viernes, 30 de agosto de 2013

IGNORANDO LA PALABRA DE DIOS

Estoy seguro de que Josafat estaba convencido de que estaba actuando con justicia cuando se comprometió a unirse a Acab en la guerra. De hecho, la Escritura dice: “…dijo Josafat al rey de Israel: Te ruego que consultes hoy la palabra de Jehová” (2 Crónicas 18:4). Él dijo: "Vamos a pedir al Señor Su consejo sobre el asunto. ¡No haremos nada hasta que oigamos de Él!" Dios les hizo saber con claridad Su palabra a Josafat y a Acab, sin dejar duda alguna en cuanto a lo que Él pensaba sobre este asunto: “¡La suerte está echada! Vayan a su propio riesgo. Nada más que muerte y derrota les esperan en el campo de batalla” (Ver 2 Crónicas 18: 16). En este punto, Josafat parecía dispuesto a obedecer una verdadera palabra profética y a hacer todo lo que Dios le dijera. Sin embargo, durante siglos, los eruditos bíblicos se han maravillado de lo que sucedió después: ¡Cuando llegó la palabra clara, Josafat la ignoró! Amados, podemos presumir todo lo que queramos acerca de amar a Dios y de querer obedecerle. Pero si no nos desligamos del engaño de los amigos impíos y buscamos discernimiento del Espíritu Santo, ¡terminaremos haciendo caso omiso de la Palabra de Dios! Puedes acompañar a tu amigo en su guerra, pero cuando las cosas vayan mal, éste te entregará al enemigo. Eso es lo que le sucedió a Josafat, cuando fue a la guerra con Acab. El malvado rey preparó la muerte de Josafat; le dijo que se vista con sus vestiduras reales, mientras que el propio Acab se vistió como un soldado. De esta forma, Acab pensó, el enemigo iría tras Josafat en lugar de ir hacia él. Irónicamente, Acab fue muerto por una flecha que atravesó un pequeño hueco en su armadura. Y de repente, Josafat estaba rodeado por soldados enemigos, listos para cortarlo en pedazos. El rey sabía que se enfrentaba a la muerte y clamó a Dios por ayuda. La Escritura nos dice: “y Jehová lo ayudó, y los apartó Dios de él” (18:31). La guerra fue un desastre. El ejército de Israel huyó desordenadamente, como ovejas que no tienen pastor. Entonces Josafat se retiró a Jerusalén, su amigo Acab había muerto y sus ejércitos habían sido derrotados. ¡Fue sólo por la gracia de Dios que él escapó de la muerte! Puedo imaginar los pensamientos que deben haber pasado por la mente de Josafat, mientras se apresuraba a regresar a Jerusalén: “¡Oh, Dios, gracias por librarme! Ahora veo el peligro de caminar con un compañero impío. ¡Nunca más, Señor! No volveré a ser parte de ese sistema mundano. ¡Todo ha terminado ahora!”. by David Wilkerson [May 19, 1931 – April 27, 2011] Estoy seguro de que Josafat estaba convencido de que estaba actuando con justicia cuando se comprometió a unirse a Acab en la guerra. De hecho, la Escritura dice: “…dijo Josafat al rey de Israel: Te ruego que consultes hoy la palabra de Jehová” (2 Crónicas 18:4). Él dijo: "Vamos a pedir al Señor Su consejo sobre el asunto. ¡No haremos nada hasta que oigamos de Él!" Dios les hizo saber con claridad Su palabra a Josafat y a Acab, sin dejar duda alguna en cuanto a lo que Él pensaba sobre este asunto: “¡La suerte está echada! Vayan a su propio riesgo. Nada más que muerte y derrota les esperan en el campo de batalla” (Ver 2 Crónicas 18: 16). En este punto, Josafat parecía dispuesto a obedecer una verdadera palabra profética y a hacer todo lo que Dios le dijera. Sin embargo, durante siglos, los eruditos bíblicos se han maravillado de lo que sucedió después: ¡Cuando llegó la palabra clara, Josafat la ignoró! Amados, podemos presumir todo lo que queramos acerca de amar a Dios y de querer obedecerle. Pero si no nos desligamos del engaño de los amigos impíos y buscamos discernimiento del Espíritu Santo, ¡terminaremos haciendo caso omiso de la Palabra de Dios! Puedes acompañar a tu amigo en su guerra, pero cuando las cosas vayan mal, éste te entregará al enemigo. Eso es lo que le sucedió a Josafat, cuando fue a la guerra con Acab. El malvado rey preparó la muerte de Josafat; le dijo que se vista con sus vestiduras reales, mientras que el propio Acab se vistió como un soldado. De esta forma, Acab pensó, el enemigo iría tras Josafat en lugar de ir hacia él. Irónicamente, Acab fue muerto por una flecha que atravesó un pequeño hueco en su armadura. Y de repente, Josafat estaba rodeado por soldados enemigos, listos para cortarlo en pedazos. El rey sabía que se enfrentaba a la muerte y clamó a Dios por ayuda. La Escritura nos dice: “y Jehová lo ayudó, y los apartó Dios de él” (18:31). La guerra fue un desastre. El ejército de Israel huyó desordenadamente, como ovejas que no tienen pastor. Entonces Josafat se retiró a Jerusalén, su amigo Acab había muerto y sus ejércitos habían sido derrotados. ¡Fue sólo por la gracia de Dios que él escapó de la muerte! Puedo imaginar los pensamientos que deben haber pasado por la mente de Josafat, mientras se apresuraba a regresar a Jerusalén: “¡Oh, Dios, gracias por librarme! Ahora veo el peligro de caminar con un compañero impío. ¡Nunca más, Señor! No volveré a ser parte de ese sistema mundano. ¡Todo ha terminado ahora!” DAVID WILKERSON

