jueves, 9 de mayo de 2013

SANA MI INCREDULIDAD


"Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda
del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No
piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor." (Santiago
1:6-7).

El mundo está lleno de cristianos que no guardan la Palabra de Dios. Piensan
que es algo inocente sentarse a la mesa en la casa de Dios y murmurar y
quejarse, como si Dios no oyera. ¡Dios sí oye nuestras murmuraciones!
Acusaciones que dicen que Él no se preocupa, insinuaciones que Él te ha
abandonado.

Dios me ha advertido de no dar lugar a las dudas y temores persistentes, sea
que vengan de mi esposa, de mis amigos, de mis seres queridos o de mis colegas.
Dios dice que tome esas dudas a la cruz y diga: “Jesús, sana mi incredulidad,
llévatela”.

Israel pasó cuarenta años en el horno, murmurando, quejándose, llenos de
amargura y celos. ¡Qué existencia tan miserable llevaban ellos, mientras
decían ser hijos de Dios, creyéndose santos!; pero éste era el testimonio de
ellos, no de Dios.

Debemos llegar al lugar en el que confiemos en Él. Si lo aprendemos ahora, la
siguiente vez que venga una crisis, ¡cantarás y gritarás alabando a tu
Libertador! ¡Oh! la victoria estará ahí, pero hay algo más importante:
habrás dado un golpe mortal a toda duda, temor e incredulidad.

¿Dónde comienzas? Mirando directamente al espejo de la Palabra de Dios.
Considera tus palabras y acciones de los últimos treinta días: ¿Has estado
murmurando quejándote?; quizás respondas: “sí, ¡pero no he murmurado
contra Dios!”; ¡Oh, sí que lo has hecho!, no importa dónde o de quién te
quejas, siempre está dirigido a Dios.

En cada lugar que busco en mi Biblia, veo: “Confía en mí y te ayudaré.
Sólo encomienda tus caminos a mí”. ¿Qué se necesita?; simplemente esto:
Estar quietos y ver la salvación del Señor. Tu preguntarás: “¿Pero qué
si nada sucede?” Esa pregunta refleja duda y temor.

Amado, tórnate a Dios hoy y dile: “Señor, he hecho todo lo que sé hacer en
mi situación, de todas formas, sé que no hay nada que pueda hacer para
arreglar el problema. Confiaré en Ti y esperaré Tu victoria”.

Que Dios haga de ti, un testimonio para el mundo, un testigo de Su fidelidad.
Ámalo con todo tu corazón ahora mismo. ¡Entrégale todo tus problemas, toda
tu fe y toda tu confianza!

DAVID WILKERSON

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