Piense por un momento acerca de todas las maneras que Dios ha satisfecho las
necesidades de su pueblo a lo largo de la historia.
Cuando Israel estaba en el desierto, no había supermercados o tiendas de
comestibles. No había ni siquiera una brizna de hierba a la vista. Pero Dios
hizo llover maná del cielo para que el pueblo tuviera pan, y Él hizo que las
aves cayeran desde el cielo para que tuvieran carne; Él hizo que el agua
brotara a borbotones de una roca, Y Él, sobrenaturalmente, mantuvo sus zapatos
y ropa intacta para que no se desgastara en cuarenta años de uso.
En el Antiguo Testamento, leemos que un profeta hambriento fue alimentado por
un cuervo. Un barril de comida y una botella de aceite se mantuvieron
abastecidos sobrenaturalmente y un ejército enemigo huyó al oír un ruido
extraño dejando detrás suficientes suministros para alimentar a toda una
ciudad de israelitas muertos de hambre.
En el Nuevo Testamento, leemos que el agua se convirtió en vino. El dinero fue
encontrado en la boca de un pez para pagar impuestos. Y cinco mil personas
fueron alimentadas con sólo cinco panes y dos peces.
Todos estos milagros de provisión nos gritan: "¡Dios es fiel. Puedes confiar
en Él!" Y en Levítico 25, leemos de otro fenómeno sobrenatural: una cosecha
especialmente oportuna en el año anterior al año de reposo para la tierra.
Luego, Dios mandó que el pueblo observar siete ciclos consecutivos de días de
reposo para la tierra: " Siete veces contarás siete años sabáticos, de modo
que los siete años sabáticos sumen cuarenta y nueve años,"(versículo 8). En
otras palabras: "Tú vas a celebrar este año sabático cada siete años,
durante un período de cuarenta y nueve años, siete veces siete años
sabáticos".
En términos bíblicos, el plazo de cuarenta y nueve años abarcaría toda una
generación. La implicación aquí es que tal plazo daría tiempo suficiente
para que toda una generación aprendiera a confiar en el Señor. Durante ese
tiempo, los padres y abuelos construirían una historia de fe, para poderle
decir a sus hijos: "¡Sí, es verdad! Dios suministró todo lo que
necesitábamos los primeros seis años, pero cuando el séptimo año llegó,
muchos de nosotros teníamos miedo; sin embargo, la provisión de Dios nos
alcanzó hasta el octavo año y hasta el noveno. A veces era aterrador, pero
siempre había suficiente. Nadie murió de hambre y nadie tuvo que mendigar.
Cada necesidad fue provista. ¡Dios puso a prueba nuestra fe y Él se mantuvo
fiel!"
El punto es que cuando Dios dice: "Confía en mí", ¡lo dice en serio!
DAVID WILKERSON
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