martes, 25 de marzo de 2014
ÉL NO NOS CONDENA
El acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios
día y noche" (Apocalipsis 12:10). Las acusaciones de Satanás son una de las
cosas con las que Jesús vino a tratar como nuestro Pacto Viviente. Dios no
envió una teología para aplastar las mentiras de Satanás, ¡Él envió a
Jesús! La profecía más antigua en Génesis declaró que Satanás heriría el
calcañar del Mesías, pero Jesús aplastaría la cabeza del diablo (ver
Génesis 3:15). Hace dos mil años, Jesús trajo esa realidad a nuestras vidas.
De vez en cuando me despierto en medio de la noche con una ansiedad incierta.
Es como si hubiera hecho algo malo, pero no sé qué. Ese sentir viene del
acusador. Él susurra: "Tú no sirves, no vales, eres una carga para los
demás. Mira tu pasado, ¿cuántas veces lo has arruinado? Nunca cambiarás".
Nuestra relación con esa voz comenzó en el huerto del Edén, pero cuando
Jesús vino, Él declaró: "Eso termina ahora mismo", añadiendo una asombrosa
tranquilidad: "No penséis que yo voy a acusaros delante del Padre" (Juan
5:45).
Jesús le dijo a la mujer sorprendida en adulterio: "Ni yo te condeno; vete, y
no peques más" (Juan 8:11).
¡Es absolutamente esencial que nosotros construyamos sobre el firme fundamento
de la certeza de que Dios no nos acusa! Este fundamento no se basa en leyes,
acusaciones o desengaños, sino en la gloriosa acción de gracia de Dios mismo.
Cuando Él oye una acusación contra nosotros, le dice a Jesús: "Aplástala".
En ese momento, oiremos la voz del Espíritu Santo diciendo: "No oigas esa
mentira, pues ya fue destruida en la cruz. Dios no te acusa, porque Su Hijo te
ha hecho libre".
Vamos a pecar, la Biblia lo indica claramente. Pero cuando lo hacemos, la voz
que oiremos, será la del Espíritu Santo. Él nos da convicción por nuestras
transgresiones, sin embargo, es una convicción esperanzadora, una que conduce
a un arrepentimiento gozoso y no a una pérdida de esperanza.
Se nos ha dado a Jesús y en nuestro tiempo de desánimo, oiremos Su voz por
encima de todas los demás: "Ni yo te condeno". Que Dios te provea de Su gracia
para edificar sobre ese fundamento ¡y regocíjate!
GARY WILKERSON
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