viernes, 18 de julio de 2014

NECESITAMOS UN MENSAJE MÁS SUAVE

“Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis.”(Éxodo 20:20) “Andad en todo el camino que Jehová vuestro Dios os ha mandado, para que viváis y os vaya bien, y tengáis largos días en la tierra que habéis de poseer.”(Deuteronomio 5:33) Moisés dijo en esencia: “Dios no está furioso con ustedes, esta majestuosa experiencia no se trata de eso. No. Él quiere darles poder con su asombroso temor, está tratando de crear en ustedes un arma poderosa, y lo está haciendo para que puedan vivir victoriosamente todos los días de su vida.” Sin embargo, después vino la lógica más extraña de la Biblia. Estos líderes dijeron a Moisés: “Hoy hemos visto que Jehová habla al hombre, y éste aún vive. Ahora, pues, ¿por qué vamos a morir? Porque este gran fuego nos consumirá; si oyéremos otra vez la voz de Jehová nuestro Dios, moriremos. Porque ¿qué es el hombre, para que oiga la voz del Dios viviente que habla de en medio del fuego, como nosotros la oímos, y aún viva?” (Deuteronomio 5:24-26). Ellos dijeron a Moisés: “Sabemos que podemos oír a Dios hablar de en medio del fuego y sobrevivir. Sin embargo, si tenemos que sentarnos bajo su directa, pura, y santa voz, seremos consumidos. ¿Por qué tendríamos que morir? De toda la gente en el mundo, somos nosotros los que hemos oído la voz de Dios y hemos sobrevivido.” El Señor luego nos da una clave acerca de lo que realmente estaba pasando: “¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!” (Versículo 29). Ellos estaban dando honor a Dios con sus labios, pero sus corazones estaban lejos de Él. Para citar a Isaías: “Este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado.” (Isaías 29:13). Los israelitas eran tan devotos a sus pequeñas imágenes de oro, que nada los podía alejar de su alabanza idólatra. Finalmente ignoraron la voz audible de Dios, en toda su santidad y majestad. Cuando los ancianos de Israel dijeron: “Necesitamos, un mensaje más suave, de otro modo moriremos”, tenían mucha razón. Cada vez que te sientas bajo la predicación del Espíritu Santo escuchando la palabra ungida de Dios y que te convence de pecado, seguro que vas a morir. Eso es, morirás a tus pecados. DAVID WILKERSON

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