viernes, 31 de mayo de 2013

DIOS TODAVÍA ESCOGE AL DÉBIL

“Sino que lo necio del mundo escogió Dios para avergonzar a los sabios, y lo
débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a los fuertes;” (1 Corintios
1:27).

Dios todavía elige al débil para revelar Su fuerza. ¿Alguna vez te has
afligido por tu debilidad?  ¿Te has sentido insignificante, frágil e inútil
para Dios?  ¿Has mirado a otros que parecen ser tan fuertes y perfectos, y en
comparación a ellos has pensado de ti mismo que eres demasiado pecador y lerdo
para ser usado por Dios? Dios no está buscando gigantes espirituales, sino más
bien está buscando santos comunes y corrientes, con la fe de un niño y que
hayan perdido toda la confianza en la carne.

Dios va a confundir a los fuertes y sabios ungiendo como Sus instrumentos a los
que se consideran débiles y tontos. El Señor pasará por alto a aquellos que
confían en el brazo de la carne, quienes confían en su talento, sus
conocimientos, su experiencia o su reputación familiar. En lugar de eso,
levantará a los abatidos, a los débiles y cansados. El derramará sobre ellos
un espíritu de alabanza y un bautismo de amor. Les mostrara Su grandeza, Su
fidelidad, Sus pactos, y ellos llegarán a ser fuertes en el Señor y en el
poder de Su fuerza.

¿Hay un espíritu en ti que te impulsa a lugares nuevos y más altos en el
Señor? ¿Hay un fuego por Dios encendido en tu interior? ¿Sientes un
acercamiento a una fe y confianza renovada en Dios? ¡Se agradecido! ¡Esa es
la llamada de Jesucristo el Señor!

Sus promesas para nosotros son grandes y preciosas: “¡Cuán grande es tu
bondad que has guardado para los que te temen, Que has preparado para los que
en ti confían, Delante de los hijos del hombre! En lo secreto de tu presencia
los esconderás de intrigas humanas. En un refugio los guardarás de las
contiendas de la lengua.” (Salmos 31:19-20).

“Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han
subido en corazón de hombre, Son las que Dios preparó para los que lo aman,
pero Dios nos las reveló por medio del Espíritu; porque el Espíritu todo lo
escudriña, aun las profundidades de Dios.” (1 Corintios 2:9-10).

DAVID WILKERSON

jueves, 30 de mayo de 2013

CONTEMPLANDO EL ROSTRO DE CRISTO

Pablo habla de un ministerio que no requiere dones o talentos especiales, sino
que debe ser asumido por todos los que han nacido de nuevo. Este ministerio es
el primer llamamiento de cada creyente y ningún ministerio puede ser agradable
a Dios a menos que nazca de este llamado.

Estoy hablando del ministerio de contemplar el rostro de Cristo. Pablo dice:
“Pero nosotros todos, con rostro descubierto, contemplando como en un espejo
la gloria del Señor” (2 Corintios 3:18 BTX).

¿Qué significa contemplar la gloria del Señor? Pablo está hablando aquí de
adoración centrada y dedicada, el tiempo que se le da a Dios simplemente para
contemplarle. Y el apóstol añade rápidamente: “Por lo cual, teniendo
nosotros este ministerio” (4:01). Pablo deja en claro que contemplar el
rostro de Cristo es un ministerio al que todos debemos dedicarnos.

La palabra griega para contemplando en el versículo anterior es una expresión
muy fuerte. Indica no sólo echar un vistazo, sino “fijar la mirada.”
Significa decidir: “No me moveré de esta posición. Antes de hacer cualquier
cosa, antes de intentar lograr una simple meta, tengo que estar en la presencia
de Dios.”

Muchos cristianos interpretan mal la frase “contemplando como en un
espejo.” Piensan en un espejo, con la cara de Jesús reflejándose a ellos.
Pero eso no es lo que quiere decir Pablo aquí. Él está hablando de una
mirada enfocada intensamente, como escudriñando algo con empeño a través de
un vidrio, tratando de verlo más claramente. Tenemos que “fijar nuestros
ojos” de esta manera, determinados a ver la gloria de Dios en la faz de
Cristo. Tenemos que encerrarnos en el lugar santísimo con una sola obsesión:
mirar tan intensamente y tener comunión con tal devoción, que seamos
transformados.

¿Qué ocurre cuando un creyente contempla el rostro de Cristo? Pablo escribe:
“Somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el
Espíritu del Señor.”(2 Corintios 3:18).

La palabra griega para “transformación” aquí es “metamorfosis”, es
decir transformado, transfigurado. Cada persona que con frecuencia fija su
mirada intensamente en Cristo está siendo transformada. Una transfiguración
está teniendo lugar. Esa persona está siendo continuamente transformada a la
semejanza y el carácter de Jesús.

DAVID WILKERSON 

miércoles, 29 de mayo de 2013

¿QUIÉN ESTÁ POR JEHOVÁ?

“Se puso Moisés a la puerta del campamento, y dijo: ¿Quién está por
Jehová? Júntese conmigo. Y se juntaron con él todos los hijos de
Leví.”(Éxodo 32:26).

¿Cómo iba Dios a reprimir la corrupción en Israel? ¿A quién escogería
para ser Sus instrumentos en una época de maldad? ¿Haría bajar ángeles para
ejecutar justo juicio? Aarón y sus hijos ya se habían corrompido, entonces,
¿A quién levantaría Dios para brillar como Sus soldados de santidad?

De todas las personas, Él escogió a los hijos de Levi: los hijos de un
asesino que, junto con su hermano Simeón, habían causado que la familia de
Jacob fuese avergonzada delante de los paganos. Simeón y Leví tomaron sus
espadas y asesinaron a los de Siquem por violar a su hermana Dina. También
mataron a Hamor su padre y luego tomaron sus ovejas, vacas y asnos, sus
riquezas, sus mujeres y niños.

Oh, la gracia incomparable de Dios, para elegir el más indigno, el más débil
de todos ellos para ser sus instrumentos. “Y se juntaron con él todos los
hijos de Leví…y los hijos de Leví…hicieron conforme al dicho de
Moisés” (Éxodo 32: 26, 28).