jueves, 29 de agosto de 2013

MEJORES AMIGOS

¿A quiénes consideras tus mejores amigos? Lo creas o no, este asunto es de gran interés del Señor porque tus amistades hablan en alta voz, tanto a Dios como al mundo, sobre la condición de tu corazón. “Señor, ¿qué piensas de mis amistades? ¿Te agradan?” ¿Alguna vez has pensado en hacerle a Dios estas preguntas? El hecho es que un amigo justo puede proporcionar un vínculo a la bendición y el favor de Dios, porque te alienta a llevar un estilo de vida piadoso. Por otro lado, un amigo injusto puede encadenarte a toda clase de mal, conduciéndote a terribles ataduras. Al usar la palabra “amigo” a lo largo de este mensaje, no me refiero a los miembros de tu familia inmediata. Mi definición de un amigo es alguien con quien estés estrechamente relacionado, en el que tú confías, naturalmente. En resumen, un amigo es alguien con quien uno camina y habla y a quien uno le abre su alma. Probablemente tengas varios círculos de amigos: un círculo de "negocios", que incluye a tus compañeros de trabajo, socios o clientes; un círculo "social", que incluye a aquéllos con los que te juntas a un nivel superficial. Puedes también tener contacto con conocidos impíos. El apóstol Pablo dice que es imposible evitar este tipo de contactos, de lo contrario, ¡tendríamos que dejar el mundo en su totalidad! Sin embargo, el círculo que le preocupa más a Dios, es tu círculo íntimo, tus amigos íntimos. Éstas son las personas que más quieres, y que más influyen en tu vida. Son naturalmente atraídos el uno al otro y están de acuerdo en la mayoría de las cosas, de tal forma que se sienten seguros de abrir el uno al otro su corazón. La Biblia nos dice que no debemos ignorar las maquinaciones de Satanás. Y uno de los ataques más comunes del diablo contra nosotros es traer a nuestro círculo íntimo de amigos, a alguien que está caminando en engaño, un agente del infierno cuya misión es destruirnos. Satanás utiliza especialmente este truco con los cristianos solitarios o compasivos, tratando de convertir la bondad de una persona sin discernimiento, ¡en una afinidad con un espíritu maligno! “No erréis; las malas conversaciones [compañías] corrompen las buenas costumbres [personas]” (1 Corintios 15:33). DAVID WILKERSON

miércoles, 28 de agosto de 2013

UNA SEDUCCIÓN SUAVE

Déjame mostrarte lo que le sucede a todo hijo de Dios que entra en una relación con una persona amargada, injusta y rebelde. Hay consecuencias terribles. “Y cayó el pavor de Jehová sobre todos los reinos de las tierras que estaban alrededor de Judá, y no osaron hacer guerra contra Josafat” (2 Crónicas 17:10). El reino de Josafat, Judá, fue bendecido y prosperado abundantemente, y nadie se atrevió a venir contra ellos. Pero después de que Josafat entró en una relación con Acab, dice la Escritura: “Acab…le persuadió [a Josafat] que fuese con él contra Ramot de Galaad…Y él respondió: Yo soy como tú, y mi pueblo como tu pueblo; iremos contigo a la guerra” (18:2-3). Josafat voluntariamente fue succionado hacia una guerra sin esperanza, de la que Dios no tenía parte. La palabra hebrea “persuadió” en este pasaje significa: “una seducción suave”. Josafat se dejó seducir en una guerra por Acab, respondiendo: “Yo soy como tú”. En otras palabras: “Yo soy tu amigo, así que estoy contigo hasta el final. No te voy a defraudar. ¡Puedes contar conmigo!” ¿Está tu amigo cercano, lleno de amargura, odio, ira y buscando algún tipo de guerra? ¿Está involucrado en una guerra matrimonial, familiar o personal? Y ¿eres como un Josafat para él, ofreciéndole ayuda y ánimo? Si es así, cuidado, porque estás a punto de ser seducido del todo. Así es, muy pronto te encontrarás justo en el medio del gran lío de tu amigo y se te pedirá que tomes una posición. Si tu amigo está en un matrimonio con problemas, por ejemplo, vas a ser obligado a tomar partido. Y terminarás apoyándolo, ¡en todo su proceso de divorcio! Cuidado, cristiano, ya que cada vez que das comodidad o estímulo a alguien que está en rebelión, tomas partido contra el Espíritu Santo. Y eso te vuelve participante en el pecado de esa persona. Trágicamente, cuando Josafat se unió a la guerra de Acab, ¡él sólo apresuró a su amigo en el camino de la destrucción! DAVID WILKERSON

