viernes, 31 de enero de 2014
UN CIMIENTO ADECUADO
En 1977 la cantidad de personas que intentaba ubicarse en los bancos de la
iglesia Brooklyn Tabernacle los domingos por la mañana y por la noche superaba
el espacio disponible. A menos de una cuadra de distancia había una YWCA
(Asociación Cristiana de Señoritas) que tenía un auditorio con capacidad
para cerca de 500 personas y pudimos alquilar el salón los domingos.
La reunión en la YWCA fue una solución provisional a la falta de espacio.
Adquirimos un terreno que estaba enfrente con la esperanza de erigir algún
día una iglesia de verdad. Se requería un gran paso de fe, pero Dios proveyó
los fondos.
Programamos una ceremonia de iniciación de la construcción, entusiasmados con
la idea de empezar a levantar un nuevo edificio, un hogar permanente. ¿Podrás
creer que ese domingo especial, llovió con tanta fuerza que no nos fue posible
salir para meter una pala en el suelo? Desilusionados, esa noche volvimos a
amontonarnos en el auditorio de la YWCA. Pero en esa reunión Dios nos habló
con claridad diciéndonos que no era precisamente el terreno de enfrente que
É1 quería romper. En vez de eso, quebrantaría nuestros corazones y sobre ese
cimiento edificaría la iglesia.
El diluvio resultó ser providencial. Unos meses después, un gran teatro con
capacidad para 1.400 personas en una avenida principal que recorre Brooklyn de
norte a sur, fue puesto a la venta. Pudimos vender el terreno obteniendo una
ganancia. Todavía necesitábamos vender el deteriorado edificio de la avenida
Atlantic para poder comprar el teatro, así que en una reunión de oración del
martes por la noche presentamos el problema delante de Dios.
El miércoles por la tarde sonó el timbre de la iglesia. Bajé para contestar
y allí estaba un desconocido bien vestido, que resultó ser un hombre de
negocios de Kuwait. Entró y recorrió el lugar examinándolo mientras yo
contenía mi aliento por temor a que mirara en forma muy detenida las paredes
torcidas, los baños sucios y la plomería cuestionable.
- ¿Cuánto pide por este edificio? - preguntó.
Me aclaré la garganta y le di una cifra con voz débil. Hizo una pausa y luego
dijo: “Es un precio justo. Dile a tu abogado que llame al mío. El pago será
en efectivo”. Y diciendo eso, se fue. Nuestra oración había sido
respondida de una manera sorprendente.
Jim Cymbala
Dios había formado un núcleo de personas que deseaban orar, que creían que
nada era demasiado grande para que Él se hiciera cargo. No importaban las
obstrucciones que se nos presentaran en el camino, Dios todavía podía cambiar
a las personas y librarlas del mal. Él estaba edificando su iglesia en un
barrio difícil, y mientras su pueblo siguiera invocando su bendición y ayuda,
Él estaba totalmente comprometido a responder.
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