martes, 22 de mayo de 2012
NUESTRO SUMO SACERDOTE
Dios el Padre designó a Su Hijo para ser nuestro Sumo Sacerdote. Jesús está
en la gloria ahora mismo - tanto como Hombre como Dios - de nuestra parte. Él
está vestido con las vestiduras de sumo sacerdote y Él está ante el Padre
intercediendo por nosotros, incluso mientras escribo.
Sin duda, el Padre se complace en tener a su hijo a su diestra, sin embargo, la
Biblia no dice, que Jesús ascendió por su Padre.
Tampoco dice que ascendió a recuperar su gloria. No, la Escritura dice que
Cristo ascendió al cielo en nuestro favor - como un Sumo Sacerdote: "Cristo...
entró en el cielo... para presentarse ahora en la presencia de Dios por
nosotros" (Hebreos 9:24).
Juan tuvo una visión de Jesús en su ministerio como nuestro Sumo Sacerdote en
la gloria. Él escribe que Jesús se apareció en medio de los siete candeleros
(representación de su iglesia) ministrando entre ellos con un atuendo
particular: "... vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por
el pecho con un cinto de oro" (Apocalipsis 1: 13, NVI).
En el Antiguo Testamento, Dios nos dio un sermón ilustrado del ministerio del
sumo sacerdote (ver Éxodo 30). Todo lo que ilustró es el trabajo y ministerio
de Jesús en la gloria.
Entre el Lugar Santo y el Lugar Santísimo había un velo y justo antes de la
entrada del lugar santísimo estaba un altar de oro de 90 cm de altura, 45 cm
de ancho y 45 cm de largo. El incienso era puesto en el altar y se quemaba en
todo momento.
Al sumo sacerdote se le mandó a cuidar de las lámparas y los pábilos. Cada
mañana, cuando entraba en el Lugar Santo para iluminarlo, él ponía incienso
en el altar. El altar debía tener brasas de fuego siempre, así el fuego nunca
se apagaba; el incienso en la Biblia representa la oración y el incienso
siempre encendido en el altar. En el Lugar Santo representa las oraciones de
Jesús mientras estuvo en la tierra.
No hubo un día en su vida que Jesús no orara por sus discípulos. "Le he dado
a ellos las palabras que me diste.... Yo ruego por ellos.... guárdalos en tu
nombre aquellos que me diste" (Juan 17:8-11).
Jesús oró constantemente - en la mañana y por la noche; de hecho, Jesús
dijo que Él no hizo nada sin escuchar primero a su Padre - en oración.
DAVID WILKERSON
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