lunes, 23 de junio de 2014

¡CÁMBIAME, SEÑOR!

No estoy en contra de la consejera cristiana. Muchas personas están respondiendo a la consejería que están recibiendo, y sus vidas, sus matrimonios y sus hogares están siendo sanados. De hecho, la consejería se ha convertido en un ministerio importante en la iglesia de Jesucristo. Casi todas las congregaciones grandes en América tienen al menos un consejero a tiempo completo en su cuerpo administrativo y aquí en Times Square Church, tenemos un número de ellos. Pero veo más y más cristianos afligidos que no responden en absoluto a la consejería que reciben. Pueden ser ministrados por semanas, y aún meses, sin mostrar ningún resultado. Un pastor o consejero puede llevarlos paso a paso por las Escrituras, mostrándoles la clara verdad de la palabra de Dios. Les puede decir: “Esto es lo que Dios dice acerca de tu problema. Él dice que se supone que debes hacer esto y esto otro”. Les confronta con la realidad de que recibirán el juicio de Dios si no abandonan su pecado. Sin embargo, ninguno de estos consejos es recibido. ¿Por qué? Hay un velo espiritual sobre los ojos de esta gente. Tienen una terrible ceguera que no les permite ver su propia culpa y la necesidad de cambiar. Desde que comencé a pastorear me he encontrado en medio de muchas contiendas familiares y puedo testificar que pocas de esas guerras se pueden resolver sin la intervención sobrenatural. ¿Por qué? Porque todos quieren que la otra persona cambie. Una de las partes involucradas me dice: “¿Por qué es tan terco? Él necesita cambiar.” Entonces escucho algo similar de la otra parte: “¿Cómo es que puede tener un corazón tan duro? Ella sabe que estoy haciendo lo mejor que puedo. ¿Es esto lo que recibo por ser bueno con ella? Siempre es culpa de la otra persona, es la otra persona la que necesita cambiar. Por esto pienso que la consejera no tendrá ningún impacto hasta que el pueblo de Dios tome una decisión. Todos tenemos que apropiarnos de esta oración cada día, de una manera sincera: “Oh Señor, cámbiame”. Pasamos mucho tiempo orando: “Señor, cambia mis circunstancias, cambia a mis compañeros de trabajo, cambia la situación de mi familia, cambia las condiciones de mi vida.” Sin embargo, en pocas ocasiones hacemos esta oración tan importante: “Cámbiame, Señor. El problema real no es mi esposa, mi hermano, mi amigo. Yo soy quien necesita esta oración.” “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento” (Romanos 12:2). DAVID WILKERSON

