Dios le había dado a Moisés y a Israel promesas inquebrantables acerca de su
liberación. Por tanto. Moisés fue con el pueblo para darle las buenas nuevas.
Él hizo señales frente a ellos y las Escrituras nos dicen que ellos creyeron:
“Fueron, pues, Moisés y Aarón, y reunieron a todos los ancianos de los
hijos de Israel. Aarón les contó todas las cosas que Jehová había dicho a
Moisés, e hizo las señales delante de los ojos del pueblo. El pueblo creyó,
y al oír que Jehová había visitado a los hijos de Israel y que había visto
su aflicción, se inclinaron y adoraron.” ( Éxodo 4:29-31).
Era un tiempo de esperanza y regocijo. Todos gritaron, “¡Aleluya¡
¡Finalmente estamos libres! Dios ha escuchado nuestro clamor y nuestra
esclavitud ha llegado a su fin. ¡Alabado sea Él!”
Sin embargo, ¿qué sucedió después? Cosas peores. La esclavitud de Israel se
volvió insoportable. No se les daría más paja para hacer ladrillos, lo que
implicaría una labor extenuante para ellos. Inclusive, Faraón les gritaba a
los líderes de Israel, “¡Aléjense de mi vista! ¡Regresen a trabajar!”
Moisés no podía creer el cambio tan terrible de las circunstancias. Él
clamó, “Dios, ¿por qué estás tratando a tu pueblo de esta manera? Tú no
nos ha liberado. De hecho las cosas parecen haber empeorado como nunca antes.
No has guardado tu Palabra y tu promesa no está aconteciendo.”
Usted debe comprender que el diablo sabía que la liberación de Israel estaba
a la puerta. Entonces, ¿piensa usted que él se iba a quedar sentado y no iba
a hacer un último atentado para agotar al pueblo de Dios? El empeoramiento de
la condición de Israel no estaba vinculada con lo que Dios estaba haciendo,
sino más bien con el enfurecido Satanás que se apuró a obrar antes de que
la liberación del pueblo arribara. De la misma manera, cuando el diablo lo ve
a usted postrado, Él sabe que su deliberación está por llegar y ¡él no se
va a quedar quieto durante esos momentos previos a la victoria! Por el
contrario, él va a intensificar sus tentaciones. Él hará que gente se
levante en contra suya y enviará espíritus de mentira para realizar
acusaciones en su contra. Él le mentirá al decirle que Dios ha apartado a su
Espíritu Santo de usted como pago por sus pecados pasados. Él vendrá con
todo tipo de sentimientos de culpa y condenación.
DAVID WILKERSON
miércoles, 29 de febrero de 2012
sábado, 18 de febrero de 2012
¡APRENDIENDO A TRAVES DE LAS AFLICCIONES!
El salmista escribe, “Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus
estatutos.” (Salmo 119:71). Usted. como yo, se preguntará, “¿Qué clase
de teología es ésta? ¿Acaso es bueno ser humillado?”
En este contexto, la palabra hebrea referente a aflicción significa
“rebajado, escarmentado, humillado, debilitado, deprimido.” Cuando usted
coloca estos significados en el versículo anterior, usted lee: “Es bueno
para mí ser rebajado, escarmentado, humillado, debilitado, deprimido - para
que pueda aprender los estatutos del Señor.” La palabra estatuto significa,
“ley grabada.” El salmista está diciendo, “Es bueno que yo haya pasado
por estos problemas porque en el proceso, Dios estaba grabando Sus leyes y
caminos en mi corazón.”
El Señor permite que tribulaciones lleguen a nosotros para probarnos, pero
éste no es el propósito primordial. Por el contrario, nuestras aflicciones
nos enseñan a caminar rectamente delante de Él. La Biblia nos dice: “Muchas
son las aflicciones del justo,. . .” (Salmo 34:19). De acuerdo con el
salmista, la finalidad de nuestras aflicciones es aprender de ellas.
Una de nuestras parejas misioneras nos escribió acerca de la situación que
vive una nación de Africa donde ellos están ministrando. Este es uno de los
países más pobres de la tierra. Su situación ha empeorado grandemente
gracias a la guerra civil.
Misioneros recientemente transitaron por dicho país en un camión junto con
otros cristianos de un país aledaño. Ellos estaban entregando recursos de
abastecimiento y planeaban asistir a una reunión por la noche en la zona
fronteriza. Apróximadamente cinco millas de la frontera, el camión empezó a
pararse. El conductor continuaba presionando el pedal del auto pero éste se
movía lentamente. El grupo de misioneros estaba desalentado al ver que el
auto frente a ellos empezaba a alejarse. Finalmente, ellos arribaron a la
frontera e instáneamente la máquina del auto murió. Simplemente dejó de
moverse. Todos se preguntaron, “Señor, ¿qué está pasando?” De repente,
los guardias fronterizos empezaron a gritar, “¡Hubo una explosión en la
frontera, no lejos de aquí! Una de las facciones en guerra explotó un carro
que acababa de pasar por aquí.” El grupo de misioneros se dio cuenta que el
carro que había sido atacado era justamente el que se encontraba frente a
ellos. Si el carro de los misioreros hubiera funcionado correctamente, ellos
hubieran sido atacados.
A la mañana siguiente, el conductor del grupo misionero trató de encender el
auto - y éste arrancó de inmediado. De hecho, funcionó perfectamente durante
el resto del viaje. Ellos reconocieron que los propósitos de Dios habían sido
cumplidos a través de un aparente percance.
DAVID WILKERSON
estatutos.” (Salmo 119:71). Usted. como yo, se preguntará, “¿Qué clase
de teología es ésta? ¿Acaso es bueno ser humillado?”
En este contexto, la palabra hebrea referente a aflicción significa
“rebajado, escarmentado, humillado, debilitado, deprimido.” Cuando usted
coloca estos significados en el versículo anterior, usted lee: “Es bueno
para mí ser rebajado, escarmentado, humillado, debilitado, deprimido - para
que pueda aprender los estatutos del Señor.” La palabra estatuto significa,
“ley grabada.” El salmista está diciendo, “Es bueno que yo haya pasado
por estos problemas porque en el proceso, Dios estaba grabando Sus leyes y
caminos en mi corazón.”
El Señor permite que tribulaciones lleguen a nosotros para probarnos, pero
éste no es el propósito primordial. Por el contrario, nuestras aflicciones
nos enseñan a caminar rectamente delante de Él. La Biblia nos dice: “Muchas
son las aflicciones del justo,. . .” (Salmo 34:19). De acuerdo con el
salmista, la finalidad de nuestras aflicciones es aprender de ellas.
