miércoles, 22 de enero de 2014
DESESPERADO POR UN TOQUE
Sabemos que Jesús estaba tan lleno del amor de Dios que se entregó a sí
mismo por las necesidades de aquellos que luego se opusieron a Él. Cuando la
gente pasaba cerca de la cruz y lo injuriaban, y movían la cabeza y echaban
suertes por sus vestiduras, lo único que salió de su boca fue: “Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Ver Lucas 23:34). ¡Este es el
perfecto amor de Dios! Es este amor perfeccionado el que nos capacita para
hacer lo que estamos llamados a hacer en esta generación: amar a los que nos
odian, por el bien de sus almas.
Por otro lado, el que teme no ha sido perfeccionado en el amor de Dios, es como
el ciego que fue tocado por Jesús y sin embargo, sólo veía a la gente como
árboles que caminaban.
“…[Jesús] le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo. El,
mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan. Luego le
puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue
restablecido, y vio de lejos y claramente a todos.” (Marcos 8:23-25).
Este hombre ciego tenía solamente visión parcial y, del mismo modo, cuando
tú y yo no tenemos un corazón para ver a la gente como Dios las ve, nos vemos
obligados a retroceder por sus duras miradas y condescendencia. Sin embargo,
cuando el hombre estuvo dispuesto a ser tocado por el Señor por segunda vez,
levantó los ojos y de pronto vio claramente a todos los hombres.
Si estás desesperado por ser un testigo de Jesucristo, si estás cansado de
ser de una forma en la iglesia, pero de otra forma afuera y si hay un clamor
dentro de ti que dice: “¡Dios, he tenido suficiente de esta falta de poder!
No me importa quien se ría de mí o piense que he perdido la razón, ¡Quiero
Tu poder para ser capaz de representar a Jesucristo!”. Entonces tengo buenas
noticias para ti: Dios está dispuesto a tocarte de nuevo, tal como lo hizo con
ese hombre ciego.
Carter Conlon
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