jueves, 8 de mayo de 2014

EL EVANGELIO DEL ARREPENTIMIENTO

Mientras leo las palabras de Pablo, me encuentro examinando mi propio ministerio y tengo que preguntar: "¿He acortado el evangelio que Jesús predicaba, el evangelio del arrepentimiento? ¿Esencialmente, he cortado con tijeras mi Biblia y he quitado el alto precio de seguir a Cristo? ¿He rebajado Sus normas al decirle a la gente: "Sólo cree y sé salvo?" ¿Hemos acortado la convicción genuina por el pecado? ¿Nos hemos adelantado y ofrecido la salvación a aquellos que realmente no se han arrepentido, a quienes no se han dolido por sus ofensas, a quienes no se han dolido por sus transgresiones, a quienes han buscado la fe tan sólo para esconder sus lujurias tras ella? Constantemente escuchamos exageraciones acerca del número de personas que viene a Jesús a través de diversos ministerios. Cristianos reportan que un sinnúmero de personas fueron salvas mientras predicaban en prisiones, escuelas y otras instalaciones. Dicen: "Todos en el lugar entregaron su corazón a Jesús. Cuando terminé de predicar, todos pasaron al frente para recibir salvación". A menudo, lo que sucede es que todos sencillamente repiten una oración. Ellos simplemente oran lo que se les ha dicho que oren y muchos no entienden lo que están diciendo. ¡Después, la mayoría vuelve a sus caminos perversos! Tales personas nunca experimentan una obra profunda del Espíritu Santo. Como resultado, nunca se arrepienten, nunca sienten dolor por sus pecados y nunca creen realmente. Trágicamente, les hemos ofrecido algo que Jesús mismo nunca ofreció: Salvación sin arrepentimiento. Yo creo que la iglesia, incluso ha quitado el sentimiento de la convicción de pecado. Piénsalo, casi nunca ves lágrimas en las mejillas de los están siendo salvos. Por supuesto, sé que las lágrimas no salvan a nadie, pero Dios nos hizo humanos a todos, con sentimientos muy reales. Y cualquier pecador atado por el infierno que ha sido tocado por el Espíritu Santo, naturalmente sentirá un dolor profundo por la forma en que ha contristado al Señor. El apóstol Pedro sintió este tipo de dolor piadoso, cuando el negó al Señor. De pronto, fue inundado con el recuerdo de lo que Jesús le dijo: "Entonces Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y pensando en esto, lloraba" (Mr. 14:72). DAVID WILKERSON

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