viernes, 30 de mayo de 2014
SUFICIENCIA EN TODAS LAS COSAS
¿Por qué tantos creyentes experimentan debilidad, sentimientos de
desesperación y vacío, como si no pudieran continuar más? Es porque ellos no
tienen la revelación que el Espíritu le dio a Pablo, ¡una revelación de
todas las provisiones que Dios ha hecho posible para aquellos que se apropian
de ellas por fe!
¿Encajas en la descripción que hace Pablo del siervo rico, aquél que tiene
todo lo que necesita y aun más; en todo tiempo, en cada crisis? ¿Has
comprobado esto haciendo retiros del banco del cielo?
Por varios años yo trabajé con Kathryn Kuhlman, una evangelista
norteamericana. Yo predicaba con todo mi corazón en sus campañas mensuales en
Pittsburg, Pensilvania y Youngstown, Ohio. Las reuniones se llevaban a cabo en
la mañana y en la noche, y generalmente al final de cada día yo estaba
exhausto. Una noche la Sra. Kuhlman nos dijo a mi esposa Gwen y a mí: “Vamos
a algún lugar a cenar”. Yo le respondí: “Lo siento, estoy demasiado
cansado. Debo ir al hotel y dormir un poco”.
Ella me miró con curiosidad y me preguntó: “David, ¿predicaste bajo la
unción del Espíritu esta noche?” Yo respondí: “Tú sabes que yo estaba
ungido. ¡Los altares estaban llenos de gente!”
La señora Kuhlman dijo suavemente: “Entonces no estas captando algo. Si
estás ministrando bajo el poder del Espíritu Santo, deberías estar más
fuerte al final del culto que cuando comenzaste ¡porque él es un Espíritu
vivificador! Tú puedes sobreponerte a tu carne, porque por el Espíritu,
puedes apropiarte de esa libertad”. Desde entonces, yo he comprobado esa
verdad en mi ministerio.
“Y poderoso es Dios…a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo
lo suficiente, abundéis para toda buena obra” (2 Corintios 9:8). Abundar
aquí significa literalmente: “Siempre aumentando; tener más al final que al
comienzo”. En otras palabras, mientras la batalla se torna más fuerte ¡la
gracia de Dios aumenta! Cuando la debilidad venga sobre ti, la fuerza de Dios
viene sobre ti, con mayor fuerza, si puedes creerlo.
DAVID WILKERSON
jueves, 29 de mayo de 2014
TODO LO QUE ÉL QUIERE ES TU FE
Dios no quiere tu casa, tu carro, tus muebles, tus ahorros, tus posesiones.
Todo lo que Él quiere es tu fe, tu fuerte confianza en Su Palabra. Y tal vez
eso es lo que más les hace falta a las personas que parecen ser más
espirituales. Puedes pensar que alguien más sea más espiritual que tú, pero
dicha persona podría estar luchando arduamente para mantener una apariencia de
justicia. Sin embargo, cuando Dios te mira, Él declara: “He aquí un hombre
justo o una mujer justa”. ¿Por qué? Porque has admitido tu incapacidad de
llegar a ser justo y has confiado en que el Señor te dará Su justicia.
Pablo nos dice que somos contados como justos a los ojos de Dios, por la misma
razón por la que Abraham lo fue. “por lo cual también su fe [la fe de
Abraham] le fue contada por justicia. Y no solamente con respecto a él se
escribió esto, sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser
contada por justicia, esto es, a los que creemos en el que levantó de los
muertos a Jesús, Señor nuestro” (Romanos 4:22-24).
Puede que declares: “¡Yo creo esto! Tengo fe en aquel Dios que resucitó a
Jesús”, pero aún permanece la siguiente pregunta: “¿Crees que el Señor
puede resucitar tu matrimonio lleno de problemas? ¿Crees que Él puede traer
vida a un familiar que está muerto espiritualmente? ¿Crees que Él puede
sacarte del hoyo de un hábito que te está consumiendo? ¿Crees que Él puede
borrar tu pasado maldecido y restaurar todos los años desperdiciados?
Cuando todo parece sin esperanza, cuando estás en una situación imposible,
sin recursos, y sin ninguna esperanza por delante, ¿crees que Dios será tu
“Jehová Jireh” y proveerá para tu necesidad? ¿Crees que Él está
comprometido en cumplir Sus promesas para contigo y que si tan sólo una de Sus
Palabras fallara, los cielos se derretirían y el universo colapsaría?
“Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá,
sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que
siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no
volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en
aquello para que la envié” (Isaías 55:10-11).
DAVID WILKERSON
viernes, 23 de mayo de 2014
¿VIVIRÁN ESTOS HUESOS?
Dios le preguntó a Ezequiel: “Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos?”
