miércoles, 1 de agosto de 2012

NUNCA OLVIDE LO QUE ÉL HA HECHO POR USTED


Jesús presentó una parábola acerca de un siervo a quien le había sido
perdonada su deuda. (Mateo 18:23-35). Este hombre encontró gracia y
misericordia ante su maestro, pero él dio por sentada dicha gracia y
misericordia. Inmediatamente tras ser perdonado, él partió y empezó a
ahorcar a un hombre que le debía una cantidad insignificante y le demandó,
“¡Págame lo que me debes!” Cuando el deudor le pidió misericordia, el
hombre se rehusó y el deudor fue encarcelado.

¿Por qué este hombre fue tan crítico? ¿Por qué le faltó misericordia?
Esto sucedió porque él no consideró su propia falta de valor. Él no
comprendió cuán desesperanzada y llena de pecado era su vida. Él no tomó
en cuenta el peligro en que había estado, lo cercano que se había encontrado
a la muerte antes de que le fuera otorgada misericordia. Cuando el maestro supo
de la ingratitud de este hombre a su deudor, él lo encarceló de por vida.

Mientras trabajaba en este mensaje, el Señor me detuvo y dijo, “David,
olvida tu mensaje ahora mismo. Yo quiero hablarte acerca de tu espíritu
crítico y de tu falta de misericordia.”

Yo pensé, “¿Yo, Señor? Yo soy uno de los predicadores más misericordiosos
en América.” Pero Él empezó a mostrarme todas las cosas que yo les había
compartido a predicadores jóvenes, cosas que habían sido dichas fuertemente.
Entonces Él me recordó todas las cosas insensibles que yo le he dicho a la
gente que me ha fallado y cómo me he dado por vencido con ciertas personas.”

Ese momento me fatigó. Lloré delante del Señor. Cuando le pregunté a Dios
cómo pudo haber sucedido esto, Él contestó, “Tú has olvidado todo lo que
yo he hecho por ti, la increíble misericordia que yo te he otorgado.
¿Cuántas veces yo te saqué de algo que te pudo haber destruido? Tú no
estarías aquí sin Mi misericordia.”

Amado, antes de que usted pueda otorgarle misericordia a alguien más, usted
debe recordar el hoyo en el que usted se encontraría si no contara con la
  misericordia de Dios. Entonces usted solamente podrá decir, “O, Dios, yo sé
lo que Tú hiciste por mí y tú puedes hacer lo mismo por mi amigo quien se
encuentra viviendo bajo pecado. En algún momento yo fui tan malvado delante de
tus ojos. Yo no puedo juzgar a mi amigo porque Tú has tenido misericordia de
mí.”

¡Es aquí donde usted debe comenzar!
DAVID WILKERSON

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