lunes, 17 de junio de 2013
MÁS DE CRISTO
“Ve…al sacerdote…para testimonio a ellos” (Lucas 5:14). Durante los
años venideros, los diez leprosos que fueron sanados pudieron haber tenido un
testimonio poderoso, al pasar su vida hablando de cómo con una sola Palabra
Jesús los sanó: “¡Yo era un leproso! Estaba solo y sin esperanza, sucio,
perdido, muriendo. Entonces vino Jesús y me limpió. Llevo veinticinco años
de estar sano ¡y alabo Su nombre!”.
Todo esto suena maravilloso. Pero el problema era que ellos estarían hablando
sobre un Hombre que no conocían, dando testimonio del poder de un Salvador del
cual no sabían nada. Sólo lo vieron a lo lejos. Ellos podrían decirte cómo
se veía Jesús, cómo hablaba, cómo caminaba, pero nunca se acercaron a Él
ni a Su corazón.
Una de las mayores tristezas que he tenido en todos mis años de ministerio ha
sido el ser testigo del agotamiento de es adictos y ex alcohólicos que fueron
liberados milagrosamente de un vida de terrible pecado y crimen. Muchos de
ellos fueron llamados por Dios para predicar, pero las iglesias y los pastores
insistían en pedirles que vayan a dar sus testimonios espectaculares. Ellos
eran presionados y alentados a dar los detalles más escabrosos de su pasado.
Ahora, años después, muchos de estos ex adictos me cuentan la misma historia:
“Hace quince años yo era un proxeneta. Vivía con prostitutas y fui a la
cárcel veinte veces. Un día alguien me habló acerca de Jesús y ¡fui lavado
y sanado!”.
Amados, ¡cientos de tales preciosos convertidos están ahora consumidos, se
han apartado y han naufragado! No tienen el carácter de Cristo, ni relación
con Dios, porque están viviendo en una experiencia única del pasado. Nunca
regresaron a Jesús, nunca llegaron a conocerle o a acercarse a Su corazón.
Muchos preguntan por qué la iglesia Times Square no trae a los convertidos de
las campañas evangelísticas para que testifiquen cada semana. Es cierto,
estos hombres y mujeres tienen algunos de los testimonios más increíbles que
pudiéramos haber oído. Pero queremos más para ellos que terminar con un
testimonio viejo y gastado. Queremos que prosigan en Jesús, que sean capaces
de ponerse de pie y hablar de un caminar fresco y diario con Él, ¡hablar de
lo que Él está haciendo por ellos ahora!
¡Queremos que ellos tengan más de Cristo!
DAVID WILKERSON
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