Tal vez había algo profundo dentro de ellos que decía: “¡No vamos a
fallarle a Dios como nuestro padre lo hizo! ¡No vamos a traer reproche al
nombre de nuestro Dios, vamos dar el paso y a tomar nuestra posición con el
Señor!”

Moisés les había prometido: “Dios te recompensará si te consagras y tomas
una posición entre tu familia, amigos y hermanos” (véase Éxodo 32:29). Y
Dios los premió con una orden sacerdotal llamada Los Levitas, a quienes se les
dio el servicio de la casa de Dios.

Estar del lado del Señor es tomar Su espada y usarla para combatir las fuerzas
de la incredulidad, dejando de lado todas las dudas y temores. Significa ser
fiel a Dios y Su Palabra, no importa lo que haga la gente, no importa cuán
incrédulos lleguen a ser nuestros amigos, no importa cuán mundanos nuestros
seres queridos sean. Tenemos que dar un paso y declarar: “¡Yo estoy del lado
del Señor! Me declaro en contra de todos los ataques a la majestad y la
fidelidad de nuestro Dios!”


DAVID WILKERSON

martes, 28 de mayo de 2013

LOCA FE

¿Sientes que Dios está a punto de desatar algo tremendo en tu vida? Tal vez
Él ha hablado a tu corazón: “He preparado algo especial para ti. Pronto
entrarás en un caminar conmigo que nunca has conocido antes.” Tal vez tu
vida ya ha sido grandemente bendecida por Dios. Ahora el Espíritu Santo está
diciendo que Su promesa de tiempos antiguos está a punto de llegar a su pleno
cumplimiento, y te dejará pasmado. Si esto describe tu vida en este momento,
puedo decirte con la autoridad de la Escritura: Prepárate para examinar tu
corazón.

La siguiente parte es lo que yo llamo experimentar "una loca fe." Loca fe es
creer que no importa cuán buenas las cosas sean, lo mejor está por venir. Es
una fe que dice: “Por mucho que soñamos y hacemos grandes cosas para el
reino de Dios, Su visión es siempre mayor.” Lo que el Señor ha hecho en la
breve existencia de la iglesia que pastoreo ha superado mis expectativas. No
pasa una semana sin que alguien entregue su vida a Jesús. Siempre que
distribuimos alimentos a los pobres, muchos de los receptores preguntan,
“¿Por qué están haciendo esto?" Respondemos: “Es Jesús”, y ellos
entregan su vida a Él.

Todo está sucediendo milagrosamente. En tres años, nuestra iglesia ha crecido
de tres parejas, a cerca de 1.500 personas los domingos. Los nuevos creyentes
están madurando rápidamente y convirtiéndose en discípulos fieles,
creciendo en el conocimiento de Dios.

Dios no sólo supera nuestras expectativas, nos está mostrando cuáles son sus
expectativas, y nos deja pasmados. Todavía hay un cuarto de millón de personas
en nuestra área solamente que no conocen a Cristo, y el año pasado el Señor
nos movió a plantar dos nuevas iglesias.

Aquí está la parte más loca de todas: Creo que las cosas más grandes están
aún por venir. Estoy convencido de que Dios se revelará aún con más fuerza,
no sólo en salvaciones sino también en alcance, en ayudar a los pobres, en
impactar a la ciudad.

Suena increíble, ¿verdad? Por supuesto que sí. Pero ahora viene la parte
difícil. Es precisamente en este punto que Dios pide a su pueblo a que
examinen sus corazones.

Somos conscientes de que nuestra justicia es como trapos de inmundicia, de que
necesitamos de Su gracia. Pero el hecho es que, justo cuando estamos listos y
al borde de la mas grande obra de Dios en nuestras vidas, Él nos invita a
reflexionar sobre las siguientes preguntas: “¿Hay algo en mi corazón que no
le agrada al Señor? ¿He dejado de hacer algo que él me ha pedido?” ¡No
quiero tener nada en mi vida que impida lo que Dios quiere hacer!


GARY WILKERSON

lunes, 27 de mayo de 2013

CRISTIANOS DESNUDOS

“Y viendo Moisés que el pueblo estaba desenfrenado, porque Aarón lo había
permitido, para vergüenza entre sus enemigos” (Éxodo 32:25) La palabra
hebrea usada aquí para desenfrenado es “para”, que significa
“desnudarse, relajarse, exponerse, echar fuera toda restricción.” También
significa “un nuevo comienzo.” Los israelitas estaban diciendo: “Las cosas
no están sucediendo como deberían. Estamos cansados ​​de esta batalla,
cansados de esperar en Dios, y ahora vamos a disfrutar. ¡Fuera con lo viejo!
¡Queremos una nueva libertad, un nuevo comienzo y lo queremos ahora!”

Desnudez en la Biblia también tiene que ver con no tener escudo para la
batalla. Todo hombre que no tenía su escudo se consideraba desnudo. Estos
israelitas estaban literalmente desnudos: desvestidos y bailando ante el
becerro de oro, incluso habían depuesto también su armadura.

¿Puedes imaginar a sus enemigos, los amalecitas, mirando esta escena salvaje
desde las montañas aledañas? Los amalecitas una vez temblaron apenas
divisaron a Israel. Dios había puesto un terror en los corazones de ellos
hacia Su pueblo, pero ahora veían a Israel quitarse su armadura y despojarse
de sus prendas. Los amalecitas estaban burlándose y riéndose de ellos:
“¡Mira, ellos son como nosotros! Su Dios no tiene poder, ellos no confían
en Él. ¿Ves? Están desechando todas sus costumbres estrictas. Quieren
lujuria, fiesta y juego al igual que el resto de nosotros. ¡Vaya santidad!
¡Qué hipocresía!”

En ese solo acto de desenfreno, Israel menospreció a su Dios ante los ojos de
los impíos. Hicieron que el Señor pareciera como despiadado, cruel,
insensible, impotente. Ellos mancharon Su honor, Su majestad, Su omnipotencia.
Dejaron de ser un ejemplo para el mundo.

Y eso es exactamente lo que hacemos cuando nos despojamos de nuestras
vestimentas de fe y dejamos de lado nuestra confianza en Dios. ¡Sin confiar en
Dios como un niño, el cristiano queda desnudo ante el mundo, expuesto a todas
las dudas, temores e incredulidad!