martes, 27 de agosto de 2013

PAGA CON ALABANZAS

Dios nunca se queja por el poder de Sus enemigos, sino más bien por la impaciencia de Su propio pueblo. Dios quiere que confiemos en Su amor, porque el amor es el principio desde el cual Él siempre obra y del cual Él jamás se desvía. Cuando Él frunce el ceño, reprende con Sus labios o golpea con Su mano, aun en todo esto, Su corazón arde de amor y todos sus pensamientos para con nosotros son de paz y bondad. Toda hipocresía radica en la desconfianza y el alma que no puede confiar en Dios, a la larga no podrá serle fiel. Una vez que empezamos a cuestionar Su fidelidad, comenzamos a vivir por nuestros propios medios, cuidándonos a nosotros mismos. Al igual que los hijos descarriados de Israel, decimos: “Levántate, haznos dioses…porque a este Moisés…no sabemos qué le haya acontecido” (Éxodo 32:1). ¿Cómo puede ser preservado el amor a Dios en un corazón que se queja? La Palabra lo llama: “contender con Dios”. Sólo un necio se atreve a hallar una falta en Él. Él retará a dicha persona a poner su mano sobre su boca o de lo contrario ser consumido por la amargura. El Espíritu Santo gime dentro de nosotros con gemidos indecibles, con ese lenguaje del cielo que ora conforme a la perfecta voluntad de Dios. Pero la queja carnal que proviene del corazón del creyente desencantado es veneno. La murmuración impidió a toda una nación entrar a la Tierra Prometida, y hoy, está impidiendo que multitudes reciban las bendiciones del Señor. Gime, si es necesario, pero Dios no permita que murmures. Las promesas de Dios, que Él dice que nos sostendrán, son como el hielo en un lago congelado. El creyente se aventura con confianza, pero el inconverso, con temor de que éste se quiebre debajo de él y lo deje sin saber qué hacer. Si Dios se está retrasando, simplemente significa que tu solicitud está ganando intereses en Su Banco de bendiciones. Los santos de Dios estaban tan seguros de Su fidelidad a Sus promesas, que se gozaban incluso antes de ver cualquier conclusión. Iban con gozo, como si ya lo hubieran recibido. ¡Dios quiere que nosotros paguemos en alabanzas antes de recibir las promesas! El Espíritu Santo nos ayuda en la oración, y, ¿no es Él bienvenido en el trono? ¿Negaría el Padre al Espíritu? ¡Nunca! Ese gemido en tu alma no es menos que Dios mismo y Dios no va a negarse a sí mismo. DAVID WILKERSON

lunes, 26 de agosto de 2013

LA FE DEBE TENER BUENA MEMORIA

El alma creyente, después de haber descargado su corazón en oración al Señor, se rinde a la fidelidad, bondad y sabiduría de Dios. El verdadero creyente dejará la conformación de la respuesta a la misericordia de Dios. Cualquiera que sea la forma en la que Dios decida responder, el creyente le dará la bienvenida. David oró diligentemente por su casa y luego encomendó todo al pacto de Dios: “No es así mi casa para con Dios; sin embargo, él ha hecho conmigo pacto perpetuo” (2 Samuel 23:5). Los que le especifican a Dios cómo y cuándo responder, de hecho limitan al Santo de Israel. Ya que Dios no traerá la respuesta por la puerta principal, no están al tanto de su venida por la puerta trasera. Ellos confían sólo en conclusiones, no en promesas. Pero Dios no está atado al tiempo, a la manera o a los medios de la respuesta. Él siempre hará mucho más abundantemente de lo que pedimos o pensamos en pedir. Él responderá con salud, o gracia, que es mejor que la salud. Él enviará amor, o algo más grande. Él libertará o hará algo aun mayor. Él desea que nosotros simplemente alojemos nuestras peticiones en sus poderosos brazos, echemos toda nuestra ansiedad sobre Él, y vayamos con paz y serenidad a esperar su respuesta. ¡Qué trágico es tener un Dios tan grande y una fe tan pequeña en Él! Cuando estés caído y Satanás susurre a tu oído que Dios te ha olvidado, ciérrale la boca con esto: "Diablo, no es Dios quien se ha olvidado, sino yo. He olvidado todas sus bendiciones del pasado, de lo contrario no podría hoy estar cuestionando su fidelidad”. La fe debe tener una buena memoria. Nuestras palabras ásperas y apresuradas son el resultado de nuestro olvido sus beneficios pasados. Como David, debemos orar: “Enfermedad mía es esta; Traeré, pues, a la memoria los años de la diestra del Altísimo, Me acordaré de las obras de JAH; Sí, haré yo memoria de tus maravillas antiguas” (Salmo 77: 10-11). DAVID WILKERSON