(Ezequiel 37:3)
Qué pregunta más penetrante. Dios nos hace la misma pregunta hoy: “¿Pueden
volver a la vida los huesos secos de tu situación? ¿Puede volver a la vida tu
hijo rebelde? ¿Pueden venir a Cristo tus seres queridos inconversos?”.
Es una pregunta de fe: “¿Crees que esto puede suceder?”. También es una
cuestión de voluntad: “¿Quieres que esto suceda? ¿Estás apenado por los
huesos secos en tu vida?”. Si su respuesta es no, eso es un signo de
sequedad, una falta de unción espiritual (pasión) sobre la oscura condición
del mundo.
Esta fue la respuesta de Ezequiel: “Señor Jehová, tú lo sabes” (37:3).
Esta fue una respuesta de confianza: “Señor, sólo Tú sabes estas cosas. Me
has dado una visión de la horrible muerte. ¿Estás sugiriendo que estos huesos
pueden vivir? ¿Es realmente posible?”. La pregunta había despertado la fe de
Ezequiel. Era lo que Dios estaba esperando oír, y Él hace lo mismo con
nosotros para estimular nuestra fe.
“Me dijo entonces: ‘Profetiza sobre estos huesos’” (37:4). Una vez que
nuestra fe se involucra, una vez que hemos esperado en Dios y Él ha despertado
nuestra fe, nos llama a la acción. Él nos pide que “profeticemos”, es
decir, que hagamos frente a nuestra situación de huesos secos en fe. Tenemos
que hablar vida en nuestras familias, creyendo que Dios da poder a nuestras
palabras. Debemos hablar vida en nuestros trabajos, sabiendo que Él nos
sostiene en su mano, no importa cuán oscuro sea el entorno. Para hacer esto,
Dios tiene que respirar Su vida en nuestro ser: “Y pondré en vosotros
espíritu, y viviréis” (37:6).
Dios hizo eso por Ezequiel. El profeta testifica: “Profeticé, pues, como me
fue mandado” (37:7). ¿Se puede decir lo mismo de tu caminar con Dios?
“Proclamé bendiciones y paz a las vidas de las personas. También dije cosas
difíciles, les dije todo lo que el Señor quería que yo dijera, y a través de
todo, yo sabía Él estaba conmigo”. Ese es el poder de la proclamación del
evangelio.
¿Qué sucedió cuando Ezequiel profetizó en fe? “Hubo un ruido mientras yo
profetizaba, y he aquí un temblor” (37:7). La palabra “ruido” aquí es
la misma de Hechos 2, cuando el Espíritu Santo infundió nueva vida a los
discípulos en Pentecostés. Ezequiel fue testigo de algo similar, ya que de
pronto revivieron todos los huesos secos en el valle, se llenaron de vida. Se
unieron para formar cuerpos vivos: “Y pondré tendones sobre vosotros, y
haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros
espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová.” (37:6).
GARY WILKERSON
jueves, 22 de mayo de 2014
LA IGLESIA DE ÉFESO
Recordarás las siete iglesias que Juan menciona en Apocalipsis 2. Entre ellas
está la iglesia de Éfeso, una congregación altamente encomendada por Jesús.
Me gusta pensar en nuestra iglesia “Times Square” como si fuera la iglesia
de Éfeso. Ese cuerpo de creyentes trabajaba sin desmayar en una de las
ciudades más populares del mundo, en medio de la maldad más vil. La gente se
sacrificaba, odiaba el pecado y no aceptaba doctrinas falsas. Estaban fuertes
en la fe, amando a Dios con todo su corazón sin importar las tentaciones que
Satanás les lanzaba.
Sin embargo, Cristo sabía que algo andaba mal en ese pueblo. ¡Él amaba tanto
a esta iglesia! Era una lámpara tan brillante a las naciones, que Él no estaba
dispuesto a quedarse sentado y dejarla morir. Así que les dijo a los efesios:
"Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor" (Apocalipsis 2:4).
Jesús estaba diciendo: "¡Tu fuego se está apagando! Tu amor por Mí, que
alguna vez motivó tu fidelidad, está menguando. Antes llevabas Mi carga por
los perdidos, pero ahora estás satisfecho tan sólo con sentarte y escuchar
sermones. Estás totalmente envuelto en tus propios intereses, ignorando los
Míos. ¡Has caído lejos de donde alguna vez estuviste!"
Jesús entonces les dice: "Recuerda, por tanto, de dónde has caído..."
(versículo 5). Él está diciendo: "¡Recuerda! Añorabas ir a Mi casa, estar
con Mis santos, llevar Mi carga. ¡Pero ahora, una hora el domingo por la
mañana, es suficiente para ti!"