jueves, 19 de junio de 2014

PECADO OCULTO

Mientras los hijos de Israel acampaban en el Monte Sinaí, repentinamente fueron cubiertos por una gran oscuridad y una increíble llama de fuego. Desde el interior de esa llamarada, Dios habló: “Estas palabras habló Jehová a toda vuestra congregación en el monte, de en medio del fuego, de la nube y de la oscuridad, a gran voz” (Deuteronomio 5:22). Mientras todo esto estaba pasando, los israelitas estaban perplejos de terror. Ellos estaban convencidos de que morirían antes de que la voz del Señor dejara de hablar. Finalmente, la voz se detuvo; los relámpagos pararon y el temblor terminó. Y después de poco tiempo, el sol comenzó a brillar. Mientras la gente miraba a su alrededor, ellos vieron que todos estaban vivos. ¡Ellos habían oído la voz real y audible de Dios y vivieron! Evidentemente, tan pronto como esta increíble manifestación terminó, los ancianos y líderes de cada tribu convocaron a una reunión. Uno pensaría que ésta sería la más grandiosa reunión de alabanza en la historia de la humanidad, sin embargo, esta reunión no era una de alabanza, de ninguna manera. Increíblemente, los ancianos le dijeron a Moisés: “No podemos manejar este tipo de experiencia. No queremos volver a oír la asombrosa voz de Dios. Si Él nos vuelve a hablar otra vez de esta manera, moriremos. De ahora en adelante, queremos escuchar Sus palabras a través de la voz de un hombre”. Su respuesta es totalmente desconcertante. ¿Por qué alguien reaccionaría de esta manera a tal glorioso milagro de Dios? Yo puedo decirles porqué: Porque los israelitas tenían pecados ocultos en sus corazones. Ellos eran idólatras a escondidas. Increíblemente, esta gente aún se aferraba a sus pequeños ídolos de oro que había traído con ellos de Egipto. El apóstol Esteban dijo que estos ídolos eran: "Figuras que os hicisteis para adorarlas..." (Hechos 7:43). Los Israelitas los habían tallado en la semejanza de los gigantes becerros de oro que los egipcios adoraban. Ellos clamaban: “Tú nos libraste de Egipto. Tú eres nuestro Dios". Y ahora, en el desierto, ellos todavía no habían dejado su horrible idolatría. Esteban llamó a esta gente: “La congregación en el desierto" (versículo 38). Él estaba sorprendido de que incluso después de que el Señor les había hablado audiblemente, sus corazones estaban todavía en la idolatría de Egipto. Él dijo de ellos: "…nuestros padres no quisieron obedecer…y en sus corazones se volvieron a Egipto” (versículo 39). Tú puedes ver porqué la voz de Dios hizo temblar a este pueblo. La razón por la cual ellos pensaron que morirían era porque estuvieron en la presencia de un Dios santo y todopoderoso, no de un ídolo tallado y sin vida. Su Espíritu había impactado sus almas y sus conciencias los estaban convenciendo de pecado. DAVID WILKERSON

miércoles, 18 de junio de 2014

AYUDÁNDONOS UNOS A OTROS EN ORACIÓN

La esposa de un pastor dejó un lastimoso mensaje en la máquina contestadora de nuestro ministerio. Ella dijo de una forma poco clara: “Hermano David, miles de esposas de predicadores beben en secreto para cubrir su dolor. Eso es lo que yo hago. Bebo para adormecer el dolor”. Otras esposas de ministros escriben sobre sus matrimonios en ruinas o sobre la adicción de sus esposos a la pornografía. Amados, estas son las personas que ahora estoy ayudando en oración. Oro por los ministros y sus familias, porque yo sé que lo necesitan. He aprendido de primera mano que la oración de los ayudantes da resultado. Las Escrituras dicen que cuando el apóstol Pedro estaba encarcelado: “La iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él.” (Hechos 12:5). ¡Y Dios libertó a Pedro con un milagro! Pablo no sólo pedía ayudantes de oración, sino que él mismo era un ayudante. Él sabía que era parte de su llamado como ministro del Evangelio. Él escribió a los filipenses: “A todos los santos…con los obispos y diáconos…Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros, siempre en todas mis oraciones rogando con gozo por todos vosotros…por cuanto os tengo en el corazón” (Filipenses 1:1, 3, 4, 7). ¿Estás enterado de que el matrimonio de un hermano o de una hermana está en peligro? Si es así, ¿qué haces? ¿Simplemente comentas a los demás: “¡Qué vergüenza que ellos estén a punto de separarse!”? o, ¿traes sus nombres al Señor y luchas por ellos en oración? ¿Deseas el ministerio de ser un ayudante en oración? Si no conoces a nadie que tenga una necesidad, empieza orando por todos los matrimonios cristianos y por todos los santos de Dios. Tus oraciones no tienen que ser largas. Simplemente declara tu petición y confía que Dios te oye. Esto me fue ilustrado una vez cuando estuve enfermo en cama. Uno de mis nietos entró y anunció: “Abuelo, voy a orar por ti”. Mi pequeño ayudante puso sus manos sobre mi cabeza y oró: “Jesús, sánalo”. Le sonreí y le di las gracias, pero él seguía mirándome. Finalmente, dijo: “Estás sano, ¡levántate!” Así que me levanté y… ¡estaba sano! Su oración de fe me puso de pie. Liberaciones poderosas toman lugar cuando los santos de Dios le buscan diligentemente con la fe de un niño por las necesidades de sus hermanos y hermanas. DAVID WILKERSON

