viernes, 5 de agosto de 2011

EL PODER DE SU RESURRECCIÓN

"A fin de conocer a Cristo y el poder de su resurrección, y de participar de
sus padecimientos, para llegar a ser semejante a él en su muerte, si es que de
alguna manera llego a la resurrección de entre los muertos." (Filipenses
3:10-11).

Lo que voy a decir puede resultar una sorpresa para usted: la resurrección de
Jesucristo se trata tolamente de poder. Pero no me refiero sólo al poder
divino que resucitó a Jesús de entre los muertos. Por supuesto, este tipo de
poder es absolutamente milagroso y sólo emana de Dios mismo. Además de este
evento sobrenatural, la resurrección de Cristo nos habla de otro poder que
también proviene solamente de Dios. Estoy hablando del poder que nos lleva a
vivir una vida santa... a ser libres del dominio del pecado para vencer todos
los hábitos y lujuria conocidos por el hombre ... a caminar por fe en la
justicia que proviene solamente de Dios. Para obtener este poder es necesario
conocer a Cristo en el poder de su resurrección.

El apóstol Pablo habla de este tipo de poder de resurrección. El tenía un
anhelo interno y profundo de conocer a Cristo, y aquella hambre vino de su
propio y profundo clamor por santidad. El apóstol tuvo una revelación acerca
de la resurrección de Cristo y esta revelación tuvo que ver con el poder.

Él escribió: "Cristo Jesús Señor nuestro... se hizo de la simiente de David
según la carne, y declaró ser el Hijo de Dios con poder, según el espíritu
de santidad, por la resurrección de los muertos" (Romanos 1: 3-4). Pablo vio
algo increíble en la resurrección y del mismo modo que ésta le llenó de
alegría, también la resurrección respondió al clamor por santidad que él
demandó a lo largo de su vida. En pocas palabras, Pablo vio que Jesús había
venido a la tierra como un hombre con el poder del cielo descansando sobre Él.
Cristo había demostrado ese poder divino en la tierra: curando a los enfermos,
liberando a los cautivos, resucitando a los muertos, dando vida eterna. Jesús
mismo había resucitado de entre los muertos y su resurrección fue acompañada
por un anuncio divino que Él era "el Hijo de Dios con poder, según el
Espíritu de santidad, por la resurrección de los muertos" (Romanos 1:4).

DAVID WILKERSON

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