Así que, amado cristiano, ¿sigues encendido por Jesús? ¿Estás enamorado de
Él como cuando te entregaste a Él por primera vez? ¿O has perdido el interés
en lo que a Él le interesa, abandonando todo ministerio? ¿Tienes muchas otras
cosas en tu vida? Si es así, el Señor te dice: "Tengo algo contra ti, ¡has
dejado tu primer amor!"
Escucha lo que Jesús nos dice en este punto: "...arrepiéntete, y haz las
primeras obras" (versículo 5). Él está diciendo: "¡Entristécete y tómalo
en serio! Luego, deja que tu aflicción te traiga de vuelta ¡a donde estabas
cuando me amaste por primera vez!"
David Wilkerson
miércoles, 21 de mayo de 2014
FE CONTAGIOSA
Durante demasiado tiempo en muchas iglesias evangélicas, una actitud patética
y sentimental de falsa humildad, excusaba, justificaba y animaba a los
cristianos a decir: “¡No me mires! ¡No mires al hombre, mira sólo a
Dios!” Permíteme explicarme: Es correcto, sano y bíblico mantener nuestro
enfoque, devoción y máxima confianza en Dios y sólo Dios. Los hombres serán
siempre falibles e imperfectos, ya que pueden decepcionarnos y herirnos. El
apóstol Pablo nos recuerda que tenemos los tesoros eternos y perfectos del
Reino de Dios en vasos de barro, junto con la fragilidad y las imperfecciones
humanas (Ver 2 Corintios 4:7).
Sin embargo, el tiempo de ignorar y dar la espalda a nuestra responsabilidad y
al llamado bíblico supremo de comunicar fe, amor, perdón, pureza, generosidad
y un corazón apasionado por Dios y Su casa para con nuestros hijos y seres
queridos, debe llegar a su fin. Sin arrogancia o pretensión, sino mas bien
poseyendo un sentido espiritual interior y agudo de dependencia en Dios, el
apóstol Pablo invitó apasionadamente a los creyentes jóvenes que lo
rodeaban: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios
11:1). Pablo dijo más tarde a Timoteo: “Lo que has oído de mí…esto
encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.”
(2 Timoteo 2:2).
Tenemos que empezar a vernos a nosotros mismos de esta manera. Cuando nos damos
cuenta y aceptamos el significado de nuestras vidas, de la inmensurable
posibilidad de influencia que todos llevamos dentro de nosotros, un clamor se
eleva desde la profundidad de nuestras almas hacia nuestro Dios: “¡Oh
Señor, aumenta nuestra fe!” Querido lector, permíteme decírtelo de esta
manera: ¡Cada uno de nosotros debe ser contagioso!
Déjame hacerte esta pregunta: ¿Qué comunican tus valores, pasiones y
prioridades a los que están observando tu caminar y tu hablar en tu vida
cotidiana? Déjame preguntarte de forma directa: Si me junto contigo, aprendo
de ti y te imito… ¿Que me “contagiarás”? Tú y yo sabemos que la fe, el
amor, el gozo y la pasión de algunos hombres y mujeres son comunicativos.
¡Estar cerca de ellos nos hace bien, nos inspira, nos sana y nos reconcilia
con la raza humana! Nos encanta estar cerca de ellos y damos gracias a Dios por
su fe que produce esperanza y nos impulsa hacia nuevas alturas de anhelos,
compromisos y posibilidades en Dios.
Claude Houde
martes, 20 de mayo de 2014
EL BESO DEL PADRE
Una gran bendición es nuestra cuando nos sentamos en lugares celestiales.
¿Cuál es esta bendición? Es el privilegio de aceptación: “…con la cual
nos hizo aceptos en [Cristo]” (Efesios 1:6). La palabra para acepto aquí
significa “sumamente favorecido”. El uso de Pablo para la palabra acepto en
este versículo se traduce como: “Dios nos ha favorecido a lo sumo. Somos muy
especiales para Él, porque estamos en nuestro lugar en Cristo.”
Porque Dios aceptó el sacrificio de Cristo, ahora nos ve solo como una
persona: Cristo y aquellos que están unidos a Él por fe. Nuestra carne ha
muerto a los ojos de Dios. ¿Cómo? Jesús deshizo nuestra antigua naturaleza
en la cruz, así que ahora cuando Dios nos mira, solo ve a Cristo. A su vez,
nosotros debemos aprender a vernos como Dios nos ve. Eso significa, no
enfocarnos solamente en nuestros pecados y debilidades, sino en la victoria que
Cristo ganó por nosotros en la Cruz.
La parábola del Hijo Prodigo (Ver Lucas 15:11-31) provee una poderosa
ilustración de la aceptación que viene cuando se nos da una posición
celestial en Cristo. Tú conoces la historia: un joven pidió su herencia de su
padre y la malgastó en una vida pecaminosa. Entonces, una vez que el hijo
llegó a la bancarrota moral, emocional y físicamente, pensó en su padre,
pero estaba convencido que había perdido todo favor con él.