martes, 17 de junio de 2014

EL FOCO DE ATENCIÓN DE LA ORACIÓN

La oración es a menudo una de las áreas más egoístas en la vida del cristiano. Cuando lo piensas bien, la mayor parte de nuestras oraciones se enfocan en nuestras necesidades. Los dos temas centrales de nuestra intercesión son nuestro crecimiento espiritual y las necesidades de nuestra familia y amistades. Ocasionalmente, puede que alcancemos más allá de nuestros intereses y oremos por los demás. Sin embargo, usualmente cuando decimos: “Oraré por ti”, no lo hacemos, o si no, oramos por ellos una vez y luego nos olvidamos rápidamente de su necesidad. Recientemente, he estado examinando mi vida de oración a la luz de las escrituras y he sido redargüido por la estrechez y limitaciones de mis propias oraciones. Como muchos creyentes, paso gran parte de mi tiempo buscando el rostro del Señor acerca de mi caminar con Él. Clamo a Él por santidad, para ser más como Él, para recibir dirección para la vida y para tener Su unción en mi ministerio. Y disfruto de dulce comunión con Él, adorándole calladamente y siendo refrescado en su presencia. También intercedo diariamente por mi familia, le pido al Señor que proteja a mis hijos de las acechanzas del diablo, que haga a mis hijos como árboles plantados junto a los ríos de Dios, que haga a mis hijas como piedras preciosas en Su palacio, y que haga de todos mis nietos amantes de Jesús. También oro por los asuntos y preocupaciones del cuerpo de Cristo en nuestra iglesia. Intercedo por individuos que están en crisis y por los tantos misioneros y ministerios que apoyamos. Dirás: “Todo eso es de elogiar, hermano David. Nos conforta saber que estás separado con el Señor, en comunión con Él y orando por todas esas necesidades”. Pero según la palabra de Dios, dulce comunión no es suficiente. Sí, es el secreto para el crecimiento espiritual; y no podemos tener más grande experiencia en la tierra; pero si vamos al trono solo para nuestra edificación y necesidades personales, estamos siendo egoístas. Sencillamente, no podemos descuidar de orar seriamente por las grandes necesidades a nuestro alrededor. “Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”. (Mateo 9:37-38). DAVID WILKERSON

lunes, 16 de junio de 2014

INUNDADOS POR EL AMOR DE DIOS

¡El Padre te ama! Es en este punto de entendimiento que multitud de creyentes le fallan a Dios. Ellos están dispuestos a ser convencidos de sus pecados y de sus fallas, una y otra vez, pero ellos no permiten que el Espíritu Santo los inunde con el amor del Padre. El legalista ama el vivir bajo la convicción de pecado. Nunca entendió el amor de Dios ni permitió que el Espíritu Santo ministre amor a su alma. Nosotros, en la Iglesia “Times Square” hemos enseñado que la persona justa, un verdadero amante de Jesús, ama la reprensión. Aprende a acoger al Espíritu Santo cuando expone todas sus áreas ocultas de pecado e incredulidad, porque mientras más trata con el pecado, más feliz y libre llega a ser. Las actitudes que yo veo en respuesta a los mensajes en los boletines de mi ministerio, varían. Cuando escribo un mensaje que truena con juicio, recibo innumerables respuestas de aprobación. Cuando comparto sobre la dulzura y el amor de Jesús, recibo cartas que dicen: "¡Usted ya no está predicando la verdad!" Es como si esas personas estuviesen diciendo: "Si usted no está reprendiendo, ¡entonces lo que está hablando no puede ser el Evangelio!". Tales creyentes nunca han entrado en l gran misión de amor del Espíritu Santo. ¡Esta es un área donde tú debes aprender a caminar en el Espíritu y no por sentimientos! Andar en el Espíritu significa permitir que El Espíritu Santo haga en ti lo que fue enviado a hacer. ¡Y eso significa permitirle a Él que inunde su corazón ahora mismo con el amor de Dios! "Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado" (Romanos 5:5). Isaías dijo: "Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros" (Isaías 66:13). Isaías estaba escribiendo a un pueblo de Dios terco que "…siguió rebelde por el camino de su corazón” (Isaías 57:17).