Una de nuestras parejas misioneras nos escribió acerca de la situación que
vive una nación de Africa donde ellos están ministrando. Este es uno de los
países más pobres de la tierra. Su situación ha empeorado grandemente
gracias a la guerra civil.
Misioneros recientemente transitaron por dicho país en un camión junto con
otros cristianos de un país aledaño. Ellos estaban entregando recursos de
abastecimiento y planeaban asistir a una reunión por la noche en la zona
fronteriza. Apróximadamente cinco millas de la frontera, el camión empezó a
pararse. El conductor continuaba presionando el pedal del auto pero éste se
movía lentamente. El grupo de misioneros estaba desalentado al ver que el
auto frente a ellos empezaba a alejarse. Finalmente, ellos arribaron a la
frontera e instáneamente la máquina del auto murió. Simplemente dejó de
moverse. Todos se preguntaron, “Señor, ¿qué está pasando?” De repente,
los guardias fronterizos empezaron a gritar, “¡Hubo una explosión en la
frontera, no lejos de aquí! Una de las facciones en guerra explotó un carro
que acababa de pasar por aquí.” El grupo de misioneros se dio cuenta que el
carro que había sido atacado era justamente el que se encontraba frente a
ellos. Si el carro de los misioreros hubiera funcionado correctamente, ellos
hubieran sido atacados.
A la mañana siguiente, el conductor del grupo misionero trató de encender el
auto - y éste arrancó de inmediado. De hecho, funcionó perfectamente durante
el resto del viaje. Ellos reconocieron que los propósitos de Dios habían sido
cumplidos a través de un aparente percance.
DAVID WILKERSON
viernes, 17 de febrero de 2012
Él SE DELEITA EN LA MISERICORDIA
“Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino
de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que por medio de
ella han sido ejercitados.” (Hebreos 12:11).
Aquí Dios está hablando acerca de su propio corazón así como del nuestro.
Para Dios, el disciplinarnos no le produce gozo sino tristeza y dolor. Sin
embargo, cuando Él juega el rol de juez, Él permanece a lado de sus hijos
mientras los disciplina. Inclusive Él espera la más mínima señal de
arrepentimiento para terminar con su juicio y disciplina. Él anhela decir,
“Suficiente - no más. Me duele mucho corregirte.”
Amado, usted debe estar de acuerdo con este asunto sobre el dolor de Dios.
Cuando otros tratan de lastimarlo, usted debe traer sus pensamiento cautivos, y
decir, “¡O Dios, déjame orar por mis enemigos, por aquéllos que están
tratando de herirme.”
Dios ama al más malvado, al pecador más vil que vive en la calle, y si Él
ama a esa persona, ¿cuánto más Él ama al cristiano que lo hiere a usted y
que se ha hecho su enemigo?
Tal vez usted ya tiene idea de cuan lejos estamos del corazón de Dios.
Todavía tenemos mucho que aprender sobre Su corazón. No, Él no se deleita en
enjuiciar. Él no encuentra placer en la destrucción del malvado, ni en la
corrección de Sus hijos. Por el contrario, el hacer esto le provoca un
terrible dolor.
Déjeme decirle a usted en lo que el Señor se deleita:
"¿Qué Dios hay como tú, que perdona la maldad y olvida el pecado del
remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en
la misericordia. Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará
nuestras iniquidades y echará a lo profundo del mar todos nuestros pecados.”
(Miqueas 7:18-19).
DAVID WILKERSON
jueves, 16 de febrero de 2012
QUITARSE EL MANTO
En un conocido pasaje de Juan 13, Jesús toma su manto, una vasija y le limpia
los pies a sus discípulos. Él les dice a ellos, “Pues si yo, el Señor y
el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies
los unos a los otros, porque ejemplo os he dado para que, como yo os he hecho,
vosotros también hagáis.” (Juan 13:14-15).
Algunos cristianos devotos han tomado literalmente este versículo. Ellos han
hecho como costumbre el ofrecer el servicio de “lavar los pies.” Esto es
loable, pero se queda como un mero ritual y se pierde el verdadero significado
de lavar los pies.
Después de que Jesús lavó los pies de los discípulos, Él se puso de nuevo
su manto, se sentó y les preguntó, ¿Saben lo que yo he hecho por ustedes?”
En otras palabras, “¿Comprenden el significado espiritual de lavar los
pies?”
Yo creo que la pregunta del Señor es para nosotros también. ¿Comprendemos
nosotros la profundidad de lo que Él hizo al lavarles los pies a sus
discípulos? Sobre todo, algo muy poderoso y profundo está sucediendo. Cristo
les estaba enseñando a su iglesia una de las lecciones más importantes.
Jesús no estaba instituyendo una regla que debía cumplirse por la iglesia
durante siglos, como la santa cena o el bautismo en agua. De ser así, Él lo
habría instituído desde el principio del entrenamiento de los discípulos.
Él mismo se habría sometido al lavado de pies como lo hizo con el bautismo en
agua. Yo creo que Jesús nos estaba dando un ejemplo de manifestación física
de lo que Él más desea, “quitarse el manto.”
Yo creo que si nosotros comprendemos lo que Jesús hizo al lavarles los pies a
los discípulos, entonces comprenderemos los conceptos de servicio y sumisión.
Lo anterior nos permite observar que el servirnos los unos a los otros en amor y
sumisión, y con temor de Dios significa mucho más que recibir órdenes o
rendir cuentas a una autoridad mayor. Estas verdades gloriosas son expuestas
solamente en el contexto de “quitarnos el manto.”
DAVID WILKERSON
los pies a sus discípulos. Él les dice a ellos, “Pues si yo, el Señor y
el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies
los unos a los otros, porque ejemplo os he dado para que, como yo os he hecho,
vosotros también hagáis.” (Juan 13:14-15).
Algunos cristianos devotos han tomado literalmente este versículo. Ellos han
hecho como costumbre el ofrecer el servicio de “lavar los pies.” Esto es
loable, pero se queda como un mero ritual y se pierde el verdadero significado
de lavar los pies.
Después de que Jesús lavó los pies de los discípulos, Él se puso de nuevo
su manto, se sentó y les preguntó, ¿Saben lo que yo he hecho por ustedes?”
En otras palabras, “¿Comprenden el significado espiritual de lavar los
pies?”
Yo creo que la pregunta del Señor es para nosotros también. ¿Comprendemos
nosotros la profundidad de lo que Él hizo al lavarles los pies a sus
discípulos? Sobre todo, algo muy poderoso y profundo está sucediendo. Cristo
les estaba enseñando a su iglesia una de las lecciones más importantes.
