una trampa y Dios mismo sería un mentiroso.
¡Eso no puede ser!
Dios no te prometió un estilo de vida sin dolor. Él te prometió una
“salida”, te prometió ayudarte a llevar tu dolor; fuerzas para ponerte
otra vez de pie cuando la debilidad te hace tambalear.
Nuestro Padre amoroso dijo: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no
sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que
podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la
salida, para que podáis soportar” (1 Corintios 10:13).
Tu Padre celestial te cuida sin parpadear. Cada movimiento es monitoreado. Cada
lágrima es guardada. Él se identifica con tu dolor y siente cada golpe. Él no
permitirá que tu dolor deteriore tu mente. Él nunca permitirá que te ahogues
en tus lágrimas y Él promete venir, justo a tiempo, para enjugar esas
lágrimas y darte gozo en lugar de luto.
Tú tienes la capacidad de hacer que tu corazón se regocije y se alegre en el
Señor. El ojo de Dios está sobre ti y Él te ordena levantarte y sacudirte de
todos esos miedos que están causando duda.
“Los ojos de Jehová están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor
de ellos” (Salmos 34:15).
DAVID WILKERSON
lunes, 14 de julio de 2014
CONFIANZA TOTAL EN CRISTO
Cuando hablo de una confianza total en Cristo, quiero decir no sólo confiar en
Su poder salvador sino también en Su poder guardador. Tenemos que confiar que
Su Espíritu nos guarda y nos conforma a la semejanza de Jesús.
Piensa en tu propio testimonio. Hubo un tiempo en que eras un extraño,
separado de Dios por tus obras malas. ¿Qué buenas obras hiciste para hacer
las paces con Él? ¡Ninguna! Nadie ha sido capaz de salvarse a sí mismo.
Del mismo modo, nadie ha sido capaz de producir o de mantener su propia
santidad. Somos traídos diariamente a la santidad de Cristo solamente por fe,
a medida que confiamos en lo que la Palabra de Dios dice: " como aquel que os
llamó es santo, sed también vosotros santos” (1 Pedro 1:15).
“Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en
vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de
carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e
irreprensibles delante de él; si en verdad permanecéis fundados y firmes en
la fe” (Colosenses 1:21-23).
Nota la frase: "si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe", Jesús
está diciendo: "Permanece confiando en Mí, viviendo por fe. Voy a presentarte
limpio, impecable, irreprensible y santo delante del Padre".
No hay grados de santidad, sólo grados de madurez en Cristo. Es absurdo
medirte con alguien a quien consideras "santo". Todos somos medidos por una
norma: la santidad de Cristo. Si estamos en Él, Su santidad es la nuestra, en
igual medida.
No debes mirar a otro cristiano y decir: "¡Oh, me gustaría ser tan santo como
él!". Puede que no tengas la disciplina de esa persona o su vida de oración;
puede que a menudo tengas más luchas y cometas más errores que él, pero él
no es más acepto por el Padre que tú. No debes compararte con nadie, porque
¡nadie es más querido en los ojos del Padre que tú!
Querido santo, despójate de toda dependencia en la carne y haz esta
declaración: “Yo declaro mi santidad, que es en Cristo Jesús. Yo soy parte
de Su cuerpo y mi Padre me ve como santo, porque yo permanezco en Él".
DAVID WILKERSON
lunes, 23 de junio de 2014
¡CÁMBIAME, SEÑOR!
No estoy en contra de la consejera cristiana. Muchas personas están
respondiendo a la consejería que están recibiendo, y sus vidas, sus
matrimonios y sus hogares están siendo sanados. De hecho, la consejería se ha
convertido en un ministerio importante en la iglesia de Jesucristo. Casi todas
las congregaciones grandes en América tienen al menos un consejero a tiempo
completo en su cuerpo administrativo y aquí en Times Square Church, tenemos un
número de ellos.
Pero veo más y más cristianos afligidos que no responden en absoluto a la
consejería que reciben. Pueden ser ministrados por semanas, y aún meses, sin
mostrar ningún resultado. Un pastor o consejero puede llevarlos paso a paso
por las Escrituras, mostrándoles la clara verdad de la palabra de Dios. Les
puede decir: “Esto es lo que Dios dice acerca de tu problema. Él dice que se
supone que debes hacer esto y esto otro”. Les confronta con la realidad de que
recibirán el juicio de Dios si no abandonan su pecado.
Sin embargo, ninguno de estos consejos es recibido. ¿Por qué? Hay un velo
espiritual sobre los ojos de esta gente. Tienen una terrible ceguera que no les
permite ver su propia culpa y la necesidad de cambiar.
Desde que comencé a pastorear me he encontrado en medio de muchas contiendas
familiares y puedo testificar que pocas de esas guerras se pueden resolver sin
la intervención sobrenatural. ¿Por qué? Porque todos quieren que la otra
persona cambie.
Una de las partes involucradas me dice: “¿Por qué es tan terco? Él
necesita cambiar.” Entonces escucho algo similar de la otra parte: “¿Cómo
es que puede tener un corazón tan duro? Ella sabe que estoy haciendo lo mejor
que puedo. ¿Es esto lo que recibo por ser bueno con ella?
Siempre es culpa de la otra persona, es la otra persona la que necesita
cambiar. Por esto pienso que la consejera no tendrá ningún impacto hasta que
el pueblo de Dios tome una decisión. Todos tenemos que apropiarnos de esta
oración cada día, de una manera sincera: “Oh Señor, cámbiame”.
Pasamos mucho tiempo orando: “Señor, cambia mis circunstancias, cambia a mis
compañeros de trabajo, cambia la situación de mi familia, cambia las
condiciones de mi vida.” Sin embargo, en pocas ocasiones hacemos esta
oración tan importante: “Cámbiame, Señor. El problema real no es mi
esposa, mi hermano, mi amigo. Yo soy quien necesita esta oración.”
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento” (Romanos 12:2).
DAVID WILKERSON
jueves, 19 de junio de 2014
PECADO OCULTO
Mientras los hijos de Israel acampaban en el Monte Sinaí, repentinamente
fueron cubiertos por una gran oscuridad y una increíble llama de fuego. Desde
el interior de esa llamarada, Dios habló: “Estas palabras habló Jehová a
toda vuestra congregación en el monte, de en medio del fuego, de la nube y de
la oscuridad, a gran voz” (Deuteronomio 5:22).
Mientras todo esto estaba pasando, los israelitas estaban perplejos de terror.
Ellos estaban convencidos de que morirían antes de que la voz del Señor
dejara de hablar. Finalmente, la voz se detuvo; los relámpagos pararon y el
temblor terminó. Y después de poco tiempo, el sol comenzó a brillar.
Mientras la gente miraba a su alrededor, ellos vieron que todos estaban vivos.
¡Ellos habían oído la voz real y audible de Dios y vivieron!
Evidentemente, tan pronto como esta increíble manifestación terminó, los
ancianos y líderes de cada tribu convocaron a una reunión. Uno pensaría que
ésta sería la más grandiosa reunión de alabanza en la historia de la
humanidad, sin embargo, esta reunión no era una de alabanza, de ninguna
manera. Increíblemente, los ancianos le dijeron a Moisés: “No podemos
manejar este tipo de experiencia. No queremos volver a oír la asombrosa voz de
Dios. Si Él nos vuelve a hablar otra vez de esta manera, moriremos. De ahora en
adelante, queremos escuchar Sus palabras a través de la voz de un hombre”.
Su respuesta es totalmente desconcertante. ¿Por qué alguien reaccionaría de
esta manera a tal glorioso milagro de Dios? Yo puedo decirles porqué: Porque
los israelitas tenían pecados ocultos en sus corazones. Ellos eran idólatras
a escondidas.
Increíblemente, esta gente aún se aferraba a sus pequeños ídolos de oro que
había traído con ellos de Egipto. El apóstol Esteban dijo que estos ídolos
eran: "Figuras que os hicisteis para adorarlas..." (Hechos 7:43). Los
Israelitas los habían tallado en la semejanza de los gigantes becerros de oro
que los egipcios adoraban. Ellos clamaban: “Tú nos libraste de Egipto. Tú
eres nuestro Dios". Y ahora, en el desierto, ellos todavía no habían dejado
su horrible idolatría.
Esteban llamó a esta gente: “La congregación en el desierto" (versículo
38). Él estaba sorprendido de que incluso después de que el Señor les había
hablado audiblemente, sus corazones estaban todavía en la idolatría de Egipto.
Él dijo de ellos: "…nuestros padres no quisieron obedecer…y en sus
corazones se volvieron a Egipto” (versículo 39).
Tú puedes ver porqué la voz de Dios hizo temblar a este pueblo. La razón por
la cual ellos pensaron que morirían era porque estuvieron en la presencia de un
Dios santo y todopoderoso, no de un ídolo tallado y sin vida. Su Espíritu
había impactado sus almas y sus conciencias los estaban convenciendo de
pecado.
DAVID WILKERSON
miércoles, 18 de junio de 2014
AYUDÁNDONOS UNOS A OTROS EN ORACIÓN
La esposa de un pastor dejó un lastimoso mensaje en la máquina contestadora
de nuestro ministerio. Ella dijo de una forma poco clara: “Hermano David,
miles de esposas de predicadores beben en secreto para cubrir su dolor. Eso es
lo que yo hago. Bebo para adormecer el dolor”. Otras esposas de ministros
escriben sobre sus matrimonios en ruinas o sobre la adicción de sus esposos a
la pornografía.
Amados, estas son las personas que ahora estoy ayudando en oración. Oro por
los ministros y sus familias, porque yo sé que lo necesitan. He aprendido de
primera mano que la oración de los ayudantes da resultado. Las Escrituras
dicen que cuando el apóstol Pedro estaba encarcelado: “La iglesia hacía sin
cesar oración a Dios por él.” (Hechos 12:5). ¡Y Dios libertó a Pedro con
un milagro!
Pablo no sólo pedía ayudantes de oración, sino que él mismo era un
ayudante. Él sabía que era parte de su llamado como ministro del Evangelio.
