martes, 5 de febrero de 2013

NO PASE LA PUERTA CON CARGAS

"Sin embargo, si ustedes me obedecen, y en el día de reposo no meten ninguna
carga por las puertas de esta ciudad, sino que el día de reposo lo santifican
y no hacen ningún trabajo en él, Palabra del Señor, los reyes y los
príncipes que ocupan el trono de David entrarán por las puertas de esta
ciudad en carros y en caballos, lo mismo que sus príncipes, los varones de
Judá y los habitantes de Jerusalén. Y esta ciudad será habitada para
siempre."(Jeremías 17:24-25). Creo que este pasaje es profético acerca Cristo
y de su iglesia.

Sabemos que Cristo es la simiente de David. Y sabemos que Él se sienta como
rey en el trono de David. Pero ¿quiénes son los reyes y príncipes que
Jeremías describe aquí, y los habitantes de Jerusalén montando a caballo y
en carros?

Nosotros somos esa gente y se nos ha dado una increíble promesa: Dejando todas
nuestras cargas sobre aquel que las debe cargar, viviremos en paz para siempre,
libres de toda esclavitud. En efecto, el mandato de Jesús acerca de poner
nuestras cargas sobre Él, no es una opción. Tenemos que hacerlo como un
asunto de confianza en Él.

"Sin embargo, si no me escuchan y se niegan a guardar como sagrado el día de
descanso, y si ese día pasan mercadería por las puertas de Jerusalén como si
fuera cualquier otro, entonces quemaré estas puertas. El fuego se extenderá a
los palacios y nadie podrá apagar las llamas rugientes" (versículo 27).

El profeta está diciendo: "Si no obedeces el mandato de Dios de dejar de
llevar tus cargas, terminarás siendo consumido por ellas." Trágicamente, esto
describe muchos creyentes hoy en día. Algunos casi no pueden dormir por la
noche porque nunca dejan de pensar en sus problemas. Reviven las cosas una y
otra vez en su mente, preguntándose: "¿Qué hice mal? ¿Cómo puedo hacer las
cosas bien?"

Cuando despiertan, sus mentes van directamente a sus cargas, en la ducha,
mientras se visten y, luego en la mesa del desayuno. En el momento en que salen
por la puerta principal, están tan agobiados que ni siquiera pueden sonreír.

¡Tales cristianos no conocen ni una hora de reposo en Jesús… ese descanso
que Él da libremente!

DAVID WILKERSON

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