Jesús no estaba instituyendo una regla que debía cumplirse por la iglesia
durante siglos, como la santa cena o el bautismo en agua. De ser así, Él lo
habría instituído desde el principio del entrenamiento de los discípulos.
Él mismo se habría sometido al lavado de pies como lo hizo con el bautismo en
agua. Yo creo que Jesús nos estaba dando un ejemplo de manifestación física
de lo que Él más desea, “quitarse el manto.”
Yo creo que si nosotros comprendemos lo que Jesús hizo al lavarles los pies a
los discípulos, entonces comprenderemos los conceptos de servicio y sumisión.
Lo anterior nos permite observar que el servirnos los unos a los otros en amor y
sumisión, y con temor de Dios significa mucho más que recibir órdenes o
rendir cuentas a una autoridad mayor. Estas verdades gloriosas son expuestas
solamente en el contexto de “quitarnos el manto.”
DAVID WILKERSON
miércoles, 15 de febrero de 2012
AMANDO LA VERDAD
Pablo le agradece a Dios por un pueblo que permanece firme en los tiempos de
dificultad. Este remanente santo se levantará en contra del espíritu del
anticristo y se mantendrá firme. Dicho remanente nunca será vencido. Por el
contrario, ¡es pueblo que vencerá al mundo, a la carne y al maligno!
“Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros... de
que Dios os haya escogido desde el principio para salvación... Así que,
hermanos, estad firmes y retened la doctrina que habéis aprendido...Y el mismo
Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio
consolación eterna y buena esperanza por gracia, conforte vuestros corazones y
os confirme en toda buena palabra y obra.” (2 Tesalonicenses 2:13-17).
Este remanente santo ama la verdad y no tiene miedo a ser desaprobado. Ellos se
examinan a sí mismos a la luz de la Palabra de Dios, dejando que ésta los
perfore hasta lo más profundo. Amado, si usted mantiene su corazón abierto a
la verdad- si usted continúa enamorándose de la Palabra de Dios - el Señor
se establecerá en usted.
“Los que confían en Jehová son como el monte Sión, que no se mueve, sino
que permanece para siempre. Como Jerusalén tiene montes alrededor de ella,
así Jehová está alrededor de su pueblo desde ahora y para siempre. No
reposará la vara de la impiedad sobre la heredad de los justos; no sea que
extiendan los justos sus manos a la maldad.” (Salmo 125:1-3).
El espíritu del anticristo tiene una vara que simboliza autoridad. Pero su
poder y dominio no estarán sobre usted porque es parte del remanente santo de
Dios.
“Os he escrito a vosotros, porque sois fuertes y la palabra de Dios permanece
en vosotros, y habéis vencido al maligno." (1 Juan 2:14).
“...porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y ésta es la
victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.” (1 Juan 5:4).
Deje que el espíritu del anticristo venga. Usted no será movido porque se
encontrará firmemente establecido en la verdad de la Palabra de Dios. Usted
será encontrado en la casa de Dios, alabándole con un corazón puro, y su fe
vencerá todo lo que el enemigo atente contra usted.
DAVID WILKERSON
dificultad. Este remanente santo se levantará en contra del espíritu del
anticristo y se mantendrá firme. Dicho remanente nunca será vencido. Por el
contrario, ¡es pueblo que vencerá al mundo, a la carne y al maligno!
“Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros... de
que Dios os haya escogido desde el principio para salvación... Así que,
hermanos, estad firmes y retened la doctrina que habéis aprendido...Y el mismo
Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio
consolación eterna y buena esperanza por gracia, conforte vuestros corazones y
os confirme en toda buena palabra y obra.” (2 Tesalonicenses 2:13-17).
Este remanente santo ama la verdad y no tiene miedo a ser desaprobado. Ellos se
examinan a sí mismos a la luz de la Palabra de Dios, dejando que ésta los
perfore hasta lo más profundo. Amado, si usted mantiene su corazón abierto a
la verdad- si usted continúa enamorándose de la Palabra de Dios - el Señor
se establecerá en usted.
“Los que confían en Jehová son como el monte Sión, que no se mueve, sino
que permanece para siempre. Como Jerusalén tiene montes alrededor de ella,
así Jehová está alrededor de su pueblo desde ahora y para siempre. No
reposará la vara de la impiedad sobre la heredad de los justos; no sea que
extiendan los justos sus manos a la maldad.” (Salmo 125:1-3).
El espíritu del anticristo tiene una vara que simboliza autoridad. Pero su
poder y dominio no estarán sobre usted porque es parte del remanente santo de
Dios.
“Os he escrito a vosotros, porque sois fuertes y la palabra de Dios permanece
en vosotros, y habéis vencido al maligno." (1 Juan 2:14).
“...porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y ésta es la
victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.” (1 Juan 5:4).
Deje que el espíritu del anticristo venga. Usted no será movido porque se
encontrará firmemente establecido en la verdad de la Palabra de Dios. Usted
será encontrado en la casa de Dios, alabándole con un corazón puro, y su fe
vencerá todo lo que el enemigo atente contra usted.
DAVID WILKERSON
martes, 14 de febrero de 2012
¡UNA PENA DOBLE!
La primera parte de la “pena doble” de Dios se refiere a cuando nosotros
pecamos en su presencia en contra de su luz y amor. El pecado por sí mismo no
le afecta a Dios, pero sí el hecho de que Él conoce sus consecuencias. Dios
sabe que nuestro pecado nos producen dolor y miseria.
La segunda parte de la “pena doble” de Dios se refiere a que nuestro pecado
hace que Él tenga que cumplir Su Palabra sobre la necesidad de juzgarnos. Dios
se para frente a nosotros como un padre amoroso y escucha nuestro clamor
angustiante, al mismo tiempo que nos corrige -todo esto con el propósito de
producir en nosotros un carácter santo.
En alguna ocasión yo tuve una profunda crisis. Calumnias fueron dichas acerca
de mí y mientras éstas se esparcieron por algún tiempo, yo empecé a recordar
la Palabra de Dios:
* “El testigo falso no quedará sin castigo, y el que dice mentiras
perecerá.” (Proverbios19:9).
* “El malo presta atención al labio inicuo y el mentiroso escucha la
lengua detractora.”(17:4).
Después de un tiempo, yo clamé en desesperación: “¡Oh Dios, por cuánto
tiempo permitirás que esta situación continúe! Las mentiras siguen
cambiando. Ni siquiera sé de qué se tratan éstas ahora. Tú eres mi
defensor, Señor, y tú dices que tomas la venganza de tu pueblo. Pero yo no
veo que tú estés ejerciendo ninguna justicia.”
