miércoles, 27 de marzo de 2013

RECHAZANDO EL CONSEJO DEL SEÑOR

Cuando el profeta Oseas describe la terrible cosecha recogida como resultado de
destronar a Dios de su señorío y, volverse hacia el brazo de la carne; el
profeta se estaba dirigiendo a un pueblo al que el Señor había llevado en Sus
brazos durante años.

Dios había bendecido y prosperado a Israel dándoles casas que no habían
construido y viñedos que no habían plantado. Él había levantado hombres
piadosos para hablar como profetas y había dado al pueblo claras palabras de
dirección; durante años el pueblo había probado la fidelidad de Dios. Ellos
escucharon su consejo: nunca recurran a la carne. Cuando Dios les habló, ellos
obedecieron, y milagrosamente fueron liberados de poderosos enemigos.

Pero ahora una apostasía había venido sobre Israel y el Señor les acusa de
ser culpables de una maldad terrible: "Se han corrompido profundamente..."
(Oseas 9:9). "Todos sus príncipes son rebeldes" (versículo 15).

¿Cuál era ese terrible pecado que habían cometido? ¿Era la embriaguez, la
perversión sexual, la codicia, el adulterio, el asesinato? No, Dios dijo que
su maldad fue alejarse de su consejo, haciendo caso omiso de su Palabra y en su
lugar, obedecer al hombre: "Dios los desechará, porque ellos no quisieron
escucharlo" (v. 17). En los ojos de Dios, la mayor maldad que un creyente puede
cometer es dejar de depender de Él.

El Señor le estaba diciendo a Israel: "Tú ya no pones tu confianza en mí, ya
no soy tu guía, tu fuente de sabiduría. Ahora te estás volviendo a la
sabiduría del hombre y estás corriendo de regreso a Egipto en busca de ayuda;
devolviéndote al mismo lugar de donde yo te saqué. Has rechazado mi palabra y
te apartaste de mí."

Un gran profeta puritano escribió una vez: "El poder puro nunca  está ansioso
por su cooperación, simplemente exige." En otras palabras, Dios no nos dicen:
"Haz tu parte y yo haré la mía. Sólo échame un vistazo de vez en cuando."
¡No! Dios es poder puro y total, Él exige que lo sigamos sobre todo y en
primer lugar. Debemos ser totalmente dependientes de Él y algo menos que esto
calumnia Su reinado sobre nuestras vidas.

 DAVID WILKERSON

martes, 26 de marzo de 2013

TENER AMOR

“Porque esto merece aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante
de Dios, sufre molestias padeciendo injustamente… el cual no hizo pecado, ni
se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con
maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que
juzga justamente” (1 Pedro 2:19-23).

Pedro describió la forma en que Jesús manejaba cada situación en la vida.
Cuando la gente lo hería y lo maldecía, Él no contraatacaba ni los
amenazaba. Cuando ellos querían discutir con Él, Él no se involucraba, al
contrario, simplemente se alejaba.

“Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por
nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas” (versículo 21).
Pedro lo deja claro: Jesús es nuestro ejemplo de conducta.

El apóstol Pablo añade: “Si no tengo amor - es decir, el amor de Cristo-
nada soy”. De acuerdo con 1 Corintios 13, el amor significa mostrar bondad a
todos sin excepciones, no tener celos de ninguna forma, no jactarse o
promoverse uno mismo, buscar el beneficio de los demás por encima del tuyo
propio, no irritarse fácilmente, no pensar mal de nadie, no regocijarse cuando
alguien cae, aunque sea un enemigo.

Tanto Pedro como Pablo dejan bien claro en estos pasajes: "Nuestro mandamiento
es que no debe existir revancha, ni venganza, ni amenazas entre ustedes. Al
contrario, entreguen todas sus inquietudes, temores y amarguras a Cristo”.

Nuestros corazones pueden responder: “Señor, eso es lo que quiero”. Puede
que obtengamos algunas victorias a nuestro haber y nos empecemos a sentir
confiados. Entonces, de la nada, alguien dice o hace algo que clava una fea,
inesperada y ácida flecha dentro de nosotros, y se nos viene una rápida
avalancha de pensamientos de enojo. Antes de darnos cuenta, estamos lanzando de
vuelta flechas venenosas al que nos molestó.

Nos damos cuenta de que fallamos, a pesar de que nos esforzamos mucho, orando,
buscando a Dios, aferrándonos a la verdad, y disfrutamos también de muchas
victorias. Pero cuando el enemigo vino como río, fracasamos completamente en
nuestro intento de ser como Jesús.

“Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante” (Hebreos 12:1).
Simplemente debes tener paciencia contigo mismo y con tu crecimiento. Después
de todo, la carrera continúa hasta que Jesús regrese. Sí, te tropezarás,
trastabillarás y quedarás sin aliento, pero si fallas, te levantarás y
continuarás.
DAVID WILKERSON

lunes, 25 de marzo de 2013

¿ESTÁS ENOJADO CON DIOS?

Creo que no hay nada más peligroso para un cristiano que llevar consigo un
resentimiento contra Dios. Estoy impactado por el cada vez mayor número de
creyentes que guardan algún tipo de rencor contra Él. ¿Por qué? Están
convencidos de que a Dios no le importan, porque no ha respondido a una
oración en particular o no ha actuado en beneficio de ellos.

Jonás tuvo un llamado misionero de parte Dios y fue a Nínive a predicar el
mensaje de juicio que había recibido. Después de entregar el mensaje, Jonás
se sentó en una colina, a la espera de que Dios comience el juicio. Pero
habían transcurrido cuarenta días y nada había pasado. ¿Por qué? ¡Porque
Nínive se había arrepentido y Dios había cambiado de opinión acerca de
destruirlos!