viernes, 23 de agosto de 2013

APTOS POR SU GRACIA

La gracia de Dios ha de cubrir todo lo que Él nos llama a hacer. Mira si estas palabras describen tu caminar con el Señor: cargado, estresado, agobiado, mentalmente agotado, fatigado. Estos son los resultados cada vez que redoblamos nuestros esfuerzos carnales para agradar a Dios. Son señales claras de que la ley, no la gracia de Dios, se encuentra en funcionamiento. La libertad que Cristo ganó para nosotros en la cruz no es sólo buenas nuevas para los perdidos, lo es para todo creyente. Sin embargo, muchos siguen viviendo bajo una nube pensando que no es un hijo o una hija de calidad para Dios. Creen que Él los ama porque Él tiene que hacerlo. Los evangelios no dicen eso. Jesús llamó a los doce discípulos pecadores, defectuosos e imperfectos a Él porque Él quería su amistad: “Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer” (Juan 15:15). Jesús escogió compartir los deseos profundos del corazón del Padre con estos amigos. También ha hecho eso contigo cuando elegiste seguirle. Así que cuando vayas a Él en oración o entres en la iglesia, la actitud de Jesús no es: “¿Tú, otra vez?”. ¡Todo lo contrario! Él quiere estar contigo, sentarse junto a ti, ser tu amigo, porque Él está realmente complacido contigo. Tú podrás pensar: “¿Cómo puede ser? Nada de lo que veo en mi vida podría ser agradable al Señor”. Es por eso que la Escritura nos dice: “…porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree” (Romanos 10:4). Es imposible que alguien pueda vivir de acuerdo a la ley por mucho tiempo. Podemos seguir diciéndonos a nosotros mismos: "Mañana lo arreglaré. Sólo tengo que re-energizarme a mí mismo”, pero no podemos mantenernos. Finalmente somos vencidos por una carga imposible y llegamos al final de nosotros mismos. Jesús es el que nos espera al final de todos nuestros esfuerzos propios. Sólo en Él hallamos la verdadera libertad. GARY WILKERSON

jueves, 22 de agosto de 2013

DE GLORIA EN GLORIA

Pablo habla de un ministerio al que cada cristiano es llamado, uno que no requiere dones o talentos especiales, sino que debe ser asumido por todos los que han nacido de nuevo, tanto ministros reconocidos como laicos. De hecho, este ministerio es el primer llamamiento de cada creyente y todos los otros emprendimientos deben nacer de él. Ningún ministerio puede ser agradable a Dios a menos que nazca de este llamado. Estoy hablando del ministerio de contemplar el rostro de Cristo. Pablo dice: “Pero nosotros todos, con rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor…” (2 Corintios 3:18 BTX). ¿Qué significa contemplar la gloria del Señor? Pablo está hablando aquí de adoración centrada y dedicada, el tiempo que se le da a Dios simplemente para contemplarle. Y el apóstol añade rápidamente: “Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio” (4:1). Pablo deja en claro que contemplar el rostro de Cristo es un ministerio al que todos debemos ser devotos. La palabra griega para contemplando en el versículo anterior es una expresión muy fuerte. Indica no sólo echar un vistazo, sino “fijar la mirada.” Significa decidir: “No me moveré de esta posición. Antes de hacer cualquier cosa, antes de intentar lograr una simple meta, tengo que estar en la presencia de Dios.” Muchos cristianos interpretan mal la frase “contemplando como en un espejo.” Piensan en un espejo, con la cara de Jesús reflejándose a ellos. Pero eso no es lo que quiere decir Pablo aquí. Él está hablando de una mirada enfocada intensamente, como escudriñando algo con empeño a través de un vidrio, tratando de verlo más claramente. Tenemos que “fijar nuestros ojos” de esta manera, determinados a ver la gloria de Dios en la faz de Cristo. Tenemos que encerrarnos en el lugar santísimo con una sola obsesión: mirar tan intensamente y tener comunión con tal devoción, que seamos transformados. Pablo dice que la persona que se encierra con Cristo, contemplándole, está siendo transfigurada. ¿Qué ocurre cuando un creyente contempla el rostro de Cristo? Pablo escribe: “…somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.”(2 Corintio DAVID WILEKRSON

