miércoles, 23 de mayo de 2012
TOTALMENTE PAGADO
Una vez al año, el sumo sacerdote entraba en el Lugar Santísimo para hacer
expiación por los pecados de Israel. Después de su santificación – un buen
baño (purificador)- llevaba en las manos la sangre de un becerro y un
incensario de oro (o copa) sostenida por tres cadenas. Luego el sacerdote
tomaba algunas brasas del altar, las ponía en el incensario, tomaba un puñado
de incienso y entraba en el Lugar Santísimo.
Dentro del Lugar Santísimo estaba el arca. En lo alto estaba el propiciatorio
y en ambos lados había dos querubines de oro con sus alas extendidas por
encima. El propiciatorio representaba la misma presencia de Dios, al Señor
sentado en su trono.
El sumo sacerdote tomaba un puñado de incienso y lo arrojaba al fuego en el
incensario. De repente, un hermoso aroma llenaba el tabernáculo. El sacerdote
agitaba el incensario delante del arca hasta que el propiciatorio era envuelto
en una nube de incienso aromático, dulce.
Amados, este es un ejemplo perfecto de lo que Jesús ha hecho por nosotros y lo
que continúa haciendo ahora mismo. En primer lugar, significa la muerte y
ascensión de Jesús al Padre celestial como nuestro Sumo Sacerdote. En segundo
lugar, esta escena de la expiación significa aún más, el momento en que
Jesús comenzó a orar por nosotros, intercediendo ante el Padre en nuestro
favor.
El trabajo inicial de la intercesión de Jesús fue el derramamiento de su
sangre por cada “bono” y deuda que debíamos. Un bono es "una nota sellada
de deuda u obligación que ata al deudor y sus herederos." El diablo, una vez
lo reclamó a usted por cuanto “estabais muertos en vuestros delitos y
pecados”.
Debe haber una caverna en algún lugar de las entrañas del infierno que
contiene una montaña de expedientes y registros de deudas, incluyendo la suya
y la mía. Las notas dicen: "Usted tiene que pagar con su vida y el precio es
la condenación eterna." Pero ¡a Jesús se le entregaron las llaves de la
bóveda del infierno! Nuestro Sumo Sacerdote fue a lo más profundo del mismo
lugar de los registros y abrió la bóveda. Empezó a hojear a través de los
registros y sacó nuestras notas: todas las obligaciones, deudas y bonos de
aquellos que creen en Él y que han de creer todavía.
Jesús reunió todos esos registros y los llevó a la gloria. Allí, en
presencia del Padre, Él roció su sangre sobre ellos, anunciando: "Estas
deudas se pagan en su totalidad por mi propia sangre."
DAVID WILKERSON
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