Las escrituras nos dicen que este joven quebrantado estaba lleno de tristeza
por su pecado y clamó, “No soy digno, he pecado contra el cielo.” Pero
entonces el hijo pródigo se dijo a sí mismo, “Me levantaré e iré a mi
padre” (Versículo 18). Él estaba ejercitando su bendición de acceso. ¿Te
imaginas la escena? Él hijo pródigo se había alejado de su pecado, y se
volvía hacia la puerta abierta que su padre le prometió. Él estaba caminando
en arrepentimiento y apropiándose de aquel acceso.
Así que, ¿Qué le paso al hijo pródigo?. “Y cuando aún estaba lejos, lo
vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su
cuello, y le besó.” (Lucas 15:20). Que bella escena. El hijo pecador fue
perdonado, abrazado y amado por su padre, sin ira ni condenación alguna.
Cuando él recibió el beso de su padre, supo que había sido aceptado.
DAVID WILKERSON
lunes, 19 de mayo de 2014
RANSFORMADO POR TRIUNFO
Simón, Simón, he aquí que Satanás ha solicitado poder para zarandearos
como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falle; y tú, cuando hayas
vuelto, fortalece a tus hermanos.”(Lucas 22:31-32)
Jesús fijó Su mirada profética sobre Pedro y vio algo aterrador. Vio que
Pedro lo negaba y blasfemaba Su nombre para demostrar que él no caminaba con
Cristo. Jesús vio una imagen del futuro inmediato, la intención y la trampa
satánica, al ver a Pedro llorando amargamente, alejándose tambaleando y
abandonando todo para ir de vuelta a su barco de pesca. Pedro estaba regresando
a las redes de su pasado, en un estado de profunda resignación y
desesperación. Satanás ha solicitado poder para zarandearos como a trigo;
pero yo he rogado por ti.
Jesús vio la amenaza sombría, demoníaca, oscura, amenazadora y destructiva,
rondando a Pedro. Él ve y sabe lo que puede destruirnos. Él es el Alfa y
Omega, la primera y última página de nuestra existencia. Él nunca queda
pasmado o disgustado por nuestros errores, nuestros secretos, ni nuestros
fracasos. Nunca “descubre” nada sobre nosotros. Él es todo conocimiento y
todo amor y nunca se da por vencido con nosotros y nuestro futuro.
Jesús no es ingenuo, como una dulce “mami” que a veces se ciega por el
amor poco realista que hace que se pierda toda la lucidez u objetividad acerca
de “su bebé”. No, por el contrario, Jesús posee la capacidad divina y
redentora para ver claramente la peor amenaza en la vida de Pedro, y también
para orar por él y prever sobrenaturalmente por el Espíritu del Señor sobre
Él, que apenas cincuenta días después, en el día de Pentecostés, Pedro se
pararía en medio de una multitud agitada y tumultuosa y hablaría palabras que
podrían literalmente ¡dar a luz a la Iglesia! “cuando hayas vuelto,
fortalece a tus hermanos.”
Jesús ya estaba viendo a Pedro siendo transformado por el triunfo; del llanto
a la adoración; de la negación a la liberación; de la debilidad de la fe; de
la blasfemia a la bendición; de la ruina al avivamiento; y desde una casi
muerte a la autoridad y el destino. ¡Así es como Jesús te ve! Él nunca ve
solo lo que has sido o lo que eres ahora, Él ve lo que puedes llegar a ser por
la fe en Él. Él sabe lo que ha sido preparado para ti en el reino invisible.
Él quiere que aprendamos a vernos a nosotros mismos, así como los demás, a
través de esa dimensión de la fe.
Claude Houde
viernes, 16 de mayo de 2014
CONOCER SU VOZ
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen” (Juan 10:27).
Quienes verdaderamente conocen a Dios han aprendido a reconocer Su voz por
encima de todas las demás. Él quiere que tú estés absolutamente convencido
de que Él desea hablarte y decirte cosas que nunca has visto u oído antes.
Creo que se requieren tres cosas de aquellos que desean escuchar la voz de
Dios:
* Una confianza inquebrantable en que Dios quiere hablarte. Debes estar
plenamente persuadido y convencido de ello. De hecho, ¡Él es un Dios que
habla! Él quiere que tú conozcas Su voz para que puedas hacer Su voluntad. Lo
que Dios te dice, nunca irá más allá de los límites de la Escritura.
* Tiempo de calidad y de silencio. Debes estar dispuesto a pasar tiempo a
solas con Dios y a callar cualquier otra voz que no sea la de Él. Es cierto
que Dios nos habla todo el día, pero cada vez que Dios ha querido hacer algo
en mi vida, su voz se ha hecho presente cuando me he encerrado con Él y he
dejado afuera otras voces, con excepción de la suya.
