lunes, 19 de mayo de 2014

RANSFORMADO POR TRIUNFO

Simón, Simón, he aquí que Satanás ha solicitado poder para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falle; y tú, cuando hayas vuelto, fortalece a tus hermanos.”(Lucas 22:31-32) Jesús fijó Su mirada profética sobre Pedro y vio algo aterrador. Vio que Pedro lo negaba y blasfemaba Su nombre para demostrar que él no caminaba con Cristo. Jesús vio una imagen del futuro inmediato, la intención y la trampa satánica, al ver a Pedro llorando amargamente, alejándose tambaleando y abandonando todo para ir de vuelta a su barco de pesca. Pedro estaba regresando a las redes de su pasado, en un estado de profunda resignación y desesperación. Satanás ha solicitado poder para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti. Jesús vio la amenaza sombría, demoníaca, oscura, amenazadora y destructiva, rondando a Pedro. Él ve y sabe lo que puede destruirnos. Él es el Alfa y Omega, la primera y última página de nuestra existencia. Él nunca queda pasmado o disgustado por nuestros errores, nuestros secretos, ni nuestros fracasos. Nunca “descubre” nada sobre nosotros. Él es todo conocimiento y todo amor y nunca se da por vencido con nosotros y nuestro futuro. Jesús no es ingenuo, como una dulce “mami” que a veces se ciega por el amor poco realista que hace que se pierda toda la lucidez u objetividad acerca de “su bebé”. No, por el contrario, Jesús posee la capacidad divina y redentora para ver claramente la peor amenaza en la vida de Pedro, y también para orar por él y prever sobrenaturalmente por el Espíritu del Señor sobre Él, que apenas cincuenta días después, en el día de Pentecostés, Pedro se pararía en medio de una multitud agitada y tumultuosa y hablaría palabras que podrían literalmente ¡dar a luz a la Iglesia! “cuando hayas vuelto, fortalece a tus hermanos.” Jesús ya estaba viendo a Pedro siendo transformado por el triunfo; del llanto a la adoración; de la negación a la liberación; de la debilidad de la fe; de la blasfemia a la bendición; de la ruina al avivamiento; y desde una casi muerte a la autoridad y el destino. ¡Así es como Jesús te ve! Él nunca ve solo lo que has sido o lo que eres ahora, Él ve lo que puedes llegar a ser por la fe en Él. Él sabe lo que ha sido preparado para ti en el reino invisible. Él quiere que aprendamos a vernos a nosotros mismos, así como los demás, a través de esa dimensión de la fe. Claude Houde

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