miércoles, 7 de mayo de 2014
EL VELO SE QUITARÁ
Pablo describe un cambio que tiene que ocurrir antes que sea posible que ocurra
cualquier otro cambio:
“Así que, teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza; y no como
Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, para que los hijos de Israel no
fijaran la vista en el fin de aquello que había de ser abolido. Pero el
entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el
antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es
quitado. Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está
puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al Señor, el velo
se quitará.” (2 Corintios 3:12-16).
En este pasaje, Pablo está hablando fundamentalmente sobre la ceguera de los
judíos en relación a Jesús como el Mesías. A la vez, el también está
estableciendo un principio que se aplica a todas las personas, sean judías o
gentiles. Está hablando de ceguera a la verdad bíblica. Fíjate en el
versículo 14: “Pero el entendimiento de ellos se embotó (endureció).”
Por favor, entiende esto: la gente a la que Pablo escribió era sincera.
Estudiaban fielmente los libros de Moisés, la ley y los profetas; y los salmos
de David. Reverenciaban la palabra de Dios, enseñando de ella y citándola sin
reservas. Pero todavía tenían un velo sobre sus ojos.
Pensamos que hay un velo espiritual cubriendo los ojos de los judíos, los
musulmanes y otros, que no les permite ver la verdad sobre Jesús. Sin embargo,
también hay un velo cubriendo los ojos de muchos creyentes. Ellos leen las
claras advertencias de Dios en las Escrituras, las escuchan cuando las predican
con poder, sin embargo, aún no son conmovidos por ella. De hecho, ellos
continúan haciendo las mismas cosas que la palabra de Dios denuncia.
Pablo dice que para que se nos quite la ceguera tenemos que convertirnos al
Señor: “Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará” (2
Corintios 3:16). La palabra griega que se utiliza aquí para convertir
significa el “revertir el rumbo”. En resumen, Pablo está diciendo:
“Tienes que admitir que el rumbo que estás tomando te ha llevado a estar
vacío, a la ruina y a la desesperación.”
Si tu vida está en algún tipo de confusión, si hay algo muy mal y las cosas
se están deteriorando, sabes que tendrás que cambiar el rumbo. Puedes
pensar: “Es mi esposo el que está mal. Estoy esperando que él cambie.” O,
“Mi esposa va a la ruina a menos que cambie.” O, “Mi jefe está
completamente mal. Algo tiene que cambiar en él”. Nosotros vemos claramente
los errores y las malas acciones de otros. Sin embargo, no vemos nuestra propia
necesidad de cambiar. Tenemos que admitirle a Dios: “Señor, yo soy quien
necesita cambiar. Por favor, Padre, muéstrame en qué he fallado.”
DAVID WILKERSON
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