viernes, 16 de agosto de 2013

ORACIÓN Y OBEDIENCIA

A veces vamos a Dios en oración como si fuera un pariente rico que nos financiara y nos diera todo lo que suplicamos, mientras nosotros no levantamos ni siquiera una mano para ayudar. Levantamos nuestras manos a Dios en oración, y luego las ponemos en el bolsillo. Esperamos que nuestras oraciones pongan a Dios a trabajar para nosotros mientras nos sentamos sin hacer nada, pensando para nosotros mismos: “Él tiene todo el poder, yo no lo tengo, así que simplemente voy a estar quieto y dejar que Él haga el trabajo.” Suena como una buena teología, pero no lo es. Dios no tendrá mendigos ociosos en su puerta. Ni siquiera nos permitirá ser caritativos con los que se niegan a trabajar. “Os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma.” (2 Tesalonicenses 3:10). No está fuera de los principios bíblicos añadir sudor a nuestras lágrimas. Tomemos, por ejemplo, el asunto de la oración por victoria sobre un deseo secreto que permanece en el corazón. ¿Simplemente le pides a Dios que lo quite milagrosamente y a continuación te sientas, esperando que muera por su cuenta? Ningún pecado ha sido extinguido en el corazón sin la cooperación de la propia mano del hombre, como en el caso de Josué. Durante toda la noche, estuvo postrado y de duelo por la derrota de Israel. Dios lo puso en sus pies diciendo: “Levántate; ¿por qué te postras así sobre tu rostro? Israel ha pecado, y aun han quebrantado mi pacto que yo les mandé;… Levántate, santifica al pueblo” (Josué 7:10-13). Dios tiene todo el derecho de hacernos salir de nuestras rodillas y decir: “¿Por qué te quedas sentado sin hacer nada, esperando un milagro? ¿No te he mandado a huir de toda apariencia de maldad? Tienes que hacer más que simplemente orar contra tu deseo, se te ordena también huir de él. No puedes descansar hasta que hayas hecho todo lo que se te ha mandado.” No culpes a Dios por no escuchar tus oraciones, si no estás escuchando a Su llamado a la obediencia. Terminarás blasfemando a Dios y acusándole de negligencia, mientras que todo el tiempo tú eres el culpable. DAVID WILKERSON

jueves, 15 de agosto de 2013

VIVIR LA VIDA EMPODERADOS POR DIOS

Muchos de nosotros queremos conocer el camino de Dios y escuchar la verdad del evangelio, pero evitamos vivirlo. Tristemente, en la iglesia de hoy es aceptable disfrutar de sermones y adoración, sin embargo, volver a casa sin un cambio. Pablo dijo de su propio testimonio: “ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder” (1 Corintios 2:4). Si no estamos viviendo una vida empoderada por Dios, el problema es con nosotros, no con el Señor. Dios no dejó de dar a Su pueblo Su poder en el año 100 D.C. Jesús nunca dijo: “y aun mayores [obras] harán...hasta la Reforma”. Pablo predicó un mensaje del Evangelio de poder y él quería ese poder para Timoteo por una razón específica: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos,… aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita”. (2 Timoteo 3:1-5). Pablo está hablando aquí de feligreses, pero describe que tienen sólo “apariencia de piedad”. A estos cristianos no les importaba ir a la sinagoga, leer textos espirituales o tomar parte en actividades religiosas. Sin embargo, el consejo de Pablo a Timoteo era: “evítalos”. Él estaba diciendo, “Es peligroso estar cerca de esas personas. Puedes empezar a pensar que lo que hacen es aceptable. Pueden parecer piadosos, pero el Señor mira el corazón, y Él ve la impiedad y la soberbia”. Pablo dijo de esos cristianos “siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad”. (3:7). En otras palabras, escucharon todas las enseñanzas del Evangelio, pero nunca les hicieron caso. Eso los hizo incapaces, dijo Pablo, ya que se “resisten a la verdad” (3:8). Note como Pablo comienza este pasaje: “en los postreros días vendrán tiempos peligrosos.”(3:1). Él deja claro que el cristianismo “normal” no será sostenible en los días que vienen, esos tiempos peligrosos marchitarán una fe superficial. Soy probablemente el menor profeta cristiano vivo, pero hasta yo puedo ver los malos tiempos vislumbrándose. Cuando las economías mundiales tambalean, el estadounidense promedio se enfrenta a un desastre financiero, y la agitación política se agudiza, entonces algo tiene que ceder. ¿Qué va a hacer la mayoría de los cristianos cuando las cosas realmente empeoren? ¿Están nuestros corazones verdaderamente preparados para hacer frente a tiempos difíciles? Ruego que reaccionemos como lo hizo la iglesia en Hechos cuando se enteraron que venía una hambruna. No acumularon bienes para hacer frente a la crisis, en lugar de eso, tomaron una ofrenda para ayudar a las otras iglesias que sabían que sufrirían. GARY WILKERSON