* Pedir con fe. No obtenemos nada de Dios (incluyendo oír Su voz) a menos
que realmente creamos que Él es capaz de expresarnos Sus pensamientos ¡y de
darnos la habilidad para comprender Su perfecta voluntad!
¡Dios no bromea! Él no permitirá que el diablo te engañe. Cuando Dios
habla, su paz se manifiesta ¡y Satanás no puede contrarrestar dicha paz!
“Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. A éste abre el
portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca.
Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le
siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no seguirán, sino huirán de
él, porque no conocen la voz de los extraños” (Juan 10:2-5).
DAVID WILKERSON
jueves, 15 de mayo de 2014
¡SATISFECHO CON MUY POCO!
¡Dios tiene tanto para darte! Su deseo es expresado así: “Abriré las
ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que
sobreabunde" (Malaquías 3:10). Él está de pie en un almacén lleno,
diciendo: "Soy un Dios dadivoso, pero tan pocos reciben de Mí. ¡No me
permiten ser Dios para ellos!"
Claro, debemos agradecer a Dios por todo lo que Él ha hecho y ha dado ya.
¡Pero no debemos estar satisfechos con lo que pensamos que es mucho! Muchos
cristianos están satisfechos con sentarse en la iglesia y ser bendecidos por
la presencia de Dios. Tales personas no son más que “esponjas satisfechas”
Empapando todo, pero limitando a Dios en sus vidas, ¡cuando Él quiere ungirlos
tanto para el servicio!
Cuando los discípulos se maravillaron de los milagros de Cristo, Jesús
contestó: "¡Dios tiene una obra aun mayor para ustedes!" La mayoría de
nosotros somos como los discípulos. Vemos un milagro y estamos satisfechos de
hablar al respecto por el resto de nuestras vidas. Pero si nosotros realmente
conocimos a Dios y le permitimos ser Dios para nosotros, Le pediríamos mucho
más.
* Alcanzaríamos los lugares celestiales por fe, creyendo que Dios traerá
abajo a los líderes ateos en las agencias federales locales y estatales.
¡Derrumbaríamos principados y potestades, como Dios dijo!
* Creeríamos que Dios nos ayudará a saturar nuestra ciudad con el evangelio
de Jesucristo. Nos pararíamos en fe contra cada arma dirigida hacia nosotros y
estaríamos derribando fortalezas satánicas en nuestras familias e iglesias.
Nuestra visión sería ilimitada. ¡Creeríamos a Dios por cosas aun mayores
para su reino!
“Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más
abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en
nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades,
por los siglos de los siglos. Amén” (Efesios 3:20-21).
DAVID WILKERSON
miércoles, 14 de mayo de 2014
ERES BENDECIDO
“Después hubo hambre en la tierra, además de la primera hambre” (Génesis
26:1). Ahora bien, si tú eres un granjero y todo tu sustento depende de la
cosecha, no vas a querer oír que hay hambre en la tierra. Tampoco quisieras
oír: “…además de la primera hambre”.
Esto es lo que Isaac enfrentaba. Su padre había pasado hambruna y ahora él
estaba atravesando una segunda hambre. Probablemente él recordaba lo duro que
fue la primera vez y tenía mucha preocupación en su corazón.
La Biblia dice algo interesante: “y se fue Isaac a Abimelec rey de los
filisteos, en Gerar. Y se le apareció Jehová, y le dijo: No desciendas a
Egipto; habita en la tierra que yo te diré. Habita como forastero en esta
tierra, y estaré contigo, y te bendeciré; porque a ti y a tu descendencia
daré todas estas tierras, y confirmaré el juramento que hice a Abraham tu
padre. Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu
descendencia todas estas tierras; y todas las naciones de la tierra serán
benditas en tu simiente, por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto,
mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes” (Génesis 26:1-5).
Una palabra clave en el versículo 5 es “oyó”. Abraham obedeció al Señor
y también lo hizo Isaac. De hecho, Isaac fue gloriosamente obediente a Dios.
Quiero decir esto tan claro y simple como pueda: Cuando obedeces a Dios, el
resultado es Su bendición. Eres salvo por gracia y aun así eres llamado por
Dios para ser un pueblo obediente.
Cuando das un paso de fe y dices: “Dios, esto es difícil. No estoy seguro de
poder hacerlo, pero obedeceré”, entonces las ventanas del cielo se abrirán
para ti.
No importa lo que Dios te pida que hagas, obedécele. Si Él te pide que des,
obedécele, Si Él te pide que vayas, obedécele. No vivas en base a lo que tú
quieras hacer, vive en base a lo que Dios quiere que hagas y verás la
bendición venir hacia ti, sobre ti y alrededor de ti.