viernes, 13 de junio de 2014

SUEÑOS DE DIOS

Génesis 37:5 nos dice: “Y soñó José un sueño”. Dios habló directamente a José en sueños y él no retrocedió, sino que permitió que los sueños despierten una ambición divina en su corazón. La palabra sueño aparece 113 veces en la Biblia, y más de 30 de esos pasajes están relacionados con José. Génesis 37:5 continúa: “y…contó [el sueño] a sus hermanos; y ellos llegaron a aborrecerle más todavía”. Muchos de nosotros estamos avergonzados de los sueños que Dios ha puesto en nuestro corazón, y parte de esa vergüenza viene de nuestro miedo a las opiniones de los demás. Pero hasta que no hablemos nuestra ambición divina, nunca será realizada. Dar voz a nuestro sueño es en sí mismo, un paso de fe. Durante años, mi sueño era conducir una iglesia vibrante como “The Spring Church”, pero cuando lo di a conocer podía ver la duda en los ojos de la gente. Hubiera sido fácil para mí sumirme en sus dudas, después de todo, yo solamente había pastoreado iglesias pequeñas, pero gracias a Dios, su Espíritu me animó a seguir diciendo “sí” al sueño que Él Puso en mí, y a confiar en Él para hacer que se cumpla. No hay nada como rendirse al libertinaje para destruir un sueño dado por Dios. José pudo haber cedido ante el pecado cuando la esposa de Potifar intentó seducirlo. Pero cuando estás viviendo para Dios, haces cualquier cosa para evitar angustiarlo. La integridad de José enfureció a la esposa de Potifar, pero él estaba poniendo en alto la justicia cuando rechazó a la mujer. “¿Cómo, pues, haría yo este grande mal y pecaría contra Dios?” (Génesis 39:9). Ha llegado el momento de que retomes el sueño que Dios te dio hace mucho tiempo. Puede que estés en un pozo, pero lo que se ve como una prueba muy larga puede ser el terreno firme de Dios para tu servicio honorable a Él. ¿Temes soñar? Pídele a Dios que reemplace tu miedo con fe. ¿Vienes de un trasfondo disfuncional? Confía en que Él te guiará a pesar de las cicatrices persistentes. ¿Tienes miedo de que has pecado por mucho tiempo? Recuerda su promesa de ir en busca de cada oveja que se ha extraviado. Dios da la bienvenida a todos los pecadores a la vida de fe y librará a cada siervo que confía en Él de cada pozo en que caiga. Que nada estorbe el supremo llamamiento que el Señor te está haciendo. Él desea ponerte en un camino acelerado que glorifique Su nombre. GARY WILKERSON