Generalmente la ira contra Dios comienza con una decepción. Dios puede
llamarnos, darnos su carga y enviarnos. Entonces, cuando las cosas no salen
como habíamos planeado, nos podemos sentir engañados o traicionados. Dios
entiende nuestro clamor de dolor y confusión. Después de todo, nuestro clamor
es humano. Y no es diferente del clamor de Jesús en la cruz: “Padre, ¿Por
qué me has desamparado?”

Si seguimos alimentando un espíritu molesto, éste se transformará en rabia.
Y Dios nos hará la misma pregunta que le hizo a Jonás: “¿Tanto te
enojas?” (Jonás 4:9). En otras palabras, “¿Crees que tienes el derecho de
estar tan enojado?”

Jonás respondió: “Mucho me enojo, hasta la muerte" (mismo versículo). Este
profeta estaba tan lleno de rabia hacia Dios, que dijo: "No me importa si vivo o
muero. Mi ministerio es un fracaso. Tengo todo el derecho de estar enojado con
Él".

La Palabra de Dios dice que hay esperanza. “Reprime del llanto tu voz, y de
las lágrimas tus ojos; porque salario hay para tu trabajo, dice Jehová”
(Jeremías 31:16). En otras palabras, “Deja de quejarte. Voy a premiar tu
fidelidad”.

“Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la
obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en
vano” (1 Corintios 15:58).

Amado, tu clamor y tus oraciones no han sido en vano. Todo tu dolor y tus
lágrimas tienen un propósito. Dios te está diciendo: “¿Crees que todo ha
terminado? Tú solamente ves fracaso y ruina, no hay resultados. Así que
dices: ‘Este es el fin’ Pero Yo digo que éste es el principio. Veo la
recompensa que estoy a punto de derramar sobre ti. Tengo en mente buenas cosas
para ti, cosas maravillosas. Así que, ¡Deja de llorar!”.
DAVID WILKERSON

viernes, 22 de marzo de 2013

UN CORAZÓN ATRIBULADO

Jesús dijo, "No se turbe vuestro corazón, ni tengan miedo" (Juan 14:27). Pero
el hecho es que muchos cristianos tienen corazones inquietos y viven con miedo.
Jesús también dijo en el mismo versículo: "La paz os dejo, mi paz os doy".
Sin embargo, pocos creyentes pueden decir honestamente que disfrutan de
constante paz mental. Para muchos, la paz viene y se va dejándoles
preocupados, inquietos y maltratados por el estrés.

Esto es lo que Zacarías profetizó acerca de la venida del Mesías: "Hemos
sido rescatados de nuestros enemigos para poder servir a Dios sin temor, en
santidad y justicia, mientras vivamos" (Lucas 1:74-75).

Amado, Jesús vino a esta tierra y murió por el hombre pecador, para que
pudiéramos caminar con Dios sin miedo, disfrutando de Su paz todos los días
de nuestras vidas.

Vivir sin temor, con la paz de la mente y el corazón todos nuestros días,
incluye los días buenos y malos, los días de sufrimiento, de confusión, de
prueba e incertidumbre. No importa lo que se nos presente, vamos a disfrutar de
la paz en todo momento.

Zacarías añadió estas palabras acerca de Jesús: "Para dar luz a los que
habitan en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el
camino de la paz" (v. 79). Él estaba diciendo que Jesús iba a guiar a todos
sus hijos en el camino de la paz, no de la inquietud, el vacío o el miedo.

Jesús es el Príncipe de Paz. En ocasión de su nacimiento los ángeles
cantaron: "¡Paz en la tierra!" Su evangelio es llamado el Evangelio de la paz
y Él prometió acerca de sí mismo: " Estas cosas les he hablado para que en
mí tengan paz. " (Juan 16:33). Paz es de lo que se trata el evangelio. “Dios
envió su mensaje al pueblo de Israel, anunciando las buenas nuevas de la paz
por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos." (Hechos 10:36).

En este mundo vamos a enfrentar  tribulación, persecución y pruebas de fuego
"desde afuera, conflictos; desde adentro, temores.", según Pablo (2 Corintios
7:5). Vamos a ser tentados,  vamos a sufrir por causa de Cristo y los vientos
de la adversidad van a tratar de derribar la casa de la fe que hemos construido
sobre la roca de nuestra salvación: Jesús. Pero por Él, nosotros caminamos en
paz.
 DAVID WILKERSON

jueves, 21 de marzo de 2013

LA ÚNICA MANERA DE LLEGAR A SER SANTO

Es imposible para cualquiera de nosotros alcanzar santidad a los ojos de Dios
por nuestro propio esfuerzo o fuerza de voluntad. Debemos llegar a Él,
diciendo: “Señor, no tengo nada para darte. Tú tienes que hacerlo todo”

Aun así seguimos convencidos: “Si tan sólo pudiera conseguir la victoria
sobre este último pecado que queda, sería capaz de ser santo”.  Así que
empuñamos la espada de la fuerza de voluntad, las promesas y las buenas
intenciones y nos disponemos a matar al enemigo en nuestros corazones. Pero
nunca podremos ser santos mientras creamos firmemente en la
auto-justificación.

Tú y yo nos enfrentamos a la misma zarza ardiente que Moisés. Y esa zarza es
un tipo del celo ardiente de Dios contra todo lo carnal que se trae ante su
presencia disfrazado de santidad. Él nos dice: “No puedes estar de pie
delante de Mí sobre ese tipo de tierra carnal. Sólo hay una tierra santa y es
la fe en Mi Hijo y Su obra en la cruz”.