Él escribió a los filipenses: “A todos los santos…con los obispos y
diáconos…Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros, siempre
en todas mis oraciones rogando con gozo por todos vosotros…por cuanto os
tengo en el corazón” (Filipenses 1:1, 3, 4, 7).
¿Estás enterado de que el matrimonio de un hermano o de una hermana está en
peligro? Si es así, ¿qué haces? ¿Simplemente comentas a los demás:
“¡Qué vergüenza que ellos estén a punto de separarse!”? o, ¿traes sus
nombres al Señor y luchas por ellos en oración?
¿Deseas el ministerio de ser un ayudante en oración? Si no conoces a nadie
que tenga una necesidad, empieza orando por todos los matrimonios cristianos y
por todos los santos de Dios. Tus oraciones no tienen que ser largas.
Simplemente declara tu petición y confía que Dios te oye.
Esto me fue ilustrado una vez cuando estuve enfermo en cama. Uno de mis nietos
entró y anunció: “Abuelo, voy a orar por ti”. Mi pequeño ayudante puso
sus manos sobre mi cabeza y oró: “Jesús, sánalo”. Le sonreí y le di las
gracias, pero él seguía mirándome. Finalmente, dijo: “Estás sano,
¡levántate!” Así que me levanté y… ¡estaba sano! Su oración de fe me
puso de pie.
Liberaciones poderosas toman lugar cuando los santos de Dios le buscan
diligentemente con la fe de un niño por las necesidades de sus hermanos y
hermanas.
DAVID WILKERSON
martes, 17 de junio de 2014
EL FOCO DE ATENCIÓN DE LA ORACIÓN
La oración es a menudo una de las áreas más egoístas en la vida del
cristiano. Cuando lo piensas bien, la mayor parte de nuestras oraciones se
enfocan en nuestras necesidades. Los dos temas centrales de nuestra
intercesión son nuestro crecimiento espiritual y las necesidades de nuestra
familia y amistades.
Ocasionalmente, puede que alcancemos más allá de nuestros intereses y oremos
por los demás. Sin embargo, usualmente cuando decimos: “Oraré por ti”, no
lo hacemos, o si no, oramos por ellos una vez y luego nos olvidamos rápidamente
de su necesidad.
Recientemente, he estado examinando mi vida de oración a la luz de las
escrituras y he sido redargüido por la estrechez y limitaciones de mis propias
oraciones. Como muchos creyentes, paso gran parte de mi tiempo buscando el
rostro del Señor acerca de mi caminar con Él. Clamo a Él por santidad, para
ser más como Él, para recibir dirección para la vida y para tener Su unción
en mi ministerio. Y disfruto de dulce comunión con Él, adorándole
calladamente y siendo refrescado en su presencia.
También intercedo diariamente por mi familia, le pido al Señor que proteja a
mis hijos de las acechanzas del diablo, que haga a mis hijos como árboles
plantados junto a los ríos de Dios, que haga a mis hijas como piedras
preciosas en Su palacio, y que haga de todos mis nietos amantes de Jesús.
También oro por los asuntos y preocupaciones del cuerpo de Cristo en nuestra
iglesia. Intercedo por individuos que están en crisis y por los tantos
misioneros y ministerios que apoyamos.
Dirás: “Todo eso es de elogiar, hermano David. Nos conforta saber que estás
separado con el Señor, en comunión con Él y orando por todas esas
necesidades”.
Pero según la palabra de Dios, dulce comunión no es suficiente. Sí, es el
secreto para el crecimiento espiritual; y no podemos tener más grande
experiencia en la tierra; pero si vamos al trono solo para nuestra edificación
y necesidades personales, estamos siendo egoístas. Sencillamente, no podemos
descuidar de orar seriamente por las grandes necesidades a nuestro alrededor.
“Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los
obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su
mies”. (Mateo 9:37-38).
DAVID WILKERSON
lunes, 16 de junio de 2014
INUNDADOS POR EL AMOR DE DIOS
¡El Padre te ama! Es en este punto de entendimiento que multitud de creyentes
le fallan a Dios. Ellos están dispuestos a ser convencidos de sus pecados y de
sus fallas, una y otra vez, pero ellos no permiten que el Espíritu Santo los
inunde con el amor del Padre.
El legalista ama el vivir bajo la convicción de pecado. Nunca entendió el
amor de Dios ni permitió que el Espíritu Santo ministre amor a su alma.
Nosotros, en la Iglesia “Times Square” hemos enseñado que la persona
justa, un verdadero amante de Jesús, ama la reprensión. Aprende a acoger al
Espíritu Santo cuando expone todas sus áreas ocultas de pecado e
incredulidad, porque mientras más trata con el pecado, más feliz y libre
llega a ser.
Las actitudes que yo veo en respuesta a los mensajes en los boletines de mi
ministerio, varían. Cuando escribo un mensaje que truena con juicio, recibo
innumerables respuestas de aprobación. Cuando comparto sobre la dulzura y el
amor de Jesús, recibo cartas que dicen: "¡Usted ya no está predicando la
verdad!" Es como si esas personas estuviesen diciendo: "Si usted no está
reprendiendo, ¡entonces lo que está hablando no puede ser el Evangelio!".
Tales creyentes nunca han entrado en l gran misión de amor del Espíritu
Santo. ¡Esta es un área donde tú debes aprender a caminar en el Espíritu y
no por sentimientos! Andar en el Espíritu significa permitir que El Espíritu
Santo haga en ti lo que fue enviado a hacer. ¡Y eso significa permitirle a Él
que inunde su corazón ahora mismo con el amor de Dios! "Porque el amor de Dios
ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue
dado" (Romanos 5:5).
Isaías dijo: "Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a
vosotros" (Isaías 66:13). Isaías estaba escribiendo a un pueblo de Dios terco
que "…siguió rebelde por el camino de su corazón” (Isaías 57:17).
viernes, 13 de junio de 2014
SUEÑOS DE DIOS
Génesis 37:5 nos dice: “Y soñó José un sueño”. Dios habló
directamente a José en sueños y él no retrocedió, sino que permitió que
los sueños despierten una ambición divina en su corazón. La palabra sueño
aparece 113 veces en la Biblia, y más de 30 de esos pasajes están
relacionados con José.
Génesis 37:5 continúa: “y…contó [el sueño] a sus hermanos; y ellos
llegaron a aborrecerle más todavía”. Muchos de nosotros estamos
avergonzados de los sueños que Dios ha puesto en nuestro corazón, y parte de
esa vergüenza viene de nuestro miedo a las opiniones de los demás. Pero hasta
que no hablemos nuestra ambición divina, nunca será realizada. Dar voz a
nuestro sueño es en sí mismo, un paso de fe.
Durante años, mi sueño era conducir una iglesia vibrante como “The Spring
Church”, pero cuando lo di a conocer podía ver la duda en los ojos de la
gente. Hubiera sido fácil para mí sumirme en sus dudas, después de todo, yo
solamente había pastoreado iglesias pequeñas, pero gracias a Dios, su
Espíritu me animó a seguir diciendo “sí” al sueño que Él Puso en mí,
y a confiar en Él para hacer que se cumpla.
No hay nada como rendirse al libertinaje para destruir un sueño dado por Dios.
José pudo haber cedido ante el pecado cuando la esposa de Potifar intentó
seducirlo. Pero cuando estás viviendo para Dios, haces cualquier cosa para
evitar angustiarlo. La integridad de José enfureció a la esposa de Potifar,
pero él estaba poniendo en alto la justicia cuando rechazó a la mujer.
“¿Cómo, pues, haría yo este grande mal y pecaría contra Dios?”
(Génesis 39:9).
Ha llegado el momento de que retomes el sueño que Dios te dio hace mucho
tiempo. Puede que estés en un pozo, pero lo que se ve como una prueba muy
larga puede ser el terreno firme de Dios para tu servicio honorable a Él.
¿Temes soñar? Pídele a Dios que reemplace tu miedo con fe. ¿Vienes de un
trasfondo disfuncional? Confía en que Él te guiará a pesar de las cicatrices
persistentes. ¿Tienes miedo de que has pecado por mucho tiempo? Recuerda su
promesa de ir en busca de cada oveja que se ha extraviado.
Dios da la bienvenida a todos los pecadores a la vida de fe y librará a cada
siervo que confía en Él de cada pozo en que caiga. Que nada estorbe el
supremo llamamiento que el Señor te está haciendo. Él desea ponerte en un
camino acelerado que glorifique Su nombre.
GARY WILKERSON
jueves, 12 de junio de 2014
UN CAMINAR QUE AGRADE AL SEÑOR
Caminó, pues, Enoc con Dios” (Génisis 5:24). La palabra en hebreo para
caminó implica que Enoc caminaba hombro a hombro con Dios, conversando
continuamente con Él y acercándose cada vez más a Él. Enoc vivió 365
años, o un “año” de años. En él, vemos un nuevo tipo de creyente. El
Señor era toda su vida, tanto así que al final de su vida, no vio la muerte
(Ver Hebreos 11:5).
Enoc aprendió a caminar agradando a Dios en medio de una sociedad malvada. El
era un hombre común, con los mismos problemas y cargas que todos llevamos, no
era un ermitaño que estaba en una cueva “escondiéndose para ser santo”.
El tenía una vida, esposa, hijos, deberes y responsabilidades.
“Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios”
(Génesis 5:24). Sabemos por Hebreos, que este versículo habla de cuando Enoc
fue traspuesto y del hecho de que no gustó la muerte. Pero también se refiere
a algo más profundo. La frase “y desapareció”, que se usa en Génesis 5,
también significa “él no era de este mundo”. En su espíritu y sus
sentidos, Enoc no era parte de este mundo impío, a medida que caminaba cada
día con el Señor, se desligaba aun más de las cosas de este mundo. Como
Pablo, moría diariamente a esta vida terrenal y era levantado en su espíritu
a un reino espiritual.
Aun así, mientras caminaba sobre esta Tierra, Enoc llevó a cabo todas sus
responsabilidades, pero ninguna de las exigencias de esta vida impedía su
caminar con Dios.
Hebreos 11:5 dice claramente: “Antes que [Enoc] fuese traspuesto, tuvo
testimonio de haber agradado a Dios”. ¿Qué había en Enoc que agradó tanto
a Dios? Era que su caminar con Dios producía en él, el tipo de fe que Dios
ama.
