viernes, 6 de junio de 2014
EN MEDIO DE SUS PROBLEMAS, PABLO APRENDIÓ GRANDES LECCIONES
La lección más significativa que Pablo aprendió en su angustia fue que
tenía que volverse al Señor y a Sus promesas de Pacto. Él sabía que ya no
podía confiar más en su propia carne, habilidades o esfuerzos. Él escribe:
“Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no
confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos” (2
Corintios 1:9).
La prueba de Pablo lo había llevado al final de sus fuerzas. Él sabía que ya
lo quedaban fuerzas para pelear contra los poderes de las tinieblas, así que
sentenció su propia carne a la muerte. Y Dios lo libertó de manera
maravillosa: “el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún
nos librará, de tan gran muerte” (versículo 10).
¿Cómo fue Pablo librado? Esto implicaba varias cosas: Primero, él fue un
poderoso hombre de oración. Y segundo, él tenía gran confianza en el Señor.
Pablo sabía que Dios mantendría sus promesas de Pacto. Él pudo decir: “Tal
como el Señor me libró en el pasado, Él está obrando librándome de esta
prueba presente. Desde ahora y hasta el día de mi muerte, viviré bajo su
poder libertador”.
Como Pablo, nosotros también pasamos por tiempos de pruebas, para que muramos
a toda confianza en nuestra habilidad humana. El Señor permite que seamos
aplastados, que seamos hechos impotentes y débiles, en un esfuerzo por
convencernos de que no podemos vencer al enemigo por ningún esfuerzo carnal.
Al comparar nuestras vidas con la de Pablo, podemos ser tentados a pensar:
“Nunca podré experimentar la clase de liberación que este hombre disfrutó.
Él fue bien educado en las Escrituras y recibió grandes revelaciones del
Señor acerca de Jesús, del Evangelio y del Nuevo Pacto”.
“Y Pablo ministraba con poder y demostración del Espíritu Santo. Sin ayuda,
estremeció ciudades y naciones. El diablo no lo podía matar, aun después de
ser apedreado, atacado, y pasar por tres naufragios. Dios hasta lo usó para
levantar a los muertos. Este hombre era uno de los siervos más ungidos de Dios
en toda la historia. Él lo tenía todo espiritualmente”.
Según Pablo, no era así. El apóstol nos dice que había otro factor
importante en su liberación: La poderosa intercesión de los ayudantes en
oración. “Cooperando también vosotros a favor nuestro con la oración”
(versículo 11). Pablo estaba diciendo: “Estoy confiado que Dios me
libertará. Y ustedes están ayudando a que esto suceda, al orar”.
DAVID WILKERSON
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