Esta es la única manera en que Dios podría haber salvado y reconciliado a
todo el mundo. Si nuestras obras merecieran nuestra salvación, sólo un
número selecto serían candidatos para la salvación, pero yo creo que Cristo
murió por todos.

Podemos contemplar el peor ladrón, violador, asesino, drogadicto o
alcohólico, personas que no tienen buenas obras en lo absoluto, y testificar
que: “A través del arrepentimiento y la fe, pueden presentarse como justos
en Cristo Jesús”.

Ese es el verdadero poder salvador de Dios. Sin embargo, muchos cristianos
viven como si sus obras fuesen suficientes. En el día del juicio, ellos
estarán de pie delante de Dios en su carne, diciendo: “Mira todo lo que he
hecho por ti, Señor. He trabajado para mantenerme limpio y santo. He
profetizado, alimenté a los pobres, sané a los enfermos, eché fuera
demonios. ¡Y todo lo hice para complacerte!”



Pero Dios le contestará, “No hiciste ninguna de esas cosas a través del
poder de Mi Espíritu. Las hiciste todas con sus propias fuerzas. Yo solamente
acepto la justicia de un hombre: Mi Hijo. Y no veo a Mi Hijo en ti”



“Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por
Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como
está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor”. (1ra Corintios
1:30-31).
 DAVID WILKERSON

miércoles, 20 de marzo de 2013

SANTAS RAMAS

Al leer 1 Pedro 1:15, "Sed santos, porque yo soy santo", es posible que se
alarme. "¿Quiere decir que voy a ser tan santo como lo fue Jesús?
¡Imposible! Él era impecable, perfecto. ¿Cómo puede alguien vivir de
acuerdo con esa norma en la tierra?"

El verdadero propósito de la ley era mostrarnos que es imposible para nosotros
estar a la altura de los estándares de santidad de Dios. Ninguna cantidad de
fuerza de voluntad humana, fortaleza o habilidad podría hacernos santos. Por
lo tanto, sólo puede haber un camino para llegar a ser santos: Debemos estar
en Cristo y su santidad debe ser nuestra santidad.

"Si la raíz es santa, también lo son las ramas" (Romanos 11:16). Pablo dice
que debido a que Jesús, la raíz es santa, entonces nosotros, las ramas, somos
santas también. Y Juan escribe: "Yo soy la vid, vosotros los pámpanos" (Juan
15:5). En otras palabras, porque estamos en Cristo, somos hechos santos en
virtud de su santidad.

El hecho es que Dios sólo reconoce un hombre santo: Jesucristo. Y a los ojos
de Dios, sólo ha habido dos hombres representativos a lo largo de la historia:
el primero, literalmente Adán y el segundo Adán, que es Jesús. Toda la
humanidad estaba envuelta en el primer Adán y cuando él pecó, todos se
convirtieron en pecadores. Entonces Jesús vino como un hombre nuevo y por su
reconciliación en la cruz, toda la humanidad potencialmente ha venido a ser
recogida en él. Hoy Dios sólo reconoce este hombre, Jesús, y Él es santo.

Al igual que Adán, apartados de la redención en Cristo no podemos ser santos.
No importa cuánto tiempo vivamos o cuán duro tratemos, no importa cuántas
oraciones pronunciemos o con qué frecuencia leamos la Biblia, y no importa
cuánta lujuria podamos dominar, nunca seremos perfectamente santos.

Jesús se levanta único en perfecta santidad. Si alguna persona está siempre
en pie delante del Padre celestial y es recibido por Él, esa persona tiene que
estar en Cristo. Estamos ante el Padre sin ningún mérito propio o
reivindicación nuestra. Estamos sólo por la gracia de Cristo.
DAVID WILKERSON

martes, 19 de marzo de 2013

DE AHORA EN ADELANTE

Tras el anuncio del ángel: "Has hallado gracia delante de Dios. . . "(Lucas
1:30), la Biblia dice que María" concibió. "Esto es lo que nos sucede cuando
nos encontramos con el favor de Dios, Él hace nacer algo nuevo en nuestras
vidas. Si usted tiene niños, sabe que una vez que llegan, nada es lo mismo, su
mundo está completamente al revés. Y lo mismo ocurre cuando el favor de Dios
cae en nuestras vidas.

María comprendió esto. Ella vio que las cosas iban a ser diferentes, sin
importar qué problemas podrían venir; el ángel le dijo que su hijo iba a
liberar a los cautivos, el alma de María se conmovió y ella rompió a cantar:

“Entonces María dijo: «Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se
regocija en Dios mi Salvador. Pues se ha dignado mirar a su humilde sierva, y
desde ahora me llamarán dichosa por todas las generaciones. Grandes cosas ha
hecho en mí el Poderoso; ¡Santo es su nombre! La misericordia de Dios es
eterna para aquellos que le temen."(Lucas 1:46-50, NVI, énfasis mío).

Quiero centrarme en las dos frases que resalté del canto de María. Primero: "
Pues se ha dignado mirar a su humilde sierva." María se dio cuenta que Dios
había visto su situación, su corazón, sus miedos, esperanzas y sueños. Y
Dios "mira en, por y a" ti de la misma manera, Él ve directamente nuestras
necesidades, anhelos y temores y eso incluye nuestra idea de que: "Mi vida es
demasiado imposible de arreglar, incluso para Dios. Nada va a cambiar."

