miércoles, 26 de marzo de 2014

IMITAD SU FE

“Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe. Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:7-8). A menudo se me llenan los ojos de lágrimas cuando medito sobre este pasaje y sus repercusiones. Me dirijo solemnemente a cada padre, pastor, cristiano maduro y persona en una posición de influencia que esté leyendo estas palabras. ¿Te das cuenta de que este pasaje afirma que el pueblo de Dios (nuestros hijos, familia, amigos y toda alma preciosa que nuestro Señor pone en nuestro camino) debe ser capaz de observar nuestra fe y confianza en Dios a través de todas las pruebas y tormentas, nuestros valores más profundos, nuestra pasión, nuestras reacciones, nuestras decisiones y prioridades reales y, literalmente, imitar nuestra fe? Este principio inmutable y extraordinario significa que mi vida debe llegar a ser un testimonio, una proclamación e irrefutable prueba de que Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre. ¡Dios quiere que mi fe y mi confianza en Él le supliquen a todo aquel que está observando mi vida - y se sienta tentado a alejarse – a creer que Dios es fiel, Él nunca cambia, y el que confía en Él nunca será decepcionado! Dios quiere que tus hijos y los míos testifiquen a sus amigos que fue “observando a mis padres vivir su fe, día tras día, a través de las terribles tragedias y pruebas de la vida, a través de cada dolor y conflicto, que decidí vivir para Dios. La fe de mis padres me demostró que Dios está vivo y es el mismo ayer, hoy y siempre”. Es de suma importancia para cada creyente darse cuenta de que posee una esfera de influencia que es exclusivamente suya. Cada uno de nosotros tenemos contacto con gente que podemos sensibilizar o influenciar, una obra para completar o un propósito que cumplir que nadie más puede hacer. ¡Querido lector, las personas que Dios predestinó a ser influenciadas por ti -el destino eterno que has sido llamado a cumplir- ni siquiera el más grande hombre de Dios en el mundo puede hacerlo! Es tu fe la que debe producir el fruto de confianza en Dios en las personas que te rodean. CLAUDE

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