jueves, 12 de junio de 2014

UN CAMINAR QUE AGRADE AL SEÑOR

Caminó, pues, Enoc con Dios” (Génisis 5:24). La palabra en hebreo para caminó implica que Enoc caminaba hombro a hombro con Dios, conversando continuamente con Él y acercándose cada vez más a Él. Enoc vivió 365 años, o un “año” de años. En él, vemos un nuevo tipo de creyente. El Señor era toda su vida, tanto así que al final de su vida, no vio la muerte (Ver Hebreos 11:5). Enoc aprendió a caminar agradando a Dios en medio de una sociedad malvada. El era un hombre común, con los mismos problemas y cargas que todos llevamos, no era un ermitaño que estaba en una cueva “escondiéndose para ser santo”. El tenía una vida, esposa, hijos, deberes y responsabilidades. “Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios” (Génesis 5:24). Sabemos por Hebreos, que este versículo habla de cuando Enoc fue traspuesto y del hecho de que no gustó la muerte. Pero también se refiere a algo más profundo. La frase “y desapareció”, que se usa en Génesis 5, también significa “él no era de este mundo”. En su espíritu y sus sentidos, Enoc no era parte de este mundo impío, a medida que caminaba cada día con el Señor, se desligaba aun más de las cosas de este mundo. Como Pablo, moría diariamente a esta vida terrenal y era levantado en su espíritu a un reino espiritual. Aun así, mientras caminaba sobre esta Tierra, Enoc llevó a cabo todas sus responsabilidades, pero ninguna de las exigencias de esta vida impedía su caminar con Dios. Hebreos 11:5 dice claramente: “Antes que [Enoc] fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios”. ¿Qué había en Enoc que agradó tanto a Dios? Era que su caminar con Dios producía en él, el tipo de fe que Dios ama. Estos dos versículos no pueden estar separados: “Antes que [Enoc] fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:5-6). A menudo oímos este último versículo, pero rara vez en relación al anterior. Sin embargo, a lo largo de la Biblia y de toda la historia, aquéllos que caminaron con Dios de cerca se volvieron hombres y mujeres de profunda fe. Si la iglesia camina a diario con Dios, teniendo comunión con Él continuamente, el resultado será un pueblo lleno de fe, la verdadera fe que agrada a Dios. DAVID WILKERSON

miércoles, 11 de junio de 2014

EL SEÑOR ES BUENO Y PRONTO PARA PERDONAR

Muchos creyentes son abrumados de tal manera por sus fracasos que con el tiempo se sienten atrapados sin esperanza de ayuda alguna. Isaías escribió acerca de tales creyentes: “Pobrecita, fatigada con tempestad, sin consuelo” (Isaías 54:11). A veces algunos se enojan con Dios. Se cansan de esperar a que Él se mueva, entonces, claman en forma acusadora: “Señor, ¿dónde estabas cuando te necesitaba? Clamé a ti para que me libraras, pero nunca respondiste. Hice todo lo que sé hacer, pero aun no soy libre. Estoy cansado de arrepentirme y llorar, sin ver ningún cambio”. Muchos creyentes así, sencillamente dejan de luchar y se entregan a su lujuria. Otros caen en una neblina de apatía espiritual. Están convencidos de que Dios no se preocupa por ellos. Se dicen a sí mismos: “Mi camino está escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio” (Isaías 40:27). “Me dejó Jehová, y el Señor se olvidó de mí.” (Isaías 49:14). Incluso otros terminan poniendo toda su atención en su pecado, tratando de mantenerse en un estado de constante convicción. Esto sólo hace que ellos se desconcierten, clamando: “Nuestras rebeliones y nuestros pecados están sobre nosotros, y a causa de ellos somos consumidos; ¿cómo, pues, viviremos?” (Ezequiel 33:10). El hecho es que, sentir convicción de pecado no es un fin en sí mismo. Cuando somos humillados a causa de la culpa y la tristeza por nuestro pecado, no debiéramos permanecer en esos sentimientos. Éstos existen para llevarnos al final de nosotros mismos y a la victoria en la cruz. Después de tanto llorar y clamar al Señor, David terminó testificando: “Pero en ti hay perdón, para que seas reverenciado” (Salmo 130:4). El Espíritu Santo comenzó a inundar su alma con recuerdos de la misericordia de Dios y David recordó todo lo que había aprendido acerca de la naturaleza perdonadora del Padre: “Pero tú eres Dios que perdonas, clemente y piadoso, tardo para la ira, y grande en misericordia” (Nehemías 9:17). Pronto, David comenzó a regocijarse, recordándose a sí mismo:” Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te invocan” (Salmos 86:5). DAVID WILKERSON