DAVID WILKERSON

sábado, 25 de mayo de 2013

UN CÁNTICO EN MEDIO DE TIEMPOS DIFÍCILES

"Y los que nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos, y los que
nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo: Cantadnos algunos de los
cánticos de Sion. ¿Cómo cantaremos cántico de Jehová en tierra de
extraños?" (Salmos 137:3-4).
El pueblo de Dios se encontraba en el lugar más difícil que haya estado
jamás. Y mientras eran llevados, sus captores les pidieron un cántico. Sin
embargo, ya no quedaba vida en ellos, sólo depresión, desesperación y
desesperanza.

Hoy, multitudes de cristianos están en la misma posición. Quizás has sido
atrapado por tus circunstancias o el diablo te está atacando con una antigua
tentación. Estás a punto de rendirte y piensas: “No lo lograré, a pesar de
todo mi clamor y oración, ¡esa vieja atadura me perseguirá para siempre!”.

Cuando Israel cayó en la esclavitud de Babilonia, sus captores les gritaban:
“¡Canten para nosotros! ¡Toquen para nosotros!; hemos oído todo acerca de
ustedes y de lo que su Dios ha hecho por ustedes. Ahora, ¡tomen sus panderetas
y saquen sus arpas. Toquen una canción para nosotros, ¡Muéstrennos el gozo en
su Dios! ”

No creo que esta petición haya sido hecha sólo como burla. Creo que también
se trataba de una rogativa lastimera. Los dioses de los babilonios los habían
dejado vacíos y secos. No tenían esperanza. Pero habían oído a Israel
cantando a su Dios, un Dios que los había llevado a través de circunstancias
imposibles. Ellos decían: “Este pueblo tiene un Dios que puede abrir un mar
para ellos, Su fuego viene desde el cielo y Él se enfrenta a sus enemigos.
¡Tiene que haber  algo especial en el Dios de ellos!”

Como todo el mundo, ellos querían ver un pueblo que después de resistir los
mismos problemas que ellos habían resistido y después de enfrentar las mismas
batallas que ellos habían enfrentado, ¡pueda cantar y gritar y mantener su fe
en la hora más oscura! Los babilonios exigían un cántico porque hay algo en
el corazón de toda persona que clama: “¿Dónde hay, en la faz de la tierra,
algo que pueda hacerte cantar, incluso cuando lo has perdido todo?” ¡Ellos
necesitaban un testimonio! Es importante que los hijos de Dios, donde sea que
se encuentren, en cualquier momento, cante los cánticos de Sion: “Dios, Yo
Te creo, sin importar lo que esté sucediendo!”

El mundo nos está gritando: “¡Ustedes pueden mostrarnos un milagro! Lo que
nos impresiona no es que el Mar Rojo se haya abierto; ni que los ciegos vean o
los cojos caminen; sino que pueden ver la hora más oscura de su vida, una
situación sin esperanza alguna para toda lógica humana, y aun así sonreír
con gozo y cantar alabanzas a Dios. Ése es el milagro que queremos ver”.

viernes, 24 de mayo de 2013

TRATANDO CON LA DUDA

Si tú no tratas con tus dudas, serás entregado a un espíritu de murmuración
y queja. Vivirás y morirás de esa manera. Tus dudas no pueden simplemente ser
suprimidas, deben ser arrancadas de raíz.

Mira a Israel, tan sólo tres días después de su liberación de Egipto.
Habían estado cantando, tocando sus panderetas y testificando del poder y la
fuerza de un Dios poderoso, gloriándose de que Él los guiaba y protegía.
Entonces llegaron a Mara, que significa: “aguas amargas”. Éste habría de
ser el lugar de prueba para ellos.

Simplemente, Dios permite crisis sobre crisis, hasta que finalmente aprendamos
la lección. Si no resistimos a aprenderla, llega el momento en el que Él nos
entrega a nuestra amargura y murmuración. "…y anduvieron tres días por el
desierto sin hallar agua...entonces el pueblo murmuró contra Moisés, y dijo:
¿Qué hemos de beber?" (Éxodo 15:22, 24).

El domingo, los israelitas lo estaban pasando muy bien, cantando, danzando y
alabando. Luego llegó el miércoles y tuvieron problemas; otra crisis y…
¡se estaban desmoronando!

¿Cómo puede un pueblo perder su confianza tan rápidamente? La respuesta es
que nunca la tuvo, es decir, nunca tuvieron ese fundamento puesto debajo de
ellos. Así que, otra vez, fallaron la prueba. No aprendieron absolutamente de
sus crisis pasadas y otra vez perdieron una oportunidad de resplandecer en la
grandeza de Su Dios.

Desde aquel día en adelante, Israel se quedó muy lejos de aprender algo de
Dios. Incluso comenzaron a tomar Su bondad por sentada. No tenían comida, así
que Él les envió maná del cielo. Envió codornices del cielo, apiladas un
metro afuera del campamento. ¡Pero no se oyó ni una sola palabra de
agradecimiento! En lugar de ello, el pueblo se tornó a la codicia, acaparando
lo que Dios les proveía. ¡Israel se volvió dura de cerviz!

¡Oh, qué vergüenza es pasar crisis tras crisis y no aprender nada en el
proceso! Trae consigo la maldición que serás entregado a un espíritu de
murmuración.

DAVID WILKERSON

jueves, 23 de mayo de 2013

COSAS MAS GRANDES ESTÁN POR VENIR


Dios quiere hacer grandes cosas a través de nosotros. Quiere expresar Su amor
al mundo a través de nosotros. Así que si estamos aferrándonos a una cosa
que se interponga en el camino de lo que Él quiere lograr -alguna
obstinación, alguna negativa de confiar en Él para todo- Él nos lo
señala.

A veces Dios quiere que agreguemos algo a nuestras vidas antes de que Él
traiga lo mejor. Esto puede implicar algo que no hemos hecho, por lo que Él
quiere que nos preguntemos: “¿He tardado en responder a algo que Dios me ha
pedido que haga?”

