martes, 18 de febrero de 2014
CONMOVER NACIONES PARA CRISTO
“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu
Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta
lo último de la tierra” (Hechos 1:8).
Quedo asombrado y perplejo por la cantidad de ministros, tanto jóvenes como
viejos, que recorren todo el mundo buscando estrategias para producir
crecimiento en sus iglesias. Hoy, muchos predicadores asisten a seminarios,
convenciones y “comités de especialistas”, dónde jóvenes ministros
profesionales usan gráficas y encuestas para mostrarles cómo construir
iglesias más grandes. Otros ministros acuden en masa a “campañas de
avivamiento”, esperando aprender nuevos métodos de cómo hacer para que el
Espíritu Santo caiga sobre sus congregaciones.
Ahora mismo, sociedades misioneras están enviando más obreros que nunca
antes. Su grito de guerra ha llegado a ser: “¡Tenemos que llevar más mano
de obra al campo misionero! Se necesitan más hombres y mujeres calificados
para ganar las naciones para Cristo.”
Pero muchos de los misioneros que son enviados están regresando a casa dentro
de unos pocos años. Han sido vencidos, desanimados, azotados por las fuerzas
demoníacas en esas naciones extranjeras. ¿Por qué? Porque sus vidas no
estaban a la par con el evangelio que predicaban; nunca desarrollaron un
conocimiento personal del señorío de Cristo o de la llenura del Espíritu
Santo.
Amado, se necesita más que nuevas ideas o estrategias para conmover a las
naciones para Cristo. ¡Todos nuestros planes son en vano si Jesús no está
entronizado en cada área de nuestras vidas!
Nunca antes en la historia ha habido tal estampida de espíritus demoníacos
que estallan desde las entrañas del infierno. La anarquía está barriendo la
tierra, levantándose nación contra nación. ¡Y todo está sucediendo porque
Satanás ha desatado sus hordas demoníacas en una guerra final contra los
santos!
Sin embargo, Dios nunca esta desprevenido de nada de lo que pasa en nuestro
mundo. Él no está sorprendido por la terrible plaga de la droga o el baño de
sangre del aborto. Así que, ¿cuál es su respuesta en este tiempo de
descontrol e inmoralidad? ¿Qué propone como antídoto a la apostasía y al
creciente poder demoníaco? ¿Qué hará Dios en tal tiempo de ruina?
Su respuesta es la misma de siempre: hacer nacer la victoria de Cristo de una
manera renovada. Dios siempre ha respondido levantando un remanente fresco de
hombres y mujeres que serán un testimonio puro de su poder salvador y
santificador, y lo mismo es verdad hoy. ¡Su plan es traer hacia esta escena de
actividad del anticristo, un cuerpo de vencedores, separados, llenos de Cristo:
hombres y mujeres piadosos que vivirán en sumisión total a Su gobierno y
señorío!
DAVID WILKERSON
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