El “siervo inútil” es el que “escondió” su talento. Demasiado flojo
como para invertir su vida y tiempo en los intereses de Dios, se convirtió en
un “perezoso” en las cosas de Dios. Estos son el típico hombre o mujer,
siempre ocupados, que vienen a la casa de Dios una vez por semana para mantener
la apariencia de religión.
Sin embargo, esto es lo que el Señor dirá de ese descuidado y desganado
servicio para Él:
“Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré…Por tanto,
debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido
lo que es mío con los intereses… Y al siervo inútil echadle en las
tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes” [Mateo
25:26-27,30].
Cuánto llorará y lamentará el siervo inútil en el momento que se abra su
libro. El Juez mostrará al mundo cuanto tiempo y esfuerzo utilizó para hacer
dinero, buscando seguridad personal, haciendo crecer sus cuentas bancarias, en
preocupaciones, ignorando a su familia, olvidando a Dios y abandonando la
reunión de los creyentes.
En ese día Dios expondrá el registro de cada una de las veces que descuidó
las reuniones de la iglesia, y de toda actividad perezosa y centrada en sí
mismo. Entonces, ante los ojos de este siervo aparecerá todo aquello que
estuvo acumulando durante toda su vida: casas, automóviles, muebles, botes,
ropa, joyas y valores.
Una chispa de los ojos del Juez prenderá fuego a todo como una bomba de
hidrógeno. Un ángel estará de pie ante el Juez y en sus manos recogerá un
puñado de polvo. El Señor volteará hacia el siervo inútil y dirá: “Este
es el valor total de los negocios que hiciste durante toda tu vida. Yo te
necesitaba y te llamaba, pero tú fuiste negligente. Me diste tan poco de tu
tiempo que al final me sacaste de tu vida completamente. ¡Desperdiciaste tu
vida por un puñado de polvo, a pesar de que fuiste advertido que todo se
quemaría como paja en el horno!”¡Oh, cómo se arrepentirá en aquel día el
que no tuvo tiempo para Dios! El que asiste al servicio obligatorio del domingo
por la mañana con su esposa e hijos, porque “es la costumbre”, pero no
tiene un corazón para Dios!
DAVID WILKERSON
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