Encontramos un ejemplo de esto en Hechos, cuando los discípulos agregaron un
nuevo miembro para reemplazar a Judas. Mientras estaban en el aposento alto,
echaron suertes y escogieron a Matías. Parecía una cosa tan pequeña. Estos
mismos hombres habían visto a Jesús obrar milagros, abrir los ojos de los
ciegos, echar fuera demonios, incluso levantar a un hombre de entre los
muertos. Habían visto el avance del reino de Dios en la tierra como nunca
antes en la historia. Y cuando Cristo ascendió al cielo, les dio esta
increíble palabra: “Ustedes van a hacer aún mayores obras, una vez que les
envíe mi Espíritu. Él les dará el poder. Las cosas más grandes están por
venir”(vea Hechos 1:1-8).

De hecho, estos mismos discípulos irían más allá de Israel y el Medio
Oriente, Europa, India y África, predicando las buenas nuevas de Cristo a las
naciones, todo en su generación. ¿Cuál era la importancia de agregar otro
discípulo? Ellos lo hicieron por una simple razón: Pedro sintió que era algo
que Dios quería que hicieran.

“En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos…y dijo:
‘Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura que el
Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas. . . y era
contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio’”(Hechos 1:15-17).
Pedro se refirió al Salmo 109:8: “Tome otro su oficio”.

Aquí hay una gran lección para la iglesia de Cristo de hoy en día. Esto es,
nunca ignores un conflicto inquietante del corazón, no importa cuán pequeño
sea. Dios pone su dedo sobre estos asuntos por una razón: para revelar la
respuesta de nuestro corazón a Él. ¡Las cosas más grandes están por venir!


GARY WILKERSON

miércoles, 22 de mayo de 2013

ESPERANDO EN ÉL

El mandato del profeta Samuel al Rey Saúl fue: “…bajarás delante de mí a
Gilgal… hasta que yo venga a ti y te enseñe lo que has de hacer” (ver 1
Samuel 10:8). ¡La única responsabilidad de Saúl era esperar! Dios quería
oír a Saúl decir: “Dios guarda Su palabra, nunca ha caído a tierra ni una
sola palabra de la boca de Samuel. Dios dijo que debo esperar instrucciones y
esperaré”.

Pero el orgullo opina: “No creo que Dios lo haya dicho en serio. Quizás oí
mal”. En lugar de afirmarnos en la Palabra de Dios, comenzamos tratando de
descifrar las cosas a nuestra manera. Sobre nuestras camas, de madrugada,
decimos: “Señor, así es como veo que esto pueda hacerse”. Es pecado hacer
algo lógico y razonable cuando esto no es una palabra clara de dirección de
Dios. Si quieres demostrarle algo a Dios, demuestra que esperarás
pacientemente a que Él actúe.

“Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el
pueblo se me desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y que
los filisteos estaban reunidos en Micmas, me dije: Ahora descenderán los
filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me
esforcé, pues, y ofrecí holocausto. Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente
has hecho…ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón
conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe
sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó” (1
Samuel 13:11-14).

Saúl esperó siete días, pero esa espera era inmunda. Él estaba impaciente,
molesto, temeroso y caprichoso. Debemos esperar con fe, creyendo que Dios se
ocupa de nosotros y nos ama, que Él estará ahí en Su tiempo. Este tema de
esperar es tan importante que debemos ver unas Escrituras para demostrarlo.

“Y se dirá en aquel día: He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos
esperado, y nos salvará; éste es Jehová a quien hemos esperado, nos
gozaremos y nos alegraremos en su salvación” (Isaías 25:9).

“Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron, ni ojo ha visto a Dios fuera de ti,
que hiciese por el que en él espera” (Isaías 64:4).



DAVID WILKERSON
 

lunes, 20 de mayo de 2013

MUÉSTRANOS TU GLORIA

Pedro y Juan estaban caminando hacia el templo cuando se encontraron con un
mendigo cojo. Al oír sus ruegos pidiendo limosna, Pedro respondió: “No
tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de
Nazaret, levántate y anda.” (Hechos 3:6).

¡El mendigo fue sanado instantáneamente! Fue un milagro que tuvo un efecto
impactante: “Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido
sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama
de Salomón” (3:11). Acá también vemos otra asombrosa escena de la
manifestación de la gloria de Dios.

El cojo que había sido sanado “se asió” de Pedro y de Juan. Ésta es la
figura de alguien sujetándose por su propia vida, agarrado sin ninguna
vergüenza. Es como si este hombre dijera: “¡La presencia de Dios es real!
He estado sentado en este lugar durante años, rogando que me ayuden, pero
nunca he experimentado algo como esto. ¡Él ha movido mi alma más que
cualquier cosa que haya conocido!

Dios ama un corazón que se prenda de Él, le busque y clame: “Señor, tu
gloria es demasiado grande para dejarla pasar. Me agarro de la esperanza que me
has dado; una esperanza de sanidad, de transformación, de Tu presencia en mi
vida y en mi mundo.”

“Todo el pueblo” vino a ver lo que había sucedido (3:11). Cuando Dios
revela Su Gloria en poder, la respuesta no pasará desapercibida. La grandeza
de Su poder requiere la atención de todos alrededor.

Supongamos que la sanidad milagrosa de este mendigo haya acontecido en la
iglesia donde pastoreo. No podríamos comprar suficientes sillas para recibir a
las multitudes que vendrían. No me estoy refiriendo sólo a curiosos que aman
el espectáculo. Todos anhelamos que Dios toque nuestras vidas. Tanto los
creyentes como los inconversos tienen dolor en este momento, divagan como
ovejas sin pastor, con hambre de algo real. Así que, cuando la gloria de Dios
se manifiesta, trayendo novedad de vida, ésta atrae la atención de todos, no
sólo de unos cuantos.

“Todo el pueblo [estaba] atónito” (3:11). Cuando el pueblo vio que el
mendigo fue sanado, se maravilló: “Nada de lo que conocemos se compara a
eso. ¡De cierto Dios está en este lugar!”

Déjame preguntar: ¿Quieres que tu vida esté más sumergida en Dios?
¿Quieres que Su gloria venga a tu casa, tu matrimonio, la vida de tus hijos y
transforme las  cosas de modo que todos queden atónitos? Adivina, ¡esto es lo
que Dios quiere! Él quiere que tú quedes atónito por Su gloria y seas
transformado por ella. Y Él quiere que el mundo que te rodea se sorprenda
mientras Su poder glorioso trae nueva vida a aquellas situaciones en las que
siempre hubo derrota.

GARY WILKERSON

viernes, 17 de mayo de 2013

EL HIMNO DE VICTORIA

¡Los hijos de Israel estaban en una situación imposible!

