lunes, 29 de agosto de 2011

¡LA MAYOR PRUEBA DE JOSÉ FUE LA PALABRA DE DIOS!



"Envió un varón delante de ellos, a José, que fue vendido como esclavo.
Hasta la hora en que se cumplió su palabra, el dicho de Jehová lo probó."
(Salmo 105:17, 19). José fue probado y tratado en muchas formas, pero su mayor
prueba fue la palabra que había recibido.

Tenga en cuenta todo lo que José soportó: con tan sólo diecisiete años, fue
despojado y arrojado a un pozo para que muriera de hambre. El corazón frío de
sus hermanos se burló de sus súplicas y lo vendieron a mercaderes ismaelitas
que lo llevaron en caravana a un comercio de esclavos de Egipto y lo vendieron
como un esclavo común.

Sin embargo, la mayor prueba de José no fue el rechazo de sus hermanos ni la
indignidad de ser convertido en un esclavo o de ser enviado a la cárcel. No,
lo que confundió y probó el espíritu de José fue la clara palabra de Dios
que él había oído.

Dios le había revelado en sueños a José que se le daría una gran autoridad
la cual sería usada para la gloria de Dios. Sus hermanos se inclinarían ante
él y sería un gran libertador para muchas personas.

Yo no creo que esto fue un regodeo ególatra de José. Su corazón estaba tan
centrado en Dios que esta palabra le dio un sentido humilde a su destino:
"Señor, has puesto tu mano sobre mí para formar parte de tu gran plan
eterno". ¡José fue bendecido con sólo saber que jugaría un papel importante
para lograr que la voluntad de Dios sucediera! Sin embargo, las circunstancias
en la vida de José fueron justo lo contrario de lo que Dios había puesto en
su corazón. ¡Él era el siervo que tenía que inclinarse! ¿Cómo podía
creer que un día liberaría multitudes cuando él mismo era un esclavo? Él
debió haber pensado: "Esto no tiene sentido. ¿Cómo puede Dios ordenar mis
pasos hacia la cárcel, hacia el olvido? Dios dijo que iba a ser bendecido,
pero ¡Él no me dijo que esto iba a suceder! "

Durante diez años, José sirvió fielmente en la casa de Potifar, pero al
final fue juzgado mal y mintieron sobre él. Su victoria sobre la tentación de
la esposa de Potifar sólo le llevó a la cárcel. Durante esos momentos, José
debió considerar preguntas terribles: "¿He oído bien? ¿Mi orgullo inventó
estos sueños? ¿Pueden mis hermanos estar en lo cierto? Tal vez todas estas
cosas están sucediéndome para disciplinarme ante algún tipo de deseo
egoísta en mi".

Amado, hubo ocasiones en que Dios me mostró cosas que Él quería para mí:
ministerio, servicio, serle útil. Sin embargo, cada circunstancia resultaba
contraria a la palabra que se me había dado. En esos momentos pensé: "Oh
Dios, tú no me hablaste. Debió ser mi carne". Yo estaba siendo probado por la
palabra que Dios me dio. No obstante, Dios nos ha dado sus promesas y podemos
confiar en ellas, ¡en todas ellas!


DAVID WILKERSON

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