Estos dos versículos no pueden estar separados: “Antes que [Enoc] fuese
traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe es imposible
agradar a Dios” (Hebreos 11:5-6). A menudo oímos este último versículo,
pero rara vez en relación al anterior. Sin embargo, a lo largo de la Biblia y
de toda la historia, aquéllos que caminaron con Dios de cerca se volvieron
hombres y mujeres de profunda fe. Si la iglesia camina a diario con Dios,
teniendo comunión con Él continuamente, el resultado será un pueblo lleno de
fe, la verdadera fe que agrada a Dios.
DAVID WILKERSON
miércoles, 11 de junio de 2014
EL SEÑOR ES BUENO Y PRONTO PARA PERDONAR
Muchos creyentes son abrumados de tal manera por sus fracasos que con el tiempo
se sienten atrapados sin esperanza de ayuda alguna. Isaías escribió acerca de
tales creyentes: “Pobrecita, fatigada con tempestad, sin consuelo” (Isaías
54:11).
A veces algunos se enojan con Dios. Se cansan de esperar a que Él se mueva,
entonces, claman en forma acusadora: “Señor, ¿dónde estabas cuando te
necesitaba? Clamé a ti para que me libraras, pero nunca respondiste. Hice todo
lo que sé hacer, pero aun no soy libre. Estoy cansado de arrepentirme y llorar,
sin ver ningún cambio”. Muchos creyentes así, sencillamente dejan de luchar
y se entregan a su lujuria.
Otros caen en una neblina de apatía espiritual. Están convencidos de que Dios
no se preocupa por ellos. Se dicen a sí mismos: “Mi camino está escondido de
Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio” (Isaías 40:27). “Me dejó Jehová, y
el Señor se olvidó de mí.” (Isaías 49:14).
Incluso otros terminan poniendo toda su atención en su pecado, tratando de
mantenerse en un estado de constante convicción. Esto sólo hace que ellos se
desconcierten, clamando: “Nuestras rebeliones y nuestros pecados están sobre
nosotros, y a causa de ellos somos consumidos; ¿cómo, pues, viviremos?”
(Ezequiel 33:10). El hecho es que, sentir convicción de pecado no es un fin en
sí mismo. Cuando somos humillados a causa de la culpa y la tristeza por nuestro
pecado, no debiéramos permanecer en esos sentimientos. Éstos existen para
llevarnos al final de nosotros mismos y a la victoria en la cruz.
Después de tanto llorar y clamar al Señor, David terminó testificando:
“Pero en ti hay perdón, para que seas reverenciado” (Salmo 130:4). El
Espíritu Santo comenzó a inundar su alma con recuerdos de la misericordia de
Dios y David recordó todo lo que había aprendido acerca de la naturaleza
perdonadora del Padre: “Pero tú eres Dios que perdonas, clemente y piadoso,
tardo para la ira, y grande en misericordia” (Nehemías 9:17).
Pronto, David comenzó a regocijarse, recordándose a sí mismo:” Porque tú,
Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que
te invocan” (Salmos 86:5).
DAVID WILKERSON
lunes, 9 de junio de 2014
JESÚS ESTÁ CERCA DE TI
¿Estás enfrentando una crisis que te ha llevado a ponerte de rodillas?
¿Dolores físicos, presión económica, matrimonio en problemas? ¿Se ha
prolongado tanto tu prueba que tu espíritu se ha hundido en abatimiento?
Multitudes de cristianos se enfrentan a terribles situaciones, más allá de su
control y las cosas parecen no tener esperanza. Han agotado todos sus recursos y
persistieron, creyendo que Dios va a satisfacer su necesidad, pero su situación
ha ido de mal en peor. Cuanto más oran, más lejos parece estar Dios y piensan
que Él ya no tiene cuidado.
Si esto te describe, quiero animarte: ¡No te rindas, Jesús está cerca de ti!
Él desea no sólo suplir tus necesidades, sino darte un gran impulso en la fe.
Sin importar cuán desesperante sea tu circunstancia, Él quiere infundir en
espíritu, esta verdad: "Jesús todavía puede hacer esto".
Una escena en el evangelio de Marcos menciona cuatro tipos de fuegos que pueden
confrontar nuestra fe. El primero es cuando la calamidad repentina cae sobre
nosotros; el segundo es cuando nuestra tribulación ha durado mucho tiempo sin
un final a la vista; el tercero es cuando las circunstancias se van poniendo
cada vez peor; y el cuarto es cuando dejamos de creer del todo.
Jairo era un devoto hombre temeroso de Dios, en una crisis inmediata. "En ese
momento llegó un hombre llamado Jairo, que era uno de los jefes de la
sinagoga. Cuando Jairo vio a Jesús, se inclinó hasta el suelo y le rogó: Mi
hijita está a punto de morir. ¡Por favor, venga usted a mi casa y ponga sus
manos sobre ella, para que se sane y pueda vivir!” (Marcos 5:22-23, TLA).
¡Imaginen la desesperación de Jairo! Su hijita estaba enferma de muerte y
cuando se enteró de que Jesús el sanador estaba cerca, decidió: "Voy a poner
mi fe en Él". Corrió hacia el Mesías, cayó sobre su rostro y le rogó por un
milagro: "Señor, a menos que Tú hagas esto, yo no tengo ninguna esperanza. Los
médicos no pueden ayudarme. Tú debes hacer que mi milagro suceda".
Nótese la frase exacta que Jairo usa en el versículo arriba indicado: "…y
pueda vivir" (5:23). La palabra "pueda" denota la fe de Jairo en la capacidad
de Cristo. Él creía que el Señor podía hacer lo imposible, al declarar:
"Jesús, ¡tú puedes!" Él sabía que si Cristo tan sólo tocara a su hija,
ella sanaría.
Conocemos el resto de la historia de Jairo. Jesús le dijo a toda la familia:
“¿Por qué lloran y hacen tanto escándalo? La niña no está muerta, sólo
está dormida” (Marcos 5:39, TLA).
Tu situación puede parecer que está más allá de la esperanza, pero no lo
está para Jesús. Él resucitó a la hija de Jairo de entre los muertos ¡y
Él está listo para intervenir en tu situación con el mismo poder de
resurrección!
GARY WILKERSON
viernes, 6 de junio de 2014
EN MEDIO DE SUS PROBLEMAS, PABLO APRENDIÓ GRANDES LECCIONES
La lección más significativa que Pablo aprendió en su angustia fue que
tenía que volverse al Señor y a Sus promesas de Pacto. Él sabía que ya no
podía confiar más en su propia carne, habilidades o esfuerzos. Él escribe:
“Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no
confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos” (2
Corintios 1:9).
La prueba de Pablo lo había llevado al final de sus fuerzas. Él sabía que ya
lo quedaban fuerzas para pelear contra los poderes de las tinieblas, así que
sentenció su propia carne a la muerte. Y Dios lo libertó de manera
maravillosa: “el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún
nos librará, de tan gran muerte” (versículo 10).
¿Cómo fue Pablo librado? Esto implicaba varias cosas: Primero, él fue un
poderoso hombre de oración. Y segundo, él tenía gran confianza en el Señor.
Pablo sabía que Dios mantendría sus promesas de Pacto. Él pudo decir: “Tal
como el Señor me libró en el pasado, Él está obrando librándome de esta
prueba presente. Desde ahora y hasta el día de mi muerte, viviré bajo su
poder libertador”.
Como Pablo, nosotros también pasamos por tiempos de pruebas, para que muramos
a toda confianza en nuestra habilidad humana. El Señor permite que seamos
aplastados, que seamos hechos impotentes y débiles, en un esfuerzo por
convencernos de que no podemos vencer al enemigo por ningún esfuerzo carnal.
Al comparar nuestras vidas con la de Pablo, podemos ser tentados a pensar:
“Nunca podré experimentar la clase de liberación que este hombre disfrutó.
Él fue bien educado en las Escrituras y recibió grandes revelaciones del
Señor acerca de Jesús, del Evangelio y del Nuevo Pacto”.
“Y Pablo ministraba con poder y demostración del Espíritu Santo. Sin ayuda,
estremeció ciudades y naciones. El diablo no lo podía matar, aun después de
ser apedreado, atacado, y pasar por tres naufragios. Dios hasta lo usó para
levantar a los muertos. Este hombre era uno de los siervos más ungidos de Dios
en toda la historia. Él lo tenía todo espiritualmente”.
Según Pablo, no era así. El apóstol nos dice que había otro factor
importante en su liberación: La poderosa intercesión de los ayudantes en
oración. “Cooperando también vosotros a favor nuestro con la oración”
(versículo 11). Pablo estaba diciendo: “Estoy confiado que Dios me
libertará. Y ustedes están ayudando a que esto suceda, al orar”.
DAVID WILKERSON
miércoles, 4 de junio de 2014
CAMINANDO CON ÉL
“Por la Enoc fue traspuesto”(Hebreos 11:5).
Esta es una verdad increíble, casi más allá de nuestra comprensión. Toda la
fe de Enoc estaba enfocada en el único gran deseo de su corazón: Estar con el
Señor. Enoc ya no podía resistir el estar detrás del velo, él tenía que
ver al Señor, así que Dios lo traspuso en respuesta a su fe
Nuestro hermano Enoc no tenía Biblia, ni himnario, ni maestros, ni llenura del
Espíritu Santo, ni un velo rasgado con acceso al Lugar Santísimo. ¡Pero él
conocía a Dios!
“Es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es
galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6). ¿Cómo sabemos que Enoc
creía que Dios era su galardonador? Porque sabemos que es sólo la fe, la que
agrada a Dios, ¡y sabemos que Enoc agradaba a Dios! Dios retribuye, es decir
paga bien por la fidelidad. ¿Cómo galardona Dios a los diligentes?
Existen tres galardones importantes que vienen al creerle a Dios y caminar con
Él en fe.
