Moisés tenía la disposición al igual que muchos de nosotros hoy en día,
pero había sólo un camino para que él permaneciese en victoria.
Continuamente Moisés estaba en comunión con el Señor: "Y habló Jehová a
Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero" (Éxodo 33:11).
Creo que el secreto de la santidad es muy simple: ¡Permanezca cerca de Jesús!
Siga mirando su rostro hasta que llegue a ser a la imagen de aquél que usted
está contemplando.
Una noche, una mujer histérica me detuvo en la calle y me confesó sin querer
y desesperadamente: "Sr. Wilkerson”, exclamó, “Estoy frente a la hora más
oscura de mi vida y no sé qué camino tomar. Mi marido me ha dejado y es mi
culpa! Le he fallado a Dios y a mi familia. ¿Qué voy a hacer?"
Sentí la necesidad de decirle: "Amiga mía, alce su mano derecha aquí mismo,
en la esquina de esta calle, y empiece a adorar al Señor. Dígale que usted
sabe que falló pero que aún lo ama. Luego vaya a casa y póngase de rodillas.
No le pida a Dios nada, solamente levante sus manos y su corazón, y adórelo."
Dejé aquella dama de pie en la calle con sus manos levantadas al cielo, las
lágrimas rodando por sus mejillas, alabando al Señor pero degustando ya la
victoria que se empezaba a levantar en su vida. "Pero tú eres santo, Tú que
habitas en las alabanzas de Israel" (Salmo 22:3). El Señor hace su morada con
su pueblo que le adora y donde el Señor está, allí llega la victoria.
Cristo dice: "Al que a mí viene, no le echo fuera" (Juan 6:37).
“Vengan a mí todos ustedes, los agotados de tanto trabajar, que yo los haré
descansar" (Mateo 11:28).
No le tenga miedo al fracaso. Siga adelante a pesar de ello. ¡Adore a Dios
hasta que llegue la victoria! Esto puede sonar muy simplificado, pero el camino
para dejar atrás el fracaso es sencillo.
David Wilkerson
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