Gary Wilkerson
martes, 13 de mayo de 2014
“ARADO PROFUNDO”
“¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad,
ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?” (Romanos 2:4)
No estoy de acuerdo con todas las doctrinas de los escritores puritanos, pero
me encanta su énfasis en la santidad. Estos piadosos predicadores llamaban sus
sermones "arado profundo". Ellos creían que no podían sembrar verdaderas
semillas de fe hasta que la tierra de los corazones de sus oyentes haya sido
profundamente arada.
Los puritanos se aseguraban de que sus prédicas llegaran a lo profundo,
rompiendo la tierra rocosa de las almas de sus oyentes. Sus sermones producían
genuino arrepentimiento en sus congregaciones. Y, a través de los años se
produjeron cristianos fuertes, maduros y fieles.
Hoy, sin embargo, la mayoría de las prédicas es sembrar sin arar. Escucho muy
pocos sermones, hoy en día, que penetren más allá de la superficie. El
“arado profundo” no sólo trata con la enfermedad del pecado; cava hasta
llegar a la causa misma de la enfermedad. Muchas de las predicaciones que
escuchamos hoy, se enfocan en el remedio mientras que ignoran la enfermedad.
¡Ofrecen una receta sin proveer la cirugía!
Tristemente, hacemos que la gente piense que ha sido sanada del pecado cuando
nunca supo que estaba enferma. Les ponemos vestimentas de justicia, cuando
nunca supieron que estaban enfermos. Les instamos a confiar en Cristo, cuando
ni siquiera se han dado cuenta de su necesidad de confiar. Tales personas
terminan pensando: "No me hará daño el añadir a Jesús a mi vida".
C.H. Spurgeon, el poderoso predicador inglés, dijo lo siguiente acerca de la
necesidad de arrepentirse:
“Creo que la penitencia dolorosa aún existe, aunque últimamente, no he
oído mucho acerca de ella. La gente parece saltar muy rápidamente hacia la fe
en estos días… Espero que mi viejo amigo, El Arrepentimiento no haya muerto.
Estoy desesperadamente enamorado del arrepentimiento; parece ser el hermano
gemelo de la fe.
No entiendo mucho acerca de la fe sin lágrimas; sé que vine a Cristo por el
camino de la cruz de llanto...Cuando vine al Calvario por fe, fue con gran
llanto y súplicas, confesando mis transgresiones, y deseando encontrar
salvación en Jesús, y en Jesús solamente”.
DAVID WILKERSON
lunes, 12 de mayo de 2014
SUBLIME GRACIA
La gracia que Jesús dice que derrama sobre nosotros no tiene paralelo en la
historia de toda la humanidad. La palabra “gracia” ha llegado a ser casi
tan común como la palabra “oración” en la Biblia. Todos decimos: “Oh,
sí, creo en la gracia. Claro, por supuesto.” Cantamos el himno “Sublime
Gracia” y hacemos hincapié en la segunda palabra, porque estamos de acuerdo
en que la gracia es algo maravilloso, algo que todos disfrutamos.
¡Pero, espera! ¡Eso no es todo lo que la gracia significa! Es mucho más de
lo que podríamos llegar a imaginar. ¿Por qué nuestros corazones no se llenan
de euforia o se enamoran de la gracia? Porque, para nosotros, la gracia se ha
convertido en algo moderado, aceptable. Se ha convertido en normal, en algo
promedio, algo con lo que estamos contentos.
Al hablar acerca de esta gracia revolucionaria e inmerecida, este don de Dios
que cambia el corazón y produce fruto en ti, muchos de ustedes están
diciendo: “Gracia…, sí… ¡Pero…!” Si eres uno de ellos, estas
pendiendo en el reino del legalismo. Estás escapando el reino de la gracia y
comenzando a quedar atrapado en tratar de hacer las cosas por ti mismo.
Observa lo que Pablo dice sobre esto a la iglesia de Galacia en Gálatas 3:1-3:
“¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó…? Esto solo quiero saber de
vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con
fe? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a
acabar por la carne?”
Lamentablemente, muchos de nosotros decimos: “Gracias, Jesús, por Tu gracia
en la cruz, esa gracia que me ha limpiado y ha hecho borrón y cuenta nueva.
Gracias por mi nuevo comienzo… ahora puedo hacer todo por mí mismo”.
El problema es que: no puedes hacerlo por ti mismo. Muchos se sienten ofendidos
por la gracia, porque la gracia dice que no podemos hacerlo por nosotros mismos;
cada vez que lo intentamos, fallamos miserablemente.
¿Quieres ser libre hoy mismo? Entonces, sólo di estas palabras: “Yo soy un
fracaso por mi propia cuenta; no puedo seguir la ley de Dios por mí mismo.
“Gracias mi Dios por Tu gracia!”
