miércoles, 28 de marzo de 2012

PERSEVERANCIA EN LA ORACION


“Permaneciendo en oración” es un término acuñado por los primeros
pentecostales. Para algunos significó simplemente el quedarse postrado en tus
rodillas hasta estar seguro de haber recibido una respuesta de parte de Dios.
Para otros, esta oración significó regresar continuamente ante el Señor
hasta obtener una respuesta. (Esta también se le conoce como “perseverancia
en la oración”).

Como niño pequeño que asistía a aquéllas reuniones de retiros, escuchaba a
la gente testificar, “¡Me voy a agarrar al altar y no lo voy a soltar hasta
que Dios me conteste!” Sin embargo, no creo que este sea el verdadero
significado de “perseverancia en la oración.”

Usted puede encerrarse con el Señor, deleitarse en su presencia. Usted puede
pasar horas de calidad, días con él, gloriándose en  su dulce comunión.
Usted tiene todas sus necesidades suplidas y su corazón puede estar totalmente
satisfecho. Su presencia puede sanarlo, levantarlo, invertirlo con poder y
fortalecerlo.

Pero, ¿qué sucede cuando usted deja el lugar santo de comunión íntima?
Usted puede levantarse solamente para regresar a su difícil situación que no
ha cambiado. Usted puede ver al diablo esperándolo, listo para aventarle los
mismos problemas y vacíos. Yo le pregunto: ¿Qué hay de bueno en obtener la
gloria en la montaña si ésta no lo ayudará a pasar su batalla?

Yo creo que la “perseverancia en la oración” significa: la fortaleza, el
poder, la exhortación que usted recibe del Señor mientras usted se encierra
con él,  y las cuales le ayudarán  a pasar sus pruebas venideras. La victoria
que usted obtiene en el lugar secreto tiene que darle victoria en su campo de
batalla.

¿Que obtiene usted exactamente del tiempo de oración si no le va a ayudar a
vencer su batalla? “Perseverancia en la oración” significa esperar el
cumplimiento de su oración. Muchos cristianos solamente ven oraciones
contestadas a medias porque no permiten que aquello que han recibido del Señor
en oración les permita pasar la prueba.

Amado, la oración no se termina -no es “oración concluida” - hasta que
ésta lo lleve al otro lado de su prueba. Nosotros no hemos “perseverado en
la oración” hasta que no hayamos “experimentado el pasar” nuestras
pruebas por la fortaleza recibida en la presencia del Señor.



DAVID WILKERSON

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