lunes, 9 de diciembre de 2013

TRISTEZA QUE PROVIENE DE DIOS

Creo que podemos conocer nuestro verdadero estado espiritual por cuán atribulados nos sentimos por nuestros pecados más pequeños contra nuestro Señor. Algunos cristianos se afligen sólo por lo que ellos consideran los “grandes pecados” como el adulterio, el abuso de las drogas, la bebida o decir palabrotas. Pero la persona verdaderamente espiritual sabe que ningún pecado es pequeño a la vista de Dios y se aflige cada vez que cuenta un chisme, dice un chiste sucio o tiene un persistente mal pensamiento, pues sabe que estas cosas salen de su corazón, el centro mismo de su ser. Tu puedes desobedecer a Dios en tales “pequeñas cosas”, excusándote y olvidándote de ellas. Pero si lo haces, nunca madurarás en Cristo. Tu rectitud es medida por tu negativa a aceptar cualquier cosa que aflija a tu bendito Salvador. Hace poco dije algo no muy cristiano a mi esposa. Mis palabras estaban totalmente fuera de lugar e inmediatamente caí bajo convicción de pecado. Supe que había hecho algo mal en contra de ella, así que le pedí perdón. Entonces la abracé y le dije que la amaba. Pero mi mente todavía estaba atribulada y pensé: “¿Cómo pude ser capaz de algo tan contrario al carácter de Jesús? Después de todo, nunca he estado tan cerca del Señor, nunca he orado tanto como lo he hecho en el último año. Debo ser absolutamente malo como para que esa cosa tan ruda haya salido de mi corazón.” En ese momento, el enemigo me susurró: “Esa pequeña metida de pata no fue una gran cosa, fue algo muy pequeño.” Pero el Espíritu Santo inmediatamente se alzó en mi corazón para refutar la voz del diablo. Él me tranquilizó: “David, el mismo hecho de que estés afligido por este pecado es una prueba de que Yo estoy trabajando en ti. Mientras más te aflijas incluso por la trasgresión más pequeña contra Mi amor, estás más cerca de conseguir la victoria” Dios nos envió su Espíritu para hacer guerra contra nuestra carne con sus deseos y lujurias. Así que, si no te sientes atribulado cuando fallas - si puedes sacudirte el pecado sin sentido de culpa, pena o arrepentimiento - entonces el Espíritu Santo no está dentro de ti para hacer la guerra. “Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios...” (2 Corintios 7:9) Si estás bajo convicción de pecado aún por la trasgresión más pequeña, estás cerca de la verdadera victoria. ¡Él está ganando la batalla en tu corazón al producir una tristeza que proviene de Dios, la cual te lleva al arrepentimiento verdadero. DAVID WILKERSON

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