Mientras pensaba en todas las calumnias que venían en mi contra, recordé las
batallas peleadas por otros pastores y siervos. Hasta la fecha, ellos son gente
recta que ha soportado pruebas terribles, pues palabras malvadas han sido
proclamadas en su contra.
“¿ Por qué Señor?” oré. ¿Por qué permites que tu pueblo se duela?”
El Señor me contestó, “David, yo soy misericordioso, piadoso y tardo para
la ira porque me duele tener que ejercer mi justicia. Si tú pudieras sentir mi
pena, tú, nunca, jamás, desearías ver mi juicio caer. Tú comprenderías por
qué yo espero extensamente para ejecutarlo. Tú sabes cuán doloroso es
disciplinar a tus hijos. Lo mismo sucede conmigo. Me duele corregir a quienes
amo!”
DAVID WILKERSON
pecamos en su presencia en contra de su luz y amor. El pecado por sí mismo no
le afecta a Dios, pero sí el hecho de que Él conoce sus consecuencias. Dios
sabe que nuestro pecado nos producen dolor y miseria.
La segunda parte de la “pena doble” de Dios se refiere a que nuestro pecado
hace que Él tenga que cumplir Su Palabra sobre la necesidad de juzgarnos. Dios
se para frente a nosotros como un padre amoroso y escucha nuestro clamor
angustiante, al mismo tiempo que nos corrige -todo esto con el propósito de
producir en nosotros un carácter santo.
En alguna ocasión yo tuve una profunda crisis. Calumnias fueron dichas acerca
de mí y mientras éstas se esparcieron por algún tiempo, yo empecé a recordar
la Palabra de Dios:
* “El testigo falso no quedará sin castigo, y el que dice mentiras
perecerá.” (Proverbios19:9).
* “El malo presta atención al labio inicuo y el mentiroso escucha la
lengua detractora.”(17:4).
Después de un tiempo, yo clamé en desesperación: “¡Oh Dios, por cuánto
tiempo permitirás que esta situación continúe! Las mentiras siguen
cambiando. Ni siquiera sé de qué se tratan éstas ahora. Tú eres mi
defensor, Señor, y tú dices que tomas la venganza de tu pueblo. Pero yo no
veo que tú estés ejerciendo ninguna justicia.”
Mientras pensaba en todas las calumnias que venían en mi contra, recordé las
batallas peleadas por otros pastores y siervos. Hasta la fecha, ellos son gente
recta que ha soportado pruebas terribles, pues palabras malvadas han sido
proclamadas en su contra.
“¿ Por qué Señor?” oré. ¿Por qué permites que tu pueblo se duela?”
El Señor me contestó, “David, yo soy misericordioso, piadoso y tardo para
la ira porque me duele tener que ejercer mi justicia. Si tú pudieras sentir mi
pena, tú, nunca, jamás, desearías ver mi juicio caer. Tú comprenderías por
qué yo espero extensamente para ejecutarlo. Tú sabes cuán doloroso es
disciplinar a tus hijos. Lo mismo sucede conmigo. Me duele corregir a quienes
amo!”
DAVID WILKERSON
lunes, 13 de febrero de 2012
DIOS ESCUCHA NUESTRO CLAMOR
Las aflicciones nos enseñan a postrarnos y a clamar al Señor cuando nos
encontramos en problemas y dificultades.
“Conozco, Jehová, que tus juicios son justos y que conforme a tu fidelidad
me afligiste.” (Salmo 119:75). David está diciendo, “Señor, yo sé por
qué tú me afligiste. Tú viste que cuando todo marchaba bien, yo me alejé,
empecé a perder interés, y por tanto, permitiste que tribulación viniera a
mí. Tú sabías que ésta doblegaría mis rodillas y me quebrantaría. ¡Mi
aflicción fue evidencia de tu fidelidad para conmigo!”
Conozco a mucha gente que ha tenido que pelear contra terribles ataduras en sus
vidas—drogas, alcohol, tabaco -y tentaciones diarias. Sin embargo, yo le digo
a toda esta gente: “Dios tiene cuidado de usted. Él sabe la miseria por la
que usted está pasando y solamente Él puede librarlo.”
El Señor no le dice a usted constantemente, “Eres miserable por lo que has
hecho. Me has fallado y ahora estás pagando el precio.” ¡No! Usted no le
sirve a un Dios como ese. Usted le sirve a un padre amoroso que siente su dolor
desde el primer momento en que usted se afligió. No importa cómo usted inició
su aflicción, Dios se duele con usted y quiere librarlo.
Usted puede pensar que Dios no lo está ayudando para nada, pero desde el
primer momento en el que Él escuchó su clamor, Dios entró en acción. Deje
mostrarle lo anterior:
"Dios oyó el gemido de ellos y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y
Jacob. Y miró Dios a los hijos de Israel, y conoció su condición.” (Éxodo
2:24-25). Aquí la palabra conoció significa, “Él empezó a actuar.” Dios
escuchó su clamor y empezó a tomar acción en su lugar.
"Claman los justos, y Jehová oye y los libra de todas sus angustias.” (Salmo
34:17). Toda vez que usted se postra sobre sus rodillas, Dios inmediatamente
obra en su lugar
.DAVID WILKERSON
encontramos en problemas y dificultades.
“Conozco, Jehová, que tus juicios son justos y que conforme a tu fidelidad
me afligiste.” (Salmo 119:75). David está diciendo, “Señor, yo sé por
qué tú me afligiste. Tú viste que cuando todo marchaba bien, yo me alejé,
empecé a perder interés, y por tanto, permitiste que tribulación viniera a
mí. Tú sabías que ésta doblegaría mis rodillas y me quebrantaría. ¡Mi
aflicción fue evidencia de tu fidelidad para conmigo!”
Conozco a mucha gente que ha tenido que pelear contra terribles ataduras en sus
vidas—drogas, alcohol, tabaco -y tentaciones diarias. Sin embargo, yo le digo
a toda esta gente: “Dios tiene cuidado de usted. Él sabe la miseria por la
que usted está pasando y solamente Él puede librarlo.”
El Señor no le dice a usted constantemente, “Eres miserable por lo que has
hecho. Me has fallado y ahora estás pagando el precio.” ¡No! Usted no le
sirve a un Dios como ese. Usted le sirve a un padre amoroso que siente su dolor
desde el primer momento en que usted se afligió. No importa cómo usted inició
su aflicción, Dios se duele con usted y quiere librarlo.
