viernes, 1 de agosto de 2014
UN INGREDIENTE NECESARIO
Considera todo lo que Jesús tuvo que soportar; el desprecio, los golpes, las
burlas, el rechazo de aquellos con los que Él había caminado e incluso
alimentado en el desierto. Piensa en la cruz; la violencia y la furia de la
oposición que Satanás envió en sus intentos de destruir la obra de Dios.
Poco sabía el enemigo que en realidad estaba suministrando el ingrediente
necesario para asegurar el éxito.
Según las Escrituras, “sin derramamiento de sangre no se hace remisión [de
pecado]” (Hebreos 9:22). Quienes se oponen a la obra de Dios son el pan para
nosotros. Tiene que haber violencia, tiene que haber una cruz, tiene que haber
una muerte. Leemos en 1 Corintios 2:8 que si los príncipes de este siglo
hubieran sabido lo que estaban haciendo, ¡Nunca habrían crucificado al Señor
de la gloria!
Recordemos el momento en que Pedro y Juan se acercaron al templo llamado La
Hermosa y tomaron de la mano a un hombre cojo, un hombre que había pasado
muchos años pidiendo limosna mientras la multitud religiosa simplemente pasaba
a su lado. Nadie tenía problema con su impotencia hasta que Pedro y Juan lo
levantaron en el nombre de Jesús, y Dios milagrosamente le sanó.
Amado, no tengas miedo de la oposición. Es un ingrediente necesario en
nuestras vidas; es pan para nosotros. Pedro y Juan fueron llamados ante el
consejo de líderes religiosos y los amenazaron dos veces. Sin embargo, ¿cuál
fue el resultado de esta amenaza? “Y puestos en libertad, vinieron a los suyos
y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían
dicho. Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron:
Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y
todo lo que en ellos hay” (Hechos 4:23-24).
¡Vemos aquí que la oposición había encendido una reunión de oración! En
lugar de ceder a las amenazas, los discípulos doblaron sus rodillas a Dios y
comenzaron a orar: “Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus
siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para
que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo
Hijo Jesús” (Hechos 4:29-30). Fue la curación de este hombre cojo lo que
trajo todo este problema sobre ellos, por lo que le dieron un giro al asunto y
¡le pidieron a Dios que les dé más audacia, más poder, más sanidades!
La oposición es el pan que nos envía a la presencia de Dios, donde se
encuentra toda nuestra fuerza. Sin oposición de la iglesia se vuelve floja y
se vuelca hacia sí misma, buscando el poder sin un propósito: una fórmula
para el engaño espiritual.
Carter Conlon
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