Con el favor de Dios, podemos testificar como María: "Estoy bendecido por el
Señor, porque Él me ve en todas mis circunstancias. Él puede hacer cambios
en mi vida en cualquier momento y concebir las cosas que yo nunca podría
imaginar."

En la segunda frase de la canción de María, al darse cuenta que Dios estaba
haciendo una transición en su vida, ella declaró: "De ahora en adelante, yo
camino en el favor de Dios. Dejo a un lado todos mis esfuerzos por lograr
estabilidad y seguridad,                                     y entrego todas
mis necesidades y deseos a Él".

Este es el momento decisivo que el favor de Dios trae a nuestras vidas. La
declaración: "De ahora en adelante," marca un cambio de 180 grados en nuestra
dirección. Cualquier persona que camina en el favor de Dios puede decir: "A
partir de ahora, mis adicciones no pueden mantenerse sobre mí. Mi matrimonio
difícil será transformado por el amor de Dios. Mi hijo que está huyendo de
Dios volverá contrito a Su amor".
GARY WILKERSON

lunes, 18 de marzo de 2013

CRISTO ES EL FIN

Pablo utiliza a Israel como un ejemplo para enseñar lo que es la verdadera
justicia. “Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a
Dios por Israel, es para salvación. Porque yo les doy testimonio de que tienen
celo de Dios, pero no conforme a ciencia. Porque ignorando la justicia de Dios,
y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de
Dios; porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que
cree.” (Romanos 10:1-4).

El texto de Pablo nos desafía con varias preguntas. ¿Ser justificado nos hace
justos? Sí, en el sentido de que la justificación nos posiciona como justos.
¿Ser santificados nos hace justos? Sí, en el sentido de que la santificación
es el proceso de experimentar la justicia de Cristo obrando en nuestras vidas
diariamente. Jesús es nuestra fuente para la justificación y santificación,
logramos ambas a través de Su don de gracia.

La mayoría de los cristianos dicen de la boca para afuera: “Jesús es mi
fuente de todo”, pero, ¿Su caminar en realidad lo refleja? La triste
realidad es que muchos cristianos viven como si solamente la justificación
viniera de Dios, y como si la santificación se lograra a través de su
desempeño diario. Es como si dijeran: “He alcanzado la gracia mediante la fe
en Jesús. Ahora tengo que llevar a cabo una implacable campaña personal para
ser santificado.”

En cierto sentido, están diciendo a Dios que quieren pagarle por el gran
regalo que Él les dio: “Gracias por justificarme, Señor. Me has puesto en
la posición correcta contigo a través de la cruz y, a cambio, voy a ser
santificado al obedecerte. Tú haces la primera parte de la obra y yo voy a
hacer la segunda parte.”

Esta mentalidad lleva directamente a una vida de esclavitud. Cuántas veces has
visto una marquesina de una iglesia que dice: “CRISTO MURIO POR TI...¿QUÉ
HAS HECHO POR ÉL?”. Esto ha penetrado a través de la iglesia.

Jesús fue crucificado, sepultado y resucitó al tercer día para que
pudiéramos tener vida eterna. ¿Qué podríamos hacer a cambio de eso?
¿Diezmar? ¿Ir a reuniones de oración? ¿Evangelizar más? Eso es más o
menos lo que Israel trató de hacer. Ellos “iban tras una ley de justicia”
(Romanos 9:31). Ellos trataron de involucrar su voluntad para alcanzar
justicia, pero nunca pudieron lograrlo.

Este versículo ha dado libertad a todas las generaciones de creyentes:
“Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree”
(10:4). Cristo es el fin. ¡No hay nada más! “Así que no depende del que
quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.” (Romanos
9:16).
GARY WILKERSON

viernes, 15 de marzo de 2013

EL PODER DEL ESPÍRITU SANTO

Aquellos que subieron al Aposento Alto amaban a Jesús de verdad. Eran
compasivos, abnegados y amaban a las almas. Pero todavía no estaban
capacitados para ser Sus testigos. Se necesita más que sólo amor por Jesús y
compasión por las almas para ser calificado como Su testigo.

Ellos habían aprendido en la escuela de Cristo. Habían sanado a los enfermos,
habían echado fuera demonios y habían realizado milagros. Habían visto a
Jesús en el monte transfigurado en su eterna gloria.

Habían estado cerca cuando Él sudó gotas de sangre mientras oraba y luego le
habían visto colgado en la cruz. Le habían visto resucitado, vieron el
sepulcro vacío, comieron con Él y hablaron con Él en Su cuerpo glorificado.
¡Lo habían visto ascender al cielo! Sin embargo, todavía no estaban listos
para testificar de Él.

¿Por qué Pedro no podía ir a esas multitudes que deambulaban en Jerusalén e
inmediatamente testificarles de Su resurrección? ¿Acaso no había sido él
personalmente un testigo de ese evento? A lo mejor podría haber predicado:
“¡Jesús está vivo! ¡Subió a los cielos! ¡Arrepiéntete!”

Pedro hace una poderosa declaración a los sumos sacerdotes: “Y nosotros
somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha
dado Dios a los que le obedecen.” (Hechos 5:32).

Por medio de las palabras del Espíritu Santo habladas a través de Pedro, los
sacerdotes “oyendo esto, se enfurecían y querían matarlos” (Hechos 5:33).
El Espíritu Santo también había hablado por medio de Pedro en el día de
Pentecostés, y todos los que lo oyeron “se compungieron de corazón”
(Hechos 2:37).

Esteban, lleno del Espíritu Santo, predicó a los líderes religiosos:
“¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros
resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también
vosotros.  Oyendo estas cosas, se enfurecían en sus corazones, y crujían los
dientes contra él” (Hechos 7:51, 54).