lunes, 9 de junio de 2014

JESÚS ESTÁ CERCA DE TI

¿Estás enfrentando una crisis que te ha llevado a ponerte de rodillas? ¿Dolores físicos, presión económica, matrimonio en problemas? ¿Se ha prolongado tanto tu prueba que tu espíritu se ha hundido en abatimiento? Multitudes de cristianos se enfrentan a terribles situaciones, más allá de su control y las cosas parecen no tener esperanza. Han agotado todos sus recursos y persistieron, creyendo que Dios va a satisfacer su necesidad, pero su situación ha ido de mal en peor. Cuanto más oran, más lejos parece estar Dios y piensan que Él ya no tiene cuidado. Si esto te describe, quiero animarte: ¡No te rindas, Jesús está cerca de ti! Él desea no sólo suplir tus necesidades, sino darte un gran impulso en la fe. Sin importar cuán desesperante sea tu circunstancia, Él quiere infundir en espíritu, esta verdad: "Jesús todavía puede hacer esto". Una escena en el evangelio de Marcos menciona cuatro tipos de fuegos que pueden confrontar nuestra fe. El primero es cuando la calamidad repentina cae sobre nosotros; el segundo es cuando nuestra tribulación ha durado mucho tiempo sin un final a la vista; el tercero es cuando las circunstancias se van poniendo cada vez peor; y el cuarto es cuando dejamos de creer del todo. Jairo era un devoto hombre temeroso de Dios, en una crisis inmediata. "En ese momento llegó un hombre llamado Jairo, que era uno de los jefes de la sinagoga. Cuando Jairo vio a Jesús, se inclinó hasta el suelo y le rogó: Mi hijita está a punto de morir. ¡Por favor, venga usted a mi casa y ponga sus manos sobre ella, para que se sane y pueda vivir!” (Marcos 5:22-23, TLA). ¡Imaginen la desesperación de Jairo! Su hijita estaba enferma de muerte y cuando se enteró de que Jesús el sanador estaba cerca, decidió: "Voy a poner mi fe en Él". Corrió hacia el Mesías, cayó sobre su rostro y le rogó por un milagro: "Señor, a menos que Tú hagas esto, yo no tengo ninguna esperanza. Los médicos no pueden ayudarme. Tú debes hacer que mi milagro suceda". Nótese la frase exacta que Jairo usa en el versículo arriba indicado: "…y pueda vivir" (5:23). La palabra "pueda" denota la fe de Jairo en la capacidad de Cristo. Él creía que el Señor podía hacer lo imposible, al declarar: "Jesús, ¡tú puedes!" Él sabía que si Cristo tan sólo tocara a su hija, ella sanaría. Conocemos el resto de la historia de Jairo. Jesús le dijo a toda la familia: “¿Por qué lloran y hacen tanto escándalo? La niña no está muerta, sólo está dormida” (Marcos 5:39, TLA). Tu situación puede parecer que está más allá de la esperanza, pero no lo está para Jesús. Él resucitó a la hija de Jairo de entre los muertos ¡y Él está listo para intervenir en tu situación con el mismo poder de resurrección! GARY WILKERSON

viernes, 6 de junio de 2014

EN MEDIO DE SUS PROBLEMAS, PABLO APRENDIÓ GRANDES LECCIONES

La lección más significativa que Pablo aprendió en su angustia fue que tenía que volverse al Señor y a Sus promesas de Pacto. Él sabía que ya no podía confiar más en su propia carne, habilidades o esfuerzos. Él escribe: “Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos” (2 Corintios 1:9). La prueba de Pablo lo había llevado al final de sus fuerzas. Él sabía que ya lo quedaban fuerzas para pelear contra los poderes de las tinieblas, así que sentenció su propia carne a la muerte. Y Dios lo libertó de manera maravillosa: “el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte” (versículo 10). ¿Cómo fue Pablo librado? Esto implicaba varias cosas: Primero, él fue un poderoso hombre de oración. Y segundo, él tenía gran confianza en el Señor. Pablo sabía que Dios mantendría sus promesas de Pacto. Él pudo decir: “Tal como el Señor me libró en el pasado, Él está obrando librándome de esta prueba presente. Desde ahora y hasta el día de mi muerte, viviré bajo su poder libertador”. Como Pablo, nosotros también pasamos por tiempos de pruebas, para que muramos a toda confianza en nuestra habilidad humana. El Señor permite que seamos aplastados, que seamos hechos impotentes y débiles, en un esfuerzo por convencernos de que no podemos vencer al enemigo por ningún esfuerzo carnal. Al comparar nuestras vidas con la de Pablo, podemos ser tentados a pensar: “Nunca podré experimentar la clase de liberación que este hombre disfrutó. Él fue bien educado en las Escrituras y recibió grandes revelaciones del Señor acerca de Jesús, del Evangelio y del Nuevo Pacto”. “Y Pablo ministraba con poder y demostración del Espíritu Santo. Sin ayuda, estremeció ciudades y naciones. El diablo no lo podía matar, aun después de ser apedreado, atacado, y pasar por tres naufragios. Dios hasta lo usó para levantar a los muertos. Este hombre era uno de los siervos más ungidos de Dios en toda la historia. Él lo tenía todo espiritualmente”. Según Pablo, no era así. El apóstol nos dice que había otro factor importante en su liberación: La poderosa intercesión de los ayudantes en oración. “Cooperando también vosotros a favor nuestro con la oración” (versículo 11). Pablo estaba diciendo: “Estoy confiado que Dios me libertará. Y ustedes están ayudando a que esto suceda, al orar”. DAVID WILKERSON

