viernes, 3 de febrero de 2012

¿CONTINUAREMOS EN PECADO?

Cuando Pablo enseñó la verdad de la justificación por la fe esto sacudió a
la iglesia. Fue una noticia increíble en ese momento. De hecho, algunos
teólogos respondieron: "Si soy perdonado, si Dios es tan misericordioso que me
perdona gratuitamente solo por la fe, ¡déjame pecar aún más, para que Dios
pueda disfrutar de darme más gracia!" Los teólogos no entendieron el
Evangelio.

Debido a la cruz, Dios considera todo lo relacionado con nuestro viejo hombre
en la carne eliminado. Pablo preguntó: "¿Continuaremos en pecado para que
abunde la gracia?" (Romanos 6:1) y con rapidez continúa: "¡Por supuesto que
no!" Yo creo que Pablo estaba diciendo, "¿Por qué podría un cristiano,
después de haber sido liberado de tal muerte, volver atrás y revivir el
cadáver? ¿Por qué volver a una vida de pecado, cuando Dios quiere quitar
toda la culpa y la condenación y darle seguridad y paz? Ahora, debido a la
cruz, puede servir al Señor con gozo y alegría y obedecerle en una nueva
obligación llamada amor."

"Entonces", Usted se pregunta, "¿simplemente tomados por fe la justicia de
Jesús?" ¡Sí, por supuesto! Eso es de lo que la vida cristiana se trata:
descansar por fe en lo que Jesús hizo.

Nuestro viejo hombre ha muerto, y el nuevo hombre es Jesús. Cuando ponemos
nuestra fe en Él, Dios nos acepta totalmente. Nos considera justos, escondidos
en el regazo de su amado Hijo. Así que cada vez que peque o falle, corra
rápidamente a su abogado, su Defensor; confiese sus faltas a Él y descanse en
su justicia.

Usted puede preguntar: "¿No tienen las buenas obras cabida en esta doctrina?"
Por supuesto que sí, pero con esta condición: Las buenas obras no pueden
salvar, justificar o hacerle justo ni aceptable delante de Dios. ¡Lo único
que salva es la fe en lo que Jesús hizo!
¿Qué hizo Jesús? Él lo salvó, lo perdonó y aceptó. Dios lo ve ahora
solamente en Jesucristo y por eso tenemos que llegar a nuestro Salvador, cada
vez que caemos. La sangre que nos perdonó y limpió la primera vez que vino a
Jesús, es la misma sangre continúa manteniéndonos limpios hasta que Él
vuelva.

Junto con esta seguridad viene una obligación mayor de hacer todas nuestras
obras en su fuerza y poder en lugar de tratar de hacerlo por nuestra cuenta.
"Si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis" (Romanos
8:13).
DAVID WILKERSON


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