miércoles, 14 de agosto de 2013

ORACIONES RETRASADAS Y DENEGADAS

“Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.” (Santiago 4:3). Dios no responderá ninguna oración que aumente nuestra propia honra o que ayude a nuestras tentaciones. En primer lugar, Dios no responde a la oración de una persona que alberga la codicia en su corazón. Todas las respuestas dependen de eliminar de nuestros corazones el mal, la codicia, y los pecados que asedian. “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado.” (Salmo 66:18). La prueba para saber si nuestra solicitud está basada en la codicia es muy simple: cómo manejamos los retrasos y negaciones es la clave. Las oraciones que se fundan en la codicia exigen respuestas apresuradas. Si el corazón codicioso no consigue lo deseado rápidamente, llora y grita, desfallece y desmaya, o estalla en un ataque de murmuración y queja, finalmente, acusando a Dios de sordera. “¿Por qué, dicen, ayunamos, y no hiciste caso…” (Isaías 58:3). El corazón codicioso no puede ver la gloria de Dios en las negaciones y demoras. Sin embargo, ¿Acaso Dios no recibió más gloria al negar la oración de Cristo de salvar Su vida, si fuese posible, de la muerte? Me estremezco al pensar en dónde estaríamos hoy si Dios no hubiese negado esa solicitud. Dios, en su justicia, está obligado a retrasar o negar nuestras oraciones hasta que se elimine todo egoísmo y codicia. ¿Podría haber una razón simple de por qué la mayoría de nuestras oraciones son estorbadas? ¿Podría ser el resultado de nuestro actual coqueteo con una codicia o un pecado asediante? ¿Nos hemos olvidado de que sólo los que tienen las manos limpias y corazones puros pueden poner sus pies en el monte de Su santidad? Sólo una renuncia total a un pecado favorito abrirá las puertas del cielo de par en par y desatascará las bendiciones. En lugar de ceder, corremos de consejero a consejero, tratando de encontrar ayuda para hacer frente a la desesperación, el vacío, y la inquietud. Sin embargo, todo es en vano porque el pecado y la codicia aun no han sido sacados. El pecado es la raíz de todos nuestros problemas. La paz viene solamente cuando nos rendimos y abandonamos todo pecado secreto. DAVID WILKERSON

martes, 13 de agosto de 2013

“No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová” (Zacarías 4:6).

El Señor envió a dos hombres en una misión para reconstruir el templo caído en Jerusalén. Zorobabel y el sumo sacerdote Josué, fueron líderes piadosos que obedecieron al Señor y llevaron a cabo su trabajo con celo y fidelidad. Al principio tuvieron que trabajar contra una fuerte oposición. Grupos de judíos idólatras y apartados de Dios junto con samaritanos celosos, se opusieron a la obra, tratando todo lo posible para evitarlo. Por último, estos grupos lograron que Ciro se pronuncie en contra de la misión de los dos hombres. Después de eso, Zorobabel y Josué se cansaron de la lucha, de la oposición, de ser calumniados y falsamente juzgados. Así que durante los siguientes dieciséis años, la obra de Dios se detuvo. Pero Zorobabel y Josué nunca recibieron un mandato de Dios para retirarse. La Biblia no registra ningún edicto de Ciro en el que les haya revocado su permiso de construir. Así que su trabajo no debería haber perdido el ritmo. El hecho es que Dios todavía tenía todo el poder necesario para ayudarlos a salir adelante. En tales tiempos, Satanás siempre aparece ofreciendo una teología pervertida para apoyar el estilo de vida de aquél que cede a sus principios. La doctrina en este caso era: “Todavía no es el tiempo de Dios. La palabra de Ciro lo ha dejado claro. El Señor nos hará saber, cuando sea el momento adecuado para construir. Mientras tanto, vamos a construir nuestras fincas. ¡Necesitamos disfrutar de nuestra religión!” En pocas palabras, el pueblo de Israel, incluyendo estos dos hombres piadosos, era culpable de incredulidad descarada. Perdieron toda su confianza en que Dios los dirigiría y los apoyaría. Veo al mismo espíritu de incredulidad operando hoy. Predicadores me han dicho sin rodeos: “Estoy contando los días hasta que me jubile. ¡Me harté de la gente! No quiero tener que aguantar sus cosas ya. Tan pronto como salga mi fecha de jubilación, me largo de aquí”. ¡No! Que ésta nunca sea la actitud de un verdadero siervo de Dios. El Espíritu Santo es un Espíritu vivificante y si tú estás viviendo y ministrando en el Espíritu, cuanto mayor seas y cuanto más ministres, más fuerte te pondrás a través de todo ello. ¡La obra de Dios debe ponerse más emocionante con los años! DAVID WILKERSON

viernes, 9 de agosto de 2013

UN VERDADERO SIERVO DE DIOS

Cuando el profeta Isaías anunció la venida de Cristo y Su reino, trazó cómo serían los verdaderos ministros de Cristo. Al hacerlo, definió nuestro ministerio en estos postreros días, al decir, en esencia: “Quiero que conozcas las señales del verdadero pueblo de Dios, aquéllos que estarán ministrando ¡justo antes de que el Príncipe de Paz regrese a reinar!” Isaías comienza con estas palabras: “He aquí que para justicia reinará un rey” (Isaías 32:1). Luego, el profeta añade: “Y será aquel varón como escondedero contra el viento, y como refugio contra el turbión; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco en tierra calurosa” (versículo 2). Para mí, es claro que Isaías está refiriéndose a Cristo. Y continúa diciéndonos que un verdadero siervo de Dios va a predicar la suficiencia de Cristo. De hecho, este creyente se encierra con Jesús, confiando en que su Señor hará de su alma, un jardín bien regado. Él vive con gran confianza, su espíritu reposa y está lleno de paz. Este verdadero siervo de Dios no tiene una tempestad efervescente en su alma a causa del pecado. Por el contrario. Él confía plenamente en el Espíritu Santo para hacer morir sus pecados y hacer su espíritu libre como un ave. Él no tiene temores ni preocupaciones, porque todo está claro entre él y su Señor. Hay un cántico en su corazón, ¡porque Cristo es su deleite! Más allá, este siervo sabe que nadie puede herirlo porque está asido de la seguridad y comodidad de la promesa de que Dios defiende a los justos. Ningún arma forjada contra él puede prosperar porque Dios mismo se levanta contra toda lengua que viene contra él. Dios es su defensa una tierra de abatimiento. Isaías destaca dos características que distinguen al siervo justo. Primero, tiene discernimiento y, segundo, conoce claramente la voz de Dios: “No se ofuscarán entonces los ojos de los que ven, y los oídos de los oyentes oirán atentos” (Isaías 32:3). Vemos un ejemplo en el primer encuentro que tuvo Jesús con Natanael. Cuando Él vio a Natanael venir a Él, clamó: “He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño” (Juan 1:47). En otras palabras, “¡Miren, hermanos! Acá viene un hombre que no es hipócrita. No hay engaño en él, no hay inmoralidad. ¡Él es una vasija limpia!”. DAVID WILKERSON