Usted puede pensar que Dios no lo está ayudando para nada, pero desde el
primer momento en el que Él escuchó su clamor, Dios entró en acción. Deje
mostrarle lo anterior:
"Dios oyó el gemido de ellos y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y
Jacob. Y miró Dios a los hijos de Israel, y conoció su condición.” (Éxodo
2:24-25). Aquí la palabra conoció significa, “Él empezó a actuar.” Dios
escuchó su clamor y empezó a tomar acción en su lugar.
"Claman los justos, y Jehová oye y los libra de todas sus angustias.” (Salmo
34:17). Toda vez que usted se postra sobre sus rodillas, Dios inmediatamente
obra en su lugar
.DAVID WILKERSON
viernes, 10 de febrero de 2012
LA BATALLA ES DEL SEÑOR
No importa cuál sea su problema en estos momentos, usted simplemente no puede
salir de él en sus propias fuerzas.
Para poder comprender cómo el Señor nos libra de nuestras aflicciones,
debemos estudiar cómo Él libró a Israel de su esclavitud. La Biblia dice:
“Todas estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para
amonestarnos a nosotros, que vivimos en estos tiempos finales.” (1 Corintios
10:11).
Todo lo que le sucedió a Israel -su esclavitud, sus pruebas, y liberación de
Egipto -son testimonios y ejemplos para nosotros hoy día.
El Señor le dijo a Moisés, “Bien he visto la aflicción de mi pueblo que
está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus opresores, pues he
conocido sus angustias. Por eso he descendido para librarlos . . .” (Éxodo
3:7-8).
La Palabra de Dios dice claramente, “he conocido sus angustias.” Amado, si
esto no le da consuelo en su aflicción, nada lo hará. El Señor está
diciendo, “Yo sé por lo que tú estás pasando, pero no es tu batalla. ¡El
diablo, es demasiado para tí, así que yo he venido para librarte!”
“Yo soy Jehová. Yo os sacaré de debajo de las pesadas tareas de Egipto, os
libraré de su servidumbre y os redimiré con brazo extendido y con gran
justicia. Os tomaré como mi pueblo y seré vuestro Dios. Así sabréis que yo
soy Jehová, vuestro Dios, que os sacó de debajo de las pesadas tareas de
Egipto. Os meteré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría
a Abraham, a Isaac y a Jacob. Yo os la daré por heredad. Yo soy Jehová.”
(Éxodo 6:6-8).
Intente con todas sus fuerzas librarse a sí mismo -sueñe, planee, manipule -
pero al final, Dios dice, “¡Este es Mi trabajo!”
Cuando David vino en contra del gigante, él dijo: “Y toda esta congregación
sabrá que Jehová no salva con espada ni con lanza, porque de Jehová es la
batalla y él os entregará en nuestras manos.” (1 Samuel 17:47).
David no tomó este asunto con sus propias manos y dijo, “Yo voy a levantar
el arma y pelear esta batalla con mis propias fuerzas.” ¡No! Él sabía que
ésta era la batalla del Señor.
DAVID WILKERSON
salir de él en sus propias fuerzas.
Para poder comprender cómo el Señor nos libra de nuestras aflicciones,
debemos estudiar cómo Él libró a Israel de su esclavitud. La Biblia dice:
“Todas estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para
amonestarnos a nosotros, que vivimos en estos tiempos finales.” (1 Corintios
10:11).
Todo lo que le sucedió a Israel -su esclavitud, sus pruebas, y liberación de
Egipto -son testimonios y ejemplos para nosotros hoy día.
El Señor le dijo a Moisés, “Bien he visto la aflicción de mi pueblo que
está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus opresores, pues he
conocido sus angustias. Por eso he descendido para librarlos . . .” (Éxodo
3:7-8).
La Palabra de Dios dice claramente, “he conocido sus angustias.” Amado, si
esto no le da consuelo en su aflicción, nada lo hará. El Señor está
diciendo, “Yo sé por lo que tú estás pasando, pero no es tu batalla. ¡El
diablo, es demasiado para tí, así que yo he venido para librarte!”
“Yo soy Jehová. Yo os sacaré de debajo de las pesadas tareas de Egipto, os
libraré de su servidumbre y os redimiré con brazo extendido y con gran
justicia. Os tomaré como mi pueblo y seré vuestro Dios. Así sabréis que yo
soy Jehová, vuestro Dios, que os sacó de debajo de las pesadas tareas de
Egipto. Os meteré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría
a Abraham, a Isaac y a Jacob. Yo os la daré por heredad. Yo soy Jehová.”
(Éxodo 6:6-8).
Intente con todas sus fuerzas librarse a sí mismo -sueñe, planee, manipule -
pero al final, Dios dice, “¡Este es Mi trabajo!”
Cuando David vino en contra del gigante, él dijo: “Y toda esta congregación
sabrá que Jehová no salva con espada ni con lanza, porque de Jehová es la
batalla y él os entregará en nuestras manos.” (1 Samuel 17:47).
David no tomó este asunto con sus propias manos y dijo, “Yo voy a levantar
el arma y pelear esta batalla con mis propias fuerzas.” ¡No! Él sabía que
ésta era la batalla del Señor.
DAVID WILKERSON
jueves, 9 de febrero de 2012
VISLUMBRE DEL DOLOR DE DIOS
“Entonces Jehová dijo a Moisés: —Anda, desciende, porque tu pueblo, el
que sacaste de la tierra de Egipto, se ha corrompido...se han hecho un becerro
de fundición, lo han adorado, le han ofrecido sacrificios... —Yo he visto a
este pueblo, que por cierto es un pueblo muy terco. Ahora, pues, déjame que se
encienda mi ira contra ellos y los consuma... (Éxodo 32:7-10).
“Entonces Moisés oró en presencia de Jehová, su Dios, y dijo: —¿Por
qué, Jehová, se encenderá tu furor contra tu pueblo, el que tú sacaste de
la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte?...Vuélvete del ardor de
tu ira y arrepiéntete de este mal contra tu pueblo. Entonces Jehová se
arrepintió del mal que dijo habría de hacer a su pueblo.” (versículos
11-14).
Al leer este pasaje, muchos cristianos erróneamente le atribuyen más gracia y
misericordia a Moisés que a Dios. Ellos piensan, “Moisés está suplicándole
a Dios tener una misericordia mayor sobre Israel mientras que Dios se encuentra
listo para destruirlos.” Nada podría estar más lejos de la verdad. La
única razón por la cual Moisés podía orar como lo hizo, fue porque él
conocía el corazón misericordioso de Dios.