* El primer galardón es, control de Dios sobre nuestras vidas. La persona
que descuida al Señor, pronto se sale de control a medida que el diablo
aparece y toma el control. ¡Si tan sólo se enamorara de Jesús, caminando y
hablando con Él! Rápidamente, Dios le mostraría a esta persona que Satanás
no tiene un verdadero dominio sobre él y acto seguido esta persona le
permitiría a Cristo controlarla.
* El segundo galardón que viene por la fe es tener “luz pura”. Cuando
caminamos con el Señor, se nos premia con luz, dirección, discernimiento y
revelación, un cierto “conocimiento” que Dios nos da.
* El tercer galardón que viene con un caminar de fe es, protección contra
todos nuestros enemigos. “Ninguna arma forjada contra ti prosperará”
(Isaías 54:17). El texto original en hebreo se traduce así: “Ningún plan,
ni instrumento de destrucción, ni artillería satánica te empujará o te
aplastará, sino que será eliminada”.
DAVID WILKERSON
martes, 3 de junio de 2014
DIOS NO ESTABA ENOJADO CON JONÁS
“Si mirares a los pecados, ¿quién, oh Señor, podrá mantenerse?” (Salmos
130:3).
Muchos cristianos luchan como David. Cuando el temor santo y justo de Dios es
implantado en su alma, Su terrible majestad acampa sobre ellos. Ríos de Su ley
señalan directamente a su corazón, y comienzan a languidecer en agonía. Como
David, claman, Señor, ¿quién puede estar delante de ti? ¿Quién puede
soportar tu santidad?
Jonás hizo la misma pregunta. Él estaba literalmente en el fondo del océano,
sin poder escapar de su dilema. También él clamó: “Me echaste a lo
profundo, en medio de los mares, y me rodeó la corriente; todas tus ondas y
tus olas pasaron sobre mí…descendí a los cimientos” (Jonás 2:3, 6).
¿Quién lanzó a Jonás a aquella profundidad de tinieblas? ¡Fue Dios!
Ciertamente, fue el Padre celestial quien llevó al profeta al mismo fondo y
preparó un gran pez para que se lo tragara.
Dios no estaba enojado con Jonás, entonces, ¿por qué permitió que esto le
sucediera a él? ¡Porque Él quería detener a su siervo de huir de Su
voluntad! Él quería que Jonás siguiera Su plan, para que fuera bendecido. En
resumen, ¡Dios llevó a Jonás a las profundidades para restaurarlo!
Jonás 2:2 nos dice exactamente lo que Dios buscaba: “Invoqué en mi angustia
a Jehová, y él me oyó; desde el seno del Seol clamé, y mi voz oíste”. El
Señor estaba esperando que Jonás se volviera a Él, que clamara sólo a Él.
“Entonces dije: Desechado soy de delante de tus ojos; mas aún veré tu santo
templo” (versículo 4). “Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de
Jehová” (versículo 7).
En la actualidad, el Señor hace lo mismo con nosotros: Él permite que nos
hundamos en la desesperación de nuestro pecado hasta que no tengamos otra
opción que recurrir a Él. Y finalmente, desde el vientre de nuestro infierno,
clamamos: ¡Oh Señor, por favor escúchame! No tengo esperanzas. ¡Tienes que
liberarme!”
Quizás has llegado al fondo de tu pecado. Simplemente, parece que no puedes
obtener la victoria sobre ese pecado que te asedia. Y ahora el Señor ha
permitido que desciendas a las profundidades. Sin embargo, todo es con un
propósito. Él está esperando que, como Jonás, tú puedas “mirar otra vez
a Él”.
Tenlo por seguro, que cuando Jonás clamó al Señor, Dios lo libró
rápidamente:” Y mandó Jehová al pez, y vomitó a Jonás en tierra”
(versículo 10). Dios le dijo al pez: “¡Basta ya! Ahora, vomítalo. ¡Mi
siervo me ha invocado y Yo le voy a contestar!”
DAVID WILKERSON
lunes, 2 de junio de 2014
FUNDAMENTOS DE LA GRACIA
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros,
pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos
hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios
preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Efesios 2:8-10).
Hay cuatro fundamentos de la gracia para todo seguidor de Jesús:
1. La gracia no se asiste. No podemos ayudar a la obra de la gracia de
Cristo sin diluirla o disminuirla.
2. La gracia es inmerecida. Cuando detectamos alguna injusticia en
nuestras vidas, muchos de nosotros pensamos que tenemos que aumentar nuestra
gracia de nuevo con buenas obras. No, la gracia de Cristo para con nosotros es
totalmente inmerecida, nunca parcial.
3. La gracia no cambia. La gracia de Dios no se aplica menos en los días
oramos menos. No funciona de esa manera. Aun sus advertencias contra el pecado
son un signo de su gracia amorosa.
4. La gracia es interminable. Ni el Padre ni el Hijo serán infieles al
pacto que han hecho. Su duración será por toda la eternidad, nunca será
roto, por lo que a medida que permanecemos escondidos en Cristo, permanecemos
en alianza con el Padre, por lo tanto estamos seguros.
Permítanme decir esto también: Sé que el pacto que Dios hizo con su Hijo
Jesús, es más profundo, más fuerte y de mucho mayor alcance de lo que
cualquiera de nosotros pueda entender. Muchos cristianos no estamos a la altura
de su gloriosa gracia cuando nuestras vidas están dominadas por el miedo.
Cuando cometemos un error, nos decimos a nosotros mismos: “¡Oh, no, he roto
el pacto con el Señor.” Nada podría ser más falso. ¡Es Jesús el que
está en pacto con el Padre, no nosotros!
Esta es la razón por la que Cristo tuvo que llegar a ser completamente humano,
hecho semejante a nosotros. Él cumple totalmente el pacto en nuestro nombre y
nos invita a participar de todos sus beneficios. Por medio de Él estamos
completamente limpios, totalmente en paz con Dios y abundando en su gracia. No
podemos añadir nada a Su obra terminada: Su gracia es completamente
suficiente. ¡Es nuestro papel recibir el glorioso regalo y caminar con
alegría!
GARY WILKERSON
viernes, 30 de mayo de 2014
SUFICIENCIA EN TODAS LAS COSAS
¿Por qué tantos creyentes experimentan debilidad, sentimientos de
desesperación y vacío, como si no pudieran continuar más? Es porque ellos no
tienen la revelación que el Espíritu le dio a Pablo, ¡una revelación de
todas las provisiones que Dios ha hecho posible para aquellos que se apropian
de ellas por fe!
¿Encajas en la descripción que hace Pablo del siervo rico, aquél que tiene
todo lo que necesita y aun más; en todo tiempo, en cada crisis? ¿Has
comprobado esto haciendo retiros del banco del cielo?
Por varios años yo trabajé con Kathryn Kuhlman, una evangelista
norteamericana. Yo predicaba con todo mi corazón en sus campañas mensuales en
Pittsburg, Pensilvania y Youngstown, Ohio. Las reuniones se llevaban a cabo en
la mañana y en la noche, y generalmente al final de cada día yo estaba
exhausto. Una noche la Sra. Kuhlman nos dijo a mi esposa Gwen y a mí: “Vamos
a algún lugar a cenar”. Yo le respondí: “Lo siento, estoy demasiado
cansado. Debo ir al hotel y dormir un poco”.
Ella me miró con curiosidad y me preguntó: “David, ¿predicaste bajo la
unción del Espíritu esta noche?” Yo respondí: “Tú sabes que yo estaba
ungido. ¡Los altares estaban llenos de gente!”
La señora Kuhlman dijo suavemente: “Entonces no estas captando algo. Si
estás ministrando bajo el poder del Espíritu Santo, deberías estar más
fuerte al final del culto que cuando comenzaste ¡porque él es un Espíritu
vivificador! Tú puedes sobreponerte a tu carne, porque por el Espíritu,
puedes apropiarte de esa libertad”. Desde entonces, yo he comprobado esa
verdad en mi ministerio.
“Y poderoso es Dios…a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo
lo suficiente, abundéis para toda buena obra” (2 Corintios 9:8). Abundar
aquí significa literalmente: “Siempre aumentando; tener más al final que al
comienzo”. En otras palabras, mientras la batalla se torna más fuerte ¡la
gracia de Dios aumenta! Cuando la debilidad venga sobre ti, la fuerza de Dios
viene sobre ti, con mayor fuerza, si puedes creerlo.
DAVID WILKERSON
jueves, 29 de mayo de 2014
TODO LO QUE ÉL QUIERE ES TU FE
Dios no quiere tu casa, tu carro, tus muebles, tus ahorros, tus posesiones.
Todo lo que Él quiere es tu fe, tu fuerte confianza en Su Palabra. Y tal vez
eso es lo que más les hace falta a las personas que parecen ser más
espirituales. Puedes pensar que alguien más sea más espiritual que tú, pero
dicha persona podría estar luchando arduamente para mantener una apariencia de
justicia. Sin embargo, cuando Dios te mira, Él declara: “He aquí un hombre
justo o una mujer justa”. ¿Por qué? Porque has admitido tu incapacidad de
llegar a ser justo y has confiado en que el Señor te dará Su justicia.
Pablo nos dice que somos contados como justos a los ojos de Dios, por la misma
razón por la que Abraham lo fue. “por lo cual también su fe [la fe de
Abraham] le fue contada por justicia. Y no solamente con respecto a él se
escribió esto, sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser
contada por justicia, esto es, a los que creemos en el que levantó de los
muertos a Jesús, Señor nuestro” (Romanos 4:22-24).
Puede que declares: “¡Yo creo esto! Tengo fe en aquel Dios que resucitó a
Jesús”, pero aún permanece la siguiente pregunta: “¿Crees que el Señor
puede resucitar tu matrimonio lleno de problemas? ¿Crees que Él puede traer
vida a un familiar que está muerto espiritualmente? ¿Crees que Él puede
sacarte del hoyo de un hábito que te está consumiendo? ¿Crees que Él puede
borrar tu pasado maldecido y restaurar todos los años desperdiciados?
Cuando todo parece sin esperanza, cuando estás en una situación imposible,
sin recursos, y sin ninguna esperanza por delante, ¿crees que Dios será tu
“Jehová Jireh” y proveerá para tu necesidad? ¿Crees que Él está
comprometido en cumplir Sus promesas para contigo y que si tan sólo una de Sus
Palabras fallara, los cielos se derretirían y el universo colapsaría?
“Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá,
sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que
siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no
volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en
aquello para que la envié” (Isaías 55:10-11).
DAVID WILKERSON
viernes, 23 de mayo de 2014
¿VIVIRÁN ESTOS HUESOS?
Dios le preguntó a Ezequiel: “Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos?”
(Ezequiel 37:3)
Qué pregunta más penetrante. Dios nos hace la misma pregunta hoy: “¿Pueden
volver a la vida los huesos secos de tu situación? ¿Puede volver a la vida tu
hijo rebelde? ¿Pueden venir a Cristo tus seres queridos inconversos?”.
Es una pregunta de fe: “¿Crees que esto puede suceder?”. También es una
cuestión de voluntad: “¿Quieres que esto suceda? ¿Estás apenado por los
huesos secos en tu vida?”. Si su respuesta es no, eso es un signo de
sequedad, una falta de unción espiritual (pasión) sobre la oscura condición
del mundo.
Esta fue la respuesta de Ezequiel: “Señor Jehová, tú lo sabes” (37:3).
Esta fue una respuesta de confianza: “Señor, sólo Tú sabes estas cosas. Me
has dado una visión de la horrible muerte. ¿Estás sugiriendo que estos huesos
pueden vivir? ¿Es realmente posible?”. La pregunta había despertado la fe de
Ezequiel. Era lo que Dios estaba esperando oír, y Él hace lo mismo con
nosotros para estimular nuestra fe.
“Me dijo entonces: ‘Profetiza sobre estos huesos’” (37:4). Una vez que
nuestra fe se involucra, una vez que hemos esperado en Dios y Él ha despertado
nuestra fe, nos llama a la acción. Él nos pide que “profeticemos”, es
decir, que hagamos frente a nuestra situación de huesos secos en fe. Tenemos
que hablar vida en nuestras familias, creyendo que Dios da poder a nuestras
palabras. Debemos hablar vida en nuestros trabajos, sabiendo que Él nos
sostiene en su mano, no importa cuán oscuro sea el entorno. Para hacer esto,
Dios tiene que respirar Su vida en nuestro ser: “Y pondré en vosotros
espíritu, y viviréis” (37:6).
Dios hizo eso por Ezequiel. El profeta testifica: “Profeticé, pues, como me
fue mandado” (37:7). ¿Se puede decir lo mismo de tu caminar con Dios?
“Proclamé bendiciones y paz a las vidas de las personas. También dije cosas
difíciles, les dije todo lo que el Señor quería que yo dijera, y a través de
todo, yo sabía Él estaba conmigo”. Ese es el poder de la proclamación del
evangelio.
¿Qué sucedió cuando Ezequiel profetizó en fe? “Hubo un ruido mientras yo
profetizaba, y he aquí un temblor” (37:7). La palabra “ruido” aquí es
la misma de Hechos 2, cuando el Espíritu Santo infundió nueva vida a los
discípulos en Pentecostés. Ezequiel fue testigo de algo similar, ya que de
pronto revivieron todos los huesos secos en el valle, se llenaron de vida. Se
unieron para formar cuerpos vivos: “Y pondré tendones sobre vosotros, y
haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros
espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová.” (37:6).
GARY WILKERSON
jueves, 22 de mayo de 2014
LA IGLESIA DE ÉFESO
Recordarás las siete iglesias que Juan menciona en Apocalipsis 2. Entre ellas
está la iglesia de Éfeso, una congregación altamente encomendada por Jesús.
Me gusta pensar en nuestra iglesia “Times Square” como si fuera la iglesia
de Éfeso. Ese cuerpo de creyentes trabajaba sin desmayar en una de las
ciudades más populares del mundo, en medio de la maldad más vil. La gente se
sacrificaba, odiaba el pecado y no aceptaba doctrinas falsas. Estaban fuertes
en la fe, amando a Dios con todo su corazón sin importar las tentaciones que
Satanás les lanzaba.
Sin embargo, Cristo sabía que algo andaba mal en ese pueblo. ¡Él amaba tanto
a esta iglesia! Era una lámpara tan brillante a las naciones, que Él no estaba
dispuesto a quedarse sentado y dejarla morir. Así que les dijo a los efesios:
"Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor" (Apocalipsis 2:4).
Jesús estaba diciendo: "¡Tu fuego se está apagando! Tu amor por Mí, que
alguna vez motivó tu fidelidad, está menguando. Antes llevabas Mi carga por
los perdidos, pero ahora estás satisfecho tan sólo con sentarte y escuchar
sermones. Estás totalmente envuelto en tus propios intereses, ignorando los
Míos. ¡Has caído lejos de donde alguna vez estuviste!"
Jesús entonces les dice: "Recuerda, por tanto, de dónde has caído..."
(versículo 5). Él está diciendo: "¡Recuerda! Añorabas ir a Mi casa, estar
con Mis santos, llevar Mi carga. ¡Pero ahora, una hora el domingo por la
mañana, es suficiente para ti!"
Así que, amado cristiano, ¿sigues encendido por Jesús? ¿Estás enamorado de
Él como cuando te entregaste a Él por primera vez? ¿O has perdido el interés
en lo que a Él le interesa, abandonando todo ministerio? ¿Tienes muchas otras
cosas en tu vida? Si es así, el Señor te dice: "Tengo algo contra ti, ¡has
dejado tu primer amor!"
Escucha lo que Jesús nos dice en este punto: "...arrepiéntete, y haz las
primeras obras" (versículo 5). Él está diciendo: "¡Entristécete y tómalo
en serio! Luego, deja que tu aflicción te traiga de vuelta ¡a donde estabas
cuando me amaste por primera vez!"
David Wilkerson
miércoles, 21 de mayo de 2014
FE CONTAGIOSA
Durante demasiado tiempo en muchas iglesias evangélicas, una actitud patética
y sentimental de falsa humildad, excusaba, justificaba y animaba a los
cristianos a decir: “¡No me mires! ¡No mires al hombre, mira sólo a
Dios!” Permíteme explicarme: Es correcto, sano y bíblico mantener nuestro
enfoque, devoción y máxima confianza en Dios y sólo Dios. Los hombres serán
siempre falibles e imperfectos, ya que pueden decepcionarnos y herirnos. El
apóstol Pablo nos recuerda que tenemos los tesoros eternos y perfectos del
Reino de Dios en vasos de barro, junto con la fragilidad y las imperfecciones
humanas (Ver 2 Corintios 4:7).
Sin embargo, el tiempo de ignorar y dar la espalda a nuestra responsabilidad y
al llamado bíblico supremo de comunicar fe, amor, perdón, pureza, generosidad
y un corazón apasionado por Dios y Su casa para con nuestros hijos y seres
queridos, debe llegar a su fin. Sin arrogancia o pretensión, sino mas bien
poseyendo un sentido espiritual interior y agudo de dependencia en Dios, el
apóstol Pablo invitó apasionadamente a los creyentes jóvenes que lo
rodeaban: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios
11:1). Pablo dijo más tarde a Timoteo: “Lo que has oído de mí…esto
encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.”
(2 Timoteo 2:2).
Tenemos que empezar a vernos a nosotros mismos de esta manera. Cuando nos damos
cuenta y aceptamos el significado de nuestras vidas, de la inmensurable
posibilidad de influencia que todos llevamos dentro de nosotros, un clamor se
eleva desde la profundidad de nuestras almas hacia nuestro Dios: “¡Oh
Señor, aumenta nuestra fe!” Querido lector, permíteme decírtelo de esta
manera: ¡Cada uno de nosotros debe ser contagioso!
Déjame hacerte esta pregunta: ¿Qué comunican tus valores, pasiones y
prioridades a los que están observando tu caminar y tu hablar en tu vida
cotidiana? Déjame preguntarte de forma directa: Si me junto contigo, aprendo
de ti y te imito… ¿Que me “contagiarás”? Tú y yo sabemos que la fe, el
amor, el gozo y la pasión de algunos hombres y mujeres son comunicativos.
¡Estar cerca de ellos nos hace bien, nos inspira, nos sana y nos reconcilia
con la raza humana! Nos encanta estar cerca de ellos y damos gracias a Dios por
su fe que produce esperanza y nos impulsa hacia nuevas alturas de anhelos,
compromisos y posibilidades en Dios.
Claude Houde
martes, 20 de mayo de 2014
EL BESO DEL PADRE
Una gran bendición es nuestra cuando nos sentamos en lugares celestiales.
¿Cuál es esta bendición? Es el privilegio de aceptación: “…con la cual
nos hizo aceptos en [Cristo]” (Efesios 1:6). La palabra para acepto aquí
significa “sumamente favorecido”. El uso de Pablo para la palabra acepto en
este versículo se traduce como: “Dios nos ha favorecido a lo sumo. Somos muy
especiales para Él, porque estamos en nuestro lugar en Cristo.”
Porque Dios aceptó el sacrificio de Cristo, ahora nos ve solo como una
persona: Cristo y aquellos que están unidos a Él por fe. Nuestra carne ha
muerto a los ojos de Dios. ¿Cómo? Jesús deshizo nuestra antigua naturaleza
en la cruz, así que ahora cuando Dios nos mira, solo ve a Cristo. A su vez,
nosotros debemos aprender a vernos como Dios nos ve. Eso significa, no
enfocarnos solamente en nuestros pecados y debilidades, sino en la victoria que
Cristo ganó por nosotros en la Cruz.
La parábola del Hijo Prodigo (Ver Lucas 15:11-31) provee una poderosa
ilustración de la aceptación que viene cuando se nos da una posición
celestial en Cristo. Tú conoces la historia: un joven pidió su herencia de su
padre y la malgastó en una vida pecaminosa. Entonces, una vez que el hijo
llegó a la bancarrota moral, emocional y físicamente, pensó en su padre,
pero estaba convencido que había perdido todo favor con él.