El Mar Rojo estaba delante de ellos, las montañas a su izquierda y su derecha,
y Faraón con sus carros de hierro se acercaban por detrás. El pueblo de Dios
parecía desamparadamente atrapado, como presa fácil esperando ser cazada. Sin
embargo, lo creas o no, Dios deliberadamente los había conducido a este lugar
precario.

Había pánico en el campamento de Israel. Los hombres temblaban de miedo, y
las mujeres y los niños lloraban mientras se agrupaban alrededor de los
abuelos y otros parientes. De repente, Moisés fue rodeado por airados jefes de
familia que gritaban: “¡Sin duda este es el fin! ¿No había suficientes
sepulcros en Egipto para enterrarnos allí? ¿Tenias que sacarnos hasta aquí
para morir? Te dijimos en Egipto que nos dejes tranquilos. ¡Era mejor ser
esclavos allí que morir en este miserable desierto! “ (Ver Éxodo 14:10-12)

Me pregunto si incluso Moisés tuvo un momento de turbación acerca de sus
circunstancias. Sin embargo, cuando este hombre de Dios clamó, el Señor
parece haberle reprendido: “¿Por qué clamas a mí?” (Éxodo 14:15).

¡Nadie en Israel podía imaginarse la gran liberación que Dios iba a traer!
De repente los vientos separaron el mar, y las personas caminaron en medio de
las olas divididas en tierra seca. Cuando faraón y su poderoso ejército
trataron de seguirlos, las aguas comenzaron a embravecer otra vez, rodeándolos
y ahogando a todos!

Qué espectáculo debe haber sido cuando el pueblo de Dios se dio vuelta a
mirar desde el otro lado y vio a su poderoso enemigo destruido como soldaditos
de plomo. Entonces, una canción se elevó en el campamento cuando se dieron
cuenta, una vez más, que Dios los había librado de circunstancias imposibles.
La Escritura registra su reacción y la canción que cantaron:

"Entonces cantó Moisés y los hijos de Israel este cántico a Jehová, y
dijeron: Cantaré yo a Jehová, porque se ha magnificado grandemente; Ha echado
en el mar al caballo y al jinete. Jehová es mi fortaleza y mi cántico, Y ha
sido mi salvación. Este es mi Dios, y lo alabaré; Dios de mi padre, y lo
enalteceré." (Éxodo 15:1-2).
DAVID WIKERSON

jueves, 16 de mayo de 2013

DETENTE Y ESCUCHA

Me pregunto si el Señor se llega a cansar de que sus hijos vengan a Su
presencia pero ni una sola vez se detengan para escuchar.  Nada es más vacío
y vano que una comunicación unidireccional. Intenta escuchar a alguien unas
cuantas horas sin poder tú decir una sola palabra. Te quedas con un
sentimiento de soledad. La persona que “descargó todo su interior” se
aleja sintiéndose mejor, pero el pobre oidor queda vacío.

¿Cuántas veces hemos dejado al Señor en el lugar secreto, solo y vacío?
Corremos a Su presencia, exclamando: “¡Te alabo, Jesús!¡Te amo, Jesús!
Toma, aquí tienes mi lista de compras y mis tarjetas de sanidad. Amén”.
¿Cuántas veces habrá estado Él dispuesto y ansioso de abrir su propio
corazón para hablarnos, cuando de pronto, ya no había nadie?

Si oramos durante una hora, hablamos durante una hora. Si oramos durante varias
horas, hablamos durante varias horas. Si oramos toda la noche, hablamos toda la
noche; millones de voces hablando y alabando. He dedicado toda una vida de
predicación, tratando de hacer que la gente ore. Ahora entiendo que ése no ha
sido el problema. El verdadero problema ha sido dejar solo, vacío, al Salvador
en el lugar secreto de oración, sin haber podido decirnos una sola palabra.

Dejamos ese lugar de oración habiendo descargado nuestros corazones. Le
contamos de nuestras esperanzas, nuestros sueños y nuestros deseos. Dejamos
ese lugar santo de oración con una mente satisfecha. Sin embargo, nuestro
Señor seguía ahí, esperando con gran anticipación, anhelando compartir en
dicha comunión. Creo que nuestro Señor dice: “Sí, sí, gracias por tu
alabanza. La acepto. Estoy tan contento de que te hayas tomado el tiempo de
encerrarte conmigo. He oído tu petición y el Padre te concederá el deseo de
tu corazón. Pero por favor, ¡espera! No te vayas justo ahora. Quiero
compartir contigo algunas cosas. Mi corazón anhela descargarse contigo. He
guardado tus lágrimas. He calmado tu mente atribulada. Ahora, ¡déjame
hablar! Déjame decirte lo que está en Mi corazón”.

Nuestro Señor Jesús quiere hablar. Él quiere hablarnos de lo que está
quebrantando Su corazón en nuestra generación. Él quiere hablar a cada uno
de sus hijos acerca del plan precioso que Él tiene para todos los que en Él
confían y revelarles verdades gloriosas. Él quiere darnos instrucción para
nosotros y ayuda para criar a nuestros hijos; soluciones para nuestros
problemas; nuevos ministerios y campañas de evangelismo que salvarán a los
perdidos; palabras específicas concerniente a trabajos, carreras, casas,
compañeros en la vida; verdades acerca del cielo, del infierno y de las
calamidades venideras. Principalmente, Él quiere hablarnos acerca de cuánto
Él ama y cuida a los suyos.

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la
puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20).

DAVID WILKERSON

lunes, 13 de mayo de 2013

UNA PERSONA DE DOBLE ÁNIMO

Una persona de doble ánimo, alguien que cree que el poder está repartido
equitativamente entre Dios y Satanás, es inestable en todos sus caminos. Esto
explica por qué “…en el tiempo de la prueba (algunos) se apartan” (Lucas
8:13). Vuelven a caer en el temor y quitan su mirada del asombroso poder de
Dios.