miércoles, 4 de junio de 2014

CAMINANDO CON ÉL

“Por la Enoc fue traspuesto”(Hebreos 11:5). Esta es una verdad increíble, casi más allá de nuestra comprensión. Toda la fe de Enoc estaba enfocada en el único gran deseo de su corazón: Estar con el Señor. Enoc ya no podía resistir el estar detrás del velo, él tenía que ver al Señor, así que Dios lo traspuso en respuesta a su fe Nuestro hermano Enoc no tenía Biblia, ni himnario, ni maestros, ni llenura del Espíritu Santo, ni un velo rasgado con acceso al Lugar Santísimo. ¡Pero él conocía a Dios! “Es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6). ¿Cómo sabemos que Enoc creía que Dios era su galardonador? Porque sabemos que es sólo la fe, la que agrada a Dios, ¡y sabemos que Enoc agradaba a Dios! Dios retribuye, es decir paga bien por la fidelidad. ¿Cómo galardona Dios a los diligentes? Existen tres galardones importantes que vienen al creerle a Dios y caminar con Él en fe. * El primer galardón es, control de Dios sobre nuestras vidas. La persona que descuida al Señor, pronto se sale de control a medida que el diablo aparece y toma el control. ¡Si tan sólo se enamorara de Jesús, caminando y hablando con Él! Rápidamente, Dios le mostraría a esta persona que Satanás no tiene un verdadero dominio sobre él y acto seguido esta persona le permitiría a Cristo controlarla. * El segundo galardón que viene por la fe es tener “luz pura”. Cuando caminamos con el Señor, se nos premia con luz, dirección, discernimiento y revelación, un cierto “conocimiento” que Dios nos da. * El tercer galardón que viene con un caminar de fe es, protección contra todos nuestros enemigos. “Ninguna arma forjada contra ti prosperará” (Isaías 54:17). El texto original en hebreo se traduce así: “Ningún plan, ni instrumento de destrucción, ni artillería satánica te empujará o te aplastará, sino que será eliminada”. DAVID WILKERSON