Cuando tú emerjas después de haber buscado a Dios, lleno del Espíritu Santo,
serás capaz de pararte con valentía ante tus compañeros de trabajo, tu
familia o cualquier persona, y tu testimonio provocará una de dos reacciones.
O bien ellos clamarán: ¿Qué debo hacer para ser salvo?, ¡O ellos querrán
matarte! Hablarás palabras que corten el corazón. La diferencia se encuentra
en el poder del Espíritu Santo.
DAVID WILKERSON

jueves, 14 de marzo de 2013

LA MISERICORDIA DEL SEÑOR

“Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y
seducido”. (Santiago 1:14). Todos somos tentados por nuestros deseos, cada
uno de nosotros. ¡Sin excepción!

Santiago luego agrega: "Entonces la concupiscencia, después que ha concebido,
da a luz el pecado" (Santiago 1:15). Él está hablando aquí del proceso del
nacimiento. En cada uno de nuestros corazones hay una matriz de concupiscencia
y cada pecado que cometemos nace de esa matriz. Así como no hay dos bebés
iguales, no hay dos pecados iguales. Cada persona produce su propio tipo de
pecado. A través de los años, muchos cristianos se acostumbran a su pecado
secreto y, como Lot, se ciegan al pecado y lo comienzan a tomar con liviandad.

Pienso en muchos ejemplos de ese tipo dentro del cuerpo de Cristo. Le guiñamos
el ojo al pecado de buscar la alabanza de los demás o a la codicia por una
posición. Le guiñamos el ojo al pecado de enorgullecernos de nuestras raíces
espirituales, nuestro conocimiento bíblico, o nuestra vida de oración
consistente. Puede que nos veamos a nosotros mismos como humildes, amables y
dispuestos a ser enseñados, pero no lo somos.

Dios no toma ninguno de nuestros pecados a la ligera y esto lo aprendí de la
manera difícil. Hoy en día, cuando miro hacia atrás los casi cincuenta años
de ministerio, me avergüenzo por esas veces en que fui engañado por el pecado
de orgullo.

Recuerdo haber sido el predicador destacado en una conferencia de ministros en
particular. Yo pensaba: “El Señor me ha bendecido con una revelación tan
grande que no estoy impresionado con ninguna de las personas de renombre aquí.
Dios me apartó desde el nacimiento como un predicador ungido”.



No mucho tiempo después, terminé bajo la luz examinadora del Espíritu Santo
que alumbró directamente sobre mi orgullo. Si yo no me hubiera aferrado a la
exhortación de Pablo de dejar las cosas pasadas atrás, habría caído en la
desesperación. Pero Dios me mostró misericordia y estoy agradecido por su
gracia y paciencia hacia mí, entonces y ahora.



Hoy en día, el clamor de mi corazón es: “Señor, yo sé que no soy el
ministro humilde y modesto que siempre he pensado que soy. He sido arrogante,
seguro de sí mismo, determinado. ¡Ahora me doy cuenta de que toda unción que
tenga es a causa de tu misericordia!"

DAVID WILKERSON

miércoles, 13 de marzo de 2013

PROTEGIENDO TU AFECTO POR ÉL

“Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las
primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su
lugar, si no te hubieres arrepentido” (Apocalipsis 2:5).      

Jesús está diciendo: "Piensa en cómo eras cuando te salvé. ¡Te regocijaste
porque vine a morar en tu corazón! No podías esperar a que llegara el domingo
para ir a la iglesia y pasabas todo tu tiempo libre escudriñando Mi palabra,
aprendiendo sobre Mi amor por ti. Nunca consideraste la oración como una
carga, porque Yo significaba todo para ti. Me amabas más que a la vida misma.
Pero ahora te has alejado de todo eso. Me dedicas tan poco de su tiempo ahora,
tan poca de tu atención. Te has vuelto frío hacia Mí. ¡Otra cosa cautivó
tu corazón! "       

Mira la seria advertencia en este versículo:“Arrepiéntete…pues si no,
vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres
arrepentido”. Durante muchos años los teólogos han tratado de suavizar esta
advertencia, queriendo que signifique algo diferente. Pero no puede ser
suavizada -significa exactamente lo que dice.         

Jesús nos está diciendo: “Si tú dices tener el fuego de Dios, y sin
embargo Yo ya no soy el deleite de tu corazón, entonces voy a quitar la luz
que tienes. No importa cuántas buenas obras hagas para mí, nunca más serás
Mi testigo. Simplemente, no reconoceré nada de lo que hagas, porque has
perdido tu amor por mí”.      

¿Es tu amor por Jesús un amor no dividido? ¿Apartas tiempo de calidad
regularmente para estar con Él? ¿O has dejado que otras cosas entren en tu
corazón, ocupando sus pensamientos y afectos?     

Jesús te está pidiendo en este momento que te arrepientas y empieces de
nuevo. Él quiere que te detengas y te des cuenta: “Espera un minuto. Veo
cómo esta cosa ha entrado a mi vida y está robando mi amor exclusivo por
Jesús. No puedo dejar que esto continúe por más tiempo. ¡Señor,
perdóname! Enciende mi candelero de nuevo.”

Regresa a tu primer amor hoy. Pídele gracia y fortaleza a Él para comenzar
otra vez a proteger tu afecto por Cristo.

DAVID WILKERSON

martes, 12 de marzo de 2013

SANTIFICAR EL SABBAT

Cuando la Palabra de Dios habla de reposo, incluye el descanso físico. Pero el
santo descanso del Señor comienza en el alma: "Por tanto, queda un reposo para
el pueblo de Dios" (Hebreos 4:9). ¿Qué es este descanso? Se trata de  poner
todos nuestros pecados-cargas en Cristo.

