lunes, 2 de enero de 2012

EL MINISTERIO DE CONSOLACION



El apóstol Pablo dijo, “[El Señor] el cual nos consuela en todas nuestras
tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en
cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos
consolados por Dios.” (2 Corintios1:4).

Hoy en día, uno de los ministerios más necesitados en la iglesia de
Jesucristo es el de consolación - dar consuelo a aquéllos que están
enfrentando problemas y aflicion Muchos creyentes en su dolor simplemente no
saben a dónde ir.

Cuando yo estoy padeciendo dolor, cuando me encuentro sufriendo profundamente,
no quiero leer un libro que me diga los diez pasos a seguir para obtener la
victoria o no deseo acudir a un gran evangelista para que me auxilie. Nada de
lo anterior me ofrece una respuesta - ¡porque ninguno alcanzará la raíz de
mi sufrimiento! ¡No- yo quiero hablar con un santo común y corriente que ha
padecido abundantemente y que ha sobrepasado todo alabando a Dios, que ha sido
consolado y que cuenta con plena fe!

Es la gente bajo sufrimiento aquella que recibe consolación y confort de parte
del Señor. Ellos conocen la compasión de Jesús porque Su voz habla palabras
de consuelo en sus tiempos de oscuridad. Estas personas con dolor se convierten
en ricos recursos espirituales. Ellos desarrollan una confianza que nace al
haber resistido tribulaciones y pruebas. ¡Lo mejor de todo, Dios les da
influencia que de otra forma no podrían haber obtenido!

Yo pienso en Corrie Ten Boom y de la maravillosa experiencia que fue para las
miles de personas que se sentaron y la escucharon hablar sobre Jesús. Muchos
pastores y líderes de todos los Estados Unidos fueron confortados y exhortados
por esta mujer desconocida -pues todo su sufrimiento produjo un rico
conocimiento acerca del Señor. ¡Ella obtuvo de parte del Espíritu Santo
consuelo y confort en abundancia - y ella lo utilizó para contar con
influencia al hablar de Jesús!

Pablo fue capaz de regocijarse ante todas las tribulaciones porque él sabía
que sus sufrimientos eran para el beneficio de otros. Él vió sus pruebas como
una manera de entrenamiento. Él podía decir, “¡Dios tiene un propósito en
esto porque me está preparando! ¡Habrá personas que necesitarán el confort
y el consuelo que yo he recibido durante mi sufrimiento!”

No nos sorprende por qué Pablo se refirió a su Padre celestial como, “Padre
de misericordias y Dios de toda consolación” (2 Corintios 1:3).




DAVID WILKERSON


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