Las escrituras nos dicen que este joven quebrantado estaba lleno de tristeza
por su pecado y clamó, “No soy digno, he pecado contra el cielo.” Pero
entonces el hijo pródigo se dijo a sí mismo, “Me levantaré e iré a mi
padre” (Versículo 18). Él estaba ejercitando su bendición de acceso. ¿Te
imaginas la escena? Él hijo pródigo se había alejado de su pecado, y se
volvía hacia la puerta abierta que su padre le prometió. Él estaba caminando
en arrepentimiento y apropiándose de aquel acceso.
Así que, ¿Qué le paso al hijo pródigo?. “Y cuando aún estaba lejos, lo
vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su
cuello, y le besó.” (Lucas 15:20). Que bella escena. El hijo pecador fue
perdonado, abrazado y amado por su padre, sin ira ni condenación alguna.
Cuando él recibió el beso de su padre, supo que había sido aceptado.
DAVID WILKERSON
lunes, 19 de mayo de 2014
RANSFORMADO POR TRIUNFO
Simón, Simón, he aquí que Satanás ha solicitado poder para zarandearos
como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falle; y tú, cuando hayas
vuelto, fortalece a tus hermanos.”(Lucas 22:31-32)
Jesús fijó Su mirada profética sobre Pedro y vio algo aterrador. Vio que
Pedro lo negaba y blasfemaba Su nombre para demostrar que él no caminaba con
Cristo. Jesús vio una imagen del futuro inmediato, la intención y la trampa
satánica, al ver a Pedro llorando amargamente, alejándose tambaleando y
abandonando todo para ir de vuelta a su barco de pesca. Pedro estaba regresando
a las redes de su pasado, en un estado de profunda resignación y
desesperación. Satanás ha solicitado poder para zarandearos como a trigo;
pero yo he rogado por ti.
Jesús vio la amenaza sombría, demoníaca, oscura, amenazadora y destructiva,
rondando a Pedro. Él ve y sabe lo que puede destruirnos. Él es el Alfa y
Omega, la primera y última página de nuestra existencia. Él nunca queda
pasmado o disgustado por nuestros errores, nuestros secretos, ni nuestros
fracasos. Nunca “descubre” nada sobre nosotros. Él es todo conocimiento y
todo amor y nunca se da por vencido con nosotros y nuestro futuro.
Jesús no es ingenuo, como una dulce “mami” que a veces se ciega por el
amor poco realista que hace que se pierda toda la lucidez u objetividad acerca
de “su bebé”. No, por el contrario, Jesús posee la capacidad divina y
redentora para ver claramente la peor amenaza en la vida de Pedro, y también
para orar por él y prever sobrenaturalmente por el Espíritu del Señor sobre
Él, que apenas cincuenta días después, en el día de Pentecostés, Pedro se
pararía en medio de una multitud agitada y tumultuosa y hablaría palabras que
podrían literalmente ¡dar a luz a la Iglesia! “cuando hayas vuelto,
fortalece a tus hermanos.”
Jesús ya estaba viendo a Pedro siendo transformado por el triunfo; del llanto
a la adoración; de la negación a la liberación; de la debilidad de la fe; de
la blasfemia a la bendición; de la ruina al avivamiento; y desde una casi
muerte a la autoridad y el destino. ¡Así es como Jesús te ve! Él nunca ve
solo lo que has sido o lo que eres ahora, Él ve lo que puedes llegar a ser por
la fe en Él. Él sabe lo que ha sido preparado para ti en el reino invisible.
Él quiere que aprendamos a vernos a nosotros mismos, así como los demás, a
través de esa dimensión de la fe.
Claude Houde
viernes, 16 de mayo de 2014
CONOCER SU VOZ
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen” (Juan 10:27).
Quienes verdaderamente conocen a Dios han aprendido a reconocer Su voz por
encima de todas las demás. Él quiere que tú estés absolutamente convencido
de que Él desea hablarte y decirte cosas que nunca has visto u oído antes.
Creo que se requieren tres cosas de aquellos que desean escuchar la voz de
Dios:
* Una confianza inquebrantable en que Dios quiere hablarte. Debes estar
plenamente persuadido y convencido de ello. De hecho, ¡Él es un Dios que
habla! Él quiere que tú conozcas Su voz para que puedas hacer Su voluntad. Lo
que Dios te dice, nunca irá más allá de los límites de la Escritura.
* Tiempo de calidad y de silencio. Debes estar dispuesto a pasar tiempo a
solas con Dios y a callar cualquier otra voz que no sea la de Él. Es cierto
que Dios nos habla todo el día, pero cada vez que Dios ha querido hacer algo
en mi vida, su voz se ha hecho presente cuando me he encerrado con Él y he
dejado afuera otras voces, con excepción de la suya.
* Pedir con fe. No obtenemos nada de Dios (incluyendo oír Su voz) a menos
que realmente creamos que Él es capaz de expresarnos Sus pensamientos ¡y de
darnos la habilidad para comprender Su perfecta voluntad!
¡Dios no bromea! Él no permitirá que el diablo te engañe. Cuando Dios
habla, su paz se manifiesta ¡y Satanás no puede contrarrestar dicha paz!
“Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. A éste abre el
portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca.
Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le
siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no seguirán, sino huirán de
él, porque no conocen la voz de los extraños” (Juan 10:2-5).
DAVID WILKERSON
jueves, 15 de mayo de 2014
¡SATISFECHO CON MUY POCO!
¡Dios tiene tanto para darte! Su deseo es expresado así: “Abriré las
ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que
sobreabunde" (Malaquías 3:10). Él está de pie en un almacén lleno,
diciendo: "Soy un Dios dadivoso, pero tan pocos reciben de Mí. ¡No me
permiten ser Dios para ellos!"
Claro, debemos agradecer a Dios por todo lo que Él ha hecho y ha dado ya.
¡Pero no debemos estar satisfechos con lo que pensamos que es mucho! Muchos
cristianos están satisfechos con sentarse en la iglesia y ser bendecidos por
la presencia de Dios. Tales personas no son más que “esponjas satisfechas”
Empapando todo, pero limitando a Dios en sus vidas, ¡cuando Él quiere ungirlos
tanto para el servicio!
Cuando los discípulos se maravillaron de los milagros de Cristo, Jesús
contestó: "¡Dios tiene una obra aun mayor para ustedes!" La mayoría de
nosotros somos como los discípulos. Vemos un milagro y estamos satisfechos de
hablar al respecto por el resto de nuestras vidas. Pero si nosotros realmente
conocimos a Dios y le permitimos ser Dios para nosotros, Le pediríamos mucho
más.
* Alcanzaríamos los lugares celestiales por fe, creyendo que Dios traerá
abajo a los líderes ateos en las agencias federales locales y estatales.
¡Derrumbaríamos principados y potestades, como Dios dijo!
* Creeríamos que Dios nos ayudará a saturar nuestra ciudad con el evangelio
de Jesucristo. Nos pararíamos en fe contra cada arma dirigida hacia nosotros y
estaríamos derribando fortalezas satánicas en nuestras familias e iglesias.
Nuestra visión sería ilimitada. ¡Creeríamos a Dios por cosas aun mayores
para su reino!
“Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más
abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en
nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades,
por los siglos de los siglos. Amén” (Efesios 3:20-21).
DAVID WILKERSON
miércoles, 14 de mayo de 2014
ERES BENDECIDO
“Después hubo hambre en la tierra, además de la primera hambre” (Génesis
26:1). Ahora bien, si tú eres un granjero y todo tu sustento depende de la
cosecha, no vas a querer oír que hay hambre en la tierra. Tampoco quisieras
oír: “…además de la primera hambre”.
Esto es lo que Isaac enfrentaba. Su padre había pasado hambruna y ahora él
estaba atravesando una segunda hambre. Probablemente él recordaba lo duro que
fue la primera vez y tenía mucha preocupación en su corazón.
La Biblia dice algo interesante: “y se fue Isaac a Abimelec rey de los
filisteos, en Gerar. Y se le apareció Jehová, y le dijo: No desciendas a
Egipto; habita en la tierra que yo te diré. Habita como forastero en esta
tierra, y estaré contigo, y te bendeciré; porque a ti y a tu descendencia
daré todas estas tierras, y confirmaré el juramento que hice a Abraham tu
padre. Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu
descendencia todas estas tierras; y todas las naciones de la tierra serán
benditas en tu simiente, por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto,
mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes” (Génesis 26:1-5).
Una palabra clave en el versículo 5 es “oyó”. Abraham obedeció al Señor
y también lo hizo Isaac. De hecho, Isaac fue gloriosamente obediente a Dios.
Quiero decir esto tan claro y simple como pueda: Cuando obedeces a Dios, el
resultado es Su bendición. Eres salvo por gracia y aun así eres llamado por
Dios para ser un pueblo obediente.
Cuando das un paso de fe y dices: “Dios, esto es difícil. No estoy seguro de
poder hacerlo, pero obedeceré”, entonces las ventanas del cielo se abrirán
para ti.
No importa lo que Dios te pida que hagas, obedécele. Si Él te pide que des,
obedécele, Si Él te pide que vayas, obedécele. No vivas en base a lo que tú
quieras hacer, vive en base a lo que Dios quiere que hagas y verás la
bendición venir hacia ti, sobre ti y alrededor de ti.
Gary Wilkerson
martes, 13 de mayo de 2014
“ARADO PROFUNDO”
“¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad,
ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?” (Romanos 2:4)
No estoy de acuerdo con todas las doctrinas de los escritores puritanos, pero
me encanta su énfasis en la santidad. Estos piadosos predicadores llamaban sus
sermones "arado profundo". Ellos creían que no podían sembrar verdaderas
semillas de fe hasta que la tierra de los corazones de sus oyentes haya sido
profundamente arada.
Los puritanos se aseguraban de que sus prédicas llegaran a lo profundo,
rompiendo la tierra rocosa de las almas de sus oyentes. Sus sermones producían
genuino arrepentimiento en sus congregaciones. Y, a través de los años se
produjeron cristianos fuertes, maduros y fieles.
Hoy, sin embargo, la mayoría de las prédicas es sembrar sin arar. Escucho muy
pocos sermones, hoy en día, que penetren más allá de la superficie. El
“arado profundo” no sólo trata con la enfermedad del pecado; cava hasta
llegar a la causa misma de la enfermedad. Muchas de las predicaciones que
escuchamos hoy, se enfocan en el remedio mientras que ignoran la enfermedad.