jueves, 8 de agosto de 2013

ELÍAS

El odio de Elías por los pecados de Israel brotaba de su fuerte amor por el pueblo de Dios. Él no aborrecía a la gente, sólo al pecado. Él no era un hombre vengativo, sino un hombre cuyo corazón anhelaba que Israel retorne al Señor. Para entender el espíritu y el poder que estaba sobre Elías, debes escuchar su clamor desconsolado en el Monte Carmelo: “Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos. Entonces cayó fuego de Jehová… Viéndolo todo el pueblo, se postraron…” (1 Reyes 18:37-39). Elías no estaba en absoluto interesado en ser reconocido como profeta. Sólo quería ver la honra de Dios restaurada y al apóstata de corazón “volviendo su corazón”. Los verdaderos profetas, a pesar de que aparenten ser duros contra el pecado, son de corazón misericordioso, bondadoso y paciente. Y cuando ven un verdadero arrepentimiento bíblico, son constructores y restauradores de brechas. Creo que hoy en día existe una ‘compañía de Elías’ de verdaderos pastores. No todos los predicadores son apóstatas o egoístas. Oigo de un gran número de pastores santos que han sido heridos y rechazados por ovejas indiferentes. Algunos están siendo literalmente expulsados de sus iglesias por predicar principios santos. Pero lo más cruel de todo, son las llamadas profecías y denuncias de “voces proféticas” duras, que no tienen piedad ni cualidad redentora para ellos. Si alguna vez escuchas a un “profeta” pronunciando maldiciones sobre cualquier persona, puedes estar seguro de que no está andando en el Espíritu de Cristo. A menudo es un soberbio, autoproclamado Elías, lleno de arrogancia y lujuria. La Palabra dice claramente: “Bendecid y no maldigáis”(Romanos 12:14). Aquéllos que andan hablando sobre maldiciones debieran estremecerse ante estas advertencias: “Amó la maldición, y ésta le sobrevino; Y no quiso la bendición, y ella se alejó de él. Se vistió de maldición como de su vestido, Y entró como agua en sus entrañas, Y como aceite en sus huesos” (Salmos 109:17-18). La compañía de Elías se compone de un pueblo que llora y cualquier palabra profética que sale de sus labios está bañada en lágrimas. En quebrantamiento y dolor piadoso, caminan en arrepentimiento. Se niegan a guiñarle el ojo a pecado y no temen a hombre o demonio cuando se trata de defender el honor de Cristo. DAVID WILKERSON

miércoles, 7 de agosto de 2013

COMPARTIENDO UNA CARTA QUE NUESTRO MINISTERIO RECIBIÓ

“Estimado Pastor David, Hace unos años, mi marido perdió un trabajo que era muy importante para él. Esto fue trágico para él, ya que perdió toda su autoestima y su buen ingreso, y nunca se recuperó. A pesar de que tiene un empleo, su salario actual es menos de la mitad de lo que era. Ahora soy yo, el principal sostén de la familia”. “Hace unas semanas, estaba buscando algo para leer, cuando el Señor me llevó a una caja de papeles que había guardado. Saqué uno de sus viejos sermones: 'Un lugar llamado “Sin Salida”’. Al leer este mensaje, el Espíritu de Dios me ministró que ahí es exactamente donde yo estoy: ¡Sin salida!” “Dios me mostró a través de su mensaje que yo me estaba llena de ira contra mi esposo. He estado dependiendo de él, esto es, en la carne. Tengo que volver sólo a Jesús, como mi esperanza, como el único que puede proveerme y sacarme de estos problemas. Ahora sé que mi esposo nunca podrá hacerlo. Y, al leer su mensaje, recibí la seguridad de que Dios está conmigo. “Aún no ha terminado mi tribulación. Todavía es muy difícil. A veces, cuando miro hacia adelante, veo posibles desastres rodeándonos como a los hijos de Israel. Pero Dios me ha mostrado que he dudado de Su amor por mí y Su fidelidad para proveerme”. “También me he dado cuenta, como lo ha enseñado, de que he logrado suprimir mis temores y nunca le he dado un golpe mortal a mis dudas. Ahora quiero poner fin a todo eso. Elijo alabar a Dios por amarme y proveerme, aunque todavía no haya visto la provisión”. Amado, puede que vengan más días malos, pero tienes que venir al lugar en el que puedas decir: “Jesús, echo toda mi ansiedad sobre ti ahora. Soy un heredero de las riquezas de Dios en Cristo Jesús. Y sé que esas riquezas incluyen provisión completa de todas mis necesidades físicas”. ¡Puedes creer y confiar en Dios por ello! DAVID WILKERSON

