martes, 21 de enero de 2014
ORACIÓN NO RESPONDIDA
Una adolescente me confesó: “Hace dos años, mi mamá y papá murieron en un
accidente automovilístico. Ellos eran los mejores padres que una niña podría
tener. Me he preguntado cómo Dios pudo permitir que mueran de forma tan
violenta, y en los últimos dos años he guardado rencor contra Él. ¿Acaso
Dios no protege a los suyos? Ya no puedo orar con verdadera confianza en Él,
porque creo que me ha fallado. ¿Qué puedo hacer? Supongo que se puede decir
que estoy enojada con el Señor”.
Una joven pareja que conozco ha estado albergando resentimiento contra el
Señor por casi diez años. Su hermosa hija, de cinco años de edad, murió
poco después de ser afectada con un tumor cerebral y ellos dejaron crecer la
amargura. Han permanecido en la iglesia y han pasando por todas las etapas,
pero ya no creen en la eficacia de la oración. Tienen miedo a renegar de Dios,
miedo de llamarlo mentiroso o un Padre infiel, pero nunca lo han perdonado por
“quitarles a su único hijo”.
Casi todos los cristianos en algún momento de su vida han tenido que enfrentar
el problema de la oración no respondida. Una oración queda sin respuesta
durante semanas y meses, incluso años. Una enfermedad o tragedia inesperada
cobra la vida de un ser querido. Ocurren cosas que no tienen sentido o razón y
entonces la fe comienza a flaquear. Pero la Palabra deja muy claro que una
persona vacilante nunca recibirá nada de Dios.
Jesús se dio cuenta de esta tendencia en Sus hijos a guardar rencor contra el
cielo cuando las montañas no se mueven en el momento previsto. Él le
advirtió a Pedro no pedir nada al estar en la presencia de Dios en el caso que
haya falta de perdón en alguna materia.
“Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que
también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras
ofensas”. (Marcos 11:25)
Yo creo que Jesús está diciendo: “No estés en la presencia de Dios
pidiendo que las montañas sean removidas o que perdone tus pecados, si tienes
un rencor secreto en tu corazón contra el cielo. ¡Sácalo! Deja que el
Espíritu de perdón fluya a través de ti. Clama a tu Padre fiel. Él no ha
fallado. Él responderá. Él suplirá. Sométete y pídele que te perdone por
permitir que broten estas dudas”
DAVID WILKERSON
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