lunes, 12 de marzo de 2012

UNIDAD


Yo creo que cuando Jesús lavó los pies de los discípulos, Él estaba
enseñando una profunda lección acerca de cómo lograr unidad en el cuerpo de
Cristo.

Al acercarse Jesús a Pedro para lavarle sus pies, el discípulo se alejó y le
preguntó con asombro, “Señor, ¿tú me lavarás los pies?...No me lavarás
los pies jamás.” (ver Juan 13:6,8). Jesús le respondió, “Si no te lavo,
no tendrás parte conmigo.” (versículo 8)  En esencia,  Jesús estaba
diciendo, “Pedro, si yo lavo tus pies, nosotros tenemos terreno para una
preciada camaradería, una base para verdadera unidad.”

Después de que Jesús lavó los pies de los discípulos, Él les preguntó,
“Entienden lo que yo he hecho” Si ellos hubieran comprendido la
significancia espiritual de lo que justo Él había realizado -quitado toda
mancha y culpa por su pecado - esto hubiera producido una profunda gratitud en
ellos.

¿Qué hizo Jesús en usted cuando Él lo limpió? Él quitó toda su culpa y
lo hizo a usted limpio y completo. Él puso gozo en su alma y lo llenó con tal
amor por Él que usted lo seguiría a cualquier lado y haría lo que fuera por
Él.

Amado, este es el secreto de la unidad. Cuando usted toma su manto de
misericordia para dárselo a un hermano que se encuentra en dolor, que ha
caído, usted lo exhorta al abrazarlo en su pena. Al lavar los pies de esa
persona, usted construye un cimiento firme para un compañerismo glorioso y de
verdadera unidad. Ustedes son hechos uno por su experiencia en común.

Este mensaje es para mí más que para nadie más. Recientemente yo he llegado
a este convincente conocimiento acerca del verdadero significado del lavado de
pies. Y por la gracia de Dios, yo tomaré mi manto de misericordia, junto con
otros, y buscaré a aquéllos que están en dolor y cuyos pies necesitan ser
limpiados.

Jesús dijo, “ Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies,
vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros...Si sabéis
estas cosas, bienaventurados sois si las hacéis.” (Juan 13:14, 17).

Ahora que nosotros, “sabéis estas cosas”,  como Jesús dijo, nosotros
podemos hacerlas. Yo le pregunto: ¿Está usted dispuesto y listo a tomar su
manto por amor?”

DAVID WILKERSON

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