miércoles, 5 de marzo de 2014
JESÚS ES EL PACTO
Isaías se refería a Jesús cuando profetizó estas palabras: "Así dijo
Jehová: En tiempo aceptable te oí, y en el día de salvación te ayudé; y te
guardaré, y te daré POR PACTO AL PUEBLO, para que restaures la tierra, para
que heredes asoladas heredades" (Isaías 49:8, énfasis mío).
Como iglesia de Jesucristo, celebramos el anuncio profético de Isaías cada
Navidad. El profeta declara que Dios está a punto de enviar a Su Hijo como la
respuesta a cada clamor y oración. Pero este versículo implica más de lo que
usualmente asociamos con la historia del bebé en el pesebre. Se nos dice que
Jesús fue enviado en forma humana para revelar el pacto de Dios con el hombre:
"Te daré por pacto al pueblo".
Cuando Dios nos dio Su Nuevo Pacto, Él no estableció un nuevo sistema con un
conjunto nuevo de reglas. En lugar de ello, Él nos envió a una persona:
Jesús, como El Pacto.
El Antiguo Pacto era un conjunto de reglas basado en condiciones. Éste
declaraba: "Si tú haces esto o aquéllo, entonces Dios te dará vida. Pero si
no lo haces, te perderás la bendición de Dios". Por supuesto, el pueblo nunca
alcanzaba el estándar de Dios. No fueron capaces de guardar Su ley, la cual era
santa y pura, y, como resultado, sus vidas eran acosadas por la culpa, la
vergüenza y la desesperación.
En algún momento, decidimos que el Antiguo Pacto de Dios debía ser
modificado. Pero Jesús no vino para modificar un Pacto: Él vino como El
Pacto. Él no vino a mostrarnos las bendiciones de la gracia: Él es la
bendición de la gracia.
A lo largo de la historia de la iglesia, hombres como Lutero y Wesley han
enfatizado cuán importante es para el pueblo de Dios entender el Nuevo Pacto.
Ellos lo vieron como una cuestión de dividir correctamente la Palabra de Dios,
entendiendo lo que es la ley y lo que es la gracia. Si no somos capaces de
comprender esta materia, dijeron ellos, estamos condenados a una vida de
desesperación. Lutero y Wesley sabían que esto era verdad porque ellos mismos
habían experimentado dicha desesperación.
Esta es la diferencia: Bajo el Nuevo Pacto, la ley de Dios ya no era una norma
externa por la cual luchar. En cambio, Su ley sería escrita en nuestros
corazones a través del Espíritu Santo: "…el amor de Dios ha sido derramado
en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado" (Romanos 5:5).
Somos llenos del Espíritu Santo, la vida misma de Dios, para ayudarnos a
obedecer Su Santa Palabra. Cristo nos amó y se entregó por nosotros para que
podamos tener esta novedad de vida.
GARY WILKERSON
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