martes, 3 de junio de 2014

DIOS NO ESTABA ENOJADO CON JONÁS

“Si mirares a los pecados, ¿quién, oh Señor, podrá mantenerse?” (Salmos 130:3). Muchos cristianos luchan como David. Cuando el temor santo y justo de Dios es implantado en su alma, Su terrible majestad acampa sobre ellos. Ríos de Su ley señalan directamente a su corazón, y comienzan a languidecer en agonía. Como David, claman, Señor, ¿quién puede estar delante de ti? ¿Quién puede soportar tu santidad? Jonás hizo la misma pregunta. Él estaba literalmente en el fondo del océano, sin poder escapar de su dilema. También él clamó: “Me echaste a lo profundo, en medio de los mares, y me rodeó la corriente; todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí…descendí a los cimientos” (Jonás 2:3, 6). ¿Quién lanzó a Jonás a aquella profundidad de tinieblas? ¡Fue Dios! Ciertamente, fue el Padre celestial quien llevó al profeta al mismo fondo y preparó un gran pez para que se lo tragara. Dios no estaba enojado con Jonás, entonces, ¿por qué permitió que esto le sucediera a él? ¡Porque Él quería detener a su siervo de huir de Su voluntad! Él quería que Jonás siguiera Su plan, para que fuera bendecido. En resumen, ¡Dios llevó a Jonás a las profundidades para restaurarlo! Jonás 2:2 nos dice exactamente lo que Dios buscaba: “Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me oyó; desde el seno del Seol clamé, y mi voz oíste”. El Señor estaba esperando que Jonás se volviera a Él, que clamara sólo a Él. “Entonces dije: Desechado soy de delante de tus ojos; mas aún veré tu santo templo” (versículo 4). “Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová” (versículo 7). En la actualidad, el Señor hace lo mismo con nosotros: Él permite que nos hundamos en la desesperación de nuestro pecado hasta que no tengamos otra opción que recurrir a Él. Y finalmente, desde el vientre de nuestro infierno, clamamos: ¡Oh Señor, por favor escúchame! No tengo esperanzas. ¡Tienes que liberarme!” Quizás has llegado al fondo de tu pecado. Simplemente, parece que no puedes obtener la victoria sobre ese pecado que te asedia. Y ahora el Señor ha permitido que desciendas a las profundidades. Sin embargo, todo es con un propósito. Él está esperando que, como Jonás, tú puedas “mirar otra vez a Él”. Tenlo por seguro, que cuando Jonás clamó al Señor, Dios lo libró rápidamente:” Y mandó Jehová al pez, y vomitó a Jonás en tierra” (versículo 10). Dios le dijo al pez: “¡Basta ya! Ahora, vomítalo. ¡Mi siervo me ha invocado y Yo le voy a contestar!” DAVID WILKERSON

lunes, 2 de junio de 2014

FUNDAMENTOS DE LA GRACIA

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Efesios 2:8-10). Hay cuatro fundamentos de la gracia para todo seguidor de Jesús: 1. La gracia no se asiste. No podemos ayudar a la obra de la gracia de Cristo sin diluirla o disminuirla. 2. La gracia es inmerecida. Cuando detectamos alguna injusticia en nuestras vidas, muchos de nosotros pensamos que tenemos que aumentar nuestra gracia de nuevo con buenas obras. No, la gracia de Cristo para con nosotros es totalmente inmerecida, nunca parcial. 3. La gracia no cambia. La gracia de Dios no se aplica menos en los días oramos menos. No funciona de esa manera. Aun sus advertencias contra el pecado son un signo de su gracia amorosa. 4. La gracia es interminable. Ni el Padre ni el Hijo serán infieles al pacto que han hecho. Su duración será por toda la eternidad, nunca será roto, por lo que a medida que permanecemos escondidos en Cristo, permanecemos en alianza con el Padre, por lo tanto estamos seguros. Permítanme decir esto también: Sé que el pacto que Dios hizo con su Hijo Jesús, es más profundo, más fuerte y de mucho mayor alcance de lo que cualquiera de nosotros pueda entender. Muchos cristianos no estamos a la altura de su gloriosa gracia cuando nuestras vidas están dominadas por el miedo. Cuando cometemos un error, nos decimos a nosotros mismos: “¡Oh, no, he roto el pacto con el Señor.” Nada podría ser más falso. ¡Es Jesús el que está en pacto con el Padre, no nosotros! Esta es la razón por la que Cristo tuvo que llegar a ser completamente humano, hecho semejante a nosotros. Él cumple totalmente el pacto en nuestro nombre y nos invita a participar de todos sus beneficios. Por medio de Él estamos completamente limpios, totalmente en paz con Dios y abundando en su gracia. No podemos añadir nada a Su obra terminada: Su gracia es completamente suficiente. ¡Es nuestro papel recibir el glorioso regalo y caminar con alegría! GARY WILKERSON