jueves, 2 de agosto de 2012

LA AUDACIA DE UN LEÓN

Jesucristo me ha dejado una herencia y la reclamo como mía. Las Escrituras
dicen: "El justo está confiado como un león" (Proverbios 28:1). Si usted
puede aceptar esta verdad de la justicia perfecta de Cristo, usted tendrá la
audacia de un león. Usted nunca volverá a temer a otras personas o mirar la
vida de alguien mas y sentirse como indigno. Se puede decir: "¡tengo la
perfecta justicia de Jesucristo, que me acredita por la fe. No, no es mía, es
de Él, pero ha me ha sido acreditada por el mismo Jesús, para que pueda
llamarla mía!"

Es hora de detener su lucha. Si el diablo viene y le dice: "Tú no eres bueno,
no tienes ninguna justificación", Usted puede responder: "¡Yo sé que no soy
bueno. No tengo ninguna justicia en mí mismo, pero tengo la justicia de
Jesucristo. Le he fallado a Dios, pero tengo un Abogado con el Padre: a
Jesucristo el justo!"

Cuando Usted este de pie delante del Señor, no tendrá que temblar, pensando:
"¿Qué voy a ofrecerle? ¿Qué he hecho bien o mal?" No, usted estará
pensando, "No tengo nada que ofrecer en mi mismo porque tengo su justicia, por
la fe."

¿Significa esto que los cristianos no están obligados a hacer buenas obras?
No, en absoluto. La justificación por la fe y la justicia imputada de Cristo
pone el alma libre para caminar en la santidad y hacer buenas obras. Las buenas
obras realizadas en el temor servil no traen gloria a Dios; ellas deben salir de
un corazón amoroso. Caminar en verdadera santidad sólo es posible a aquellos
que han echado mano de su herencia - la justicia perfecta de Cristo - porque ya
no están encarcelados por el temor y la condenación.

Su justicia perfecta es mía por la fe y ahora soy libre y desatado para que le
sirva como un esclavo del amor. Ahora, por el poder del Espíritu Santo,
prometido en el Nuevo Testamento, Él quita de mi toda iniquidad y me empodera
para vivir la justicia que Él me ha acreditado.

DAVID WILKERSON

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