GARY WILKERSON
viernes, 9 de mayo de 2014
DIOS NO TE HA OLVIDADO
Una de las cargas más grandes que tengo como pastor es: “O Señor, ¿cómo
puedo traer esperanza y consuelo a creyentes que están soportando tan gran
dolor y sufrimiento? Dame un mensaje que anule su duda y temor. Dame verdad que
secará las lagrimas de los afligidos y pondrá una canción en los labios de
los desesperanzados.”
El mensaje que escucho del Espíritu Santo para el pueblo de Dios es muy
simple: “Ve a mi Palabra, y resiste en mis promesas. Rechaza tus sentimientos
de duda.” La esperanza es nacida de las promesas de Dios.
Recibí una carta recientemente que contiene una hermosa ilustración viviente
de esto. Es de una madre que escribe: “Mi hija de dieciséis años tiene una
degeneración física de sus músculos, ligamentos y coyunturas, y está en
dolor extremo veinticuatro horas al día. Era bailarina y deseaba ir a la
Escuela Julliard en la ciudad de Nueva York, pero sus sueños se hicieron
pedazos cuando fue aquejada por esta enfermedad. El doctor dijo que su dolor en
una escala de 1 a 10 es 14. La cantidad de analgésico que se necesita para ser
efectivo para ella destruiría sus riñones, así que no puede tomar la
medicina.”
Frente a todo esto, aun en medio de un implacable temblor de cuerpo y alma,
esta madre y su hija testifican que han puesto su esperanza en la Palabra de
Dios y Él les ha dado paz inexplicable.
¿Acaso el enemigo te ha dicho que Dios te ha olvidado? ¿Has sido tentado a
concluir que el Señor no está contigo? ¿Has estado a punto de abandonar tu
fe? Pon tu esperanza en la Palabra del Señor para ti: “No te desampararé ni
te dejaré.” (Hebreos 13:5)
“Jehová será refugio del pobre, refugio para el tiempo de angustia. En ti
confiarán los que conocen tu nombre, por cuanto tú, oh Jehová, no
desamparaste a los que te buscaron.” (Salmos 9:9-10)
DAVID WILKERSON
jueves, 8 de mayo de 2014
EL EVANGELIO DEL ARREPENTIMIENTO
Mientras leo las palabras de Pablo, me encuentro examinando mi propio
ministerio y tengo que preguntar: "¿He acortado el evangelio que Jesús
predicaba, el evangelio del arrepentimiento? ¿Esencialmente, he cortado con
tijeras mi Biblia y he quitado el alto precio de seguir a Cristo? ¿He rebajado
Sus normas al decirle a la gente: "Sólo cree y sé salvo?"
¿Hemos acortado la convicción genuina por el pecado? ¿Nos hemos adelantado y
ofrecido la salvación a aquellos que realmente no se han arrepentido, a quienes
no se han dolido por sus ofensas, a quienes no se han dolido por sus
transgresiones, a quienes han buscado la fe tan sólo para esconder sus
lujurias tras ella?
Constantemente escuchamos exageraciones acerca del número de personas que
viene a Jesús a través de diversos ministerios. Cristianos reportan que un
sinnúmero de personas fueron salvas mientras predicaban en prisiones, escuelas
y otras instalaciones. Dicen: "Todos en el lugar entregaron su corazón a
Jesús. Cuando terminé de predicar, todos pasaron al frente para recibir
salvación".
A menudo, lo que sucede es que todos sencillamente repiten una oración. Ellos
simplemente oran lo que se les ha dicho que oren y muchos no entienden lo que
están diciendo. ¡Después, la mayoría vuelve a sus caminos perversos!
Tales personas nunca experimentan una obra profunda del Espíritu Santo. Como
resultado, nunca se arrepienten, nunca sienten dolor por sus pecados y nunca
creen realmente. Trágicamente, les hemos ofrecido algo que Jesús mismo nunca
ofreció: Salvación sin arrepentimiento.
Yo creo que la iglesia, incluso ha quitado el sentimiento de la convicción de
pecado. Piénsalo, casi nunca ves lágrimas en las mejillas de los están
siendo salvos. Por supuesto, sé que las lágrimas no salvan a nadie, pero Dios
nos hizo humanos a todos, con sentimientos muy reales. Y cualquier pecador atado
por el infierno que ha sido tocado por el Espíritu Santo, naturalmente sentirá
un dolor profundo por la forma en que ha contristado al Señor.
El apóstol Pedro sintió este tipo de dolor piadoso, cuando el negó al
Señor. De pronto, fue inundado con el recuerdo de lo que Jesús le dijo:
"Entonces Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: Antes
que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y pensando en esto,
lloraba" (Mr. 14:72).
