viernes, 8 de marzo de 2013

ESTÁS SIENDO PROBADO

Ten la seguridad de que si estás tratando de andar rectamente ante el Señor,
estás siendo probado. De hecho, mientras más íntimamente camines con Cristo,
más intensa será la prueba. Las Escrituras dejan esto bien claro:

“El pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará…y en su caída
serán ayudados de pequeño socorro…También algunos de los sabios caerán
para ser depurados y limpiados y emblanquecidos, hasta el tiempo determinado;
porque aun para esto hay plazo.” (Daniel 11:32-35)

Un gran tiempo de prueba que viene sobre "algunos de los sabios". ¿Y quiénes
son los que van a ser probados? Son los justos, aquellos que hacen las obras
del Señor, que caminan con Dios y tienen la sabiduría de Cristo.

En estos momentos te preguntarás: “¿Por qué estoy siendo probado? ¿Por
qué me está pasando esto a mí?”

¿Recuerdas tus días de estudiante? Cuando dabas un examen en la escuela,
éste revelaba cuánto habías aprendido de lo que te habían enseñado. Sin
embargo, Pablo hablaba de una escuela diferente, una donde estamos "aprendiendo
a Cristo" y donde estamos "siendo enseñados por Él, conforme a la verdad que
está en Jesús" (vea Efesios 4:20-21). Si perteneces a Jesús, estás en Su
escuela. Puedes haber pensado que ya te habías graduado, pero eso no sucederá
hasta que estés en la gloria.

Cuando estaba en la escuela, odiaba las "pruebas sorpresa". Sin embargo, el
Señor nos ha dicho que estemos listos para ser probados en cualquier momento,
y que estas pruebas continuarán hasta que Jesús regrese. Todos los que aman
al Señor van a pasar por el fuego de las pruebas y serán purificados de todo
aquello que no es como Cristo, en preparación para las bodas del Cordero.



David hablaba a menudo de que estaba siendo probado y escudriñado: “Yo sé,
Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada” (1
Crónicas 29:17). “Tú has probado mi corazón, me has visitado de noche; Me
has puesto a prueba, y nada inicuo hallaste; He resuelto que mi boca no haga
transgresión” (Salmo 17:3).


DAVID WILKERSON

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