jueves, 30 de mayo de 2013

CONTEMPLANDO EL ROSTRO DE CRISTO

Pablo habla de un ministerio que no requiere dones o talentos especiales, sino
que debe ser asumido por todos los que han nacido de nuevo. Este ministerio es
el primer llamamiento de cada creyente y ningún ministerio puede ser agradable
a Dios a menos que nazca de este llamado.

Estoy hablando del ministerio de contemplar el rostro de Cristo. Pablo dice:
“Pero nosotros todos, con rostro descubierto, contemplando como en un espejo
la gloria del Señor” (2 Corintios 3:18 BTX).

¿Qué significa contemplar la gloria del Señor? Pablo está hablando aquí de
adoración centrada y dedicada, el tiempo que se le da a Dios simplemente para
contemplarle. Y el apóstol añade rápidamente: “Por lo cual, teniendo
nosotros este ministerio” (4:01). Pablo deja en claro que contemplar el
rostro de Cristo es un ministerio al que todos debemos dedicarnos.

La palabra griega para contemplando en el versículo anterior es una expresión
muy fuerte. Indica no sólo echar un vistazo, sino “fijar la mirada.”
Significa decidir: “No me moveré de esta posición. Antes de hacer cualquier
cosa, antes de intentar lograr una simple meta, tengo que estar en la presencia
de Dios.”

Muchos cristianos interpretan mal la frase “contemplando como en un
espejo.” Piensan en un espejo, con la cara de Jesús reflejándose a ellos.
Pero eso no es lo que quiere decir Pablo aquí. Él está hablando de una
mirada enfocada intensamente, como escudriñando algo con empeño a través de
un vidrio, tratando de verlo más claramente. Tenemos que “fijar nuestros
ojos” de esta manera, determinados a ver la gloria de Dios en la faz de
Cristo. Tenemos que encerrarnos en el lugar santísimo con una sola obsesión:
mirar tan intensamente y tener comunión con tal devoción, que seamos
transformados.

¿Qué ocurre cuando un creyente contempla el rostro de Cristo? Pablo escribe:
“Somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el
Espíritu del Señor.”(2 Corintios 3:18).

La palabra griega para “transformación” aquí es “metamorfosis”, es
decir transformado, transfigurado. Cada persona que con frecuencia fija su
mirada intensamente en Cristo está siendo transformada. Una transfiguración
está teniendo lugar. Esa persona está siendo continuamente transformada a la
semejanza y el carácter de Jesús.

DAVID WILKERSON 

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