DAVID WILKERSON
miércoles, 7 de mayo de 2014
EL VELO SE QUITARÁ
Pablo describe un cambio que tiene que ocurrir antes que sea posible que ocurra
cualquier otro cambio:
“Así que, teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza; y no como
Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, para que los hijos de Israel no
fijaran la vista en el fin de aquello que había de ser abolido. Pero el
entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el
antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es
quitado. Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está
puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al Señor, el velo
se quitará.” (2 Corintios 3:12-16).
En este pasaje, Pablo está hablando fundamentalmente sobre la ceguera de los
judíos en relación a Jesús como el Mesías. A la vez, el también está
estableciendo un principio que se aplica a todas las personas, sean judías o
gentiles. Está hablando de ceguera a la verdad bíblica. Fíjate en el
versículo 14: “Pero el entendimiento de ellos se embotó (endureció).”
Por favor, entiende esto: la gente a la que Pablo escribió era sincera.
Estudiaban fielmente los libros de Moisés, la ley y los profetas; y los salmos
de David. Reverenciaban la palabra de Dios, enseñando de ella y citándola sin
reservas. Pero todavía tenían un velo sobre sus ojos.
Pensamos que hay un velo espiritual cubriendo los ojos de los judíos, los
musulmanes y otros, que no les permite ver la verdad sobre Jesús. Sin embargo,
también hay un velo cubriendo los ojos de muchos creyentes. Ellos leen las
claras advertencias de Dios en las Escrituras, las escuchan cuando las predican
con poder, sin embargo, aún no son conmovidos por ella. De hecho, ellos
continúan haciendo las mismas cosas que la palabra de Dios denuncia.
Pablo dice que para que se nos quite la ceguera tenemos que convertirnos al
Señor: “Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará” (2
Corintios 3:16). La palabra griega que se utiliza aquí para convertir
significa el “revertir el rumbo”. En resumen, Pablo está diciendo:
“Tienes que admitir que el rumbo que estás tomando te ha llevado a estar
vacío, a la ruina y a la desesperación.”
Si tu vida está en algún tipo de confusión, si hay algo muy mal y las cosas
se están deteriorando, sabes que tendrás que cambiar el rumbo. Puedes
pensar: “Es mi esposo el que está mal. Estoy esperando que él cambie.” O,
“Mi esposa va a la ruina a menos que cambie.” O, “Mi jefe está
completamente mal. Algo tiene que cambiar en él”. Nosotros vemos claramente
los errores y las malas acciones de otros. Sin embargo, no vemos nuestra propia
necesidad de cambiar. Tenemos que admitirle a Dios: “Señor, yo soy quien
necesita cambiar. Por favor, Padre, muéstrame en qué he fallado.”
DAVID WILKERSON
martes, 6 de mayo de 2014
RESISTIENDO FIRMEMENTE EN LA FE
Si eres miembro del cuerpo de Cristo, prepárate para enfrentar un diablo
enojado. Quizás no quieras pensarlo ni aceptarlo, pero si has determinado
seguir a Jesús con todo tu corazón, Satanás te ha marcado para destrucción
y va a inundar tu vida con toda clase de problemas.
El apóstol Pedro advierte: “Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed,
pues, sobrios, y velad en oración.” (1 Pedro 4:7). En otras palabras, él
está diciendo: “No hay tiempo para liviandad, tienes que estar sobrio
mentalmente en los asuntos espirituales, es cuestión de vida o muerte.”
¿Por qué la necesidad de estar tan sobrio? El fin se acerca y nuestro enemigo
está subiendo la intensidad de la batalla. Nos está acechando como león a la
presa, escondiéndose en la hierba, esperando una oportunidad para saltar. El
quiere devorarnos, destruir absolutamente nuestra fe en Cristo.
Algunos cristianos dicen que no debemos ni siquiera hablar acerca del diablo,
que lo mejor que haremos es ignorarlo. Otros tratan de negar su existencia. Por
ejemplo, teólogos liberales argumentan que no hay diablo, ni infierno, ni
cielo.
Pero el enemigo de nuestras almas no va simplemente a desaparecer. Pocas
figuras bíblicas han sido identificadas tan clara y extensivamente. Es
descrito como Lucifer, Satanás, diablo, engañador, estorbador, maligno,
usurpador, impostor, acusador, devorador, dios de este mundo, gobernador de las
tinieblas, serpiente antigua.
Estas descripciones enfáticas me dicen que el diablo es real, y sabemos por
las Escrituras que maneja un poder real. Ahora mismo está obrando en la
tierra, en nuestras naciones, ciudades, iglesias, hogares, y vidas
individuales. Y no te atrevas a ser ignorante de sus métodos y estrategias de
guerra contra nosotros.
“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león
rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en
la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros
hermanos en todo el mundo.”(1 Pedro 5:8-9)
DAVID WILKERSON
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