martes, 15 de mayo de 2012
NUESTRO MISERICORDIOSO SUMO SACERDOTE
Amado, no importa lo que usted esté pasando. Jesús ha estado en sus zapatos y
eso lo hace a Él un sumo sacerdote misericordioso. Usted no tiene que decirle a
Él acerca de todo su dolor. Jesús conoce su sufrimiento pues Él mismo lo ha
padecido. “No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras
debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin
pecado.” (Hebreos 4:15).
Hablemos acerca de un preciado hombre que se encuentra preocupado pues ha
caído en gran tentación. Él ha pecado gravemente en contra de Dios y siente
que su corazón se está enfriando. Este hombre piensa, “¡No puedo lograrlo!
Soy demasiado inconsistente y Satanás está echando todo el infierno sobre mí.
He sido dominado por mi tentación en muchas ocasiones, pero aún amo a Jesús.
¡Señor, yo quiero ser libre y limpio!”
Este hombre está agotado, sin esperanza, y el diablo se para a su lado
acusándolo: “Dios, él ha caído en pecado. Él no puede resistir la
tentación. Su manto está manchado, sucio.”
Pero el Abogado entra en escena y se coloca entre el hombre y el acusador, y
dice: “Padre, yo conozco lo que este hombre está padeciendo. El diablo
también me condujo por el desierto y me tentó severamente. Yo fui tentado a
blasfemar, a caer y a adorar a Satanás. Yo conozco esta tentación así como
el corazón de este hombre. Existe una chispa de fe todavía en él, una pizca
de amor por mí.”
“Padre, ve a este hombre como justo por mi sangre. Libéralo del poder de las
tinieblas y del malvado. Yo quiero que él sea acepto, perdonado, restaurado, y
que le sea dado poder de lo alto para resistir al diablo. Yo clamo por su
liberación.”
Al siguiente día, este hombre toma su Biblia y lee una verdad poderosa que
nunca antes había visto. Él se postra en sus rodillas y Dios viene a él
para liberarlo -porque el sumo sacerdote ha orado.
DAVID WILKERSON
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