La justicia de Dios demandaba que la gente fuera consumida, pero Moisés sabía
que Dios se dolería mucho al destruir a Sus hijos. Por lo tanto, él le
suplicó a Dios, “Yo sé que tu justicia está clamando ser ejercida y que
este pueblo terco debiera ser destruido. Pero también sé que tú no serás
capaz de manejar el dolor provocado si lo destruyes. Dios, yo conozco tu
corazón, y sé que tú no puedes destruir a Israel -porque le amas."
La Biblia dice que Dios se “arrepintió,” lo que significa que Él cambió
su mente referente a cómo juzgar a Israel. Él no la iba a destruir, en su
lugar, la gente sería echada al desierto. A pesar de que durante los
siguientes treinta y ocho años Israel continuaría provocando dolor en el
corazón de Dios por su incredulidad, Él aún los protegería, guiaría,
alimentaría, vestiría hasta el día de su muerte.
DAVID WILDERSON
que sacaste de la tierra de Egipto, se ha corrompido...se han hecho un becerro
de fundición, lo han adorado, le han ofrecido sacrificios... —Yo he visto a
este pueblo, que por cierto es un pueblo muy terco. Ahora, pues, déjame que se
encienda mi ira contra ellos y los consuma... (Éxodo 32:7-10).
“Entonces Moisés oró en presencia de Jehová, su Dios, y dijo: —¿Por
qué, Jehová, se encenderá tu furor contra tu pueblo, el que tú sacaste de
la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte?...Vuélvete del ardor de
tu ira y arrepiéntete de este mal contra tu pueblo. Entonces Jehová se
arrepintió del mal que dijo habría de hacer a su pueblo.” (versículos
11-14).
Al leer este pasaje, muchos cristianos erróneamente le atribuyen más gracia y
misericordia a Moisés que a Dios. Ellos piensan, “Moisés está suplicándole
a Dios tener una misericordia mayor sobre Israel mientras que Dios se encuentra
listo para destruirlos.” Nada podría estar más lejos de la verdad. La
única razón por la cual Moisés podía orar como lo hizo, fue porque él
conocía el corazón misericordioso de Dios.
La justicia de Dios demandaba que la gente fuera consumida, pero Moisés sabía
que Dios se dolería mucho al destruir a Sus hijos. Por lo tanto, él le
suplicó a Dios, “Yo sé que tu justicia está clamando ser ejercida y que
este pueblo terco debiera ser destruido. Pero también sé que tú no serás
capaz de manejar el dolor provocado si lo destruyes. Dios, yo conozco tu
corazón, y sé que tú no puedes destruir a Israel -porque le amas."
La Biblia dice que Dios se “arrepintió,” lo que significa que Él cambió
su mente referente a cómo juzgar a Israel. Él no la iba a destruir, en su
lugar, la gente sería echada al desierto. A pesar de que durante los
siguientes treinta y ocho años Israel continuaría provocando dolor en el
corazón de Dios por su incredulidad, Él aún los protegería, guiaría,
alimentaría, vestiría hasta el día de su muerte.
DAVID WILDERSON
miércoles, 8 de febrero de 2012
EL ESPIRITU DEL ANTICRISTO
Hoy nuestro Salvador existe como un hombre glorificado. Él es una persona
viviente -de carne, hueso, cabello, ojos - aunque Él es Dios. A pesar de
encontrarnos en la tierra, Su Espíritu habita en nosotros: “Y por cuanto
sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual
clama: «¡Abba, Padre!»” (Gálatas 4:6).
Existe otro espíritu en el mundo - el espíritu del anticristo. Así como
Cristo nos ha dado Su Espíritu, también existe el espíritu del anticristo en
el mundo preparando corazones para la venida del Hombre de Pecado.
“...y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es
de Dios; y éste es el espíritu del Anticristo, el cual vosotros habéis oído
que viene, y que ahora ya está en el mundo." (1 Juan 4:3). Aquí Juan está
diciendo, “Tú has escuchado acerca de la venida del anticristo. Esto ha sido
predicado y enseñado, y tú esperas su llegada. Pero, ¡amado, despierta porque
el espíritu del anticristo ya está en acción!”
Comprenda que el anticristo no aparecerá repentinamente en escena y abrumará
a la humanidad. Por el contrario, su espíritu está misteriosamente obrando
ahora mismo, estableciendo su reino, y haciendo que corazones se enfríen.
Cuando finalmente el anticristo aparezca, ¡él será públicamente revelado
al mundo, el cual ya ha sido preparado para él y revelado a corazones que él
ya posee!
Ahora mismo nosotros vemos un creciente sentir del anticristo, pero pronto
éste se convertirá en un fluir, y eventualmente, en un vasto océano.
Inclusive el espíritu del anticristo ya está invadiendo los corazones de
muchos cristianos apóstatas. “Pero, ¿ahora?, ¿por qué ciertos cristianos
se tornarán al anticristo?” usted se pregunta. Porque ellos cuentan con la
misma manera de pensar que él.
Juan escribe: “No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si
alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él, porque nada de lo que
hay en el mundo —los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la
vanagloria de la vida— proviene del Padre, sino del mundo. ...Hijitos, ya es
el último tiempo. Según vosotros oísteis que el Anticristo viene, así ahora
han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo.”
(1 Juan 2:15-18).
Juan nos está alertando que aquéllos que aún aman las cosas de este mundo
se han expuesto a ellos mismos al espíritu del anticristo. Él nos está
diciendo, “¡Tú sabes que éstos son los últimos días porque muchos están
llenos de codicia, del espíritu del anticristo!”
DAVID WILKERSON
viernes, 3 de febrero de 2012
¿CONTINUAREMOS EN PECADO?
Cuando Pablo enseñó la verdad de la justificación por la fe esto sacudió a
la iglesia. Fue una noticia increíble en ese momento. De hecho, algunos
teólogos respondieron: "Si soy perdonado, si Dios es tan misericordioso que me
perdona gratuitamente solo por la fe, ¡déjame pecar aún más, para que Dios
pueda disfrutar de darme más gracia!" Los teólogos no entendieron el
Evangelio.
Debido a la cruz, Dios considera todo lo relacionado con nuestro viejo hombre
en la carne eliminado. Pablo preguntó: "¿Continuaremos en pecado para que
abunde la gracia?" (Romanos 6:1) y con rapidez continúa: "¡Por supuesto que
no!" Yo creo que Pablo estaba diciendo, "¿Por qué podría un cristiano,
después de haber sido liberado de tal muerte, volver atrás y revivir el
cadáver? ¿Por qué volver a una vida de pecado, cuando Dios quiere quitar
toda la culpa y la condenación y darle seguridad y paz? Ahora, debido a la
cruz, puede servir al Señor con gozo y alegría y obedecerle en una nueva
obligación llamada amor."
"Entonces", Usted se pregunta, "¿simplemente tomados por fe la justicia de
Jesús?" ¡Sí, por supuesto! Eso es de lo que la vida cristiana se trata:
descansar por fe en lo que Jesús hizo.
Nuestro viejo hombre ha muerto, y el nuevo hombre es Jesús. Cuando ponemos
nuestra fe en Él, Dios nos acepta totalmente. Nos considera justos, escondidos
en el regazo de su amado Hijo. Así que cada vez que peque o falle, corra
rápidamente a su abogado, su Defensor; confiese sus faltas a Él y descanse en
su justicia.
Usted puede preguntar: "¿No tienen las buenas obras cabida en esta doctrina?"
Por supuesto que sí, pero con esta condición: Las buenas obras no pueden
salvar, justificar o hacerle justo ni aceptable delante de Dios. ¡Lo único
que salva es la fe en lo que Jesús hizo!
¿Qué hizo Jesús? Él lo salvó, lo perdonó y aceptó. Dios lo ve ahora
solamente en Jesucristo y por eso tenemos que llegar a nuestro Salvador, cada
vez que caemos. La sangre que nos perdonó y limpió la primera vez que vino a
Jesús, es la misma sangre continúa manteniéndonos limpios hasta que Él
vuelva.
Junto con esta seguridad viene una obligación mayor de hacer todas nuestras
obras en su fuerza y poder en lugar de tratar de hacerlo por nuestra cuenta.
"Si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis" (Romanos
8:13).
DAVID WILKERSON
la iglesia. Fue una noticia increíble en ese momento. De hecho, algunos
teólogos respondieron: "Si soy perdonado, si Dios es tan misericordioso que me
perdona gratuitamente solo por la fe, ¡déjame pecar aún más, para que Dios
pueda disfrutar de darme más gracia!" Los teólogos no entendieron el
Evangelio.
Debido a la cruz, Dios considera todo lo relacionado con nuestro viejo hombre
en la carne eliminado. Pablo preguntó: "¿Continuaremos en pecado para que
abunde la gracia?" (Romanos 6:1) y con rapidez continúa: "¡Por supuesto que
no!" Yo creo que Pablo estaba diciendo, "¿Por qué podría un cristiano,
después de haber sido liberado de tal muerte, volver atrás y revivir el
cadáver? ¿Por qué volver a una vida de pecado, cuando Dios quiere quitar
toda la culpa y la condenación y darle seguridad y paz? Ahora, debido a la
cruz, puede servir al Señor con gozo y alegría y obedecerle en una nueva
obligación llamada amor."
"Entonces", Usted se pregunta, "¿simplemente tomados por fe la justicia de
Jesús?" ¡Sí, por supuesto! Eso es de lo que la vida cristiana se trata:
descansar por fe en lo que Jesús hizo.
Nuestro viejo hombre ha muerto, y el nuevo hombre es Jesús. Cuando ponemos
nuestra fe en Él, Dios nos acepta totalmente. Nos considera justos, escondidos
en el regazo de su amado Hijo. Así que cada vez que peque o falle, corra
rápidamente a su abogado, su Defensor; confiese sus faltas a Él y descanse en
su justicia.
Usted puede preguntar: "¿No tienen las buenas obras cabida en esta doctrina?"
Por supuesto que sí, pero con esta condición: Las buenas obras no pueden
salvar, justificar o hacerle justo ni aceptable delante de Dios. ¡Lo único
que salva es la fe en lo que Jesús hizo!
¿Qué hizo Jesús? Él lo salvó, lo perdonó y aceptó. Dios lo ve ahora
solamente en Jesucristo y por eso tenemos que llegar a nuestro Salvador, cada
vez que caemos. La sangre que nos perdonó y limpió la primera vez que vino a
Jesús, es la misma sangre continúa manteniéndonos limpios hasta que Él
vuelva.
Junto con esta seguridad viene una obligación mayor de hacer todas nuestras
obras en su fuerza y poder en lugar de tratar de hacerlo por nuestra cuenta.
"Si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis" (Romanos
8:13).
DAVID WILKERSON
jueves, 2 de febrero de 2012
LA HERENCIA
Pablo nos da una lista de aquellos que no heredarán el Reino de Dios:
"Ni los fornicarios, ni los idólatras, no los adúlteros, ni los afeminados,
ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los
maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios" (1 Corintios
6:9-10).
Pero luego, el apóstol añade: "Y esto erais algunos de vosotros, pero ya
habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido
justificados en el nombre del Señor Jesús y por el Espíritu de nuestro
Dios." (Versículo 11).
¿Cómo estas personas que fueron salvadas de tan horribles pecados llegaron a
ser justas delante de Dios? ¿Qué hicieron para no ser más malvados sino más
bien, aceptados por Dios?
En primer lugar, Dios no hace acepción de personas; no es en absoluto
impresionado por el título de una persona o sus honores en la tierra, ya sea
un rey, una reina, un presidente o un primer ministro. Y en segundo lugar, Dios
no es cautivado por ninguna bondad en nosotros: Largas oraciones, el ayuno, el
diezmo, los estudios bíblicos, las buenas obras, nada de eso nos hace justos o
aceptable delante de Dios. Incluso nuestra "bondad" en la carne: buen carácter,
palabras, pensamientos y actos son un hedor a Su nariz si se utiliza como un
alegato en favor de nuestra propia justicia.
Cuando Jesús fue a la cruz, Él crucificó nuestro "hombre viejo" de la carne.
Sólo queda un hombre, uno sólo con quien Dios quiere tratar: su Hijo. Cuando
Jesús terminó su obra en la tierra y se sentó a la diestra del Padre, Dios
dijo: "A partir de ahora solo reconozco un hombre, el único hombre justo.
Cualquier persona que viene a mí, debe venir a través de Él: a través de Mi
Hijo. Todos los que quieran ser justos deben aceptar su justicia, ¡y ninguna
otra!"
Somos aceptados en los ojos de Dios por la fe en Cristo y su obra: "nos hizo
aceptos en el Amado" (Efesios 1:6).
¿Puede ver ahora lo importante que es permanecer en Jesús y venir a Él
rápidamente cada vez que falla? Tiene que aprender a correr hacia Él,
clamando, "¡Jesús, te he fallado! no puedo resolver esto. No importa lo que
haga, nunca podré ser reconocido ante el Padre ¡a menos que vaya hacia Él en
ti!"