Jesús mismo dice: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y
yo os haré descansar" (Mateo 11:28). Él está diciendo, "Por la fe, debes
entrar en el descanso del Padre, en su Sabbat. Niégate a llevar tus cargas
desde y hacia tu casa por más tiempo, en cambio, ponlas todas en Mí. Yo soy
el Señor del día de reposo y soy el único que puede soportar tu carga."

Permítame preguntarle: ¿Por qué tantos cristianos rechazan la oferta de
Jesús? Yo creo que si Jeremías viviera hoy, estaría atónito por todos los
cristianos que siguen llevando sus propias cargas de pecado y sus batallas con
la tentación. Probablemente gritaría: "¿Por qué estás soportando todas
estas cargas en un glorioso día de reposo ¿No te dijo Jesús lo que le dije a
Israel:" No traigas ninguna carga a tu casa "¿Por qué sigues llevando esas
cargas? ¡No lleves cargas en el Sabbat, porque es un día santo para el
Señor! "

El punto aquí es que el día de reposo significa que debemos dejar nuestras
obras, nuestro  propio esfuerzo humano para merecer la salvación de Dios: "Ni
saquéis cargas de vuestras casas en día de reposo, ni hagáis trabajo alguno,
sino santificad el día de reposo, como mandé a vuestros padres "(Jeremías
17:22).

Aquí está el secreto de cómo hemos de santificar el día de reposo: Hemos de
dar todas nuestras cargas a Jesús y confiar en Su Espíritu Santo para que nos
dé fuerza para toda la vida. ¡Eso es! Honramos el sábado dejando de lado
todo auto-esfuerzo para tratar de hacer nuestro propio camino a través  del
pecado y la tentación.

Debemos observar que ésta orden no sólo es para el domingo sino para todos
los días.

DAVID WILKERSON

lunes, 11 de marzo de 2013

JUICIO FIRMADO

Creo que Dios nos ha dado una promesa muy específica para los tiempos
difíciles que se avecinan. Se la dio a Abraham y a su descendencia como un
juramento.

"Así lo juró a Abraham nuestro padre: nos concedió que fuéramos libres del
temor, al rescatarnos del poder de nuestros enemigos, para que le sirviéramos
con santidad y justicia, viviendo en su presencia todos nuestros días." (
Lucas 1:73-75).

Dios ha jurado que nos librará de todo enemigo y toda cosa que nos infunda
temor para que podamos servirle todos los días de nuestra vida sin miedo.
Amado, el hambre es un enemigo. La desnudez y la pobreza son enemigos.

Este juramento de Dios debe ser el fundamento de nuestra confianza en todos los
momentos de crisis, desastres y temor. ¡Memorícelo! Y deje que sea su santo
argumento ante el trono de la gracia.

En el Salmo 121 David nos ha proporcionado uno de los argumentos más poderosos
que El Santo Espíritu haya dado alguna vez al hombre. El salmo completo nos
dice que toda nuestra ayuda viene solo del Señor. El Salmo 124 es otro santo
argumento, una promesa específica para usted que le permita construir especial
confianza.

Ahora América está bajo un "juicio firmado" de Dios. Los juicios firmados
llevan una marca especial de Dios en cuanto que reflejan los pecados cometidos
en su contra. Como estos juicios tienen lugar ante nuestros propios ojos,
nuestra única respuesta es tener a Jesús como escudo. Apresúrese hoy para
encontrarse con Jesús en su lugar secreto de oración, eche raíces profundas
en Él y sepa que Él le sostendrá en toda circunstancia.

Eche mano también de las siguientes promesas especiales para estar listo en
cualquier situación y toda calamidad que pudiera enfrentar:
“Para los justos la luz brilla en las tinieblas... No temerá recibir malas
noticias su corazón estará firme, confiado en el Señor. Su corazón estará
seguro, no tendrá temor." (Salmo 112:4, 7-8).

“Juzgará al mundo con justicia... El Señor es un refugio para los
oprimidos, un lugar seguro en tiempos difíciles. Los que conocen tu nombre
confían en ti, porque tú, oh Señor, no abandonas a los que te buscan."(Salmo
9:8-10).
 DAVID WILKERSON

viernes, 8 de marzo de 2013

ESTÁS SIENDO PROBADO

Ten la seguridad de que si estás tratando de andar rectamente ante el Señor,
estás siendo probado. De hecho, mientras más íntimamente camines con Cristo,
más intensa será la prueba. Las Escrituras dejan esto bien claro:

“El pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará…y en su caída
serán ayudados de pequeño socorro…También algunos de los sabios caerán
para ser depurados y limpiados y emblanquecidos, hasta el tiempo determinado;
porque aun para esto hay plazo.” (Daniel 11:32-35)

Un gran tiempo de prueba que viene sobre "algunos de los sabios". ¿Y quiénes
son los que van a ser probados? Son los justos, aquellos que hacen las obras
del Señor, que caminan con Dios y tienen la sabiduría de Cristo.

En estos momentos te preguntarás: “¿Por qué estoy siendo probado? ¿Por
qué me está pasando esto a mí?”

¿Recuerdas tus días de estudiante? Cuando dabas un examen en la escuela,
éste revelaba cuánto habías aprendido de lo que te habían enseñado. Sin
embargo, Pablo hablaba de una escuela diferente, una donde estamos "aprendiendo
a Cristo" y donde estamos "siendo enseñados por Él, conforme a la verdad que
está en Jesús" (vea Efesios 4:20-21). Si perteneces a Jesús, estás en Su
escuela. Puedes haber pensado que ya te habías graduado, pero eso no sucederá
hasta que estés en la gloria.