¡Ofrecen una receta sin proveer la cirugía!
Tristemente, hacemos que la gente piense que ha sido sanada del pecado cuando
nunca supo que estaba enferma. Les ponemos vestimentas de justicia, cuando
nunca supieron que estaban enfermos. Les instamos a confiar en Cristo, cuando
ni siquiera se han dado cuenta de su necesidad de confiar. Tales personas
terminan pensando: "No me hará daño el añadir a Jesús a mi vida".
C.H. Spurgeon, el poderoso predicador inglés, dijo lo siguiente acerca de la
necesidad de arrepentirse:
“Creo que la penitencia dolorosa aún existe, aunque últimamente, no he
oído mucho acerca de ella. La gente parece saltar muy rápidamente hacia la fe
en estos días… Espero que mi viejo amigo, El Arrepentimiento no haya muerto.
Estoy desesperadamente enamorado del arrepentimiento; parece ser el hermano
gemelo de la fe.
No entiendo mucho acerca de la fe sin lágrimas; sé que vine a Cristo por el
camino de la cruz de llanto...Cuando vine al Calvario por fe, fue con gran
llanto y súplicas, confesando mis transgresiones, y deseando encontrar
salvación en Jesús, y en Jesús solamente”.
DAVID WILKERSON
lunes, 12 de mayo de 2014
SUBLIME GRACIA
La gracia que Jesús dice que derrama sobre nosotros no tiene paralelo en la
historia de toda la humanidad. La palabra “gracia” ha llegado a ser casi
tan común como la palabra “oración” en la Biblia. Todos decimos: “Oh,
sí, creo en la gracia. Claro, por supuesto.” Cantamos el himno “Sublime
Gracia” y hacemos hincapié en la segunda palabra, porque estamos de acuerdo
en que la gracia es algo maravilloso, algo que todos disfrutamos.
¡Pero, espera! ¡Eso no es todo lo que la gracia significa! Es mucho más de
lo que podríamos llegar a imaginar. ¿Por qué nuestros corazones no se llenan
de euforia o se enamoran de la gracia? Porque, para nosotros, la gracia se ha
convertido en algo moderado, aceptable. Se ha convertido en normal, en algo
promedio, algo con lo que estamos contentos.
Al hablar acerca de esta gracia revolucionaria e inmerecida, este don de Dios
que cambia el corazón y produce fruto en ti, muchos de ustedes están
diciendo: “Gracia…, sí… ¡Pero…!” Si eres uno de ellos, estas
pendiendo en el reino del legalismo. Estás escapando el reino de la gracia y
comenzando a quedar atrapado en tratar de hacer las cosas por ti mismo.
Observa lo que Pablo dice sobre esto a la iglesia de Galacia en Gálatas 3:1-3:
“¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó…? Esto solo quiero saber de
vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con
fe? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a
acabar por la carne?”
Lamentablemente, muchos de nosotros decimos: “Gracias, Jesús, por Tu gracia
en la cruz, esa gracia que me ha limpiado y ha hecho borrón y cuenta nueva.
Gracias por mi nuevo comienzo… ahora puedo hacer todo por mí mismo”.
El problema es que: no puedes hacerlo por ti mismo. Muchos se sienten ofendidos
por la gracia, porque la gracia dice que no podemos hacerlo por nosotros mismos;
cada vez que lo intentamos, fallamos miserablemente.
¿Quieres ser libre hoy mismo? Entonces, sólo di estas palabras: “Yo soy un
fracaso por mi propia cuenta; no puedo seguir la ley de Dios por mí mismo.
“Gracias mi Dios por Tu gracia!”
GARY WILKERSON
viernes, 9 de mayo de 2014
DIOS NO TE HA OLVIDADO
Una de las cargas más grandes que tengo como pastor es: “O Señor, ¿cómo
puedo traer esperanza y consuelo a creyentes que están soportando tan gran
dolor y sufrimiento? Dame un mensaje que anule su duda y temor. Dame verdad que
secará las lagrimas de los afligidos y pondrá una canción en los labios de
los desesperanzados.”
El mensaje que escucho del Espíritu Santo para el pueblo de Dios es muy
simple: “Ve a mi Palabra, y resiste en mis promesas. Rechaza tus sentimientos
de duda.” La esperanza es nacida de las promesas de Dios.
Recibí una carta recientemente que contiene una hermosa ilustración viviente
de esto. Es de una madre que escribe: “Mi hija de dieciséis años tiene una
degeneración física de sus músculos, ligamentos y coyunturas, y está en
dolor extremo veinticuatro horas al día. Era bailarina y deseaba ir a la
Escuela Julliard en la ciudad de Nueva York, pero sus sueños se hicieron
pedazos cuando fue aquejada por esta enfermedad. El doctor dijo que su dolor en
una escala de 1 a 10 es 14. La cantidad de analgésico que se necesita para ser
efectivo para ella destruiría sus riñones, así que no puede tomar la
medicina.”
Frente a todo esto, aun en medio de un implacable temblor de cuerpo y alma,
esta madre y su hija testifican que han puesto su esperanza en la Palabra de
Dios y Él les ha dado paz inexplicable.
¿Acaso el enemigo te ha dicho que Dios te ha olvidado? ¿Has sido tentado a
concluir que el Señor no está contigo? ¿Has estado a punto de abandonar tu
fe? Pon tu esperanza en la Palabra del Señor para ti: “No te desampararé ni
te dejaré.” (Hebreos 13:5)
“Jehová será refugio del pobre, refugio para el tiempo de angustia. En ti
confiarán los que conocen tu nombre, por cuanto tú, oh Jehová, no
desamparaste a los que te buscaron.” (Salmos 9:9-10)
DAVID WILKERSON
jueves, 8 de mayo de 2014
EL EVANGELIO DEL ARREPENTIMIENTO
Mientras leo las palabras de Pablo, me encuentro examinando mi propio
ministerio y tengo que preguntar: "¿He acortado el evangelio que Jesús
predicaba, el evangelio del arrepentimiento? ¿Esencialmente, he cortado con
tijeras mi Biblia y he quitado el alto precio de seguir a Cristo? ¿He rebajado
Sus normas al decirle a la gente: "Sólo cree y sé salvo?"
¿Hemos acortado la convicción genuina por el pecado? ¿Nos hemos adelantado y
ofrecido la salvación a aquellos que realmente no se han arrepentido, a quienes
no se han dolido por sus ofensas, a quienes no se han dolido por sus
transgresiones, a quienes han buscado la fe tan sólo para esconder sus
lujurias tras ella?
Constantemente escuchamos exageraciones acerca del número de personas que
viene a Jesús a través de diversos ministerios. Cristianos reportan que un
sinnúmero de personas fueron salvas mientras predicaban en prisiones, escuelas
y otras instalaciones. Dicen: "Todos en el lugar entregaron su corazón a
Jesús. Cuando terminé de predicar, todos pasaron al frente para recibir
salvación".
A menudo, lo que sucede es que todos sencillamente repiten una oración. Ellos
simplemente oran lo que se les ha dicho que oren y muchos no entienden lo que
están diciendo. ¡Después, la mayoría vuelve a sus caminos perversos!
Tales personas nunca experimentan una obra profunda del Espíritu Santo. Como
resultado, nunca se arrepienten, nunca sienten dolor por sus pecados y nunca
creen realmente. Trágicamente, les hemos ofrecido algo que Jesús mismo nunca
ofreció: Salvación sin arrepentimiento.
Yo creo que la iglesia, incluso ha quitado el sentimiento de la convicción de
pecado. Piénsalo, casi nunca ves lágrimas en las mejillas de los están
siendo salvos. Por supuesto, sé que las lágrimas no salvan a nadie, pero Dios
nos hizo humanos a todos, con sentimientos muy reales. Y cualquier pecador atado
por el infierno que ha sido tocado por el Espíritu Santo, naturalmente sentirá
un dolor profundo por la forma en que ha contristado al Señor.
El apóstol Pedro sintió este tipo de dolor piadoso, cuando el negó al
Señor. De pronto, fue inundado con el recuerdo de lo que Jesús le dijo:
"Entonces Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: Antes
que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y pensando en esto,
lloraba" (Mr. 14:72).
DAVID WILKERSON
miércoles, 7 de mayo de 2014
EL VELO SE QUITARÁ
Pablo describe un cambio que tiene que ocurrir antes que sea posible que ocurra
cualquier otro cambio:
“Así que, teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza; y no como
Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, para que los hijos de Israel no
fijaran la vista en el fin de aquello que había de ser abolido. Pero el
entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el
antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es
quitado. Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está
puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al Señor, el velo
se quitará.” (2 Corintios 3:12-16).
En este pasaje, Pablo está hablando fundamentalmente sobre la ceguera de los
judíos en relación a Jesús como el Mesías. A la vez, el también está
estableciendo un principio que se aplica a todas las personas, sean judías o
gentiles. Está hablando de ceguera a la verdad bíblica. Fíjate en el
versículo 14: “Pero el entendimiento de ellos se embotó (endureció).”
Por favor, entiende esto: la gente a la que Pablo escribió era sincera.
Estudiaban fielmente los libros de Moisés, la ley y los profetas; y los salmos
de David. Reverenciaban la palabra de Dios, enseñando de ella y citándola sin
reservas. Pero todavía tenían un velo sobre sus ojos.
Pensamos que hay un velo espiritual cubriendo los ojos de los judíos, los
musulmanes y otros, que no les permite ver la verdad sobre Jesús. Sin embargo,
también hay un velo cubriendo los ojos de muchos creyentes. Ellos leen las
claras advertencias de Dios en las Escrituras, las escuchan cuando las predican
con poder, sin embargo, aún no son conmovidos por ella. De hecho, ellos
continúan haciendo las mismas cosas que la palabra de Dios denuncia.
Pablo dice que para que se nos quite la ceguera tenemos que convertirnos al
Señor: “Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará” (2
Corintios 3:16). La palabra griega que se utiliza aquí para convertir
significa el “revertir el rumbo”. En resumen, Pablo está diciendo:
“Tienes que admitir que el rumbo que estás tomando te ha llevado a estar
vacío, a la ruina y a la desesperación.”
