miércoles, 19 de junio de 2013
UN REMANENTE
En cada generación existe un remanente que corre hacia Jesús con pasión y
gratitud. Yo creo que el leproso samaritano corrió de regreso a Jesús porque
no estaba atado a formas o ritos (ver Lucas 17:11-19). Él no tenía que
“desaprender” nada. Como vemos, los otros nueve habían sido criados de
manera ortodoxa, sus mentes habían sido enseñadas desde su niñez en los
rituales y las ceremonias, y seguían aun atados por su tradición. Pero cuando
el samaritano vio todo el sistema religioso, exclamó: “¡De ninguna
manera!”.
Él fue testigo de la falsedad de los líderes religiosos y de los domingueros.
Él vio a los fariseos robando a las viudas y llevándose sus casas. Vio
sacerdotes sobornando y siendo sobornados. Él vio los templos llenos de
cambistas, que cambiaban la casa de Dios en una cueva de ladrones. Vio escribas
dando leyes para otros, que ellos mismos ni intentaban cumplir.
Él vio todos los exteriores blanqueados, las falsas caretas, la doble vida y
se dijo a sí mismo: “Esto es un ciego guiando a otro ciego y no es para mí.
Yo quiero aquello que es real”.
Mientras él iba al pueblo con los otros nueve, de vuelta al sacerdote, a la
iglesia, a la sociedad y a la buena vida, se detuvo y pensó: “¡Un momento!
Yo recuerdo cómo era cuando lo tenía todo, dinero, prestigio y seguridad.
¡Yo era un miserable! Todos los que se llamaban “mis amigos” me rechazaron
al primer síntoma de una posible lepra. Estaba vacío, atado a hábitos
pecaminosos, lleno de odio y de amargura. Vivía un infierno, ¿por qué
volvería a eso?”.
De pronto, algo en su corazón comenzó a arder: “Mírenme, estoy limpio.
Jesús me sanó. La iglesia puede esperar; mi familia, mi carrera pueden
esperar. ¡Me voy con Jesús! ¡Quiero llegar a conocer a Aquél que me
sanó!” Él llegó a la misma conclusión que llega todo pueblo remanente:
“No hay nada allá afuera que yo quiera. ¡Todo es vanidad! ¡Iré a Jesús y
Él será mi realidad!
DAVID WILKERSON
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