viernes, 31 de enero de 2014
CONTEMPLANDO LA GLORIA DE DIOS
Dios permitió que Moisés viera Su gloria para que el fuera cambiado por ella.
Y lo mismo se aplica a nosotros hoy. ¡Dios nos revela Su gloria para que, al
verla, seamos cambiados en Su propia imagen!
Hoy, Jesucristo es la imagen explícita de quien Dios es. Cuando nuestro
Señor se hizo carne, fue una revelación plena de la misericordia, gracia,
bondad y disposición a perdonar del Padre celestial. Dios envolvió toda su
naturaleza y carácter en Jesús, y cualquier revelación de Su gloria es para
cambiarnos y hacer de nosotros una expresión de Cristo.
El apóstol Pablo entendió muy bien el propósito y efecto de ver la gloria de
Dios. Él la vio como poder para cambiar a aquel que la contempla, para
revolucionar la vida de todo seguidor de Cristo. “Por tanto, nosotros todos,
mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos
transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del
Señor” (2 Corintios 3:18).
Pablo nos dice, "Una vez que recibas esta revelación de la gloria de Dios, de
su amor, misericordia, gracia, paciencia y disposición a perdonar, el
Espíritu Santo abrirá tus ojos continuamente para que aprecies más de estos
aspectos de Su naturaleza y carácter. ¡Tendrás una revelación de Dios
siempre en aumento, en la forma en que Él quiere ser conocido por ti!"
Entonces Pablo dice en un tono mucho más fuerte: “Que el Dios de nuestro
Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de
revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro
entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado,
y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos” (Efesios
1:17-18).
Amado, Dios nos quiere decir, “Moisés entendió mi gloria, y ahora quiero
que tú la entiendas. Quiero abrir tus ojos por mi Espíritu para mostrarte
quien soy. No soy tan sólo un Dios de ira y juicio. ¡Mi naturaleza es
amor!”
“Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que,
arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con
todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura,
y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis
llenos de toda la plenitud de Dios” (Efesios 3:17-19).
DAVID WILKERSON
UN CIMIENTO ADECUADO
En 1977 la cantidad de personas que intentaba ubicarse en los bancos de la
iglesia Brooklyn Tabernacle los domingos por la mañana y por la noche superaba
el espacio disponible. A menos de una cuadra de distancia había una YWCA
(Asociación Cristiana de Señoritas) que tenía un auditorio con capacidad
para cerca de 500 personas y pudimos alquilar el salón los domingos.
La reunión en la YWCA fue una solución provisional a la falta de espacio.
Adquirimos un terreno que estaba enfrente con la esperanza de erigir algún
día una iglesia de verdad. Se requería un gran paso de fe, pero Dios proveyó
los fondos.
Programamos una ceremonia de iniciación de la construcción, entusiasmados con
la idea de empezar a levantar un nuevo edificio, un hogar permanente. ¿Podrás
creer que ese domingo especial, llovió con tanta fuerza que no nos fue posible
salir para meter una pala en el suelo? Desilusionados, esa noche volvimos a
amontonarnos en el auditorio de la YWCA. Pero en esa reunión Dios nos habló
con claridad diciéndonos que no era precisamente el terreno de enfrente que
É1 quería romper. En vez de eso, quebrantaría nuestros corazones y sobre ese
cimiento edificaría la iglesia.
El diluvio resultó ser providencial. Unos meses después, un gran teatro con
capacidad para 1.400 personas en una avenida principal que recorre Brooklyn de
norte a sur, fue puesto a la venta. Pudimos vender el terreno obteniendo una
ganancia. Todavía necesitábamos vender el deteriorado edificio de la avenida
Atlantic para poder comprar el teatro, así que en una reunión de oración del
martes por la noche presentamos el problema delante de Dios.
El miércoles por la tarde sonó el timbre de la iglesia. Bajé para contestar
y allí estaba un desconocido bien vestido, que resultó ser un hombre de
negocios de Kuwait. Entró y recorrió el lugar examinándolo mientras yo
contenía mi aliento por temor a que mirara en forma muy detenida las paredes
torcidas, los baños sucios y la plomería cuestionable.
- ¿Cuánto pide por este edificio? - preguntó.
Me aclaré la garganta y le di una cifra con voz débil. Hizo una pausa y luego
dijo: “Es un precio justo. Dile a tu abogado que llame al mío. El pago será
en efectivo”. Y diciendo eso, se fue. Nuestra oración había sido
respondida de una manera sorprendente.
Jim Cymbala
Dios había formado un núcleo de personas que deseaban orar, que creían que
nada era demasiado grande para que Él se hiciera cargo. No importaban las
obstrucciones que se nos presentaran en el camino, Dios todavía podía cambiar
a las personas y librarlas del mal. Él estaba edificando su iglesia en un
barrio difícil, y mientras su pueblo siguiera invocando su bendición y ayuda,
Él estaba totalmente comprometido a responder.
jueves, 30 de enero de 2014
¡ÉL QUIERE QUE TÚ CREAS EN SU PALABRA!
Al considerar las luchas que Israel tuvo que pasar, uno podría estar tentado a
decir: "Dios, ¿no esperas demasiado? Ellos tienen miedo, y con razón. ¿Cómo
podrían estar tentándote cuando tan sólo están clamando debido a su
necesidad?"
Pero, recuerda que estas personas han sido bien alimentadas y bien enseñadas,
sumergidas en las señales y los milagros. No eran novatos espirituales ni
estaban sin un pastor que los cuide. Todos los días tenían una nube visible y
protectora, como prueba de que Dios estaba presente con ellos. Y cada noche
tenían el resplandor reconfortante de un fuego en el cielo. Cada mañana
encontraban maná en el suelo, fielmente enviado desde el cielo. ¡Dios había
provisto a Israel de todo lo que necesitaban para construir su fe!
Nuestro Señor no habla a la ligera, cuando advierte: "Sin fe no puedes
complacerme. Tú debes realmente creer que YO SOY y que siempre voy a
galardonar la fe. Por lo tanto, ¡espero que mis hijos bien alimentados y bien
enseñados confíen en Mí!"
¿Qué hay de la prueba que has estado enfrentando? ¿Qué quiere Dios de ti en
tu momento difícil? ¡Él quiere que creas Su palabra, Sus promesas! Él quiere
que confíes plenamente que Él está contigo en tu lucha. No importa si todo el
infierno viene en contra de ti, Su presencia nunca te será quitada, aun en
medio de tus miedos y lágrimas. Ningún dardo del diablo, ningún ataque
poderoso contra ti te destruirá. Tu Padre ya tiene un plan de liberación
preparado.
Dios está esperando que te aferres de Él con una confianza ciega. Él quiere
que sea capaz de hacer frente a todas tus feroces tentaciones, y digas:
"Quizás no entienda esto, pero sé que mi Señor no me abandonará. ¡Estoy
confiando que Él me guiará a través de esto!"
Tu batalla sólo terminará cuando vengas a una plena confianza en el Señor,
creyendo que Él está contigo en poder y en amor. Así que deja a un lado todo
pensamiento de que Dios ha cerrado Sus ojos a tus circunstancias. Eso lo tienta
y lo pone en una prueba para demostrar Su fidelidad. Sin embargo, ¡Él ya la
ha demostrado muchas veces!
"No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios,
que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará
también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar" (1
Corintios 10:13).
Dios está diciendo: "No te estás derrumbando, ¡Yo estoy contigo en todo
esto! Si sólo buscas Mi rostro, y confías en Mí, yo te llevaré al otro
lado, ¡porque yo estoy siempre contigo!".
DAVID WILKERSON
miércoles, 29 de enero de 2014
MOISÉS ADORÓ
Cuando Moisés vio la revelación de la gloria de Dios, que Él es bueno,
amoroso, solícito, lleno de gracia y perdonador; cayó de rodillas y adoró.
“Entonces Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró”
(Éxodo 34:8)
La revelación de la naturaleza de Dios sobrecogió a este hombre. El vio cuan
misericordioso y paciente es Dios con sus hijos, incluso con un pueblo terco,
idólatra, y que le había ofendido. ¡Moisés fue tan conmovido por esta
revelación, que salió de la hendidura de la peña, se postró a tierra y
adoró!
Es importante notar que esta es la primera vez que se menciona a Moisés
adorando. Antes de esta revelación de la gloria de Dios, lo encontramos orando
e intercediendo, gimiendo y rogándole a Dios por Israel; y hablando con Él
cara a cara. Le oímos cantando alabanzas de victoria al Señor al otro lado
del Mar Rojo y después, clamando al Señor en las aguas amargas de Mara.
Escuchamos su clamor desesperado a Dios en Refidim, cuando el pueblo estaba
preparado para apedrearlo por no proveer agua. Pero, esta es la primera vez que
leemos las palabras: “Moisés adoró”.
Creo que este verso dice mucho a la iglesia hoy en día. Dice que un cristiano
puede orar diligentemente sin haber adorado nunca de verdad. De hecho, es
posible ser un guerrero de oración y un intercesor, y todavía no ser un
adorador de Dios. Puedes pedir por tus hijos inconversos, orar por las
necesidades de la iglesia completa, ser santo y humilde en busca del corazón
de Dios… ¡y sin embargo nunca adorarle verdaderamente!
Ahora bien, no quiero añadir definiciones a las muchas que ya existen de lo
que significa adorar. Ya se han publicado muchos libros sobre varias técnicas
de adoración. Pero, en resumen, diré esto: ¡la adoración no puede ser
aprendida!. Es un brote espontáneo, un acto de un corazón lleno de la
revelación de la gloria de Dios y Su increíble amor por nosotros.
La adoración es una expresión de gratitud que reconoce que deberíamos haber
sido destruidos por nuestros pecados hace mucho tiempo, mereciendo la ira de
Dios por nuestras fallas y culpas, pero en lugar de eso, Dios llegó a nosotros
con una gran revelación: “Aún te amo!”.
A este punto, Moisés ya no estaba intercediendo por los pecados de Israel, ni
le estaba pidiendo dirección al Señor; no estaba pidiéndole a Dios un
milagro de liberación, o poder, o sabiduría. ¡El estaba maravillado por la
revelación de la gloria de Dios!
DAVID WILKERSON
martes, 28 de enero de 2014
UN LUGAR DE PRUEBA
“Te probé junto a las aguas de Meriba” (Salmos 81:7).
En verdad no sabemos lo que hay en nuestros corazones (ver Jeremías 17:9). No
importa cuántos años hayamos caminado con el Señor, cuántas horas hayamos
orado o cuánto conocimiento bíblico hayamos adquirido. Si Dios ve en nosotros
algo que no es de fe, un área que no le hemos confiado para que nos dé el
poder para vencer, Él nos llevará a Meriba (un lugar de prueba). Nos pondrá
en una situación que es humanamente imposible y seremos severamente probados.
Puede ser que tú honestamente creas que tienes un corazón amoroso hacia todos
tus hermanos y hermanas en Cristo. "El Señor me ha dado la capacidad de amar a
todos", testificas, pero Él sabe que tienes un problema en un área. Pierdes
los papeles cuando alguien abusa de tu amor o de tus actos de bondad. Cuando
esto sucede, tú llevas un continuo dolor y resentimiento por dentro, sin
embargo, continúas diciendo que amas a esa persona.
¿Cómo trata Dios con ese tipo de hipocresía en ti? Él te lleva a un lugar
de prueba. Él permite un medio, ¡un cristiano, en tus propias narices! De
repente, te encuentras orando: "Señor, ¿por qué trajiste a esa persona a mi
vida? ¡Es un aguijón en mi carne! He tratado de servirte con fidelidad,
¡pero lo único que obtengo a cambio es este abuso!"
¡El Señor te tiene en Meriba! Él está tratando de perfeccionar algo en ti.
Él quiere que tú seas capaz de levantarte en tu situación y gritar: "Yo sé
que mi Dios está conmigo. Mis pasos son ordenados por Él ¡y Él me llevará
a través de todo mi dolor y angustia!"
Dios te ha traído a Meriba, pero no es el final. Él no te ha abandonado, así
que, ¡no te rindas, no dejes de agarrarte! El Señor está buscando fe, quiere
saber lo que hay en tu corazón. Él sabe cómo satisfacer tus necesidades.
¡Él sólo quiere que confíes en Él!
DAVID WILKERSON
lunes, 27 de enero de 2014
¡LO QUE DIOS ESTÁ ESPERANDO OÍR!
Un ser humano puede pasar semanas sin comida, pero sólo unos pocos días sin
agua. Cuando Israel llegó a Refidim, no había agua a la vista (Éxodo 17). Al
poco tiempo, los niños lloraban y las familias se estaban debilitando por la
sed. Era una situación crítica.
Moisés entendía los caminos del Señor y sabía exactamente lo que estaba
pasando con Israel. Él se dio cuenta de que Dios estaba dejando que Su pueblo
sea dilatado más allá de medida. ¿Por qué? Porque Él quería que ellos se
abandonen por completo a Su cuidado. Él anhelaba ver que ellos se levanten en
fe y digan: "¡Dios es capaz!" Luego, la Escritura nos dice: "[Moisés] llamó
el nombre de aquel lugar Masah y Meriba, por la rencilla de los hijos de
Israel, y porque tentaron a Jehová, diciendo: ¿Está, pues, Jehová entre
nosotros, o no?" (Éxodo 17:07).
Las palabras "Masah" y "Meriba", ambas significan lo mismo: "Un lugar de
prueba". Moisés corrió por el campamento gritando: "¡Esto es Masah: una
prueba! No es el final. Dios no nos ha abandonado, ¡por tanto, no se rindan!
El Señor está buscando fe, Él quiere saber lo que hay en nuestros corazones.
¡Él sabe cómo saciar nuestra necesidad y sólo quiere que confiemos en Él!"
Trágicamente, Israel no confió en el Señor, así que Dios instruyó a
Moisés a que tome su vara, vaya a Horeb y golpee allá una roca. Cuando
Moisés golpeó la roca, el agua salió a borbotones para saciar la sed de
Israel. El Señor demostró una vez más que Él estaba con Su pueblo, a pesar
de la incredulidad de ellos.
¿Cómo tentó Israel al Señor en este episodio? ¿En su ira hacia Moisés?
¿En su murmuración? o ¿en su fornicación idólatra? Ninguna de estas cosas
fue el verdadero asunto. Acá vemos cómo tentó Israel a Dios: "…tentaron a
Jehová, diciendo: ¿Está, pues, Jehová entre nosotros, o no?"
Dios tenía guardada esa agua todo el tiempo. Él se la pudo haber provisto a
Israel en los primeros dolores de su sed, pero Él esperó. Su corazón
anhelaba que Su pueblo especial, escogido, reconozca Su amor por ellos y se
abandonen en Sus fieles brazos. Pero, otra vez, ¡fracasaron!
Por lo tanto, Dios los probó una vez más, esta vez, dejando que tengan
hambre. Moisés dijo más tarde: "Jehová tu Dios…para probarte…te
afligió, y te hizo tener hambre" (Deuteronomio 8:2-3).
Acá vemos otra prueba de fe. ¿Podría Israel mantener sus estómagos vacíos
y esperar a que Dios les envíe pan? ¿Se alentarían unos a otros a la fe?
Todo lo que Dios quería, era oírlos decir: "Dios, Tú abriste el Mar Rojo
para nosotros y endulzaste las aguas amargas de Mara. Confiamos en que Tú nos
darás de comer. ¡Vivos o muertos, somos Tuyos!"
¡Eso era todo lo que Dios estaba esperando oír!
DAVID WILKERSON
viernes, 24 de enero de 2014
ÉL ESTÁ EN CONTROL DE TODO
Cuando le das tu corazón a Jesús, ganas una gran batalla. Los poderes del
infierno son derrotados, despojándosele a Satanás el botín que tomó de ti
cuando gobernaba tu vida. Pero después, mientras estás aun brillando con la
victoria espiritual y la libertad, dos reyes te esperan - los mismos dos reyes
que esperaban a Abram en Génesis 14:17-24.
Abram enfrentó una tentación tan fuerte, como pocos seres humanos han
experimentado. Delante de él había una oferta de riquezas, bienes materiales
y fama, pero él no tuvo que pensar dos veces acerca de su decisión. Su
respuesta a la oferta del rey de Sodoma fue un rápido y claro “NO”. ¿Por
qué? Porque lo que más le importaba a Abram era preservar la reputación de
Dios, no la suya. En efecto, él le estaba diciendo al rey de Sodoma: "Voy a
dejarte todas estas cosas para ti - el pueblo, las riquezas, todo, porque, de
todas formas, mi Señor es dueño de todo. Si Él decide hacerme rico, que así
sea. Pero no quiero que llegues a jactarte de haberme hecho rico".
¿De dónde obtuvo Abram tal desprendimiento del mundo, tal independencia, que
fue capaz de rechazar de plano la oferta del diablo de las bendiciones
materiales? Queda claro por la Escritura que Abram obtuvo su fuerza de una
revelación fresca de quién es Dios. Melquisedec había abierto los ojos de
Abram a una asombrosa visión del carácter de Dios: "[Melquisedec] le bendijo,
diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo…que entregó tus enemigos en tu
mano" (Génesis 14:19-20).
Incrustado en este versículo, está un nombre para Jehová: El Elyon. Esto
significa, literalmente: "Dios Altísimo, creador y poseedor de los cielos y de
la tierra". Melquisedec estaba declarando a Abram: "Tu Señor no es sólo Dios
por encima de todos los demás dioses, Él es el creador de todo el universo.
Todo lo que hay dentro de éste, le pertenece a Él - toda la riqueza, todo el
ganado y todas las posesiones. Él está en control de todo lo que ves a tu
alrededor".
DAVID WILKERSON
jueves, 23 de enero de 2014
ANDAD EN EL ESPÍRITU
Espero no ser la única persona que a veces se pregunta: "¿Estoy realmente
andando en el don de justicia que Él me ha dado?" Dice Gálatas 5:16: "Digo,
pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne".
Podemos tomar cualquier pasaje de la Escritura y leerlo ya sea a través de la
lente de la gracia o de la lente de las obras y la Ley. Cuando leo Gálatas
5:16, a veces me pongo en la mentalidad de "obras" que dice: "¡Tengo que
tratar de hacer esto!" Me digo a mí mismo: "Bueno, voy a hacer esto hoy, ¡voy
a caminar en el Espíritu!" Me pongo ansioso y, de repente, ya no estoy
caminando en el Espíritu en absoluto.
Lo siguiente que Gálatas 5:16 dice es: "No satisfagáis los deseos de la
carne". A veces leemos este pasaje a través de la lente de: "Estoy en la
carne. No, estoy en el Espíritu. Pero entonces algo se me cruza y me molesto
¡y otra vez, estoy de vuelta en la carne!"
Gálatas 5:18: “Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la
ley”.
¿Estás en el Espíritu? ¿Ha entrado alguna vez Jesús en tu corazón? Si es
así, ¿te dijo: "Voy a revisarte completamente por dentro y por fuera y si tu
corazón es lo suficientemente justo, más adelante invitaremos al Espíritu
Santo que venga también"?
¡No! ¡Él no hizo eso! No puedes ser salvo a menos que el Espíritu Santo
viva en ti. Así que cuando dice: "Andad en el Espíritu", no quiere decir:
"Trata de ser espiritual", sino: "El Espíritu de Dios vive en ti, así que
¡anda en ello!" Él te ha concedido acceso a Su justicia y ahora sólo te
dice: "Ponte al día en la obra que ya he puesto en ti. Pon en práctica las
cosas que ya tienes en la vida y deja de estar ansioso, temeroso y estresado".
No te preguntes si estás demasiado en la carne. No tienes que decir: "Dios,
¿puedes ayudarme a ser más espiritual?" No, tú ya lo eres - ¡la vida de
Dios vive en ti! El Espíritu, el aliento de Dios, está en ti y tú no estás
bajo la Ley.
GARY WILKERSON
miércoles, 22 de enero de 2014
DESESPERADO POR UN TOQUE
Sabemos que Jesús estaba tan lleno del amor de Dios que se entregó a sí
mismo por las necesidades de aquellos que luego se opusieron a Él. Cuando la
gente pasaba cerca de la cruz y lo injuriaban, y movían la cabeza y echaban
suertes por sus vestiduras, lo único que salió de su boca fue: “Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Ver Lucas 23:34). ¡Este es el
perfecto amor de Dios! Es este amor perfeccionado el que nos capacita para
hacer lo que estamos llamados a hacer en esta generación: amar a los que nos
odian, por el bien de sus almas.
Por otro lado, el que teme no ha sido perfeccionado en el amor de Dios, es como
el ciego que fue tocado por Jesús y sin embargo, sólo veía a la gente como
árboles que caminaban.
“…[Jesús] le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo. El,
mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan. Luego le
puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue
restablecido, y vio de lejos y claramente a todos.” (Marcos 8:23-25).
Este hombre ciego tenía solamente visión parcial y, del mismo modo, cuando
tú y yo no tenemos un corazón para ver a la gente como Dios las ve, nos vemos
obligados a retroceder por sus duras miradas y condescendencia. Sin embargo,
cuando el hombre estuvo dispuesto a ser tocado por el Señor por segunda vez,
levantó los ojos y de pronto vio claramente a todos los hombres.
Si estás desesperado por ser un testigo de Jesucristo, si estás cansado de
ser de una forma en la iglesia, pero de otra forma afuera y si hay un clamor
dentro de ti que dice: “¡Dios, he tenido suficiente de esta falta de poder!
No me importa quien se ría de mí o piense que he perdido la razón, ¡Quiero
Tu poder para ser capaz de representar a Jesucristo!”. Entonces tengo buenas
noticias para ti: Dios está dispuesto a tocarte de nuevo, tal como lo hizo con
ese hombre ciego.
Carter Conlon
martes, 21 de enero de 2014
ORACIÓN NO RESPONDIDA
Una adolescente me confesó: “Hace dos años, mi mamá y papá murieron en un
accidente automovilístico. Ellos eran los mejores padres que una niña podría
tener. Me he preguntado cómo Dios pudo permitir que mueran de forma tan
violenta, y en los últimos dos años he guardado rencor contra Él. ¿Acaso
Dios no protege a los suyos? Ya no puedo orar con verdadera confianza en Él,
porque creo que me ha fallado. ¿Qué puedo hacer? Supongo que se puede decir
que estoy enojada con el Señor”.
Una joven pareja que conozco ha estado albergando resentimiento contra el
Señor por casi diez años. Su hermosa hija, de cinco años de edad, murió
poco después de ser afectada con un tumor cerebral y ellos dejaron crecer la
amargura. Han permanecido en la iglesia y han pasando por todas las etapas,
pero ya no creen en la eficacia de la oración. Tienen miedo a renegar de Dios,
miedo de llamarlo mentiroso o un Padre infiel, pero nunca lo han perdonado por
“quitarles a su único hijo”.
Casi todos los cristianos en algún momento de su vida han tenido que enfrentar
el problema de la oración no respondida. Una oración queda sin respuesta
durante semanas y meses, incluso años. Una enfermedad o tragedia inesperada
cobra la vida de un ser querido. Ocurren cosas que no tienen sentido o razón y
entonces la fe comienza a flaquear. Pero la Palabra deja muy claro que una
persona vacilante nunca recibirá nada de Dios.
Jesús se dio cuenta de esta tendencia en Sus hijos a guardar rencor contra el
cielo cuando las montañas no se mueven en el momento previsto. Él le
advirtió a Pedro no pedir nada al estar en la presencia de Dios en el caso que
haya falta de perdón en alguna materia.
“Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que
también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras
ofensas”. (Marcos 11:25)
Yo creo que Jesús está diciendo: “No estés en la presencia de Dios
pidiendo que las montañas sean removidas o que perdone tus pecados, si tienes
un rencor secreto en tu corazón contra el cielo. ¡Sácalo! Deja que el
Espíritu de perdón fluya a través de ti. Clama a tu Padre fiel. Él no ha
fallado. Él responderá. Él suplirá. Sométete y pídele que te perdone por
permitir que broten estas dudas”
DAVID WILKERSON
lunes, 20 de enero de 2014
JESÚS Y EL PERDÓN
La cosa más difícil de hacer para los cristianos es perdonar. Considerando
todo lo que se habla en la Iglesia sobre el perdón, la restitución y la
sanidad, muy poco de esto es verdaderamente demostrado. A todos nos gusta
pensar de nosotros mismos como pacificadores, personas que levantan a los
caídos, siempre perdonando y olvidando. Pero aún los más profundamente
espirituales son culpables de herir a hermanos y hermanas al no mostrar un
espíritu de perdón.
Incluso los mejores cristianos encuentran difícil perdonar a aquellos que han
herido su orgullo. Dos buenos amigos cristianos se “pelean” y podrían
tenerse rencor de por vida. Ellos rara vez lo admiten, debido a que cubren sus
espíritus rencorosos con una fachada de visitas de cortesía, buenas palabras
y la invitación: “ven a vernos cuando quieras”. Pero nunca más es lo
mismo. Realmente no odiamos a la otra parte, sólo parecemos estar diciendo:
“No tengo nada en contra de él, pero solo quítamelo de encima. Que siga su
camino y yo el mío”. Nosotros simplemente ignoramos a la gente que no
podemos perdonar.
La persona más difícil de perdonar es alguien que ha sido ingrato. Amaste a
alguien sin ser amado. Te sacrificaste para ayudar a un amigo en necesidad,
sólo para ser criticado o que asumieran que era tu obligación ayudar. La
persona a la cual te esforzaste en ayudar no muestra nada más que ingratitud y
egoísmo a cambio. Tus buenas intenciones y tus buenas obras son
malinterpretadas como que hubiesen sido motivadas egoístamente. ¿Alguna vez
perdonamos a esa persona ingrata? Casi nunca. Les sonreímos, le damos un
saludo de mano a la distancia, pero nos determinamos a “nunca hacer nada por
ellos de nuevo”.
Luego tenemos a los que nos engañan. Nos resulta casi imposible perdonar a tal
persona. Estamos más ansiosos de que nos perdonen nuestras propias mentiras y
faltas, pero nada nos enfurece más que descubrir que alguien nos ha mentido.
¿Y qué decir de la persona que nos dice que estamos equivocados? Convencidos
de que tenemos buenas razones para todo lo que hacemos, nos resulta muy
difícil perdonar a la persona que sugiere que hemos cometido un error. En
lugar de echar una mirada honesta a lo que esa persona nos está diciendo,
justificamos nuestras acciones.
En Su enseñanza sobre la oración Jesús dijo: “El pan nuestro de cada día,
dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a
nuestros deudores”. (Mateo 6:11-12).
DAVID WILKERSON
martes, 7 de enero de 2014
LA FE QUE AGRADA A DIOS
Cristo confrontó a la iglesia de Laodicea, que representaba a la Iglesia de
los últimos tiempos. Le dio esta advertencia que se extiende a través de los
siglos para hablarte a ti y a mi hoy en día: “Pero por cuanto eres
tibio…te vomitaré de mi boca.”(Apocalipsis 3:16). ¡Qué increíbles
palabras! ¿Cuál es el delito, el pecado inimaginable cometido por la Iglesia
moderna? Escuche las palabras de Aquel que, por encima de todo, busca nuestra
fe, confianza y entrega: “Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido,
y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado,
miserable, pobre, ciego y desnudo… He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si
alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él
conmigo.” (Apocalipsis 3:17 y 20).
Este pasaje de la Escritura, tantas veces citado y aplicado totalmente fuera de
contexto, no se está dirigiendo a un mundo perdido en la necesidad de “dejar
a Jesús entrar”. Más bien, es una llamada directa y solemne a los creyentes
modernos que están recostados perezosamente en la cama de indiferencia,
bastante contentos con ellos mismos y la porción que les toca. Esta
generación ha sido cegada diabólicamente a la revelación espiritual de que
sin una fe ardiente es imposible agradar a Dios. Jesús está literalmente y de
forma espectacular de pie afuera de la puerta de una iglesia autosuficiente y
autocomplaciente que confía en métodos, estrategias, tácticas y cambios de
paradigma “vanguardistas” tomados del mercado secular. Él está pidiendo a
gritos, “¡Déjenme Entrar! ¡Arrepiéntanse! ¡Aléjense de esas cisternas
rotas que no ofrecen agua viva! Hago un llamamiento a un pueblo cuya fe y
confianza se mantenga exclusivamente en Mis promesas. ¡Anhelo un pueblo cuya
fe les permita ver lo invisible, creer lo increíble, y recibir lo
imposible!”
Puede haber adoración, fantásticos programas musicales, edificios imponentes,
asistencia impresionante, enseñanza dinámica, toda iglesia y programa social
imaginable, incluso jerga cristiana y citación de pasajes de la Biblia, pero
¡sin fe es imposible agradar a Dios! Dios se deleita en mover montañas y
liberar profusamente todos los recursos del cielo para intervenciones divinas
impresionantes cuando una persona sincera simplemente se vuelve a Él con fe
verdadera y apasionada.
La fe ardiente que pide con valentía todavía abre los cielos, mueve Su
corazón y Su mano, y nos da acceso ilimitado a recursos sobrenaturales,
milagrosos, inexplicables, inagotables y sorprendentes. Dios dice: “¡Amo la
fe! ¡La fe me mueve! ¡La fe verá Mi poder y obtendrá Mi favor!”. Como
pastor en Montreal, sólo necesito dar una mirada general a los miles de
rostros reunidos un domingo por la mañana, para recordar los milagros
modernos, las historias y los testimonios que anuncian con alegría a nuestro
mundo pesimista y escéptico de que ¡la fe que agrada a Dios!
Claude Houde es el pastor principal de la Iglesia de la Nueva Vida (Eglise
Nouvelle Vie) en Montreal, Canadá; y es un orador frecuente en conferencias
para pastores y líderes dirigidas por World Challenge en todo el mundo. Bajo
su liderazgo la Iglesia de la Nueva Vida se ha incrementado de ser un puñado
de personas, a más de 3500 miembros, en una parte de Canadá donde pocas
iglesias protestantes han alcanzado éxito.
Claude Houde
domingo, 5 de enero de 2014
EL SIGNIFICADO DE TENTAR A DIOS
El salmista escribe sobre el pecado de Israel: "Tentaron a Dios en su corazón"
(Salmo 78:18). El significado en hebreo de esta frase indica que los israelitas
fueron "probados más allá de la resistencia". Esto quiere decir que ya no les
quedaban medios humanos para valerse por sí mismos. Cuando llegaron a este
lugar, ellos creyeron que Dios los había abandonado, que guardaba silencio y
que se mantenía fuera de su vista.
En resumen, esto es lo que significa tentar a Dios. Ocurre cuando Sus
escogidos, Sus benditos, son puestos en el fuego de la prueba y su crisis crece
con más intensidad hasta que el miedo se apodera de sus corazones, y claman:
"Señor, ¿dónde estás? ¿Dónde está mi liberación? ¿Por qué no estás
en la escena? ¿Estás conmigo o no?"
Es imposible que un inconverso tiente al Señor, ya que tal persona no reconoce
a Dios en ningún área de su vida. Para él, todo lo que sucede es, ya sea,
buena suerte o mala suerte. Sólo los que están más cerca del Señor, pueden
tentarlo, los que han visto Su poder, los que han gustado Su misericordia y Su
gracia, y han sido llamados a caminar por fe.
Incluso el justo Juan el Bautista enfrentó la clase de prueba que puede llevar
a tentar a Dios. Mientras estaba en la prisión, debió haberse preguntado
dónde estaba Dios en su situación. Las voces que hablaban de las maravillas
que Jesús estaba haciendo, habían llegado a él: sanando gente, haciendo
milagros, atrayendo multitudes que alguna vez habían acudido a él. Y ahora
estaba sentado solo, esperando su ejecución.
Juan sabía que tenía que menguar para que Cristo pudiera crecer. Pero ahora
un pensamiento cruzaba su mente: "Menguar, sí, pero ¿morir? ¿Por qué tengo
que morir, si Jesús es verdaderamente Dios? Si Él está haciendo todas estas
maravillas por otros, ¿por qué no me puede librar? Señor, esto es demasiado
para soportar" (Recuerde que Cristo todavía no había quitado el aguijón de
la muerte).
Las últimas palabras que Jesús envió a Juan fueron increíblemente
significativas: "Bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí" (Mateo
11:6). Cristo le estaba diciendo a este siervo piadoso: "No te ofendas conmigo,
Juan. Tú sabes que yo sólo hago lo que veo y oigo del Padre. Él tiene un plan
en todo esto, y es digno de que confiemos en Él. Si Él hubiera querido que yo
vaya a liberarte, sabes que Yo estaría allí en un momento. Puedes estar
seguro de que lo que salga de esto, será para Su gloria. ¡Y significará la
gloria eterna para ti!
"Estás soportando tu prueba final, Juan. No dejes que la duda te robe tu fe.
En lugar de ello, descansa en el amor del Padre y en Su fidelidad para contigo.
No estás siendo juzgado. Al contrario, estás siendo grandemente honrado en Sus
ojos. ¡Sólo mantente firme!"
Yo creo que Juan soportó. Cuando finalmente fue decapitado por Herodes, se fue
a casa, a la gloria, ¡lleno de fe y de honor!
DAVID WILKERSON
sábado, 4 de enero de 2014
¡NO ME DOY POR VENCIDO!
Estoy seguro que en los primeros días de su caminar con Cristo, Pablo soportó
tiempos terribles; y como muchos de nosotros, probablemente tenía la esperanza
de que si tan sólo confiaba lo suficiente en el Señor, Él lo protegería de
todo problema.
La primera vez que echaron a Pablo en la cárcel, por ejemplo, quizás clamó
para ser liberado: “Señor, abre estas rejas. ¡Sácame de aquí, por la
causa del evangelio!" De igual manera, su primer naufragio probablemente probó
su fe en forma severa. Y su primera golpiza debió haberle hecho cuestionar la
habilidad de Dios para mantener su palabra: “Señor, prometiste protegerme.
No entiendo porque estoy soportando esta horrible prueba”.
Pero las cosas siguieron empeorando para Pablo. Las Escrituras ofrecen poca
evidencia de que el apóstol encontrara alivio alguno a sus problemas.
Creo que para su segundo naufragio, Pablo debió haber pensado: “Yo sé que
el Señor habita en mí, así que debe tener alguna razón para esta prueba.
Él me ha dicho que todas las cosas les ayudan a bien a aquéllos que aman a
Dios y son llamados conforme a su propósito [Ver Romanos 8:28]. Si esta es la
forma en que Él va a producir una manifestación mayor de la vida de Cristo en
mí, que así sea. Viva o muera, mi vida está en sus manos”.
Para su tercer naufragio, probablemente Pablo dijo: ¡Mírenme, todos los
ángeles en la gloria! Mírenme, todos los viles demonios del infierno.
Mírenme, todos los hermanos y los inconversos. ¡Me voy a hundir una vez más
en las aguas oscuras y profundas y quiero que todos sepan que la muerte no
puede tenerme!. Dios me ha dicho que aún no he terminado, y no me doy por
vencido. No voy a cuestionar a mi Señor acerca del porque soy probado de esta
manera. Yo solo sé que esta situación de muerte va a terminar en gran gloria
para Él. ¡Así, que observen como mi fe sale tan pura como el oro!”
En palabras simples, nuestras situaciones de muerte pretenden poner fin a
ciertas luchas personales. Nuestro Padre nos trae a un punto en donde nos damos
cuenta que tenemos que depender de Cristo completamente, o nunca venceremos. Él
quiere que digamos: “Jesús, a menos que Tú me libres, no hay esperanza.
¡Pongo mi confianza en Ti para que lo hagas todo!”.
by David Wilkerson
[May 19, 1931 – April 27, 2011]
Estoy seguro que en los primeros días de su caminar con Cristo, Pablo soportó
tiempos terribles; y como muchos de nosotros, probablemente tenía la esperanza
de que si tan sólo confiaba lo suficiente en el Señor, Él lo protegería de
todo problema.
La primera vez que echaron a Pablo en la cárcel, por ejemplo, quizás clamó
para ser liberado: “Señor, abre estas rejas. ¡Sácame de aquí, por la
causa del evangelio!" De igual manera, su primer naufragio probablemente probó
su fe en forma severa. Y su primera golpiza debió haberle hecho cuestionar la
habilidad de Dios para mantener su palabra: “Señor, prometiste protegerme.
No entiendo porque estoy soportando esta horrible prueba”.
Pero las cosas siguieron empeorando para Pablo. Las Escrituras ofrecen poca
evidencia de que el apóstol encontrara alivio alguno a sus problemas.
Creo que para su segundo naufragio, Pablo debió haber pensado: “Yo sé que
el Señor habita en mí, así que debe tener alguna razón para esta prueba.
Él me ha dicho que todas las cosas les ayudan a bien a aquéllos que aman a
Dios y son llamados conforme a su propósito [Ver Romanos 8:28]. Si esta es la
forma en que Él va a producir una manifestación mayor de la vida de Cristo en
mí, que así sea. Viva o muera, mi vida está en sus manos”.
Para su tercer naufragio, probablemente Pablo dijo: ¡Mírenme, todos los
ángeles en la gloria! Mírenme, todos los viles demonios del infierno.
Mírenme, todos los hermanos y los inconversos. ¡Me voy a hundir una vez más
en las aguas oscuras y profundas y quiero que todos sepan que la muerte no
puede tenerme!. Dios me ha dicho que aún no he terminado, y no me doy por
vencido. No voy a cuestionar a mi Señor acerca del porque soy probado de esta
manera. Yo solo sé que esta situación de muerte va a terminar en gran gloria
para Él. ¡Así, que observen como mi fe sale tan pura como el oro!”
En palabras simples, nuestras situaciones de muerte pretenden poner fin a
ciertas luchas personales. Nuestro Padre nos trae a un punto en donde nos damos
cuenta que tenemos que depender de Cristo completamente, o nunca venceremos. Él
quiere que digamos: “Jesús, a menos que Tú me libres, no hay esperanza.
¡Pongo mi confianza en Ti para que lo hagas todo!”.
DAVID WILKERSON
viernes, 3 de enero de 2014
LEVÁNTATE, VETE A SAREPTA
El profeta Elías fue enviado por Dios a profetizar que vendría una hambruna a
la tierra. Ese no es un ministerio que te haría muy popular, pero Elías fue
obediente al Señor. El Señor lo protegió y lo envió a un lugar al lado de
un arroyo llamado Querit. Este es un hermoso nombre para un arroyo, aunque no
sabemos si era tan hermoso como su nombre. Sin embargo, después de un tiempo
el arroyo se secó (Ver 1 Reyes 17:3-7). Las personas pueden pasar una cantidad
considerable de tiempo sin comer, pero después de unos pocos días sin agua, la
vida no puede ser sostenida. Así que me imagino que Elías se preocupó cuando
su suministro de agua se secó.
La palabra del Señor vino a él, diciendo: “Levántate, vete a Sarepta…yo
he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente” (Versículos 8-9).
Elías, que al parecer tenía muy poca provisión, confió y obedeció a Dios,
y más aún estaba siendo enviado a una viuda pobre. “Entonces él se
levantó y se fue a Sarepta. Y cuando llegó a la puerta de la ciudad, he aquí
una mujer viuda que estaba allí recogiendo leña” (Versículo 10).
Elías le pidió un vaso de agua y un bocado de pan, y ella respondió: “Vive
Jehová tu Dios, que no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo
en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija” (Versículo 12).
La viuda estaba respondiendo de lo profundo de su dolor. Ella y su hijo se
estaban muriendo de hambre y Elías viene y le dice: “Dios me ha enviado
aquí para que me sustentes”. Ella mira sus recursos y piensa: “¡Es
imposible!”, y entonces le dijo a Elías: “Ahora recogía dos leños, para
entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que lo comamos, y nos dejemos
morir” (Versículo 12).
La respuesta de Elías fue bastante extraña: “No tengas temor; ve, haz como
has dicho” (Versículo 13).
¿Por qué diría eso? Porque él sabía que Dios no iba a abandonar a esta
mujer y su hijo. Él sabía que mientras ella obedeciera a Dios y bendijera a
otros a través de lo poco que tenía, ella misma sería bendecida. Cuanto más
daba, Dios aumentaba aun más lo que tenía (Ver versículos 14-16).
Obedece a Dios y verás las ventanas de los cielos abiertas. Dios no retendrá
su mano, Él anhela derramar sus bendiciones sobre ti, para mostrarte Su favor.
GARY WILKERSON
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