Si tu vida está en algún tipo de confusión, si hay algo muy mal y las cosas
se están deteriorando, sabes que tendrás que cambiar el rumbo. Puedes
pensar: “Es mi esposo el que está mal. Estoy esperando que él cambie.” O,
“Mi esposa va a la ruina a menos que cambie.” O, “Mi jefe está
completamente mal. Algo tiene que cambiar en él”. Nosotros vemos claramente
los errores y las malas acciones de otros. Sin embargo, no vemos nuestra propia
necesidad de cambiar. Tenemos que admitirle a Dios: “Señor, yo soy quien
necesita cambiar. Por favor, Padre, muéstrame en qué he fallado.”
DAVID WILKERSON
martes, 6 de mayo de 2014
RESISTIENDO FIRMEMENTE EN LA FE
Si eres miembro del cuerpo de Cristo, prepárate para enfrentar un diablo
enojado. Quizás no quieras pensarlo ni aceptarlo, pero si has determinado
seguir a Jesús con todo tu corazón, Satanás te ha marcado para destrucción
y va a inundar tu vida con toda clase de problemas.
El apóstol Pedro advierte: “Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed,
pues, sobrios, y velad en oración.” (1 Pedro 4:7). En otras palabras, él
está diciendo: “No hay tiempo para liviandad, tienes que estar sobrio
mentalmente en los asuntos espirituales, es cuestión de vida o muerte.”
¿Por qué la necesidad de estar tan sobrio? El fin se acerca y nuestro enemigo
está subiendo la intensidad de la batalla. Nos está acechando como león a la
presa, escondiéndose en la hierba, esperando una oportunidad para saltar. El
quiere devorarnos, destruir absolutamente nuestra fe en Cristo.
Algunos cristianos dicen que no debemos ni siquiera hablar acerca del diablo,
que lo mejor que haremos es ignorarlo. Otros tratan de negar su existencia. Por
ejemplo, teólogos liberales argumentan que no hay diablo, ni infierno, ni
cielo.
Pero el enemigo de nuestras almas no va simplemente a desaparecer. Pocas
figuras bíblicas han sido identificadas tan clara y extensivamente. Es
descrito como Lucifer, Satanás, diablo, engañador, estorbador, maligno,
usurpador, impostor, acusador, devorador, dios de este mundo, gobernador de las
tinieblas, serpiente antigua.
Estas descripciones enfáticas me dicen que el diablo es real, y sabemos por
las Escrituras que maneja un poder real. Ahora mismo está obrando en la
tierra, en nuestras naciones, ciudades, iglesias, hogares, y vidas
individuales. Y no te atrevas a ser ignorante de sus métodos y estrategias de
guerra contra nosotros.
“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león
rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en
la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros
hermanos en todo el mundo.”(1 Pedro 5:8-9)
DAVID WILKERSON
miércoles, 30 de abril de 2014
NO LE DES A SATANÁS NI UNA PULGADA DE TERRENO
Jesús le dijo a sus discípulos: “Viene el príncipe de este mundo, y él
nada tiene en mí” (Juan 14:30). Él estaba diciendo, en esencia: “Cuando
Satanás viene a Mí, él no puede hallar un lugar. Estoy bajo la autoridad
total de Mi Padre”.
De igual manera, Satanás no puede entrar en el cuerpo o en el espíritu de
algún creyente que cuya vida esté completamente sometida a la Palabra de
Dios. A él se le debe dar un lugar para que pueda tener terreno. Y eso sólo
sucede cuando una persona sustrae del “precio de la heredad”. Déjame
explicar.
En Hechos 5 una pareja llamada Ananías y Safira vendió una porción de su
tierra y dio las ganancias a la nueva iglesia en Jerusalén. Pero, cuando
pusieron la cantidad a los pies de Pedro, el apóstol se quedó perplejo. Él
les preguntó: “¿Por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al
Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? (Hechos 5:3). Tan
pronto como Pedro dijo estas palabras, Ananías cayó muerto ahí mismo y un
minuto después, su esposa.
¿Cuál es la lección que Dios quería enseñar a la iglesia a través de
esto? No creo que tenga nada que ver con el pedazo físico de terreno que
pertenecía a Ananías y Safira. Más bien, tenía que ver con el territorio
interno en sus corazones.
Esta pareja creía que podía ser 95 porciento obediente a Dios, pero
mantenerse desobediente en una pequeña área y sentirse seguros. Habían
escuchado la Palabra pura de Dios predicada, pero se rebelaron contra lo que
sabían que era cierto. Se convencieron así: “Podemos servir al Señor y
quedarnos con esto”. Esa era una mentira al Espíritu Santo.
Así, que la parte del precio con la que se quedaron no tenía que ver con
dinero, sino con un pequeño terreno de codicia en sus corazones. Era una
pequeña área lo suficientemente grande para darle a Satanás una fortaleza y
con su propia y terca desobediencia, permitieron que el enemigo llenara sus
corazones.
Por eso Pablo advierte: “Ni deis lugar al diablo” (Efesios 4:27). El
ejemplo de Ananías y Safira es claro: El precio de una vida vencedora no es
poca cosa. Significa sujetar nuestras vidas completamente a la Palabra de Dios,
sin lugares oscuros, deseos ocultos o rebeliones. No le des a Satanás ni una
pulgada de terreno. Eso es todo lo que él necesita para entrar y establecer
una base de poder.
DAVID WILKERSON
martes, 29 de abril de 2014
IRÉ CONTIGO
Pablo le dijo a Timoteo: “Como te rogué que te quedases en Éfeso, cuando
fui a Macedonia” (1 Timoteo 1:3), pero Timoteo, que amaba a su mentor, dijo:
“Iré contigo”.
No sé por qué Timoteo quería ir con Pablo. Quizás era porque simplemente
amaba a Pablo o quizás porque se estaba empezando a frustrar en Éfeso.
Aparentemente, los efesios se habían enfocado en ellos mismos, viviendo un
estilo de vida de justicia propia y tratando de verse bien. Cuando uno se llena
de justicia propia, a menudo significa que estás engañado y te vuelves
angurriento, egoísta y ambicioso.
En ese momento había una hambruna en Macedonia y también en Jerusalén y las
iglesias que se encontraban ahí enfrentaban una pobreza extrema. Mientras
sufrían en Macedonia, en Éfeso, aparentemente, la economía seguía siendo
buena y ellos tenían muchos recursos que guardaban para ellos mismos.
Pablo le dice a Timoteo: “A los ricos de este siglo [los efesios] manda que
no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son
inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para
que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos,
generosos” (1 Timoteo 6:17-18).
En algunas traducciones, este versículo dice: “Manda a aquellos que son
ricos en el presente, que sean generosos”. ¿Por qué diría Pablo algo que
suena más bien ridículo? No parece natural mandar a la gente a ser generosa y
a no retener las cosas sólo para ellos, sino a repartir este generoso don de
Dios a los que les rodean. ¿Por qué mandaría Pablo a dar?
Cuando Pablo le dijo a Timoteo que “mande” a los efesios a dar, no era para
hacer que ellos sólo den, sino para que vieran que en sus vidas, les faltaba
una parte de la gracia.
La iglesia en Macedonia tenía lo que le faltaba a la iglesia en Éfeso. Es
cierto que la iglesia en Macedonia había sido golpeada por la pobreza en lo
natural, pero era increíblemente generosa, ya que no tan sólo daba, sino que
daba más allá de su capacidad (ver 2 Corintios 8:1-3). Leemos que los
macedonios les pedían “con muchos ruegos que les concediésemos el
privilegio de participar en este servicio para los santos” (2 Corintios 8:4).
La iglesia en Macedonia, obviamente entendía la gracia. Ellos andaban en la
gracia y Timoteo quería verlo con sus propios ojos.
Pablo le dijo a Timoteo: “Como te rogué que te quedases en Éfeso, cuando
fui a Macedonia” (1 Timoteo 1:3), pero Timoteo, que amaba a su mentor, dijo:
“Iré contigo”.
No sé por qué Timoteo quería ir con Pablo. Quizás era porque simplemente
amaba a Pablo o quizás porque se estaba empezando a frustrar en Éfeso.
Aparentemente, los efesios se habían enfocado en ellos mismos, viviendo un
estilo de vida de justicia propia y tratando de verse bien. Cuando uno se llena
de justicia propia, a menudo significa que estás engañado y te vuelves
angurriento, egoísta y ambicioso.
En ese momento había una hambruna en Macedonia y también en Jerusalén y las
iglesias que se encontraban ahí enfrentaban una pobreza extrema. Mientras
sufrían en Macedonia, en Éfeso, aparentemente, la economía seguía siendo
buena y ellos tenían muchos recursos que guardaban para ellos mismos.
Pablo le dice a Timoteo: “A los ricos de este siglo [los efesios] manda que
no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son
inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para
que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos,
generosos” (1 Timoteo 6:17-18).
En algunas traducciones, este versículo dice: “Manda a aquellos que son
ricos en el presente, que sean generosos”. ¿Por qué diría Pablo algo que
suena más bien ridículo? No parece natural mandar a la gente a ser generosa y
a no retener las cosas sólo para ellos, sino a repartir este generoso don de
Dios a los que les rodean. ¿Por qué mandaría Pablo a dar?
Cuando Pablo le dijo a Timoteo que “mande” a los efesios a dar, no era para
hacer que ellos sólo den, sino para que vieran que en sus vidas, les faltaba
una parte de la gracia.
La iglesia en Macedonia tenía lo que le faltaba a la iglesia en Éfeso. Es
cierto que la iglesia en Macedonia había sido golpeada por la pobreza en lo
natural, pero era increíblemente generosa, ya que no tan sólo daba, sino que
daba más allá de su capacidad (ver 2 Corintios 8:1-3). Leemos que los
macedonios les pedían “con muchos ruegos que les concediésemos el
privilegio de participar en este servicio para los santos” (2 Corintios 8:4).
La iglesia en Macedonia, obviamente entendía la gracia. Ellos andaban en la
gracia y Timoteo quería verlo con sus propios ojos.
GARY WILKERSON
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