viernes, 31 de mayo de 2013

DIOS TODAVÍA ESCOGE AL DÉBIL

“Sino que lo necio del mundo escogió Dios para avergonzar a los sabios, y lo
débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a los fuertes;” (1 Corintios
1:27).

Dios todavía elige al débil para revelar Su fuerza. ¿Alguna vez te has
afligido por tu debilidad?  ¿Te has sentido insignificante, frágil e inútil
para Dios?  ¿Has mirado a otros que parecen ser tan fuertes y perfectos, y en
comparación a ellos has pensado de ti mismo que eres demasiado pecador y lerdo
para ser usado por Dios? Dios no está buscando gigantes espirituales, sino más
bien está buscando santos comunes y corrientes, con la fe de un niño y que
hayan perdido toda la confianza en la carne.

Dios va a confundir a los fuertes y sabios ungiendo como Sus instrumentos a los
que se consideran débiles y tontos. El Señor pasará por alto a aquellos que
confían en el brazo de la carne, quienes confían en su talento, sus
conocimientos, su experiencia o su reputación familiar. En lugar de eso,
levantará a los abatidos, a los débiles y cansados. El derramará sobre ellos
un espíritu de alabanza y un bautismo de amor. Les mostrara Su grandeza, Su
fidelidad, Sus pactos, y ellos llegarán a ser fuertes en el Señor y en el
poder de Su fuerza.

¿Hay un espíritu en ti que te impulsa a lugares nuevos y más altos en el
Señor? ¿Hay un fuego por Dios encendido en tu interior? ¿Sientes un
acercamiento a una fe y confianza renovada en Dios? ¡Se agradecido! ¡Esa es
la llamada de Jesucristo el Señor!

Sus promesas para nosotros son grandes y preciosas: “¡Cuán grande es tu
bondad que has guardado para los que te temen, Que has preparado para los que
en ti confían, Delante de los hijos del hombre! En lo secreto de tu presencia
los esconderás de intrigas humanas. En un refugio los guardarás de las
contiendas de la lengua.” (Salmos 31:19-20).

“Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han
subido en corazón de hombre, Son las que Dios preparó para los que lo aman,
pero Dios nos las reveló por medio del Espíritu; porque el Espíritu todo lo
escudriña, aun las profundidades de Dios.” (1 Corintios 2:9-10).

DAVID WILKERSON

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