lunes, 14 de mayo de 2012
NUESTRO GRAN CONSUELO
Para Jesús fue necesario tener naturaleza humana para poder experimentar todo
lo que acontece en la tierra -rechazo, dolor, pena, tentación. Aunque Él fue
Dios hecho carne, Él resistió toda experiencia humana no como Dios sino como
un hombre con todas sus flaquezas. Eso le permitió a Jesús, nuestro sumo
sacerdote, orar por nosotros con tremenda compasión: “Pues en cuanto él
mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son
tentados. (Hebreos 2:18).
Hablemos sobre una querida hermana que está sufriendo. Ella ama a Jesús pero
se siente sin esperanza, cabizbaja, rechazada. Ella piensa, “He sido
profundamente herida y no tengo a nadie con quien hablar que me comprenda.”
En algunas ocasiones ella se pregunta si Dios puede perdonarla al tener una fe
tan débil. Ella está a punto de darse por vencida.
Satanás se para a su lado para acusarle, “¡Mírala! Ella no tiene fe alguna.
¿Qué clase de cristiana es esta, Dios?”
Jesús ve su dolor y siente su pena. Él sabe que su fe es débil, que ella
está a punto de darse por vencida así que Él se presenta en su nombre ante
el Padre y empieza a interceder:
“Padre, yo sé lo que ella siente pues he estado en su lugar. Yo fui
rechazado en mi propia carne y sangre. Fui burlado por la multitud religiosa.
Soldados me golpearon y colocaron espinas sobre mi cabeza. Yo incluso clamé.
'¿Por qué me has abandonado?' Padre, yo me identifico con esa mujer. He
lavado sus pecados. Sé que ella aún tiene amor por mí.”
Aquí es donde las oraciones de Jesús por nosotros tienen efecto: “Padre,
pido para que ella sea perdonada por su decepción, y para que le sea dada
desde lo alto una nueva porción de gracia. Permite que el Espíritu Santo
venga sobre ella con un nuevo aliento, estímulo, y que le sea dado un
espíritu de paz y descanso. ¡Ella es mía, Padre, y Satanás no puede
tenerla!”
De repente, de la nada, la mujer se siente con nuevo aliento. Gracia le ha sido
dada a través de las oraciones de nuestro sumo sacerdote. Él es conmovido por
nuestros sentimientos de dolencia y Él actúa en misericordia.
DAVID WILKERSON
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario