Los cristianos que descuidan la oración han pervertido sus prioridades. Muchos
creyentes se comprometen a orar siempre y cuando tengan tiempo. Sin embargo,
cada semana, el buscar a Cristo se ha vuelto cada vez menos importante para
ellos que lavar el auto, limpiar la casa, visitar a los amigos, comer afuera,
ir de compras, disfrutar de eventos deportivos. Ellos simplemente no hacen
tiempo para orar.
La gente no era diferente en los tiempos de Noé y de Lot. Sus grandes
prioridades eran comer y beber, comprar y vender, casarse y cuidar de sus
familias. No tenían tiempo para escuchar los mensajes de Dios del juicio
venidero. ¡Y así fue como nadie estuvo preparado cuando el juicio llegó!
Evidentemente, nada ha cambiado con el paso de los siglos. Para muchos
cristianos de hoy en día, Dios permanece al final de su lista de prioridades,
y en el tope están sus ingresos, su seguridad, los placeres y la familia.
Amado, el Señor no quiere tus sobras: aquellos pequeños pedacitos de tiempo
cuando sólo tienes un momento para hacer una petición rápida. Eso no es un
sacrificio de oración.
El profeta Malaquías escribe:” Y cuando ofrecéis el animal ciego para el
sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no
es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le
serás acepto? dice Jehová de los ejércitos. (Malaquías 1:8).
Malaquías está diciendo: “Estás trayendo cualquier animal de la granja
para sacrificarlo en la presencia de Dios: regalos descuidados,
desconsiderados, de segunda mano. ¡Trata de darle ese tipo de ofrendas a su
gobernador y ve qué es lo que pasa!”
Dios esperaba que Su pueblo revisara sus rebaños cuidadosamente, examinando
cada animal para elegir el espécimen más perfecto para sacrificarlo a Él. De
igual manera hoy, Dios espera lo mismo de nosotros. Él quiere nuestro tiempo de
calidad: sin apuros. ¡Y tenemos que hacer que ese tiempo sea una prioridad!
Una vez me encontré con el pastor de una de las iglesias más grandes de
Estados Unidos. Este hombre era uno de los ministros más ocupados que he
visto. Me dijo sin excusas, “No tengo tiempo para orar”. Sin embargo, lo
que realmente quiso decir fue: “No le doy ninguna prioridad a la oración”.
Cuando visité su iglesia, no sentí el mover del Espíritu de Dios en su
congregación. De hecho, fue una de las iglesias más muertas en las que yo
había predicado. ¿Cómo podría haber vida si el pastor no oraba?
Ningún cristiano va a dedicar tiempo para orar a menos que la oración se
convierta en la primera prioridad en su vida, por encima de todo: familia,
carrera, tiempo de esparcimiento, todo. ¡De lo contrario, su sacrificio está
pervertido!
DAVID WILKERSON
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