viernes, 10 de agosto de 2012

LA FE PASIVA

Abram fue llamado por Dios a dejar su casa, su tierra, su padre, su madre, su
educación, su herencia - dejar todo e ir a una tierra a la que Dios le
guiaría (Génesis 12).

¡Qué fe! Se requiere una  fe asombrosa para dejar todo atrás y responder de
inmediato y de todo corazón a la palabra que uno está oyendo en su corazón
-ya sea una voz audible o una voz interior-.

Así que Abram partió, y tomó consigo a su joven sobrino llamado Lot.

"Así que Abram le dijo a Lot: «No debe haber pleitos entre nosotros, ni entre
nuestros pastores, porque somos parientes.  Allí tienes toda la tierra a tu
disposición. Por favor, aléjate de mí. Si te vas a la izquierda, yo me iré
a la derecha, y si te vas a la derecha, yo me iré a la izquierda.»"(Génesis
13:8-9, NVI).

Abram empleaba de lo que yo llamo una fe pasiva. No me refiero a pasivo en el
sentido de, "No me importa" o "que sea lo que sea… lo que sea, será." Este
tipo de fe pasiva dice que no va a tomar acciones por su propia cuenta. Usted
no va a tratar de hacer que las cosas suceden por voluntad de hombre, sino que
va a permitir a Dios organizar los eventos en su vida de tal manera que Su
Voluntad sea cumplida.

Hay momentos en la vida donde necesitamos tener ese tipo de fe pasiva, cuando
no hay nada más que podamos hacer, sino decir: "Dios, hágase tu voluntad, no
la mía."

La fe pasiva mira situaciones que parecen imposibles y dice: "Dios, yo no sé
cómo esto va a ser resuelto. No sé cómo estas dificultades y problemas que
estoy enfrentando van a ser solucionados, pero he puesto mi confianza en Ti".

Abram tenía la confianza de que Dios tenía una perspectiva más amplia de lo
que mejor le convenía, tenía la confianza de que Dios sabía lo que era mejor
para él, mejor que él mismo.

Abram no sólo descansó en el Señor, sino que confió en que Dios iba a tomar
la decisión correcta para él.
DAVID WILKERSON

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