Jesús nos enseñó, diciendo: “Velad y orad, para que no entréis en
tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es
débil” (Mateo 26:41). El espíritu de Dios en ti anhela enseñarte a confiar
en Su poder, pero la carne busca rendirse al temor. Yo creo que fue el temor y
no el cansancio lo que hizo que los discípulos se quedaran dormidos mientras
Jesús oraba en el huerto. Ellos acababan de recibir las noticias de que Jesús
sería traicionado y entregado en manos de pecadores, Pedro se volvería un
traidor y ellos serían perseguido y dispersados. De pronto, olvidaron todos
Sus milagros, Su gran poder para sanar a los enfermos y levantar a los muertos,
Su poder para multiplicar los panes y los peces. Ellos tenían pavor de que el
Señor los abandone. Dormían el sueño de los condenados. Cuando Jesús nos
pide que oremos para no caer en tentación, en realidad, Él está diciendo:
“Oren para que aprendan a confiar en el poder de Dios ahora, ¡en lugar de
tener que regresar a la batalla de la tentación vez tras vez, hasta que hayan
aprendido la lección.

La Biblia dice que Dios  “… sabe el Señor librar de tentación a los
piadosos” (2 Pedro 2:9). ¿Cómo? Poniéndonos en el fuego, hasta que
salgamos cantando: “…mayor es el que está en [mí], que el que está en el
mundo” (1 Jn 4:4). Hasta que aprendamos que ¡vencemos sólo por fe!

No tienes que ceder ente la tentación, ¡aunque a veces sucede! Aun el más
santo en el pueblo de Dios lo hace ocasionalmente. Por eso Dios hizo una
provisión especial para aquéllos que fallan: “y si alguno hubiere pecado,
abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan 2:1).

El dolor que siente nuestro Señor, cuando cedemos ante la tentación no es
nada en comparación al dolor que siente cuando no sabemos cómo tratar con
ello. A Él le duele más el hecho de que no hemos confiado en Su poder para
librarnos. A Dios le duele más lo que no hacemos que lo que hacemos. El
cristiano vencedor es aquél cuya vida confiesa: “Dios tiene el reino, el
poder y la gloria por siempre. ¡Amén!”.

DAVID WILKERSON

viernes, 10 de mayo de 2013

DOS ABSOLUTOS

Cuanto más vivo para Cristo, más difícil es para mí el aceptar las
soluciones fáciles que dicen que todo lo curan. Pero en mis propias luchas, he
encontrado un gran alivio y ayuda en dos absolutos maravillosos.

El primer absoluto es: DIOS VERDADERAMENTE ME AMA. Dios no se dedica a condenar
a Sus hijos, con o sin fracasos. Él es un Padre amoroso, que sólo desea
levantarnos de nuestras debilidades.

Recientemente pude vislumbrar un poco de ese amor mientras caminaba por el
bosque alrededor de nuestro rancho. En ningún momento dejé de considerar las
aves que volaban por ahí, libres y saludables. Pero de pronto, justo delante
de mí, un pajarillo inválido agitaba sus alas. Luchando al intentar volar, el
pajarillo bebé solo podía mover sus alitas en medio del polvo sin éxito. Me
incliné para recogerlo, entonces una escritura familiar vino como un
relámpago a mi mente: “…ni uno (pajarillo) de ellos cae a tierra sin
vuestro Padre” (Mateo 10:29).

Pensaba que ese versículo decía: “Ni un pajarillo cae a tierra sin que
vuestro Padre lo sepa”. Pero la versión de Mateo declara: “…ni uno de
ellos cae a tierra sin vuestro Padre”.

Dios está con nosotros, aun cuando caemos. El Padre no cae en nuestro pecado,
pero sí se inclina a nuestra condición caída. Él no nos abandona en nuestra
caída. Ya que, como puedes ver, nosotros somos esos pajarillos.

A veces, sólo podemos ver Su gran amor cuando tocamos fondo. Habrás ganado
una gran victoria si puedes estar convencido de que Dios tea ma incluso cuando
estás herido, inválido. Su amor eterno renueva nuestras fuerzas. Sólo reposa
en ese amor maravilloso. No entres en pánico. Vendrá la liberación.

El segundo absoluto es: ¡LO QUE MÁS LE AGRADA A ÉL ES MI FE! “…sin fe es
imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6). Dios considera nuestra confianza en
Él como justicia. “Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia”
(Romanos 4:3).

Quizás no entiendo por qué al parecer Él se toma demasiado tiempo para
intervenir, pero yo sé que Él cumplirá Su Palabra en mí.

DAVID WILKERSON

jueves, 9 de mayo de 2013

SANA MI INCREDULIDAD


"Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda
del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No
piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor." (Santiago
1:6-7).

El mundo está lleno de cristianos que no guardan la Palabra de Dios. Piensan
que es algo inocente sentarse a la mesa en la casa de Dios y murmurar y
quejarse, como si Dios no oyera. ¡Dios sí oye nuestras murmuraciones!
Acusaciones que dicen que Él no se preocupa, insinuaciones que Él te ha
abandonado.

Dios me ha advertido de no dar lugar a las dudas y temores persistentes, sea
que vengan de mi esposa, de mis amigos, de mis seres queridos o de mis colegas.
Dios dice que tome esas dudas a la cruz y diga: “Jesús, sana mi incredulidad,
llévatela”.

Israel pasó cuarenta años en el horno, murmurando, quejándose, llenos de
amargura y celos. ¡Qué existencia tan miserable llevaban ellos, mientras
decían ser hijos de Dios, creyéndose santos!; pero éste era el testimonio de
ellos, no de Dios.

Debemos llegar al lugar en el que confiemos en Él. Si lo aprendemos ahora, la
siguiente vez que venga una crisis, ¡cantarás y gritarás alabando a tu
Libertador! ¡Oh! la victoria estará ahí, pero hay algo más importante:
habrás dado un golpe mortal a toda duda, temor e incredulidad.

¿Dónde comienzas? Mirando directamente al espejo de la Palabra de Dios.
Considera tus palabras y acciones de los últimos treinta días: ¿Has estado
murmurando quejándote?; quizás respondas: “sí, ¡pero no he murmurado
contra Dios!”; ¡Oh, sí que lo has hecho!, no importa dónde o de quién te
quejas, siempre está dirigido a Dios.

En cada lugar que busco en mi Biblia, veo: “Confía en mí y te ayudaré.
Sólo encomienda tus caminos a mí”. ¿Qué se necesita?; simplemente esto:
Estar quietos y ver la salvación del Señor. Tu preguntarás: “¿Pero qué
si nada sucede?” Esa pregunta refleja duda y temor.

