martes, 13 de mayo de 2014
“ARADO PROFUNDO”
“¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad,
ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?” (Romanos 2:4)
No estoy de acuerdo con todas las doctrinas de los escritores puritanos, pero
me encanta su énfasis en la santidad. Estos piadosos predicadores llamaban sus
sermones "arado profundo". Ellos creían que no podían sembrar verdaderas
semillas de fe hasta que la tierra de los corazones de sus oyentes haya sido
profundamente arada.
Los puritanos se aseguraban de que sus prédicas llegaran a lo profundo,
rompiendo la tierra rocosa de las almas de sus oyentes. Sus sermones producían
genuino arrepentimiento en sus congregaciones. Y, a través de los años se
produjeron cristianos fuertes, maduros y fieles.
Hoy, sin embargo, la mayoría de las prédicas es sembrar sin arar. Escucho muy
pocos sermones, hoy en día, que penetren más allá de la superficie. El
“arado profundo” no sólo trata con la enfermedad del pecado; cava hasta
llegar a la causa misma de la enfermedad. Muchas de las predicaciones que
escuchamos hoy, se enfocan en el remedio mientras que ignoran la enfermedad.
¡Ofrecen una receta sin proveer la cirugía!
Tristemente, hacemos que la gente piense que ha sido sanada del pecado cuando
nunca supo que estaba enferma. Les ponemos vestimentas de justicia, cuando
nunca supieron que estaban enfermos. Les instamos a confiar en Cristo, cuando
ni siquiera se han dado cuenta de su necesidad de confiar. Tales personas
terminan pensando: "No me hará daño el añadir a Jesús a mi vida".
C.H. Spurgeon, el poderoso predicador inglés, dijo lo siguiente acerca de la
necesidad de arrepentirse:
“Creo que la penitencia dolorosa aún existe, aunque últimamente, no he
oído mucho acerca de ella. La gente parece saltar muy rápidamente hacia la fe
en estos días… Espero que mi viejo amigo, El Arrepentimiento no haya muerto.
Estoy desesperadamente enamorado del arrepentimiento; parece ser el hermano
gemelo de la fe.
No entiendo mucho acerca de la fe sin lágrimas; sé que vine a Cristo por el
camino de la cruz de llanto...Cuando vine al Calvario por fe, fue con gran
llanto y súplicas, confesando mis transgresiones, y deseando encontrar
salvación en Jesús, y en Jesús solamente”.
DAVID WILKERSON
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