Cuando estaba en la escuela, odiaba las "pruebas sorpresa". Sin embargo, el
Señor nos ha dicho que estemos listos para ser probados en cualquier momento,
y que estas pruebas continuarán hasta que Jesús regrese. Todos los que aman
al Señor van a pasar por el fuego de las pruebas y serán purificados de todo
aquello que no es como Cristo, en preparación para las bodas del Cordero.



David hablaba a menudo de que estaba siendo probado y escudriñado: “Yo sé,
Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada” (1
Crónicas 29:17). “Tú has probado mi corazón, me has visitado de noche; Me
has puesto a prueba, y nada inicuo hallaste; He resuelto que mi boca no haga
transgresión” (Salmo 17:3).


DAVID WILKERSON

jueves, 7 de marzo de 2013

EL APOSENTO DE LA ORACIÓN

Jeremías profetizó que todos los pastores que se niegan a buscar a Dios en
oración fallarán: " Porque los pastores se infatuaron, y no buscaron a
Jehová; por tanto, no prosperaron, y todo su ganado se esparció" (Jeremías
10:21)

La escena que describe Jeremías es exactamente lo que estamos viendo hoy en
día en la iglesia. Muchos pastores se han vuelto perezosos y negligentes.
Ellos ven su llamado solamente como un trabajo, un salario. Se apoyan en el
brazo de la carne en lugar de buscar conocer el corazón de Dios a través de
la oración. Han perdido todo el poder de alimentar y mantener a las ovejas en
orden, y las ovejas han sido dispersadas.

La unidad que una vez mantuvo fuerte a las iglesias está siendo destruida.
Jeremías dijo de su día: “Mi tienda está destruida, y todas mis cuerdas
están rotas; mis hijos me han abandonado y perecieron; no hay ya más quien
levante mi tienda, ni quien cuelgue mis cortinas.” (10:20). Las cuerdas de
las que él hablaba, el poder unificador de Dios que mantiene la unidad entre
el pueblo, habían sido destruidas. El rebaño fue dispersado y había tal
inmundicia entre el sacerdocio, que nadie se atrevía a acercarse a las cosas
santas de Dios. Ningún sacerdote era digno de tocar las cortinas santas.

Quiero dirigirme a aquellos que buscan a Dios: ¿Tienes un aposento de
oración? Tener un “aposento secreto” significa simplemente encerrarse a
solas con Dios en cualquier lugar, en cualquier momento, dándole tiempo de
calidad para buscarlo y clamar a su nombre (véase Mateo 6:6).

“Aposento de oración” también significa “hábito de oración”.
¿Tienes la práctica cotidiana de encontrarte a solas con Dios? "Práctica"
significa disciplinarte para venir delante de Dios, con un corazón que dice:
“Tengo que estar a solas con Dios, tengo que hablar con mi Padre hoy!”

A veces mi aposento secreto es estar solo en mi automóvil. A menudo es mi
estudio en mi hogar, o en las calles de Nueva York. Hace unas semanas atrás
era en una playa de Florida, donde caminé durante horas, a solas con Dios.

El tipo de oración de la que estoy hablando tiene que ver con la intimidad con
Dios, de la disposición de estar a solas con él. Jesús nos advirtió acerca
de la hipocresía en la oración. Él hizo una distinción dramática entre los
que buscan a Dios en el aposento secreto, y los que oran para que puedan ser
vistos por los demás como santos.


DAVID WILKERSON

miércoles, 6 de marzo de 2013

APAGA LA LLAMA

Un amigo cercano me dijo algo en el teléfono que me tomó por sorpresa. Sentí
que fue mordaz y me molestó profundamente. No le colgué, pero corté la
conversación y él se dio cuenta que realmente me había provocado.

Esa conversación encendió un fuego bajo mi piel. Estaba perturbado, herido y
agitado. La ira, la indignación y el dolor empezaron a inundarme y, en poco
tiempo, empecé a sentirme molesto al respecto.

Comencé a caminar de un lado a otro en mi estudio, tratando de orar, pero
estaba tan molesto y preocupado que apenas podía concentrarme en el Señor.
Oré: “Dios, mi amigo me menospreció y no había razón para ello. Tenía
que haber sido el diablo tratando de provocarme. ¡No tengo que escuchar
eso!”

Permití que estos pensamientos se cocieran a fuego lento durante una hora
aproximadamente. Entonces, finalmente, llegué a un punto de ebullición y
exclamé: ¡"Señor, realmente estoy hirviendo en esto!"

Fue entonces cuando oí ese silbo apacible y delicado de Dios, diciendo:
“David, apaga esa llama ahora mismo. Estás hirviendo en tus propios jugos de
dolor, ira y odio porque has sido herido profundamente. Pero lo que estás
haciendo es peligroso, no te atrevas a seguir haciéndolo”.

Hace mucho tiempo que aprendí que cuando el Espíritu Santo habla, hay que
prestar atención. Me arrepentí de inmediato y pedí Su perdón. Después me
senté y me puse a pensar: “¿Qué fue lo que me provocó tanto? Y ¿Por qué
estuve hirviendo de ira por dentro? No puedo permanecer enojado con este amigo.
Hemos sido amigos cercanos durante mucho tiempo y sé que lo voy a perdonar.
Entonces, ¿Por qué estoy tan disgustado?”