Amado, tórnate a Dios hoy y dile: “Señor, he hecho todo lo que sé hacer en
mi situación, de todas formas, sé que no hay nada que pueda hacer para
arreglar el problema. Confiaré en Ti y esperaré Tu victoria”.

Que Dios haga de ti, un testimonio para el mundo, un testigo de Su fidelidad.
Ámalo con todo tu corazón ahora mismo. ¡Entrégale todo tus problemas, toda
tu fe y toda tu confianza!

DAVID WILKERSON

miércoles, 8 de mayo de 2013

SIN TENER DAVID ESPADA EN SU MANO

“Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo
mató, sin tener David espada en su mano… Y cuando los filisteos vieron a su
paladín muerto, huyeron. Levantándose luego los de Israel y los de Judá,
gritaron, y siguieron a los filisteos hasta llegar al valle, y hasta las
puertas de Ecrón. Y cayeron los heridos de los filisteos por el camino…”
(1 Samuel 17:50-52).

Cuando David mató a Goliat, hubo un giro tan dramático que Israel hizo huir a
los filisteos que tropezaban. Lo más importante en este pasaje es esta corta
frase: “sin tener David espada en su mano”. Dios demostró su fidelidad a
través de la confianza de David – y esto llenó de fe a cada soldado
israelita. Toda la burla y la vergüenza se fueron y la confianza de los
israelitas volvió, una confianza en que su Dios pelearía por ellos.

El profundo efecto de ver el poder de Dios obrando a favor de nosotros es que
nuestra confianza es renovada para enfrentar el combate. La batalla es de
Cristo, quien nos hace el llamado: “Vengan, vean mi mano victoriosa. “¡He
cortado la cabeza de tu acusador!” Ahora estamos en capacidad de seguir
adelante, diciendo: “Señor, tú no me has abandonado. Tú has permitido todo
esto, cada revés, incluso las burlas. Y lo hiciste con misericordia, para que
yo pueda creerte”.

Aun así, muchos nos preguntamos: “¿Cuándo se moverá el Señor a favor
mío?” La respuesta a ello es que ¡Jesús ya lo hizo! Tu victoria fue
establecida hace 2,000 años en la cruz. Su triunfo en la cruz es la misma
victoria que hace huir a todos los gigantes en nuestras vidas. Puede ser que tu
matrimonio esté sufriendo, pero Cristo ha derrotado las potestades de las
tinieblas preparadas en contra de ti y de tu esposa. Quizás tu economía no
está en orden, pero tu Señor te ha preparado un futuro y una esperanza. Puede
ser que tus hijos no sigan la vida piadosa en la que tú los guiaste, pero
Jesús ha comprado su salvación. Podemos tener batallas en  muchos frentes,
pero Cristo ha asegurado nuestra victoria.

¿Estás ahora dispuesto a ver a tus enemigos derrotados? Piensa en todas las
voces acusadoras que oyes. Puedes responderle a todas ellas: “Éste es tu
final, demonio, La victoria de Jesús te ha enviado a volar lejos. Mi victoria
ya fue sellada y ganada. Cuando Él lo desee, mi Héroe manifestará esa
victoria y el mundo lo contemplará en toda Su gloria. Todos sabrán que la
batalla no se gana con lanza y espada, sino con el Señor”.


Gary Wilkerson
 

martes, 7 de mayo de 2013

SUS TESOROS DE INCALCULABLE VALOR

Dios ha determinado lograr sus metas aquí en la tierra a través de hombres
con flaquezas.

Isaías, el gran guerrero de oración, era un hombre al igual que el resto de
nosotros. David, el hombre conforme al corazón de Dios, era un asesino
adúltero que no tenía ningún derecho moral a ninguna de las bendiciones de
Dios. Pedro negó al mismo Señor Dios del cielo, maldiciendo a Aquel que más
lo había amado. Abraham, padre de naciones, vivió una mentira, utilizando a
su esposa como una garantía para salvar su propio pellejo. Jacob era un
conspirador. Adán y Eva transformaron un perfecto arreglo matrimonial en una
pesadilla. Salomón, el hombre más sabio de la tierra, hizo algunas de las
cosas más estúpidas jamás registradas en la historia. José se burló de sus
hermanos en casi infantil alegría, hasta que el juego casi se volvió en contra
de él. Jonás despreció la misericordia de Dios para con un pueblo arrepentido
y quería ver arder a toda una ciudad para justificar sus profecías en contra
de ella. Lot ofreció a sus dos hijas vírgenes a una turba de sodomitas
enloquecidos por el sexo.

La lista sigue y sigue, hombres que amaban a Dios, hombres que fueron usados
grandemente por Dios, casi se fueron al suelo por sus debilidades. Sin embargo,
Dios siempre estaba allí diciendo: “Yo te llamé y estaré contigo.  ¡Voy a
cumplir mi voluntad pese a ello!”

Una de las escrituras más alentadoras de la Biblia es 2 Corintios 4:7: “Pero
tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de
Dios, y no de nosotros”. Luego Pablo continúa describiendo los vasos de
barro: hombres moribundos, atribulados en todo, perplejos, perseguidos,
abatidos, e incluso así nunca desamparados o en desesperación. Esos hombres
usados por Dios están constantemente gimiendo bajo la carga de sus cuerpos,
esperando ansiosamente ser revestidos con los nuevos.

Dios se burla del poder del hombre. Se ríe de nuestros esfuerzos egoístas de
ser buenos. Él nunca usa al grande y poderoso, sino que en lugar de eso, usa
las cosas débiles del mundo para confundir a los sabios.

“Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la
carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo
escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió
Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado
escogió Dios, y lo que no es,…a fin de que nadie se jacte en su
presencia.” (1 Corintios 1:26-29).

Dios pone sus tesoros de incalculable valor en vasos de barro, porque se
deleita en hacer lo imposible de la nada.

DAVID WILKERSON

lunes, 6 de mayo de 2013

EN MEDIO DE LA TORMENTA

“Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el
viento era contrario. Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos
andando sobre el mar. Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se
turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. Pero en seguida
Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!” (Mateo
14:24-27).

