viernes, 7 de marzo de 2014
MÁS Y MÁS COMO JESÚS
"Y al mirar los hijos de Israel el rostro de Moisés, veían que la piel de su
rostro era resplandeciente; y volvía Moisés a poner el velo sobre su rostro,
hasta que entraba a hablar con Dios" (Éxodo 34:35). El rostro de una persona
es la expresión externa de lo que está en su corazón. Cuando la revelación
de la gloria de Dios se hizo real a Moisés, ¡su misma mirada cambió!
Pablo testificó: "Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre
de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo
le predicase..." (Gálatas 1:15-16).
Pablo estaba diciendo: "Tengo dentro de mí mucho más que algo de doctrina que
alguien planteó, más que un simple conocimiento intelectual de Cristo. Tengo
una revelación de quién es Cristo, una revelación de Su gracia, misericordia
y amor. Y esta revelación se ha convertido en la fuente misma de todo lo que
soy y hago. ¡Es la esencia misma de mi vida!"
La revelación de la gloria de Dios es, en verdad, maravillosa. Sin embargo,
muchos han convertido esa misma revelación en una licencia para pecar. Judas
describe a las personas que "convierten en libertinaje la gracia de nuestro
Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo" (Judas
4).
Según Pablo, estas personas pecan "para que la gracia abunde" (Romanos 6:1).
Ellos están diciendo, en esencia: "Si Dios ama el expresarse a través de la
misericordia y el perdón, entonces yo voy a darle todas las oportunidades. Voy
a pecar y dejar que me siga amando, para que la gracia fluya. ¡Qué testimonio
al mundo será eso! Seré el objetivo de todo ese amor que desciende del
cielo".
Tales personas son fáciles de detectar. Su semblante los delata. Isaías
habló de israelitas que "han sido contra Jehová para irritar los ojos de su
majestad. La apariencia de sus rostros testifica contra ellos" (Isaías 3:8-9).
El profeta estaba diciendo: "Sus pecados testifican contra ustedes en su propia
apariencia. Lo que está en sus corazones va a revelarse en sus rostros".
Por otro lado, incluso el más duro de los pecadores puede decir que has
"estado con Jesús" ¿Cómo se dan cuenta? ¡Ellos te ven como alguien
distinto! Dicen: "Tú eres diferente. Te conduces con una humilde seguridad y
nada de ti parece oculto. No tienes secretos y no pareces llevar ningún rencor
o amargura. Si no fuera así, lo sabría. ¡Tu vida es un libro abierto!"
El pecado, sin embargo, lleva cierta apariencia. Ninguna sonrisa lo puede
encubrir y su voz tiene el sonido del vacío, el eco de un metal que resuena,
de un címbalo que retiñe.
Aquellos que se han apropiado de la gloria de Dios están siendo cambiados
todos los días. ¡Su semblante se está volviendo más y más como el de
Jesús!
DAVID WILKERSON
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