De repente, me di cuenta: Estaba hirviendo de ira por dentro, no como resultado
de esa conversación hiriente, sino que estaba enojado porque me había
permitido ser provocado fácilmente otra vez. Yo estaba preocupado y molesto
conmigo mismo porque de nuevo había caído rápidamente en un viejo hábito
que yo pensaba que había vencido.



La forma más rápida de "apagar la llama" es confiar en el perdón de Cristo.
Él está dispuesto a perdonar en todo tiempo. “Porque tú, Señor, eres
bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te
invocan” (Salmo 86:5).

DAVID WILKERSON

martes, 5 de marzo de 2013

¡JUSTO A TIEMPO!

Hace años, después de haber caminado por las calles de Nueva York, agotado,
cansado en alma y cuerpo, desarrollé mononucleosis. Terminé en el hospital
por un periodo de seis semanas y desarrollé un bulto en la garganta. No podía
tragar y a veces ni siquiera podía recuperar el aliento. Mi peso se redujo a
poco menos de 52 kilos. Como no podía viajar, todos los ingresos del
ministerio rápidamente se agotaron y parecía que había llegado el fin de
Teen Challenge.

Recuerdo la noche en que clamé en desesperación: “¡Señor, me rindo! Teen
Challenge es todo Tuyo. Simplemente voy a confiar en Ti. Si quieres que las
puertas del ministerio se cierren, es Tu negocio. Pero por favor, Dios, ¡Saca
esta cosa de mi garganta!”. Al cabo de una hora escupí un bulto carnoso del
tamaño de una nuez grande.

Salí del hospital en un día o dos, y pronto volvieron mis fuerzas. Y
descubrí que mientras yo estaba fuera, Teen Challenge había sobrevivido! No
sé cómo lo hizo el Señor, pero mientras estaba enfermo, el personal comenzó
a confiar en el Señor en lugar de mirarme a mí. ¡Y eso era lo que Dios estaba
tratando de lograr!

Amado, tus problemas no son accidentes imprevistos. No importa lo que estés
pasando, no importa cuan profundo sea tu dolor, Dios  da justo en el blanco y
siempre a tiempo.

Podrías pensar que el diablo entró e interrumpió el plan de Dios para tu
vida, diciendo: “Déjamelo a mí”, pero no, ese no es el caso. No importa
si hiciste algo estúpido o descuidado. Si te has arrepentido, el Señor puede
utilizar todo lo malo para tu bien.

No te concentres en tus errores pasados, quita tus ojos de esos monstruos. Dios
prometió restaurar todos los años que el pulgón ha comido. Anímate con estas
palabras y deja que se conviertan en tu vida y esperanza: “Mi Dios puede hacer
cualquier cosa,  Él no se ha olvidado de mí, nadie puede cambiar Sus planes,
no importa lo mal que parezcan las cosas, ¡Él tiene todo bajo control!”.


DAVID WILKERSON

lunes, 4 de marzo de 2013

LLUEVE SOBRE JUSTOS E INJUSTOS

Mentiría si te dijera que los cristianos observarán la tristeza, la angustia,
el desempleo y la depresión en todos los lados, mientras que ellos mismos
permanecen a salvo dentro de un capullo acogedor de salud y riqueza. La Biblia
dice que Dios hace llover sobre justos e injustos (Mateo 5:45). Job fue santo y
sin embargo sufrió, pero así como Dios sacó a Job de su aflicción, así Él
nos sacará a pesar de que nosotros, también pasaremos por el fuego.

Cientos de ministros se reúnen para orar en diferentes ciudades, y la misma
confesión se escucha: “Nunca han habido tantos tan profundamente probados.
Satanás ha venido como inundación, con problemas, dificultades, profunda
tristeza y dolor que aquejan a los santos”.

Satanás era el perturbador de Job, y él es tu perturbador. ¿Será que de
nuevo se puso de pie ante Dios y emitió una gran acusación en contra de la
iglesia de estos tiempos? Puede que haya desafiado a Dios diciéndole: "Esta es
la última hora, pero no tienes una verdadera iglesia, no tienes novia sin
mancha, no hay vírgenes prudentes, de hecho, la mayoría de ellos están
dormidos. Míralos: materialistas, egocéntricos, codiciosos por las riquezas y
la buena vida. Escucha a sus maestros diciéndoles que no es necesario sufrir,
que todas las cosas son suyas con sólo pedirlo.

“¡Haz caer el muro de protección, Dios! Déjame ponerlos a prueba y ni
siquiera quedará un remanente santo. Les quitaré su empleo, los castigaré
con penas, derramaré un espíritu de temor y desaliento, y los inundaré con
tentaciones. Verás que esta última generación mimada fracasa. ¡Son unos
debiluchos espirituales!”

Amados, esta es la razón por la cual la Escritura dice: “¡Ay de los
moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con
gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo” (Apocalipsis 12: 12).

En el medio de la prueba, algunos de ustedes ya han adoptado el lenguaje
desesperado de Job. Tu corazón clama: "Dios, ¿qué he hecho mal? Yo no
entiendo por qué esta calamidad ha caído sobre mí cuando yo más te amaba,
mi caminar era santo, mi corazón puro y mi espíritu te anhelaba. Me parece
que cuanto más me acerco a ti, más profundo caigo en problemas y vienen más
tristezas".

No nos damos cuenta de lo importante que es para Dios que confiemos en Él a
través de todas las inundaciones de problemas que vengan sobre nosotros desde
el infierno. Verás, el diablo no puede tocarte ni probarte a menos que Dios
primero derribe la cerca de protección y lo permita.
DAVID WILKERSON