DAVID WILKERSON
"Ni los fornicarios, ni los idólatras, no los adúlteros, ni los afeminados,
ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los
maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios" (1 Corintios
6:9-10).
Pero luego, el apóstol añade: "Y esto erais algunos de vosotros, pero ya
habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido
justificados en el nombre del Señor Jesús y por el Espíritu de nuestro
Dios." (Versículo 11).
¿Cómo estas personas que fueron salvadas de tan horribles pecados llegaron a
ser justas delante de Dios? ¿Qué hicieron para no ser más malvados sino más
bien, aceptados por Dios?
En primer lugar, Dios no hace acepción de personas; no es en absoluto
impresionado por el título de una persona o sus honores en la tierra, ya sea
un rey, una reina, un presidente o un primer ministro. Y en segundo lugar, Dios
no es cautivado por ninguna bondad en nosotros: Largas oraciones, el ayuno, el
diezmo, los estudios bíblicos, las buenas obras, nada de eso nos hace justos o
aceptable delante de Dios. Incluso nuestra "bondad" en la carne: buen carácter,
palabras, pensamientos y actos son un hedor a Su nariz si se utiliza como un
alegato en favor de nuestra propia justicia.
Cuando Jesús fue a la cruz, Él crucificó nuestro "hombre viejo" de la carne.
Sólo queda un hombre, uno sólo con quien Dios quiere tratar: su Hijo. Cuando
Jesús terminó su obra en la tierra y se sentó a la diestra del Padre, Dios
dijo: "A partir de ahora solo reconozco un hombre, el único hombre justo.
Cualquier persona que viene a mí, debe venir a través de Él: a través de Mi
Hijo. Todos los que quieran ser justos deben aceptar su justicia, ¡y ninguna
otra!"
Somos aceptados en los ojos de Dios por la fe en Cristo y su obra: "nos hizo
aceptos en el Amado" (Efesios 1:6).
¿Puede ver ahora lo importante que es permanecer en Jesús y venir a Él
rápidamente cada vez que falla? Tiene que aprender a correr hacia Él,
clamando, "¡Jesús, te he fallado! no puedo resolver esto. No importa lo que
haga, nunca podré ser reconocido ante el Padre ¡a menos que vaya hacia Él en
ti!"
DAVID WILKERSON
miércoles, 1 de febrero de 2012
SALVOS SOLO POR FE
Cuando recién llegamos a la fe en Cristo, confiamos en que nuestros pecados
fueron perdonados. Creímos que fuimos aceptados, que podíamos dejar toda
culpa y miedo y decir: "Soy salvo por la fe en lo que Jesús hizo por mí en la
cruz."
Luego, a medida que avanzábamos en nuestro caminar con Jesús, cometimos
nuevos actos de desobediencia, fuimos aplastados por nuestros pecados y
rápidamente perdimos la visión de la cruz. Tratamos de trabajar por nuestra
propia justicia para volver a ganar el favor de Dios, tratamos duro, pero la
vida se convirtió en una pesadilla, un circulo sin fin de pecado y confesión
- pecado y confesión.
A veces actuamos como si tratando duro por nuestra propia cuenta podríamos ser
salvos. Pensamos que si pudiéramos reformar la carne por nosotros mismos, Dios
se complacería. Pronto estamos trabajando constantemente en nuestro viejo
hombre, dándole forma para un caminar cristiano victorioso.
Algunos cristianos pueden decir: "He pagado un alto precio por la victoria que
he conseguido. Pasé por mucho dolor y sufrimiento. Yo ayunaba, oraba, y con
éxito doblegué todas mis pasiones y deseos pecaminosos. ¿Todo mi esfuerzo
por obedecer no vale nada para Dios? ¿Considera Él todo mi justicia, todo mi
trabajo como trapos de inmundicia? "¡Sí! Es todo en la carne y nada de eso
permanecerá delante de Él. ¡Sólo hay una justicia y es la justicia de
Jesucristo!
"Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia,
no se han sujetado a la justicia de Dios" (Romanos 10:3).
La única manera de conseguir la buena gracia de Dios es admitir la verdad: "No
hay ninguna cosa buena en mi carne, nada hay en mis buenas obras para merecer mi
salvación. No puedo llegar a ser justo a través de ninguna cosa que haga en mi
propia fuerza. Mi justicia esta solamente en Cristo", dice Pablo del don de la
justicia: "…mucho más reinarán en vida por medio de un Hombre, Jesucristo,
los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia." (Romanos
5:17)
DAVID WILKERSON
fueron perdonados. Creímos que fuimos aceptados, que podíamos dejar toda
culpa y miedo y decir: "Soy salvo por la fe en lo que Jesús hizo por mí en la
cruz."
Luego, a medida que avanzábamos en nuestro caminar con Jesús, cometimos
nuevos actos de desobediencia, fuimos aplastados por nuestros pecados y
rápidamente perdimos la visión de la cruz. Tratamos de trabajar por nuestra
propia justicia para volver a ganar el favor de Dios, tratamos duro, pero la
vida se convirtió en una pesadilla, un circulo sin fin de pecado y confesión
- pecado y confesión.
A veces actuamos como si tratando duro por nuestra propia cuenta podríamos ser
salvos. Pensamos que si pudiéramos reformar la carne por nosotros mismos, Dios
se complacería. Pronto estamos trabajando constantemente en nuestro viejo
hombre, dándole forma para un caminar cristiano victorioso.
Algunos cristianos pueden decir: "He pagado un alto precio por la victoria que
he conseguido. Pasé por mucho dolor y sufrimiento. Yo ayunaba, oraba, y con
éxito doblegué todas mis pasiones y deseos pecaminosos. ¿Todo mi esfuerzo
por obedecer no vale nada para Dios? ¿Considera Él todo mi justicia, todo mi
trabajo como trapos de inmundicia? "¡Sí! Es todo en la carne y nada de eso
permanecerá delante de Él. ¡Sólo hay una justicia y es la justicia de
Jesucristo!
"Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia,
no se han sujetado a la justicia de Dios" (Romanos 10:3).
La única manera de conseguir la buena gracia de Dios es admitir la verdad: "No
hay ninguna cosa buena en mi carne, nada hay en mis buenas obras para merecer mi
salvación. No puedo llegar a ser justo a través de ninguna cosa que haga en mi
propia fuerza. Mi justicia esta solamente en Cristo", dice Pablo del don de la
justicia: "…mucho más reinarán en vida por medio de un Hombre, Jesucristo,
los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia." (Romanos
5:17)
DAVID WILKERSON
Suscribirse a:
Entradas (Atom)