martes, 6 de agosto de 2013

ORACIONES ABORTADAS

No estamos en libertad de orar al azar por cualquier cosa que nuestras mentes egoístas puedan concebir, ni estamos autorizados a entrar en Su presencia y ventilar nuestras ideas tontas y divagaciones sin sentido. Si Dios aprobara todas nuestras peticiones sin criterio, terminaría entregando su gloria. Hay una ley de la oración, una ley destinada a eliminar las oraciones egoístas, mientras que al mismo tiempo hace posible que los íntegros pidan confiadamente. En otras palabras, podemos orar por cualquier cosa queramos, siempre que sea Su voluntad. “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.”(1 Juan 5:14-15). Los discípulos no estaban orando de acuerdo a la voluntad de Dios cuando oraron con afán de venganza. Ellos pidieron a Dios de esta manera: “Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo…y los consuma? Entonces volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois” (Lucas 9:54-55). Job, en su dolor, le suplicó a Dios que le quitara su vida. ¿Y si Dios hubiese contestado su oración? Tal oración es contraria a la voluntad de Dios. La Palabra advierte: “No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios” (Eclesiastés 5:2). Daniel oró de la manera correcta. En primer lugar, fue a las Escrituras y buscó cual era la mente de Dios. Entonces, después de recibir instrucciones claras, y estando seguro de la voluntad de Dios, corrió hacia el trono de Dios con una poderosa confianza. “Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración” (Daniel 9:3). Sabemos demasiado acerca de lo que queremos y muy poco acerca de lo que Dios quiere. Nuestras oraciones son abortadas cuando no están de acuerdo con Su voluntad. DAVID WILKERSON

lunes, 5 de agosto de 2013

GRACIA Y RESPONSABILIDAD

Tengo un sistema por defecto en operación, un reflejo que se pone en movimiento cada vez que no cumplo el estándar en mi caminar con el Señor. Estoy hablando de mi tendencia a volverme a las obras en lugar de a la increíble gracia de Dios para restablecer mi posición con Él. Creo que la mayoría de nosotros tenemos tal sistema, ésta es la razón por la cual Pablo enfatiza acerca de la gracia de Dios repetidamente a través de todo el Nuevo Testamento. Carta tras carta, el hace énfasis en la suficiencia de la gracia para nuestra correcta relación con el Señor. Sin embargo, ese sistema por defecto (el impulso de volver a las obras para compensar nuestras fallas) está constantemente en operación en nosotros. ¡La razón por la cual predico la gracia tan a menudo es porque la necesito! A veces mi iglesia debe pensar que exagero, porque la gente me dice: “Sé que estoy bajo la gracia, pero, ¿Cuál es mi responsabilidad?”. Esa es una buena pregunta. En un pacto de gracia (uno en el cual Dios ha hecho todo lo requerido para nuestra salvación) ¿Cuál es el rol nuestro? ¿Qué rol desempeñamos nosotros? Para muchos de nosotros, el concepto de la gracia no tiene ningún poder en nuestra vida diaria. Sabemos que Dios ha impartido sobre nosotros regalos preciosos y costosos en Su Hijo y en el Espíritu Santo; por lo tanto, nosotros pensamos que no deberíamos ser imperfectos. Entonces, cuando fallamos, nos sorprendemos. No tiene lógica que todavía podamos ser horribles pecadores después de todo lo que Dios ha hecho por nosotros y nos lo imaginamos moviendo su cabeza con decepción. Nos convencemos a nosotros mismos que podemos mejorar así que redoblamos nuestros esfuerzos de oración, de lectura bíblica y de actividades en el ministerio. Hacemos esto sabiendo muy bien que nuestras obras no hacen nada para ganar una correcta relación con Dios. ¿Realmente pensamos que lo que Dios quiere de nosotros son más obras? ¿Dos horas de oración en lugar de una? ¿Él realmente nos quiere más ocupados? Solo dos cosas resultan de estos esfuerzos por salvarnos a nosotros mismos. En primer lugar, evitamos confrontar nuestra pecaminosidad. En segundo lugar, y mucho peor, nos privamos de beber del profundo pozo de la gracia de Dios. Pablo enfrenta este dilema en las primeras etapas de la iglesia, cuando los cristianos de Galacia trataron de agradar a Dios a través de las obras de la ley, Pablo los confrontó: “¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?” (Gálatas 3:1-2) Pablo estaba preguntando: “¿Realmente piensan que pueden mejorar lo realizado en la cruz” GARY WILKERSON