miércoles, 14 de agosto de 2013
ORACIONES RETRASADAS Y DENEGADAS
“Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros
deleites.” (Santiago 4:3).
Dios no responderá ninguna oración que aumente nuestra propia honra o que
ayude a nuestras tentaciones. En primer lugar, Dios no responde a la oración
de una persona que alberga la codicia en su corazón. Todas las respuestas
dependen de eliminar de nuestros corazones el mal, la codicia, y los pecados
que asedian.
“Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría
escuchado.” (Salmo 66:18).
La prueba para saber si nuestra solicitud está basada en la codicia es muy
simple: cómo manejamos los retrasos y negaciones es la clave. Las oraciones
que se fundan en la codicia exigen respuestas apresuradas. Si el corazón
codicioso no consigue lo deseado rápidamente, llora y grita, desfallece y
desmaya, o estalla en un ataque de murmuración y queja, finalmente, acusando a
Dios de sordera.
“¿Por qué, dicen, ayunamos, y no hiciste caso…” (Isaías 58:3).
El corazón codicioso no puede ver la gloria de Dios en las negaciones y
demoras. Sin embargo, ¿Acaso Dios no recibió más gloria al negar la oración
de Cristo de salvar Su vida, si fuese posible, de la muerte? Me estremezco al
pensar en dónde estaríamos hoy si Dios no hubiese negado esa solicitud.
Dios, en su justicia, está obligado a retrasar o negar nuestras oraciones
hasta que se elimine todo egoísmo y codicia.
¿Podría haber una razón simple de por qué la mayoría de nuestras oraciones
son estorbadas? ¿Podría ser el resultado de nuestro actual coqueteo con una
codicia o un pecado asediante? ¿Nos hemos olvidado de que sólo los que tienen
las manos limpias y corazones puros pueden poner sus pies en el monte de Su
santidad? Sólo una renuncia total a un pecado favorito abrirá las puertas del
cielo de par en par y desatascará las bendiciones.
En lugar de ceder, corremos de consejero a consejero, tratando de encontrar
ayuda para hacer frente a la desesperación, el vacío, y la inquietud. Sin
embargo, todo es en vano porque el pecado y la codicia aun no han sido sacados.
El pecado es la raíz de todos nuestros problemas. La paz viene solamente cuando
nos rendimos y abandonamos todo pecado secreto.
DAVID WILKERSON
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