sábado, 18 de febrero de 2012

¡APRENDIENDO A TRAVES DE LAS AFLICCIONES!

El salmista escribe, “Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus
estatutos.” (Salmo 119:71). Usted. como yo, se preguntará, “¿Qué clase
de teología es ésta? ¿Acaso es bueno ser humillado?”
En este contexto, la palabra hebrea referente a aflicción significa
“rebajado, escarmentado, humillado, debilitado, deprimido.” Cuando usted
coloca estos significados en el versículo anterior, usted lee: “Es bueno
para mí ser rebajado, escarmentado, humillado, debilitado, deprimido - para
que pueda aprender los estatutos del Señor.” La palabra estatuto significa,
“ley grabada.” El salmista está diciendo, “Es bueno que yo haya pasado
por estos problemas porque en el proceso, Dios estaba grabando Sus leyes y
caminos en mi corazón.”
El Señor permite que tribulaciones lleguen a nosotros para probarnos, pero
éste no es el propósito primordial. Por el contrario, nuestras aflicciones
nos enseñan a caminar rectamente delante de Él. La Biblia nos dice: “Muchas
son las aflicciones del justo,. . .” (Salmo 34:19). De acuerdo con el
salmista, la finalidad de nuestras aflicciones es aprender de ellas.
Una de nuestras parejas misioneras nos escribió acerca de la situación que
vive una nación de Africa donde ellos están ministrando. Este es uno de los
países más pobres de la tierra. Su situación ha empeorado grandemente
gracias a la guerra civil.
Misioneros recientemente transitaron por dicho país en un camión junto con
otros cristianos de un país aledaño. Ellos estaban entregando recursos de
abastecimiento y planeaban asistir a una reunión por la noche en la zona
fronteriza. Apróximadamente cinco millas de la frontera, el camión empezó a
pararse. El conductor continuaba presionando el pedal del auto pero éste se
movía lentamente. El grupo de misioneros estaba desalentado al ver  que el
auto frente a ellos empezaba a alejarse.  Finalmente, ellos arribaron a la
frontera e instáneamente la máquina del auto murió. Simplemente dejó de
moverse. Todos se preguntaron, “Señor, ¿qué está pasando?” De repente,
los guardias fronterizos empezaron a gritar, “¡Hubo una explosión en la
frontera, no lejos de aquí! Una de las facciones en guerra explotó un carro
que acababa de pasar por aquí.” El grupo de misioneros se dio cuenta que el
carro que había sido atacado era justamente el que se  encontraba frente a
ellos. Si el carro de los misioreros hubiera funcionado correctamente, ellos
hubieran sido atacados.
A la mañana siguiente, el conductor del grupo misionero trató de encender el
auto - y éste arrancó de inmediado. De hecho, funcionó perfectamente durante
el resto del viaje. Ellos reconocieron que los propósitos de Dios habían sido
cumplidos a través de un aparente percance.
DAVID WILKERSON

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