Los discípulos estaban tan agobiados y tan abrumados repentinamente, que la
sola idea de que Jesús estaba cerca cuidando de ellos era absurda.
Probablemente uno dijo: “Esta es la obra de Satanás. El diablo salió a
matarnos, por todos los milagros de los que hemos formado parte.” Otro dijo:
“¿Dónde nos equivocamos? ¿Quién de nosotros tiene pecado en su vida?
¡Dios está enojado con alguien en esta barca!” Otro podría haber
preguntado: “¿Por qué nosotros? Estamos haciendo lo que Él dijo que
hagamos. Estamos siendo obedientes. ¿Por qué esta tormenta repentina?”

Y en la hora más oscura “Jesús vino a ellos.” ¡Qué difícil debe haber
sido para Jesús esperar en el borde de la tormenta, amándolos tanto,
sintiendo cada dolor que sentían, queriendo tanto evitar su sufrimiento,
anhelando hacer algo como un padre por sus hijos en problemas. Sin embargo, él
sabía que nunca lo podrían conocer completamente o confiar en Él hasta que
toda la furia de la tormenta cayera sobre ellos. El se revelaría solamente
cuando ellos hubiesen llegado al límite de su fe. La barca no se habría
hundido, pero su miedo los habría ahogado más rápido que las olas golpeando
la embarcación. El temor de ahogarse era por la desesperación, no por el
agua!

“Y los discípulos, viéndole…se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma!”
(Mateo 14:26).

Ellos no reconocieron a Jesús en esa tormenta, vieron un fantasma: una
aparición. La idea de Jesús estando tan cerca, siendo participante de todo
aquello que estaban pasando, ni siquiera entraba en sus mentes.

El peligro que todos enfrentamos es no ser capaces de ver a Jesús en nuestros
problemas. En lugar de eso, vemos fantasmas. En el mismísimo momento en que el
temor alcanza su punto más alto, cuando la noche es más negra, la tormenta es
más furiosa, los vientos son más fuertes y la desesperanza es abrumadora,
Jesús siempre se acerca a nosotros para revelarse como el Señor de la
inundación: el Salvador en las tormentas.

“Jehová preside en el diluvio, Y se sienta Jehová como rey para siempre”
(Salmo 29:10).
DAVID WILKERSON


viernes, 3 de mayo de 2013

DANDO SUS FRUTOS

Hay una porción de la Escritura que me persuade profundamente. Jesús dijo:
"Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador Todo sarmiento que en mí
no lleva fruto, lo quitará; Y cada rama que lleva fruto, la limpiará, para
que lleve más fruto... El que no permanece unido a mí, será echado fuera y
se secará como las ramas que se recogen y se queman en el fuego."(Juan 15:2,
6).

He leído y releído estas poderosas palabras de Cristo, y no puedo escapar a
su poder de convicción. El Espíritu Santo, que me insistió en la importancia
de comprender estas palabras: "Mi Padre es el labrador... Todo sarmiento que en
mí no lleva fruto, lo quitará".

Este asunto de dar fruto como cristianos no es opcional con Dios. Él cuida de
su vid y todas las ramas injertadas con gran celo y preocupación, esperando
pacientemente a que las ramas den fruto. Se pone de pie junto a ellas con el
cuchillo de podar en la mano, mirando con amor a la menor evidencia de
corrupción, plaga o enfermedad que podría obstaculizar el crecimiento. Dios
espera fruto de todas las ramas. Sin fruto, es imposible honrar y glorificar a
Dios o ser un verdadero discípulo de Cristo. Jesús dijo: "En esto es
glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis
discípulos" (Juan 15:8).

Llevar fruto tiene mucho que ver con agradar a Dios y cumplir con nuestra
misión en Cristo; también tiene mucho que ver con nuestras oraciones y
peticiones contestadas. Jesús dijo: " Ustedes no me eligieron a mí. Más
bien, yo los elegí a ustedes, y los he puesto para que vayan y lleven fruto, y
su fruto permanezca; para que todo lo que pidan al Padre en mi nombre, él se lo
conceda"(versículo 16).

En realidad, el fruto se refiere a lo que nos estamos convirtiendo, en lugar de
limitarse a lo que estamos haciendo. Estoy dando fruto cuando nada obstaculiza
el flujo de la vida de Cristo en mí. Eso es lo que Jesús quiso decir cuando
dijo: "Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado" (Juan
15:3). Él está diciendo, "Porque usted creen que mi palabra: temblando ante
ella, dejando que se revelen todos los secretos ocultos, sacando a la luz todo
lo oscuro, permitiendo a la Palabra de Dios purgarle, ¡todos los estorbos se
han ido!"
DAVID WILKERSON

jueves, 2 de mayo de 2013

CONFIANZA PARA ENTRAR

Hebreos 10 contiene una promesa increíble. Dice que la puerta de Dios siempre
está abierta para nosotros, que nos da acceso total al Padre:

"Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por
la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a
través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la
casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe,
purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua
pura "(Hebreos 10:19-22).

Unos versículos más adelante, se nos advierte de que el día del Señor se
acerca rápidamente: "No dejando de congregarnos, como algunos tienen por
costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, como veis que aquel día se
acerca "(versículo 25). Dios está diciendo: "¡Incluso ahora, cuando el
tiempo de la venida de Cristo se acerca, debes buscar mi rostro. Ya es hora de
entrar en tu habitación secreta y llegar a conocerme!"

Creo que ya estamos viendo señales de que estamos cerca del colapso de nuestro
sistema financiero; la violencia y la inmoralidad están en aumento y nuestra
sociedad esta enloquecida de placer. Falsos profetas "ángeles de luz", han
engañado a muchos con sus doctrinas de demonios. Y en cualquier momento
podemos esperar ver la hora de la tribulación, lo que hará que los corazones
de los hombres desfallezcan de miedo. Sin embargo, antes de que todo esto
suceda, el escritor de Hebreos dice:

"No dejes que la verdad se te escape! Quédate despierto y alerta. Tienes una
puerta abierta a la santa presencia de Dios, a fin de ir a Él con plena
certidumbre de fe, para que tus peticiones sean conocidas. La Sangre de Cristo
ya ha hecho el camino para ti y nada se interpone entre tú y el Padre.
¡Tienes todo el derecho a entrar en el Lugar Santísimo, para recibir toda la
ayuda que necesitas!"

DAVID WILKERSON